KAJSA Una historia de amor en el tiempo (XII)

La aventura

CAPITULO XX

Sentados en la tribuna principal del circuito de Daytona en Florida, Emilio, Pedro y Diana escuchaban el rugir de los motores que justo a las 3 de la tarde largaban sobre la pista dando inicio a la competencia. Por la mañana habían tenido la oportunidad de estar en los boxes y conversar por largo rato con John Wyer y con el propio Pedro Rodríguez con quien había sido difícil mantener una charla continua ya que era interrumpido por la gente para pedirle un autógrafo, tomarse una foto o simplemente para saludar al ganador de la justa del año anterior, Rodríguez un hombre de baja estatura de sonrisa amable y de elegante vestir había sido muy amable con ellos en especial con el almirante a quien tenía en buena estima, sin que por ello no hubiese obsequiado a Diana con algunos piropos y bromas que ella apreció emocionada

Al inicio de la carrera Mark Donohue tomó la delantera seguido por Rodríguez y Siffert, al pasar frente a ellos el Porsche 917 conducido por Rodríguez Diana gritó

-Vas a ganar guapote

Y se sonrojó diciéndole a Pedro

-Está guapote el hombrecito

Por casi tres horas el Ferrari azul y amarillo de  Penske conducido por Donohue y Hobbs se mantuvo en la punta hasta que se vio obligado a hacer dos paradas en los boxes, por lo que el Porsche conducido por Rodríguez y Oliver tomaba la delantera, después de las primeras tres horas de carrera se comenzó a hacer cansado para la gente permanecer sentados en sus lugares en la tribuna, Diana preguntó

-¿No paran durante 24 horas?

-Solo por combustible y llantas, así cuando entran a los boxes aprovechan para cambiar de piloto__ Respondió Pedro

-Que aguante de tipos

-Y de motores

-¿Y nos vamos a quedar aquí sentados?

-¿Querías venir no?

-Por ti

Pedro la miró con cierto dejo de deseo que ella notó y recargó su cabeza en el brazo de él

A las 8 de la noche el abuelo dijo

-Me voy al hotel a darme un baño, cenar y dormir, regreso mañana, yo ya estoy viejo para estar “planchando las nalgas” todo un día

Diana respondió

-Yo también voy, francamente esto ya está muy aburrido, ya no sé quién va en qué lugar, cuando fui al baño escuché en un radio que Rodríguez ya les sacó un montón de vueltas al segundo lugar, pero sin radio no se sabe ni que está pasando, vámonos Pedro, mañana regresamos, ya ganó tu ídolo por segundo año consecutivo

-Falta mucho Diana y como se dice, “Los autos no tienen palabra de honor”, pero está bien, vamos al hotel y regresamos mañana

Al llegar al hotel, Pedro acompañó a Diana a su habitación y en el pasillo le dijo

-Vas a ver qué chingón cuarto, tiene cama King size

Cuando abrió la puerta hizo pasar a Pedro quien admiró el tamaño de la habitación, se asomó al baño donde había una gran tina y le dijo

-Es una suite, el abuelo la reservó para el almirante Vázquez y te tocó a ti

-Nos podría tocar a los dos, hay suficiente cama para hacer cositas

-Ya Diana… Venimos a ver las carreras, además yo no quiero problemas

-¿Y quién te los va a causar? ¿Acaso piensas qué te voy a presionar para que te cases conmigo?... Pedro, sabes bien que a mí me gustan las cosas sin compromiso de ninguna especie, ni exigencias, ni amores, ni presiones de nada… Así que no me vengas con eso... Mejor ve tu habitación a darte un baño y nos vemos en el restaurante como dijo tu abuelo.

Le abrió la puerta y cuando Pedro salía lo despidió con una clásica expresión entre los muchachos de aquel tiempo

-Te la lavas

-Te guardo el agua__ Le respondió Pedro

Pedro bajó por las escaleras los dos pisos que separaban la suite que ocupaba Diana, de su habitación y mientras lo hacía pensaba “Pinche Diana, está bien loca, pero está buenísima la hija de su madre, si me vuelve a decir algo, me la cojo, al fin que nadie se va a enterar”

Cuando Diana bajó al comedor usaba un vestido de seda con la espalda descubierta en color blanco que la hacía lucir el tono trigueño de su piel, Pedro se puso de pie para recibirla en la mesa diciendo

-Qué guapa Diana, voy a ser la envidia de todos

Ella sonrió y preguntó

-¿Y tu abuelo?

