Justo Castigo

Dom. Het. Ligero Lesb. M/Fff. "—Mi hija es una puta. —La voz de Iván es un cuchillo gélido." Historia del viudo Iván, su cuñada-amante y sus preciosas hijas. Las malas acciones tienen sus justos castigos. Hoy, este principio se pondrá de manifiesto.

BREVE PREFACIO

Hace mucho tiempo que no escribo; y, por razones que no vienen al caso, ahora escribo lento y con una mano. Durante un tiempo perdí la inspiración. Veréis: lo mío son las grandes sagas. Imaginar historias muy largas, con tramas y subtramas. En mundos utópicamente sexuales; súper poderes, sociedades de sexo libre, razas hermafroditas… Pero se me fueron las musas. Espero que allá donde hayan recalado, lo estén pasando bien.

Ya hace algunos años que entro en chats de sexo y porno. Sí, el viejo IRC aún funciona. En horas y horas de conversaciones, he podido hablar de prácticamente todo lo relacionado con el sexo. Hay una costumbre o práctica habitual en el canal de sexo donde entro. Dos usuarios empiezan un chat privado y hacen un “relato”. Las comillas son porque, en fin, de relato tiene poco. No me voy a liar con esto. La cosa es que he participado en unos cuantos y, al final, me acabo aburriendo del ritmo; o acabo más frío que un helado por komo heskrive la jente, hoygan : aaaahhhh, oooooohhh, dame duro, fóllame fuerte … Seguro que entendéis por dónde voy.

Hace un par de días me puse a pensar y, ¡joder! Es una pena que algunas de esas ideas acaben en chats cutres, que nunca llegan al clímax. He pensado que quizá haya gente en esta página a la que le gustarían esas historias, si estuvieran medianamente bien contadas. Así que, a falta de musas, voy a convertirme en el típico escritos que araña historias de donde sea.

Serán historias cortas. No esperéis grandes dosis de imaginación. Les faltarán verosimilitud y contexto a la mayoría. Empero, quiero darles toda la carga erótica que pueda y, quizá, hacerlas combustible de vuestros onanismos. Si por casualidad alguien desea saber mi nick en el IRC, no dude en mandarme un correo.

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Nunca ha sido un monje. Diré más: siempre ha sido algo pervertido. Si alguien le decía: “Esa aun no puede votar” , le importaba tres cojones. Mientras el culo estuviera firme y tuviera tetas, le ponía el rabo duro. Aunque, claro; tiene ya 36 tacos. Si haces una resta rápida, sabrás que no se veían muchos escotes, ni shorts, ni leggins en sus tiempos mozos. Alguna minifalda suelta y ya. Como las que llevaban Diana y Laura cuando llegaron al barrio. Al final, pasó lo que tenía que pasar: Diana y nuestro Iván se casaron de penalti.

Puta vida, colega. Diez años de casados, con dos hijas de 8 y 6…

Un hijo de satanás, conduciendo un camión y triplicando el límite de alcohol, se lleva a Diana y a sus padres que volvían del pueblo. Hostia puta, chaval. Se me rompió el alma cuando me lo contó. Imagínatelo: 28 y viudo; con las dos hijas preguntando dónde está su madre y una cuñada de 24, huérfana y destrozada. ¡Y la crisis dando caña!

Pablo, colega del barrio y abogado, le sacó hasta los riñones al camionero, a la empresa y al seguro. También ayudó a Iván a abrir un taller mecánico, que se convirtieron en cuatro bien repartidos por la ciudad. Una casa nueva, unifamiliar en un barrio de pasta, acabó por hacer algo menos amargo el golpe. Laura fue a vivir con Iván y, a fuerza de estar ocupada, se recompuso. Las aguas volvieron a estar más o menos tranquilas. Vale que no va en yate a veranear en el Caribe, pero tiene pasta suficiente, llega a casa a media tarde y los fines de semana libres. No ha terminado mal el amigo Iván.

