Kamyl-Gamma

Continuacion directa de Kamyl-Beta. Kat y las otras mujeres sufren nuevas transformaciones a manos del Doctor Wolftan.

Kamyl-Gamma.

Parte 1.

El laboratorio se comprendía tan solo de tres cámaras de conversión, una consola de control, una camilla y algunas estanterías empotradas. Cada cámara tenía la forma de un elipsoide alargado y en ella cabía perfectamente cualquier persona adulta. Varios tubos y cables iban desde la pared principal hacía ellas y otros parecían junto a la consola de control interconectarlas. La camilla se encontraba al otro lado de la habitación y era como la de cualquier sala de cirugía. Arriba de ella incluso, colgando desde el techo, se habían instalado varias luminarias. Las diversas estanterías en parte albergaban instrumentos y repuestos para las cámaras y la consola de control y en parte medicinas, drogas y útiles para los diversos pacientes.

Wolftan había colocado un gran paño sobre la camilla y sobre el había hecho sentar a Kat que se encontraba aparte de desnuda y impregnada de pequeñas gotas de agua algo confundida y expectante. Revisó sus pupilas y reflejos para cerciorarse que los instrumentos o la conversión no hubieran fallado. Luego pasó su mano enguantada delicadamente por la piel de ella para comprobar que se comportase libremente y se alegró al ver sus pequeñas reacciones voluntarias.

Wolftan. – ¿Cómo te sientes Kat? Kat. – Amo supongo que bien. – Dijo usando el tono más respetuoso que conocía . Wolftan. – ¿Dime cual es el resultado de dividir 71644384 por 9512? Kat. – Amo la respuesta es 7532. Wolftan. – Excelente. Kat. – Amo, disculpe que hable sin su permiso pero nunca había hecho aritméticas tan rápido. Wolftan. – Tu conversión definitiva tan bien incluyó el incremento de tu coeficiente intelectual. Kat. – Amo eso es increíble. ¿Cómo ha logrado algo así? Wolftan. – No hables sin mi autorización hasta que te de una contraorden. Kat. – Si Amo. Discúlpeme. Wolftan. – ¿Kat no te gusta depilarte tu sexo? – Dijo deseoso de cambiar la conversación hacia otro tema diferente al que Kat había intentado encaminar . Kat. – Amo pienso que eso es de putas. Wolftan. – Bueno, eso ya no va a ser más así. De ahora en adelante te vas a dejar un triangulo apuntando hacia abajo sobre tu vulva. Todo lo demás lo quiero sin un solo cabello. Kat. – Si amo. ¿Quiero que me depile ahora mismo? Wolftan. – Aún no. ¿Kat en tu jefatura hay agentes lindas? Kat. – Amo algunas oficiales son lindas pero no somos modelos precisamente. Wolftan. – Eso era de esperarse. ¿Que opinarías de que agarre a algunas de tus amigas y las convierta en esclavas completamente obedientes como tú? Kat. – Amo me parece una cosa horrible. Espero que deje de convertir a inocentes mujeres como yo inmediatamente.

Wolftan no solo se asombró de la sinceridad de Kat sino también del estado en que se encontraba. Le era absolutamente fiel pero al mismo tiempo se comportaba como ella misma. El resultado final había sobrepasado todas sus expectativas.

Wolftan. – Kat mi ayudante te llegara a una habitación para darte un baño, asearte y depilarte. – Dijo señalando a Fulvia que había permanecido cerca de la puerta desde que la habían llamado al laboratorio . Mientras haces todo eso vas a pensar como raptar a tres oficiales de tu jefatura. Tienen que ser lindas y eficientes en su trabajo. Tal vez las utilice como mi guardia personal. Aparte no quiero que ninguna este en pareja, casada o con hijos. Y de ahora en más no sentirás remordimiento alguno por lo que hago o te ordeno hacer. Kat. – Si amo. Woftan. – Y también quiero que solo te comportes como una persona normal cuando estemos solos. Tu nueva condición la mantendrás en secreto con todos los demás. Ni siquiera el amo Milton debe saber esto o lo que te he ordenado planear. Kat. – Si amo. Wolftan. – Fulvia lleva a Kat a la habitación que te he dicho y haz todo como te he indicado. Fulvia. – Si amo.