Pedro le señaló a otra mesa diciendo

-Se encontró a unos amigos de la marina gringa y está con ellos, nos dejó cenando solos

-Bueno, ¿A qué hora vamos mañana a la pista?

-Cuando despertemos, la  carrera acaba a las 3 de la tarde y según lo que veo en la televisión ya a Rodríguez no lo alcanza nadie, pero habrá que esperar, aún faltan muchas horas

Diana volteó hacia la televisión y permaneció unos instantes mirando, Pedro fijó su vista en sus pechos cubiertos por el peto del vestido anudado detrás de su cuello, no usaba sostén lo que marcaba sus pezones y a pesar de su tamaño se veían firmes, ella al notar la mirada insistente de Pedro sobre sus pechos lo dejó admirarlos fingiendo estar muy pendiente de la televisión, después lo miró a los ojos, él fijó su mirada en los verdes ojos de Diana y ella convencida de tenerlo dominado fingiendo desinterés por ello preguntó señalando hacia la televisión

-¿Ellos duermen?

-Me imagino que a ratos cuando maneja el otro, pero dentro de los boxes con tanto ruido de motores y gente pasando, no creo que descansen mucho

Les sirvieron la cena junto con una botella de vino que habían pedido y mientras comían Diana preguntó

-¿Qué sabes de la güera?

Pedro buscó la manera de hacerla pensar que lo de Kajsa era historia y respondió

-Nada, ya me escribe muy poco

-¿Crees que regrese pronto?

-Cada día lo dudo más… Pienso que… Ya sabes “La distancia es el olvido”

-Y amor de lejos, es de pendejos Pedrito

Terminaron de cenar, vaciaron la botella del “Mouton Cadet” y salieron del restaurante, mientras caminaban hacia sus habitaciones Diana le dijo

-Hoy has estado muy contento corazón, te aseguro que si no te pregunto por la güera, ni te hubieras acordado de que existe.

-Hasta ahora he tenido una excelente compañía

Dijo Pedro en una directa insinuación sobre lo que deseaba y ella respondió

-¿En serio?... Te aseguro que la podrías tener mejor, es cosa de que te decidas

-Decidido estoy, ¿Y tú?

La claridad del día despertó a Pedro, abrió los ojos en la habitación de Diana quien aún dormía desnuda a su lado sobre la cama, estaba boca arriba con una pierna estirada y la otra flexionada, la recorrió con la mirada, y sonrió al recordar lo que se decía “En la cama no hay estaturas, siempre habrá manera de acoplarse” ¡Y vaya que lo habían hecho!

Mientras admiraba el tentador cuerpo desnudo de Diana y su hermoso rostro cubierto en parte por su cabello “alborotado” sobre la almohada, Pedro  recordó la noche anterior.

Después de haberle dicho que estaba decidido entraron a la habitación y Diana se puso de pie frente a él para decirle con una franqueza que rayaba en el cinismo. “No estoy para juegos Pedro… Te juro que estoy ardiendo, te deseo y no quiero que me dejes así de caliente como estoy” “Ni lo pienses yo también ardo en deseos por ti” Respondió él y ella agregó “Solo recuerda que nada de compromisos amorcito”

Pedro no respondió, desató el vestido detrás del cuello de Diana y al dejar descubiertos sus grandes pechos, los acarició y los besó, ella se separó diciendo “Desnúdate corazón, hagámoslo de una vez”

Diana se quitó el vestido y las bragas para subirse a la cama, él se quedó en calzones de pie junto a la cama, la recorrió con la mirada fijando su vista en el triángulo de vello púbico cuyo vértice se perdía en medio de sus fuertes y bien torneados muslos. Ella le sonrió mirándolo con sus bellos ojos color aceituna y le estiró los brazos diciendo “Ven Pedro, quiero disfrutar de ti” . El se subió a la cama sin quitarse los calzones ya que sintió vergüenza de que ella le viera el miembro, sabía que no era el primero, incluso se comentaba que eran muchos aquellos con los que Diana había compartido la cama  y  sentía temor de las comparaciones.