En realidad, Laura le tenía el ojo echado desde que apareció por el parque en su vespino; con 17 y pintaca de malote. Pero Laura adoraba a su hermana. Diana estaba muy colada con Iván e Iván por Diana. Y, al fin y al cabo, Laura no estaba por él: solo hacía que se le mojase el coño. Se tragó el noviazgo a base de hacerse dedos. Cuando descubrió la alegría de comerse un chochito mientras se lo comen a ella, se le fue la pájara con Iván. Ahora lo veía todos los días. Lo veía siendo un padre cariñoso. Lo veía saliendo de la piscina, mojado y musculoso. Lavaba su ropa que olía a macho trabajador; y sus calzoncillos que, a veces, sobre todo los de la mañana, traían manchas de semen viscoso y con un olor que le hacía temblar.

Y, claro, Iván también la veía. Con esas tetas maravillosas que sobresalían solo lo justo por los lados del bikini. Con ese culo firme, un corazón perfecto modelado en horas de gimnasio. Pero también veía su sonrisa pícara de labios carnosos. Oía sus comentarios picantes y sus dobles sentidos. Disfrutaba de su forma de vestir casera, de camisetas largas sin pantalón ni sujetador, de vestidos cortos o shorts ajustadísimos. No pasó ni un año antes de que se encontraran follando como animales salvajes.

Sonia y Eva aceptaron a tía Laura y la adoptaron como madre. Veían con diversión las carantoñas que se hacían Laura e Iván. Han crecido en un ambiente libre de represiones y un tanto lascivo; adoptando poco a poco la forma de vestir de Laura. Si voy por su casa, no es raro verlas descalzas, con una camiseta larga de basket, sin sujetador y en bragas. Me levanta la polla ver las tetas ya desarrolladas de Sonia marcar pezón. Si salimos, no se cortan en llevar minifaldas o shorts y sugerentes escotes. Eva acentúa ser la peque llevando coletas y calcetines altos. Y mejor no te cuento lo que usan en la piscina; ¡o lo que no usan! No quiero que te dé un infarto. Pero no te equivoques: no son las típicas niñatas pijas de instituto. ¡Menudo es Iván!

A ver, el tío es un cacho pan; pero no le toques los cojones que se le cruza el cable. Que yo sepa, nunca le levantó la mano ni a Laura ni a Diana; pero cuando te clava la mirada te cagas. Se te tira una semana sin hablarte y con cara de vinagre. A las chicas sí que les ha puesto alguna vez el culo rojo, sobre todo de pequeñas. Mira: él dice “Haz eso” ; o “No hagas aquello” . Si lo tiene que repetir, simplemente no lo repite: se las pone en las rodillas y les da azotes en el culo. La última vez que lo vi, Eva tenía 11 y te aseguro que lamentó no haber arreglado su habitación y haber gritado a su tía.

Laura tampoco es ninguna monja. Ella e Iván se retroalimentan. Conforme las chicas han ido creciendo, ha animado a Iván a ser cada vez más exhibicionista. Ya no es raro que se pongan a follar en la piscina. Duermen desnudos siempre y con la puerta abierta. Más de una vez, al levantarse de una siesta dominguera, Sonia, Eva o las dos han pillado a Laura mamando la polla de papá en el sofá del salón. Cuando están encamados, con Laura estirada boca abajo e Iván rompiéndole el coño desde atrás; ella le susurra: “Las estamos educando bien, ¿no crees, papi?” . La polla de Iván crece un dedo por cada lado y la corrida es bestial. La lefa rebosa del coño mientras el padre no puede dejar de martillear el chocho inundado de “mami” .

Hace unos días que ha salido “50 sombras más oscuras” en Blu-Ray. Las chicas han estado pesadas con que quieren verla y Laura les ha echado un cable ablandando a Iván. Desde que vieron “50 sombras de Grey” en el cine, Laura ha querido jugar cada vez más a la sumisa y el Amo; incentivando la vena dominante de Iván. Hasta las chicas han notado que papá esta más mandón y cachondo. Mete mano a Laura en cualquier parte; y hasta han escuchado como papá “castigaba” a Laura con azotes en el culo, seguidos de una buena follada.

