Ka mika ze - Continuación 1° parte
Segunda parte. Una joven en busca de aventuras, sumergida en un mundo de perversos.
Despues de haberme dejado sola, el silencio hacía un excelente trabajo con mi resistencia. Mis pensamientos volaban lejos de mi situación actual. A pesar de mi desnudez y de estar atada a una mesa, en la soledad, mis pensamientos se ocupaban del origen de esta situación. Pensaba como podía haberse transformado mi hombre excitante en este ser tan oscuro, y las dudas se apoderaban de mí. Mi pasado fumador había causado dudas a la hora de los perfumes y olores. Y la duda es una asesina silenciosa cuando no dispones de otros datos.
El tiempo pasaba, y el silencio reinaba en esa enorme sala. Cuando mis pensamientos abandonaron las infructuosas investigaciones en las que me había sumergido, me había dedicado al plan de escape, que pronto abandoné al reconocer que estaba atada boca abajo sobre una mesa, desnuda y sin saber dónde me habían llevado. Los últimos minutos habían trascurrido escuchando mis latidos como percusiones en la mesa. Jugaba con ese sonido para no prestarle atención a un calambre que torturaba mi pierna derecha, y al estar inmovilizada contra una pata de la mesa, no podia calmar.
Inevitablemente, el sueño y el aburrimiento me hicieron perder unas cuantas horas de vigilia. Un sonido debe haberme despertado, y me encontré husmeando el aire con mi nariz como si se tratara de un avanzado sistema de vigilancia. Al darme cuenta de eso, contuve los movimientos inútiles y centré mi atención en los sonidos que podían darme mejores pistas.
Nada. Simplemente no había un solo sonido.
Unas horas después, el sonido de un vehículo estacionándose cerca me volvió a despertar. Sonidos de puertas del auto me traían información de al menos tres personas que habían llegado. El miedo se apoderó de mí, pero al menos era algo que rompería la insoportable espera.
Sentí que entraban a la sala y los pasos se acercaron a mí. Necesitaba reconocer de quien se trataba, pero no habían voces, ninguna pista, solo sentí como exploraban la escena.
Algunas gotitas de agua salpicaron mi cara mientras alguien llenaba un plato, que me acercaron para que tomara. Tenía muchísima sed, pero me negué a probarla, y no me forzaron a hacerlo, solo lo dejaron a mi alcance.
El ruido de máquinas fotográficas delataron algunas intenciones, pero mi preocupación estaba centrada en tratar de identificar a las personas que estaban ahí, ya que seguramente conocía alguna de ellas, sin embargo volvieron a dejarme sola.
Una mano recorrió mi espalda y se detuvo en mi cola. Me estremecí, no esperaba el contacto. Sin aviso, sin notar que alguien se encontraba cerca, y de pronto esa mano que me exploraba.
A diferencia de antes, unos dedos tocaron mi vagina, haciendo que defensivamente me resistiera a su avance. Mi situación y mi postura me lo hacían difícil, y pronto terminaron dentro de mí.
No dije una sola palabra, no le daría el gusto.
Para demostrarle que no me afectaba, probé unos sorbos del agua que me habían dejado mostrándole indiferencia. Mientras lo hacía, sentí como llovían los sonidos de fotos y aparecieron las primeras palabras:
-¡Así perra! ¡Toma agua como la perra que eres!
Me di cuenta que me había equivocado. En vez de demostrarles que no me afectaba, los había provocado más. No me moví mas, necesitaba salir de ahí, pero cada movimiento mío podía interpretarse mal y provocarlos aún más.
Producto de haberles dado lo que buscaban, los dedos penetraban con más fuerza mi vagina, que ya daba muestras de estar muy húmeda. Algo como un palo fino golpeó mis nalgas, y no pude contener el grito que me provocó. Un momento después, el ardor remplazó al dolor, haciendo aún más insoportable la sensación. Un nuevo golpe resonó en mi cola, pero esta vez ya lo esperaba, y no emití ninguna queja. Eso parecía molestar a quien me daba los golpes, porque un nuevo golpe fue a dar en mis piernas, provocando que las lágrimas brotaran, agradando a quien me golpeaba. Con un dedo recogió una de mis lágrimas como trofeo. Eso me enfureció, y tuve que morder mis labios para contener mis palabras.