Ya en la cama se besaron varias veces en la boca, él había recorrido su cuerpo besando y sorbiendo de sus grandes y redondos pechos de pequeñas aureolas y pezones color café oscuro, la besó en los pies y cuando ella dobló sus rodillas apoyando las plantas de sus pies sobre la cama con sus piernas separadas él se metió en medio de ellas recostándose sobre Diana para abrazarla y volver a besarla apasionadamente en la boca… “Ya métemela Pedro, cógeme rico”, le dijo pero él no le hizo caso

La besó en la cara, hombros, pechos, vientre, y pubis hasta agacharse y besarla en el sexo, con sus dedos separó los labios vaginales y observó el húmedo y estrecho orificio vaginal, metió su dedo y al escuchar el fuerte gemido de ella comenzó a girar su dedo apretando los pliegues superiores de la húmeda vagina mientras que con su boca y lengua comenzó a besar y a lamer el clítoris haciendo que Diana gritara y le dijera “Ohh ,Pedro, Pedro esto es deliciosos” El al notar el placer en ella, siguió haciéndolo y observando sus reacciones. Las piernas de Diana comenzaron a temblar, puso sus manos sobre su vello púbico apretándose a la altura de los ovarios, su cuerpo se tensó y un fuerte gemido seguido de fuertes contracciones en su vagina le indicó que ella había llegado a un orgasmo

Cuando ella se relajó él le sacó el dedo de la vagina y la besó en el sexo, ella sonrió y le estiró los brazos diciendo “Nadie me la había chupado hasta el final, y el besito que me diste al terminar me encantó, eres muy bueno… Métemela toda, bombéame rico y déjame sentir como tu lechita me calienta la vagina, conmigo no tienes problema con eso, ya ven cariño, cógeme rico”

Pedro se quitó los calzones, se arrodilló entre las piernas de Diana, acomodó su pene en la entrada de la vagina y la penetró. Ella inspiró profundo y después de soltar el aire con un largo gemido exclamó “Oh por Dios, que grande calzas cariño, de verdad que estás enorme, me abres como nadie lo ha hecho…Me encanta, me encanta Pedro... Ven, acuéstate sobre de mi corazón”.

Sus palabras llenaron a Pedro de confianza y comenzó a moverse haciéndola gemir cada vez que la penetraba hasta llevarla a un nuevo orgasmo que la hizo temblar, y gritar de placer. Pedro apoyó su frente sobre la cama a un lado de la cabeza de Diana, le metió las manos bajo las nalgas para sujetarlas y penetrarla con más fuerza comenzando a decir entre gemidos “Diana, Diana, Diana” . Ella sonriendo preguntó “¿Qué pasa cariño?”… “Estás buenísima mujer, eres una delicia”… “Disfrútame  corazón, que para eso estoy aquí”

No pudo decir más ya que Pedro detuvo sus movimientos, la apretó por las nalgas penetrándola profundamente, ella sintió como la extrema dureza del pene empujaba todo dentro de ella, apretó con fuerza su vagina, apretó los dientes y dándole un tono de pasión a su voz le dijo “Vente papito, suelta tus ardientes chorros, lléname de tu delicia”. Pedro gimió con fuerzay sintió como el semen corría por su uretra derramándose dentro de ella varias veces en lo que fue el mejor orgasmo de su vida repitiendo “Dios, Dios, que delicia Diana”.

