Kamikaces

¿Quieres ser mi puto?

Ciudad pequeña. Ex novios. Poca escapatoria…

Te encuentro por la noche en un bar,  me miras, te miro…y me sigues poniendo como el primer día. Mucha tensión sexual, demasiada para haber pasado meses sin vernos ni hablar.  Que la gente no se entere, me pone aún más y no sé cómo hacer para follarte esta noche.

Han pasado meses y sigues sin convertirte en un desconocido, espero que el resto del bar no se entere que me comes con los ojos, ni qué me harías, pero yo si me estoy enterando y  voy a ir a por ti. Quiero que me coma todo esta noche, donde sea.

Tiene 30 años y es la  mejor polla que he visto en mi corta vida. Me acuerdo de él y al segundo siempre  empiezo a sentirme tan mojada que le pagaría por que me follara si hiciera falta. No sé qué  me pasa, no me había sucedido esto antes, pero no querría dejar de tener su polla dentro nunca. No sé si aceptaría convertirse en mi puto.

Nos hacemos los sorprendidos de encontrarnos, amigos comunes alrededor creyendo que guardamos la compostura y en el fondo ya estamos los dos calientes como perros y eso que no hemos empezado a conversar, ni a rozarnos.

Y empezamos. Unos abrazos, roces sin querer…nadie se entera de nada pero mientras habla yo no puedo dejar de imaginarme cómo me comía el coño cuando éramos pareja… tenemos que salir de aquí  o al final me toca ir a follármelo a los baños.

Fuimos aguantando la calentura media noche.  Copa en mano y mi vagina no dejaba de lubricar sin parar, no quería  imaginarme las dimensiones de su polla. Saber que estaba dispuesta para mí y solo para mí…era inaguantable, así que me metí en el baño y empecé a hacerme un video mientras me tocaba. Clítoris encharcado en primera plana y mi dedo recorriéndolo hacia arriba y abajo suavemente. No podía estar más cachonda, o eso pensaba yo. Video listo y enviado por whatsapp. Me estaba encantando ser así de guarra esa noche. Cuando salí del baño, él ya tenía el móvil en la  mano. Su cara, un puto poema. Nunca antes le había mandado nada igual. Le estaba declarando la guerra.

Así que nos fuimos del bar pero le mandé a su casa, le dije que me esperara allí, se me había ocurrido algo mejor. Llegué a mi casa, me desnudé al completo y me puse mi gabardina verde. Pensar que iba a ir por las calles principales de la ciudad desnuda, cachonda y él imaginando todo esto…me excitaba aún más. Me daba miedo que cada vez todo subía más de tono y no sé si sería capaz de saber cuando parar. Pero eso ya daba igual, iba a follármelo como nunca antes se lo había follado alguien.

Llamo al timbre y nada más abrir la puerta era imposible fijarme en su cara, porque el tamaño de su pene a través de los pantalones era descomunal, pero no tenía  que olvidarme de que esa noche la que iba en gabardina era yo y la que le iba a follar era yo a él.

Sin  saludarle, lo primero que hice fue bajarle los pantalones, llevaba todo el camino con ganas de meter su polla en mi boca hasta que me diera en la garganta, y así lo hice.

Una y otra vez , una y otra vez…casi ni me entraba entera pero me encantaba notarla dentro. Le temblaban hasta las piernas pero yo seguía sin compasión.  Me encantaba comer su polla. Le senté en el sillón, me arrodillé y empecé el segundo asalto.

Se la agarré bien fuerte y empecé  a pasar mi lengua desde el ano recorriendo su verga hasta el capullo, lo tenía siempre tan suave, tan rojo… que parecía que le iba a reventar. Y me la volví a tragar enterita. No sé quién estaba más cachondo, si él o yo.

Así que me puse encima de él, le lamía el cuello, le lamía el pecho, le mordía y chupaba las orejas sin parar y fui poco a poco metiendo su pene en mi coño.  Solo el capullo, sé que eso le volvía loco y tenía que hacer esa noche que no quisiera volver a follar con nadie más nunca, solo conmigo.

Haciendo fuerza con mis piernas iba bajando lentamente a saltitos, movía mi cadera en círculos con su pene dentro de mí, hacia fuerza con las paredes de mi vagina y sin más dilación y de golpe me deje caer hasta que toda su polla al completo entró dentro de mí. Encajaban a la perfección, empujábamos los dos con fuerza para que llegara hasta el fondo  y yo estaba tan lubricada que notaba como escurría mi flujo. Puso una cara que nunca antes había visto, parecía sentir un placer que nunca antes había experimentado así que decidí que esa noche le iba a reventar. Me gustaba ese sillón y ser una guarra, pero solo con él.

Con su pene dentro de mí, nos besamos apasionadamente y le pedí por favor que me pegara en el culo. Me pegaba y estaba tan perra que ni lo sentía, así que le pedía más, quería que se partiera la mano si hacía falta.

Era su turno, me puso en la mesa baja de su salón y salvajemente me abrió de piernas. Le agarré fuerte del pelo y le puse la cara en mi clítoris. Estaba pingando. Me abrió los labios y empezó poco a poco a pasar su lengua de abajo a arriba, esa lengua estaba hecha para mí. Me acariciaba con ella mientras yo no paraba de gemir y de pedirle más y de golpe y sin parar me metió dos dedos y me hizo olvidar que la que llevaba la gabardina era yo. Me estaba follando muy salvaje, mi culo estaba dolorido y aún así yo quería más.

Me mordía los pezones y me comía los pechos tersos con unas ganas locas, ¿qué más podíamos hacer? Saqué mi dildo, y seguimos jugando…

Nunca antes lo habíamos hecho, pero acercó el dildo a mi culo mientras me penetraba, su polla estaba bombeante y poco a poco me fue introduciendo el pene de goma. De repente estaba siendo follada por partida doble y gritaba pidiéndole  ser más guarra aun.

¿Quién llevaba ventaja a quién? Follábamos con una violencia y unas ganas que daban miedo. Le miraba con cara de dominancia en todo momento y no paraba de metérmela cada vez más gruesa y más fuerte. Estábamos siendo unos salvajes y nos encantaba. Agarraba mis pechos fuerte y yo le arañaba la espalda, ¿qué más podía hacer si me estaba volviendo loca de placer? Estábamos descubriendo todo un mundo sexual después de ya haber estado juntos.

No podíamos aguantarnos más y ambos necesitábamos ya corrernos. Quería que se corriera dentro de mí y notar todo su semen inundando mi coño. O mejor, volver a meterme su  pene en mi boca que tanto me gustaba y notar todo caliente recorriendo mi garganta. Así que empecé a comérsela como si no hubiera mañana, empecé a oírle jadear sin parar, me decía que nadie se la había comido así antes, me suplicaba que no parara, empezó a correrse en mi boca poquito a poco y mientras me miraba, empecé a notar como su semen llenaba mi boca y recorría mi garganta.

Mi culo lleva con marcas varios días, ahora solo me queda saber si quiere convertirse en mi puto  y si somos unos kamikazes…¿enamorados?

Paola.