Sentí una boca recorrer las marcas que habían dejado los golpes. El roce con la lengua calmaba el ardor, y me daba un extraño placer.
Creí que algo se acercó a mi cara, y reconocí por el olor de que se trataba. Cuando intenté girar mi cabeza, una mano me la presionó contra la mesa sin dejar que lo hiciera. Sentí como pasaba por mi cara, por mis labios, y como me golpeaba la cara con ella. Los dedos habían dejado de explorar dolorosamente mi vagina, algo que agradecí.
Trataba de cerrar la boca para evitar que su pene entrara en ella, pero me dolían los labios de la fuerza que hacía para forzar que la abriera. Sin anticiparlo, un grueso pene me penetró de golpe, haciendo que gritara al mismo tiempo que dejaba que el otro pene entrara a mi boca, ahogando el grito. Como intentaba gritar, el pene en mi boca más se introducía, pero el dolor que me causaba la penetración no podía contenerla y le abría camino por mi garganta. Me tapaba la nariz, y con el pene tan profundo en mi garganta, me asfixiaba. Me desesperaba, intentaba apartarme pero estaba completamente rendida a sus caprichos.
Intenté morder el pene que me ahogaba. Logré que lo sacara, pero recibí un terrible golpe, que me avisó que no podría hacerlo nuevamente. El dolor había hecho que olvidara el pene que me estaba penetrando desde atrás. Cuando sentí nuevamente el pene en mis labios, abrí la boca evitando que me volviera a castigar.
-Vas aprendiendo putita – Fueron las palabras de aprobación que recibí.
Mis piernas golpeaban en la mesa ante cada embestida, provocando un nuevo dolor. No pude evitar los gemidos con la boca abierta y ese pene dentro de mi garganta. Un dedo penetro por mi cola, provocando que mis gemidos aumentaran, a la vez que el ritmo se hacía también más intenso. Una nueva embestida muy profunda esta vez, junto a una mordida de mi cuello, me anunciaron que había llegado al orgasmo, y había acabado dentro de mí con grandes chorros de semen. Siguió embistiendo mientras mordía más fuerte. Sentí un sabor amargo en la boca, anunciando que estaba llegando al orgasmo el otro. Unos segundos después, el semen me lleno la garganta y la boca.
-Si escupís una gota te reviento la cara – Nuevamente las ordenes eran firmes.
Tragué entre arcadas todo lo que pude, mientras aun seguía en mi boca. Refregó su pene por mi cara, y lo volvió a introducir.
Si bien estaba recostada sobre la mesa, me desplomé sobre ella.
Una lengua empezó a jugar en mi vagina, recogiendo los fluidos que brotaban de ella. Sus uñas se clavaron en mi cola, y reconocí por esto que era una mujer. Su lengua se abrió paso dentro de mi vagina, absorbiendo parte del semen que brotaba de su interior, y saboreando mis fluidos. Sabía muy bien lo que hacía, por lo que no pude evitar el orgasmo que tuve. Mientras me retorcía en un intenso orgasmo, sus uñas recorrían mi espalda, mezclando dolor y placer de forma increíblemente placentera.
Un nuevo dolor con la vara me dejaron de salida, cerrando la puerta de un golpe. Unos minutos después, recuperándome de los dolores que tenía, lamía el plato buscando agua que me sacara el sabor amargo del semen que tenía en la boca.
Sentía como aun me escurría el semen por la vagina, y era el único cambio que sentía en una nueva soledad. Necesitaba cambiar de posición, solo en eso podía pensar. El dolor en las muñecas por las esposas y los tobillos por las ataduras era muy fuerte. Seguramente, estaba lastimada por el forcejeo.
Intente retomar la calma, y empezar a respirar más pausadamente, lo que alivio mucho los dolores.
Sentí que alguien se aproximó después de unas horas, o varios minutos, no podía precisarlo. Una bola dura atada con unas cuerdas me puso en la boca, y sabía que era para evitar que gritara.