Al terminar él sacó sus manos de debajo de las nalgas de ella y se besaron en la boca, para después dejarse caer jadeando a su lado, le tomó la mano la besó y le dijo “Que rico coges Diana, eres fabulosa chiquita, ¿Cómo un cuerpecito como el tuyo puede dar tanto placer?, ¡eres increíble!” Ella sonrió, se giró para apoyar la cabeza en el sudado pecho de Pedro y le dijo “Chiquita pero picosa”, “Eso dicen por ahí” y acariciando los vellos del pecho de Pedro agregó “No empujes con tanta fuerza al venirte amorcito, date cuenta que lo tienes grande y lastima si lo metes tan adentro, sentí que me atravesabas, como si te quisieras venir en mis intestinos”

Pedro se disculpó diciendo “Quería mojarte los ovarios” y ella le respondió “Me los inundaste Pedro”, élsonrió satisfecho y preguntó “¿Lo sentiste grande?”, ella sabedora del orgullo masculino agregó “¿Grande?, tienes un monstruo entre las piernas corazón, todavía siento mi cosita abierta como túnel de autopista”, Pedro rió y permanecieron en silencio, el sueño lo venció perdiendo la consciencia hasta que la luz del día lo despertó.

Supuso que ella había apagado las luces de la habitación y que seguramente había entrado al baño a limpiarse el semen. Se inclinó hacia ella y la besó en el hombro, Diana abrió los ojos y preguntó

-¿Qué hora es?

-La seis

-Otro rato corazón

Y poniéndose de lado pegó sus nalgas al pubis de Pedro, de inmediato sintió la erección sobre sus nalgas y dijo

-Que rico, un mañanero siempre es buena razón para quedarse en la cama

Levantó la pierna apoyándola sobre el muslo de él y le dijo

-Métemela toda corazón

Pedro acercó con su mano su miembro a la vagina y le costó trabajo penetrarla, cuando ella se lubricó él comenzó con el ritual del sexo y cuando Diana le apretó la mano para después relajarse exclamando “Que rico” él se vació dentro de ella.

Diana lo despertó diciendo

-Ya flojo, son las 9 de la mañana

Pedro se levantó, se vistió y antes de salir hacia su habitación le dio un beso en la boca diciéndole

-Eres un mujerón… Nos vemos en el restaurante

Después de ir a su habitación donde se bañó y cambio de ropa Pedro bajó y encontró al abuelo en el restaurante, él le preguntó

-¿Le avisaste a Diana?

-No, ¿se habrá quedado dormida?, voy a pedir que me comuniquen a su habitación

-No hace falta, ahí viene y mira nada más que piernas tiene la chaparra

Respondió el abuelo al ver a Diana en unos pequeños y ajustados shorts caminando hacia ellos, después de desayunar regresaron a la pista, la ventaja que llevaban Rodríguez y Oliver era enorme, se hablaba de 59 vueltas al circuito, Diana quien había bajado de la tribuna junto con el almirante al regresar sola le dijo a Pedro

-Oí que le llevan más de 200 millas al segundo lugar, eso es como si Rodríguez estuviera en Acapulco y el segundo lugar en el Distrito Federal

Y levantando sus brazos movió su cuerpo como si bailara en una discoteca gritando

-Ya ganamos, ya ganamos… ¡Viva Rodríguez!

-“Yes!!.. Hurray for the Little mexican mounster”

Le gritaron unos fanáticos desde la fila de atrás y ella volteando estiró sus brazos hacia adelante doblando su cadera en un movimiento muy sensual y levantó sus pulgares en señal de aprobación. Pedro la observó sin ocultar su admiración por su cuerpo y le dijo

-¡Diana!, así te moviste al ir al baño

-¿No te gusta?

Pedro levantó las cejas mirándole las piernas y las nalgas, ella rió diciendo

-¿Qué me dirías si me vieras hacerlo?

Pedro hizo un gesto y ella respondió

-Lo mismo me propusieron dos que tres galanes

-¿Dejaste solo al abuelo?