Wolftan mientras veía como Kat y Fulvia salían del laboratorio tomó su control y marcó dos juegos de números. Luego de acercó a la consola de control y comenzó a preparar todo para las nuevas conversiones. En ese instante en su mente volvieron a escucharse algunas de las últimas palabras dichas por Kat. Pensó otra vez que si tan solo le hubieran dado más tiempo para completar su proyecto todo habría sido diferente pero ahora no había vuelta atrás para él. Dejando de lado la obediencia incondicional de Kat el incremento de su capacidad mental era un logro increíble además los dispositivos que había creado eran capaces de ingresar cualquier tipo de información dentro de la mente de una persona. El aprendizaje instantáneo, su más grande logro, ya no tenía casi ninguna posibilidad de ser visto por la humanidad. Tal vez todo una nueva era se estaba escurriendo por sus acciones actuales. Dejó lo que estaba haciendo y con una de sus manos se frotó fuertemente la cara casi lastimándose los ojos cubiertos por sus parpados.

La doctora Helena Riffman había intercedido ante el consejo directivo para que le retiraran los fondos y expulsaran si era posible. Ella quería resultados inmediatos y él no podía dárselos. Necesitaba mucho más tiempo, personal, equipo y dinero. Había ido al cabaret de Milton, que era tan solo un antro más para la clase media lleno de prostitutas corrientes, a desahogarse por sus sueños rotos y había terminado inexplicablemente conociéndolo precisamente a él. Milton con algo de alucinógenos en su sangre y con varias copas encima lo oyó quejarse completamente ebrio por largo tiempo de la doctora.

Hasta esos momentos ninguno de los dos sabía muy bien lo que había pasado. Solo recordaban haber raptado a la doctora y llevado a la casa de Wolftan en donde la habían colocado en la única cámara prototipo que se había logrado crear. Muchas horas después cuando se despertó se dio cuenta de lo que había hecho y sacó a la doctora de la susodicha cámara. Milton ya estaba a punto de ir a buscar una pala para sepultar el cuerpo en algún lado cuando la doctora tomó conciencia pero ya no era ella misma su mente había quedado prácticamente anulada y solo podía hacer lo que le ordenaban. Al final fue Milton el que planificó todo y convenció a Wolftan de hacerle lo mismo a mujeres hermosas para ganar mucho más en el club. A Wolftan la idea le pareció horrible pero el dinero y la esperanza de seguir con su proyecto fueron mucho más fuertes. Un par de mujeres podían ser sacrificadas aunque con el tiempo fueron más de las que había imaginado en un principio y el ambiente en que se había sumergido lo arrastraba sin posibilidad de escapar.

La puerta del laboratorio se abrió y junto a la doctora Helena Riffman entró Su Zang detrás de ella. La anterior contrincante de Wolftan era una mujer algo mayor. No era ni fue hermosa aunque tampoco se mostraba fea o desagradable. Poseía una altura normal y un cuerpo delgado en extremo. Sus ojos eran negros, su pelo color avellana y su piel pálida. Tenía algunas arrugas en su rostro y sus pechos se notaban algo caídos al igual que sus nalgas. El detalle más dramático era su expresión completamente vacía y un hilo de saliva que a veces se escurría por su boca de forma involuntaria. En ese momento solo llevaba puesto unos zapatos negros, una falda marrón, una remera verde y un guardapolvo gris. Al contrario de las otras mujeres su vestuario se notaba desgastado y poco cuidado.

Wolftan les ordenó desvestirse y les señalo la cámara que debían ocupar cada una. Luego de indicarles la posición correcta que debían asumir y de corregir personalmente algunas discrepancias colocó sensores para medir su ritmo cardiaco y actividad cerebral sobre sus corazones, cuellos y cabezas. Luego fue hasta la consola de control, oprimió dos botones y los cuerpos de ambas mujeres quedaron sujetos. Grilletes de metal no solo retenían sus tobillos, piernas, abdomen, muñecas, brazos y cuellos sino que cada uno de los dedos de sus pies y manos estaban inmovilizados por otros pequeños aros de metal.

La conversión de Su Zang había sido una de las más perfeccionadas por lo que no era necesario estimularla de ninguna manera y se podía proceder directamente pero la de la doctora había sido la primera y más accidentada de todas las que se hubiera hecho por lo que el procedimiento se tenía que hacer desde cero. Wolftan activó varios interruptores y de las paredes de la cámara de la doctora emergieron un gran conjunto de tentáculos de metal hacía ella. Cada uno finalizaba en especie de ventosa de fría aleación que se asía firmemente a su cuerpo. Se destacaban entre los convencionales dos diferentes modelos complementarios, destinados a sus pechos y a su entrepierna.

