KABIN para 2

El destino nos unió por alguna razón...lo supe esa noche en que me hizo su mujer en ese cuarto de hotel..

Tenia todo lo que yo no quería pero no podía evitarlo: tenerlo cerca era suficiente para sentir un hormigueo en todo el cuerpo. Me había hecho suya en diferentes ocasiones y en diferentes lugares pero hasta entonces, jamás habíamos vivido el placer de cogernos en una cama.

Esa noche, salimos. Primero unos tragos. Las manos por debajo de la mesa hacían su trabajo. No podía dejar de tocarlo y buscaba en la gente del lugar complicidad, alguien que se atraviese a hacer lo mismo con él. Me consumía el deseo de tenerlo, de verlo desnudo, de ver su erección y de que mi boca la cubriese.

Era tiempo de irnos. Ese bar nos había encendido, yo completamente húmeda y el completamente enardecido, el único deseo constante era gemir y acabar de todas las maneras posibles.

En el estereo sonaba "Kill our way to heaven". Conduje un rato hasta que me indicó en donde tenía que entrar. El letrero decía "Kabin" y sentí ese hormigueo con mayor intensidad.

Me sentía una niña, no podía controlar la situación, lo dejé hacer. "Habitación 19" se escuchó, a ella me dirigí...

Luces tenue, cama King, en la televisión la secuencia erótica de dos personas y esos espejos que me devolvían imágenes de lo que sucedía.

La ropa de a poco en el piso, el besando mi cuerpo, mis manos buscando su pene hasta que mi boca se depositó allí. Empecé por la pinta jugando con mi lengua arriba y abajo, mojando y humedeciendo aún más la zona, toque sus testículos, los besé. Cuando la sentí más dura, la llevé hasta el fondo de mi boca y repetí el movimiento tantas veces pude. Bese su cuerpo, y le pedí que me penetre.

Cuando menos lo pensé me estaba cogiendo y variando en posiciones. Por momentos él y por momentos yo, la situación era controlada por los dos.

Me vi reflejada boca abajo en un espejo, el encima mío preparando mi cuerpo para un final que prometía ser ardiente como toda esa noche.

Primero su pulgar húmedo, después su dedo índice y de a poco sentí que la cola se abría para recibirlo. Fue lento y placentero, sentí la dilatación y a su sexo en mi, me sentí gemir, querer parar y a la vez no querer que acabe. Sus movimientos empezaron a acelerarse, sentía su placer y mi excitación, lo vi en su rostro en los espejos, me vi a mi misma reflejada y me deseé siempre desnuda para el.

Cada movimiento me iba revelando lo que finalmente sucedió: acabó dentro de mi ano y juro que nunca había sentido tanto placer como en ese momento.