-¿Y que querías que hiciera?... Me mandó contigo, él encontró a unos amigos y se quedó platicando, parece que conoce a todo mundo

Cuando el abuelo regresó a la tribuna intentó decirle algo a Pedro pero en ese momento el Porsche 917 conducido por Oliver pasó frente a ellos muy despacio, lo vieron entrar a los Boxes, no repostó combustible, ni cambió llantas, le abrieron la tapa del motor y el almirante dijo en tono de decepción

-¡Que caray!, parece que es grave

Tenía dañada la caja de velocidades y en aquella época las reglas de la FIA no permitían el cambio de la toda la caja. Un mecánico se acercó a John Wyer dueño de la escudería Gulf Porsche para explicarle el daño y Wyer aplaudiendo con ánimo ordenó hacer lo que era permitido, reparar la caja. Mientras los mecánicos desarmaban y reparaban los dos pilotos observaban en silencio con el agotamiento y la decepción marcados en sus rostros.

La atención de los asistentes se desvió de la pista de carreras cuando un estruendo y una columna de humo salía del aeropuerto que está junto a la pista, un pequeño avión se había desplomado cuando levantaba el vuelo, al regresar de observar el accidente del avión y el actuar de los cuerpos de rescate Pedro y Diana regresaron a su lugar en la tribuna, ya había pasado una hora y el 917 seguía en los boxes.

Pedro se recostó sobre los muslos de Diana quejándose de la mala suerte de Rodríguez y al hacerlo se los besó lamiéndolos, ella no hizo ningún gesto que los pudiera delatar frente al almirante y acariciándole los cabellos a Pedro le dijo

-No sufras, ya habrá más carreras

-Ni hablar… Así son las máquinas

Comentó el abuelo, sonriéndole a Pedro cuando se levantó de sobre los muslos de Diana y preguntó

-¿Sabes que promedio de velocidad llevaba?

-No

-200 kilómetros por hora… Iba volando éste muchacho

En la radio ya anunciaban que el líder de la competencia era el Ferrari de Bucknum y Adamowicz… Después de una hora y treinta y dos minutos dentro de los Boxes el 917 los mecánicos cerraron la tapa del motor, Rodríguez con el casco puesto subió en el auto, le ajustaron los cinturones de seguridad, uno de los mecánicos le dio un golpe sobre el casco y cerró la puerta del 917, todos en los Boxes levantaron sus pulgares hacia el piloto, quien oprimió el botón de encendido y como si supiera que sería la última vez que rodaría sobre la pista de Daytona “El monstruo” (Como se le clasificó al Porsche 917) hizo rugir su motor y salió nuevamente a la pista.

Eran la una y cinco de la tarde, faltaban menos de dos horas de carrera, estaban en segundo lugar tres vueltas atrás del Ferrari, piloto y auto devoraban el asfalto de la pista recuperando segundo a segundo la ventaja perdida, la emoción en las tribunas y la esperanza en los boxes se tornaba en posible realidad cuando Rodríguez en cada vuelta era 12 segundos más rápido que el Ferrari y media hora más tarde nuevamente iba en primer lugar.

El motor de 917 comenzó a soltar humo azul por el escape, sin embargo se negó a morir y a las tres de la tarde Rodríguez y el 917 recibían la bandera a cuadros como ganadores por segundo año consecutivo de las 24 horas de Daytona. En la radio se escuchaba al comentarista que sin dar crédito a lo que pasaba narraba emocionado la hazaña que “The Little Mexican” había conseguido “Driving Balls-to-the Wall” con una ventaja de poco más de una vuelta sobre el segundo lugar

En el círculo de ganadores Pedro, Diana y el almirante observaban sobre el auto a los mecánicos con los overoles manchados de grasa reflejando en su rostro el mismo agotamiento que había en los rostros de los dos pilotos, Pedro sonreía feliz sin saber que era la última vez que vería a su ídolo y amigo

Por la noche cenaron con el almirante y subieron cada uno sus habitaciones, mientras veía las noticias sobre la carrera y el accidente en el aeropuerto sonó el teléfono de la habitación de Pedro, era Diana quien le dijo

-Pide una botella de vino como la de ayer que voy para allá, tenemos mucho que festejar

Esa noche Diana lo hizo poner su pene en medio de sus pechos y emocionado vio como ella agachaba la cabeza abriendo la boca para recibir las descargas de semen que la mojaron en la cara, el cuello y parte logró entrar en su boca, al terminar ella tragó el semen que le había caído dentro de la boca y después metió el pene en su boca para limpiarlo y mientras lo hacía le dijo

-Que rico sabe, me gusta tu leche Pedrito

-Eres increíble Diana, me sacaste todo con esas tetas deliciosas que tienes, hasta sueño me dio

-Pero no te me duermas que yo necesito mi dosis de ésta delicia corazón, mejor platícame algo en lo que te repones

Diana se metió al baño y al salir se acercó al carrito del servicio donde habían llevado el vino y preguntó

-¿Te sirvo una copa?