Los primeros a los pocos centímetros de la ventosa principal traían otros tres pequeños tentáculos que se sujetaban al pecho luego que el pezón y la aureola quedaban envueltos por el del tronco mayor. El segundo modelo destinado a la entrepierna era tan grueso como el brazo de un hombre y terminaba en una especie de mascarilla que cubría desde la vulva hasta el ano. Wolftan manipuló otros controles y un gran casco esférico cubrió la cabeza de la doctora y de Su Zang. Luego cada ventosa succionó con fuerza y clavó pequeñísimas agujas en la piel de la doctora haciendo que sus ojos se abrieran ampliamente y de que por su boca se escapara un gran quejido por las punciones sentidas, en especial por las de sus pechos.

El gran tentáculo de la entrepierna actuó de diferente manera, primero se fijó con fuerza y luego deslizó desde si mismo otros dos artilugios secundarios. Uno directo a la vulva con la forma de un gran vibrador lleno de visibles protuberancias y otro hacia el ano con la apariencia de una falange terminada con una esfera ahuecada en la superficie delantera. Lentamente luego de apoyarse sobre los agujeros correspondientes empezaron a penetrar a la doctora hasta que la llenaron por completo.

Aunque Su Zang se había librado casi por completo del tratamiento a ella también se le había acercado el gran tentáculo de la entrepierna penetrándola por el ano solamente y luego de que en ambas mujeres había terminado ese procedimientos un pequeño tubo metálico emergió adicionalmente y como una sonda se incrustó en el orificio de la orina.

Cada una de las agujas que se habían insertado en el cuerpo de la doctora empezó a descargarle pequeños golpes de electricidad que le provocaban un inmenso cosquilleo de pies a cabeza mientras que el vibrador que se encontraba dentro de ella empezó a girar dándole adicionalmente idénticas descargas desde las protuberancia que esgrimía. En una de las pantallas de la consola de Wolftan se apreciaba como el cerebro de la doctora se encendía como un árbol de navidad permitiendo conocer lentamente su fisonomía interna.

Wolftan accionó más controles y otro tentáculo salió a la altura de la cabeza de ambas mujeres. Este tenía la perfecta forma de una mascarilla de oxigeno solo que hecho de metal y luego de recorrer el corto tramo hasta sus bocas se ajusto a ellas. De las paredes internas de ambas cámaras empezó entonces a salir agua perfectamente purificada y elevada a la temperatura de sus cuerpos. Mientras la altura iba en aumento e se inundaba la cámara de los costados empezaron a emerger delgadas compuertas casi transparentes que sellaron a las dos mujeres dentro. Con el tiempo, cuando la importación de los datos estuviera terminada por completo el casco, que era la pieza más importante, también entraría en acción a su máxima capacidad y así finalizaría la conversión de ambas mujeres. Pero mientras todo eso sucedía ellas vivirían dentro de las cámaras siendo alimentadas por un tubo retractiles ubicado en la mascarilla fijada a sus bocas y con sus conciencias flotando casi separadas de sus cuerpos.

Parte 2.

Mientras Kat, completamente desnuda y algo tambaleante, seguía fielmente a Fulvia a través del caserón pensaba en lo que le había ordenado su amo Wolftan. Empezó a comparar todos los requisitos que le habían dicho con las agentes que conocía. Se le presentaba el problema de que ahora que estaba fuera de la jefatura al final las seleccionadas podrían no ser realmente compatibles por lo que habría que hacer algún tipo de inteligencia adicional para confirmar a cada una. Luego de que caminaran y subieran escalones llegaron al primer piso en donde Fulvia se detuvo en una de las habitaciones y le abrió la puerta a Kat.

Fulvia. – Entra. Esta es la habitación que el amo Wolftan te ha seleccionado. Kat. – ¿Vas a entrar conmigo Fulvia? Fulvia. – No. Debo traerte la ropa que el amo quiere que uses. Volveré en unos minutos. Kat. – Te espero entonces.

Kat entró en la habitación, que al igual que casi todas las del caserón eran terriblemente simples y austeras conteniendo solo los muebles indispensables, al verla pasar dentro Fulvia cerró la puerta tras de ella y se fue a buscar su ropa. Como su amo le había ordenado Kat fue directamente a bañarse aunque debía ser un proceso rápido ya que había estado sumergida por bastante tiempo dentro de la cámara del laboratorio. Cuando llegó a la ducha abrió las llaves y luego de darse cuenta que había agua calienta reguló el flujo a un temperatura más baja de lo que estaba acostumbrada para poder notar fehacientemente la diferencia con la de su cuerpo.