Sin poderlo creer, retiró las vendas que cubrían mis ojos. Luego movió la mesa y me llevó unos metros hasta una puerta. Si bien estaba todo muy oscuro, pude reconocer que estaba en la entrada de la sala.
Sentí el ruido de unos autos que llegaban, y una luz me dio una mejor vista de donde me encontraba. Estaba detrás de una ventana, con vidrios oscuros, y podía ver la entrada y una habitación.
Vi como una persona corpulenta, se acomodaba en un sillón en la habitación contigua. La máscara que llevaba puesta impedía que lo reconociera.
Un muchacho entró con unas pizzas. Con el uniforme y el casco de la moto en una mano, esperaba en la entrada que le pagaran el servicio.
Una persona se le acercó, y le señaló donde estaba yo. Le dijo:
- Entra ahí, si te interesa, cóbrate lo que te debo
El curioso repartidor entro y me vio atada y desnuda. Se volvió a la persona que lo recibió y le pidió explicaciones, y recibió la misma respuesta que le habían dado.
Entró y me empezó a tocar. Sentí su erección apoyarse sobre mi cola, mientras me acariciaba. De pronto se detuvo y salió de la habitación y llamo a la persona que lo recibió.
Intercambiaron palabras, que no pude escuchar. Unos minutos después, volvió.
No perdió tiempo. Apenas entró, intento meterme el pene en la boca, y cuando se dio cuenta que estaba tapada con la bola y las cuerdas, se fue directo detrás de mí.
Cuando estaba a punto de penetrarme, la persona corpulenta que estaba en la otra habitación entro a la sala, y lo tomó por atrás. Le dijo algo al oído, y noté que el chico mostró resistencia. Algo más le dijo, y vi cómo le tomaba el pene al muchacho y lo refregaba contra mí. No se resistió, se dejó llevar, y con la mano lo guio hasta mi vagina, haciéndolo que me penetre. El muchacho no debe haber tenido mucha experiencia, debido a su corta edad, pero se las arregló para tomar ritmo, con los ojos cerrados.
Creo que no se dio cuanta cuando el corpulento hombre le chupaba el culo. El seguía en lo suyo, bombeando como un animal. Lo recuerdo como si fuera en cámara lenta. El pene del corpulento hombre acercándose a la cola del entusiasmado muchacho.
Lo penetró de un golpe, se ve que había lubricado muy bien con la lengua la cola del joven. Este sintió como la cola cedió al paso de ese viejo pene, pero ya estaba casi en su orgasmo, y aunque una mano quiso resistir el embate, terminó penetrándome con más fuerza y acabando mientras lo penetraba el viejo. Cuando quiso resistirse, el viejo lo hizo arrodillar, y le metió el pene en la boca. Con muy poca resistencia, empezó a chuparle el pene. El viejo le tomó una mano y se la llevo a los testículos, haciendo que el joven se los sujetara mientras tenía el pene en la boca. Yo había quedado como simple testigo de esa escena increíble. En medio de la excitación, el joven repartidor había pasado de macho hecho y derecho, a ser la puta del viejo.
Incrédula veía que el joven estaba masturbándose mientras le chupaba el pene al viejo. Estaba tan concentrado masturbándose que casi se ahoga cuando el viejo acabo con violentos chorros de esperma, que terminó la mayor parte dentro de su garganta.
El joven volvió a acabar en su mano, aun con el pene del viejo en la boca. El viejo se vistió y salió de la sala. No le había visto la cara, pero sabía muy bien de quien se trataba.
El joven dudó unos minutos, como tratando de entender que estaba pasando. Me intentó tomar unas fotos con el celular, pero entendí que razonó de pronto lo que había pasado, y salió vistiéndose sin poder hacerlo. El hombre de la puerta le dio unos billetes, y se sintió como la moto se alejaba.
El hombre se acercó a mí, me liberó las esposas de la mesa, y las volvió a colocar en mi espalda. Me ató las piernas con las esposas en mi espalda, y me llevó hasta un colchón. Me arrojó en él.
- Dormí, mañana hay fiesta. –Fue lo único que me dijo.
Cerré los ojos como única respuesta.