-Sí… ¿Te gustó la carrera?

-No sé mucho de autos, pero me encantó oír los motores y la emoción en la tribuna cuando el hombrecito salió como “alma que lleva el diablo” hasta ganar la carrera.

Respondió ella acercándose a la cama y le dio su copa a Pedro quien levantó su copa diciendo

-Por Rodríguez

Diana juntó su copa a la de Pedro para después beber del Mouton Cadet, se subió a la cama junto a él y le dijo

-Todavía me zumban los oídos del ruido de los motores… Lo que si me dejó hecha una pendeja fue cuando comenzó a llover, que bestia… ¡Qué manera de manejar bajo la lluvia!, que huevos tienen esos tipos…Cuando llueve yo no paso de 50 kilómetros por hora, me cuesta trabajo ver, la verdad que mis respetos para éstos cabrones

-Me encantas Diana… Te juro que eres especial.

-No te metas en problemas corazón, te gustó coger conmigo y eso es todo, somos dos buenos amigos pasando un buen rato y cogiendo por el placer de tenerse desnudos en la cama… Amigos con privilegios, así se dice ¿verdad?

-Tal vez, pero a mí me encantas, no tienes idea de la forma en que me vine ayer, nunca había tenido un orgasmo tan delicioso

-Porque tengo mucha experiencia y es precisamente mi experiencia la que afortunadamente te impide pensar en algo más conmigo… Nadie se enamora de una mujer como yo

-¿Por qué no?... Yo me siento muy bien a tu lado, estar así desnudos en la cama bebiendo un buen vino, platicando lo que hicimos en el día, acariciando tu piel, observando tu bello cuerpo es lo máximo.

-¡Ay Pedro!, eres una ternura, pero es solo el momento, el placer de estar viviendo una aventura sexual y las aventuras siempre son placenteras y gratificantes… Pero son eso, aventuras…. ¿Quieres más vino?

-Por favor

Diana se levantó por la botella y llenó nuevamente las copas y mirando fijamente a Pedro le dijo en un tono de tristeza

-Me volví aventurera amorcito… Y lo digo en los dos sentidos de la palabra… Hoy aquí contigo, mañana quien sabe dónde y con quien… Las hay como Ana que nacieron para casarse y tener hijos… ¡Yo no!... Yo no quiero un marido y mucho menos hijos, los hombres te botan cuando ya no les gustas y los hijos son una responsabilidad que no quiero tener ya que corro el riesgo de que me salgan como yo. Pero ya fue mucho hablar, reiniciemos la aventura

Diana se subió a la cama y adoptando la postura le dijo a Pedro

-Así papito, cógete a tu perrita hasta hacerla ladrar de placer

Por la mañana volvieron a despertar desnudos en la cama, Diana se vistió para ir a su habitación y antes de salir Pedro le dijo

-No sé qué pueda pasar Diana, ni donde y como estemos en unos años, pero de lo que sí puedo estar seguro, es que nunca olvidaré éste fin de semana, fue uno de los momentos más maravillosos que he vivido… Te quiero mucho Diana

-¿Qué tanto Pedro?... Dímelo alejando de tu mente mi cuerpo, mi sexo y lo que disfrutamos juntos

-No lo podría hacer, creo que para explicar eso no hay palabras, pero te prometo que si un día tengo una hija la llamaré Diana por el cariño que te tengo

Ella subiendo los hombros respondió

-Honor que me haces… Solo falta que lo permita tu mujer, pero de igual forma el solo pensarlo es un gesto muy lindo de tu parte… Te quiero Pedrito

Salió de la habitación y ese medio día regresaron a México permaneciendo en silencio casi todo el vuelo de regreso