Mientras se aseaba logró escoger a tres posibles candidatas. Estaba Sonia Watson de la sección judicial, Sharon Brook de la sección científica y la sargento Vanesa Manvatos. Todas cumplían los requisitos de Wolftan y aunque trabajaban en diferentes secciones se habían graduado de la academia de policía por lo que servirían como guardaespaldas. Sonia era pelirroja y por lo general llevaba sus cabellos sueltos formándole una gran melena leonina. Se sabía que tenía muchos candidatos a su alrededor aunque nunca Kat se había enterado de uno serio. Su estatura era normal y sus facciones aunque elegantes eran muy rígidas por lo que la primera impresión que dejaba era la de una mujer ordenada y estricta. Sharon poseía las mismas complexiones físicas de Kat. Tenía el cabello largo, rubio y atado en forma de una única trenza plegada sobre si misma en su nuca. Hacía poco que había dejado a su novio, habitualmente hablaba con términos técnicos y poseía un rostro amable. Vanesa le llevaba media cabeza a Kat y muy seguramente era la mujer más alta de toda la jefatura. Era de descendencia africana, con la piel como ébano, tenía un estado físico excepcional y gracias a los cabellos de su cabeza podados a menos de un centímetro era fácilmente reconocible entre todas. No se le había conocido nunca una pareja y muchas pensaban que era porque era lesbiana o porque intimidaba demasiado a los hombres.

Kat pensó que ya había permanecido en la ducha más de lo que había estimado. Se había tallado la piel con el jabón, aplicado shampoo y acondicionador sobre su cabellera. De hecho mientras estaba bañándose había oído varios ruidos en la habitación muy seguramente de Fulvia que ya había retornado con lo que le había prometido. Era el momento de pasar a rasurarse su entrepierna y dejar el exterior de su vulva como su amo le había ordenado. Salió de la ducha y se dirigió hasta el botiquín que había empotrado sobre el lavado. Abrió la puerta espejo y detrás encontró varios productos de limpieza además de la imprescindible navaja que iba a usar para su tarea. No era una hoja de afeitar moderna sino una como la que usaban los antiguos barberos enteramente hecha de metal. Siendo policía había visto personas cortadas profundamente por esas pequeñas cuchillas por lo que la idea de apoyarla sobre su sexo no le agradaba para nada y mucho menos manipularla como su fuera una estilista.

Se cercioró que el filo no estuviera mellado, luego abrió la llave de agua caliente y dejó caer la navaja dentro del lavado. Volvió hasta la ducha y manipulando la grifería hizo que solo corriera por la canilla inferior más agua caliente solo que estaba vez estaría destinada a su entrepierna. Posó su vulva sobre el flujo durante unos segundos y después de empezar a sentir como se relajaba fue hasta el lavado y tomó la navaja que había dejado. Se sentó en un costado de la bañera, abrió las piernas y pensando en una línea imaginaria horizontal cerca de su sexo comenzó a afeitarse desde ella hacia arriba ayudada por varias pasadas de su otra mano. Hizo el mismo procedimiento en su costado derecho solo que apuntando en diagonal hacia abajo y luego en la dirección opuesta en su lado izquierdo. Sin cortarse ya había logrado crear el triangulo que su amo le había pedido aunque en el centro de éste se notaban varios vellos de diferentes longitudes. Para terminar pasó la navaja alrededor de su vulva y eliminó las hebras que restaban. Luego se sacó las pelusas que habían caído sobre su cuerpo volviendo a enjuagarse la entrepierna como había hecho con anterioridad.

En el baño cerca de la ducha había una gran toalla colgada que Kat uso para secarse lo mejor que pudo su cuerpo y para su cabellera además recurrió a la que se usaba para secarse las manos, por suerte no llevaba el pelo tan largo como otras mujeres y le quedó casi seco aunque algo enmarañado. Al salir vio a Fulvia parada a un costado de la cama y sobre ésta ella había ubicado las ropas que su amo le había seleccionado.

Kat se acercó y empezó a examinar cada una de las prendas que le habían traído. Unas braguitas y medias de tela blancas parecían ser la única ropa interior entre todo. Lo demás parecía estar hecho de una especie de cuero sintético con una tonalidad negrusca que daba ligeros reflejos brillantes. Había un pantalón, una remera y una chaquetilla de corte alto. Para sus pies le habían escogido unas botas altas que se ataban trenzando largos cordones a los costados y hechas de una textura más gruesa que las otras prendas a juego.

Primero se puso las braguitas que al contacto con su vulva recientemente depilada le dieron una sensación de picazón y ardor pero aún así se las dejó puestas. Con las medias no hubo ningún problema y le calzaron perfectamente. Luego se puso el pantalón que se amoldaba fuertemente alrededor de sus piernas casi como si fuera una segunda piel y en su cintura ajustaba perfectamente aunque ella pensó en conseguirse de todas formas un cinturón. Atar ambas botas fue una tarea larga pero sencilla.

Cuando tomó la remera se disgusto bastante ya que al verla la primera vez no se había percatado que en medio del busto traía una abertura ovalada que seguramente dejaría escapar sus senos al aire. Se la colocó visiblemente irritada y como había supuesto sus pechos salieron a través de la tela sin dificultad apoyándose levemente sobre el borde exterior. Para finalizar agarró la chaquetilla y se la colocó sin dificultades. Para su alivio en el frente incorporaba una especie de sostén propio interno. Cerró el botón inferior, que era uno de los únicos dos que traía la prenda, a la altura de la base de sus senos y sus aureolas y pezones quedaron ocultos. Al tratar de cerrar el botón superior se llegó cierto desencanto ya que de ese modo sus pechos se comprimían mutuamente como si alguien quisiera hacerse una cubana con ellos por lo que decidió por el momento dejarlo suelto.

Ya habiendo terminado su aseo y habiéndose vestido como su amo había dispuesto Kat se dispuso a seguir con la orden de planear el secuestro de las tres oficiales que le había pedido pero se encontró con que en la habitación no había nada útil para elaborar un plan de ese tipo. Con ella estaba Fulvia pero no parecía capaz de ayudarla en nada por el momento pero aún así decidió hacerle algunas preguntas.

Kat. – ¿Fulvia nuestro amo te dio alguna otra orden para mí? Fulvia. – No. Kat. – ¿Tengo que esperar aquí? Fulvia. – No sé. Kat. – ¿Te gusta lo que llevo puesto? Fulvia. – Si. Kat. – Gracias. Bueno. Necesito una computadora para anotar algunas cosas. Llévame a donde haya una. Fulvia. – Sígueme.

Wolftan se había acostumbrado a que las mujeres solo hicieran lo que les ordenaban. Ellas por su cuenta eran objetos estáticos que no necesitaban órdenes adicionales o complejas por lo que el nuevo comportamiento de Kat era bastante impredecible aunque ella le fuera absolutamente leal. Fulvia abrió la puerta y Kat empezó a seguirla pero apenas habían caminado unos pasos ella oyó a alguien subiendo las escaleras cercanas, se dio vuelta y vio que era Milton que apenas verlas de acercó a ellas con rapidez. Tal como le habían ordenado puso el rostro lo más inexpresivo que podía y esperó que le hablaran.

Milton. – Fulvia detente. Fulvia. – Si amo. – Dijo después de escuchar la voz de Milton y voltearse hacia donde estaba. Milton. – Veo Kat que Wolftan ya te puso como se debe. Kat. – Si amo. Milton. – Sígueme Fulvia. Fulvia. – Si amo.

Kat esperaba que Milton solo se llevara a Fulvia pero él la agarró de la mano y la volvió a meter dentro de la habitación de la cual había salido. Cerró la puerta luego de que las dos estuvieron dentro y se aproximó a Kat para darle un fuerte beso y manosearle el culo. Lejos de incomodarse un fuerte calor la invadió de los pies a la cabeza. Un interruptor se había activado en su cabeza cuando Milton la había tocado. Él era su amo y ella debía complacerlo completamente de todas las maneras posibles.

Kat. – Amo penétreme sin contemplación. Mi cuerpo es suyo para lo que desee. – Dijo apenas Milton separó sus labios de los de ella . Milton. – Así me gusta pero como no te has portado muy bien conmigo creo que voy a tener que sodomizarte hasta que te sangre el ano. Kat. – Amo empiece cuando quiera. – Dijo antes de retroceder dos pasos, darse media vuelta, bajarse los pantalones junto con las bragas y ponerse a cuatro patas con el trasero en pompa . Milton. – Kat tu nueva actitud me complace increíblemente. – Fulvia se buena y dale a probar a Kat de tus deliciosas ubres. Fulvia. – Si amo.

Mientras Kat esperaba que Milton la penetrase Fulvia se ubicó delante de ella, se arrodilló y luego de desabrocharse el botón inferior de su chaquetilla acercó sus grandes pechos a la cara de Kat pero en lugar de tratar de sobarlos con sus labios se los quedó observando indiferente.

Milton. – ¿Qué pasa Kat que no chupas los pechos de Fulvia? Kat. – Amo no quiero chuparlos. No soy lesbiana. Milton. – Me importa una mierda que no te gusten las tetas de Fulvia. Mete la cabeza entre ellas ahora mismo y empieza a chupar lo que encuentres. – Y tu Fulvia aprieta con todas tus fuerzas su cabeza lo más que puedas contra tu pecho. Kat, Fulvia. – Si amo.

Fulvia sin esperar un minuto agarró la cabeza de su compañera entre sus brazos y se la introdujo con gran fuerza entre sus pechos. Por su parte Kat sacó su lengua del interior de su boca y empezó a refregarla con rapidez por el interior de los senos de Fulvia. La sensación era  nueva y algo confusa para ella pero el solo hecho de hacer lo que su amo le decía la excitaba terriblemente haciendo que de su vagina escurrieran gran cantidad de flujos.

A Milton el no de Kat porque no quería o tal vez porque no se lo había ordenado le había molestado terriblemente y luego de bajarse los pantalones ya se podía ver su verga semi erguida por la furia inusitada que se había formado dentro de él. Sin miramientos acercó su miembro a la entrada posterior de Kat y se lo introdujo de una sola estocada provocando que ella diera un fuerte grito. La sujetó firmemente por la cintura y con bruscas idas y venidas de su pene empezó a sodomizarla intensamente destrozado sin compasión su virginal ano. Cuando el miembro de Milton empezó a crecer en el interior hasta alcanzar su máximo posible la agonía de Kat junto al ardor en su recto aumentaron intensamente y dolorosos quejidos se escucharon desde su boca pero aún así en su mente esas cosas no eran importantes lo realmente importante era que su amo estuviera satisfecho con lo que hacía aunque ello significase padecer todo tipo de vejámenes.

Milton. – Tu puto culo perra es bien resistente tal vez le meta la mano para rompértelo realmente. Kat. – Amo hágame lo que desee vivo para complacerlo. Milton. – Eso si que te lo sabes de memoria zorra. Fulvia. – Amo el doctor Wolftan me llama debo irme. Milton. – ¿Cómo demonios sabes eso? Fulvia. – Amo mi camafeo me lo indica. Milton. – Tú no te vas nada. Fulvia. – Amo aún así debo irme.

Fulvia soltó la cabeza de Kat y se irguió para irse pero cuando Milton la vio actuar de esa manera dejó lo que estaba haciendo y luego de pararse rápidamente la empujó sobre la cama con ambos brazos. Fulvia trató de pararse nuevamente pero fue detenida esta vez por los nudillos de Milton que impactaron directo en su sien. Luego él se arrogó sobre ella y le sujeto el rostro con ambas manos como si quisiera arrancárselo. La pobre Fulvia se convulsionaba por el dolor y asfixia que sentía. Sus manos trataban de hacer algo para impedir lo que le pasaba pero solo se limitaban a vagar alrededor de Milton sin tocarlo. Kat tomó conciencia de lo que sucedía y se acercó temblorosa a su amo.

Kat. – Amo por favor suelte a Fulvia ella no tiene la culpa que el doctor Wolftan la requiera ahora. Milton. – Luego de ella sigues tú.

Parte 3.

Wolftan volvió a marcar el número de Fulvia. Ella se estaba demorando más de lo acostumbrado. Pensó que su pequeño control se debía haber quedado sin energía o en el peor de los casos averiado. Cuando se disponía a ir a buscarla personalmente la puerta del laboratorio se abrió y totalmente desconcertado vio como Kat la llevaba en brazos. Se acercó rápidamente y pudo ver que ambas estaban golpeadas. Fulvia era la más maltratada, a simple vista se veía en medio de su frente un fuerte moretón y sobre su rostro se notaban marcar rojas de algún tipo de golpes. Además sus pechos y vientre presentaban otros diversos tipos de abusos. Toda la ropa que llevaba en la entrepierna le había sido arrancada. Por su parte en Kat solo se divisaban algunas bofetadas en la cara.

Wolftan. – ¿Qué demonios pasó? Kat. – Amo aquí le traigo a Fulvia. Ella esta inconciente pero se repondrá. Wolftan. – Ponla sobre la camilla. ¿Milton les hizo esto? Kat. – Amo, el amo Milton decidió que debíamos ser castigadas.

Continuara...