Eva ha reaccionado poniéndose más mimosa y obediente. Sonia tiene arrebatos rebeldes.

Se sientan en los sofás. Laura e Iván abrazados; Sonia apartada y Eva en un sofá individual, en ángulo. El ambiente está cargado. Es la primera vez que van a ver algo parecido al porno, los cuatro juntos. Mientras Grey tarda unos veinte minutos en camelarse a Anastasia, Laura comenta a Iván que “esa putita se muere por tener su rabo dentro” ; acaricia el pecho de Iván y juguetea con sus pelos. En la película, llega la primera escena de sexo. Eva tiene un cojín apretado al pecho. Su camiseta larga se ha subido y se ve cómo la peque de la familia aprieta sus muslos. Sonia se ha sentado sobre otro cojín. Su larga camiseta de tirantes, tipo baloncesto, deja ver los lados de sus tetitas adolescentes. Cuando Grey hunde su cara entre las piernas de Ana, un pequeño jadeo hace que Iván mire de reojo a su hija mayor. Los pezones de Sonia están duros como guijarros y empieza a balancearse sobre el cojín entre sus piernas. Grey pregunta: “¿Qué quieres, Anastasia?” ; y Laura susurra en el oído de Iván: “Te queremos a ti, papá” . Cuando el millonario penetra a la chica, Laura desliza la mano en el pantalón de Iván y le agarra la polla ya dura.

La película continúa. Mientras la relación de Grey y Anastasia se profundiza, Iván baja su mano hasta el culo de Laura. Ella no lleva bragas bajo la camiseta larga. Mete un dedo en su coño y juguetea despacísimo. Cuando Grey le pone las bolas chinas a la protagonista, risitas nerviosas de las tres chicas provocan en Iván un respingo de polla que Laura nota. Ella le susurra: “¿Compramos un juguete de esos, Amo?” . Lo ha dicho un poco demasiado alto; quizá a propósito. Sonia y Eva lo oyen. Eva sonríe al guiño de su tía. Sonia… tiene una mirada extraña.

La cena de gala transcurre en la película. Anastasia hace su pequeña travesura y Grey dice: “No sé si adorarte o darte unos azotes” . Mientras Anastasia es desnudada, Eva ya tiene una mano entre sus piernas y Sonia se mordisquea un dedo, balanceándose más. Con el primer azote de Grey en el culo de Ana, suena el teléfono.

Es como un chaparrón de agua helada. Los cuatro dan un respingo. Iván pausa la película; Laura saca la mano del pantalón de Iván (de mala gana) y le alcanza el móvil. Es Juanjo, amigo del equipo de fútbol y también director del instituto al que van Sonia y Eva.

—Hola Juanjo —contesta el padre—. ¿Cómo vas?

Iván escucha a su amigo.

—Claro, hombre. Dime.

A los diez segundos el cuerpo de Iván se tensa. A los treinta, la mirada seria se clava en Sonia. Al cumplir el minuto, sin apartar los ojos de su hija mayor, Iván vuelve a hablar:

—Entiendo, Juanjo. Gracias. —Escucha un poco más—. No. No te preocupes. Yo me ocupo. —Un silencio más—. Muy bien. Te veo el lunes en tu despacho. Hasta luego.

El silencio se extiende unos segundos. Sonia mira a su padre como una niña pillada en una trastada.

—¿Qué pasa, amor? —pregunta Laura. Cuando Iván pone esa mirada, es mejor intentar ser amable.

—¿Dónde está tu móvil, Sonia? —El tono de voz del padre es glacial. Ignora a su cuñada y clava los ojos marrones en los azules de su hija, que palidece.

—¿Mi móvil? —contesta aturdida. Iván no dice nada. Enfadado como está ahora, nunca repite la misma pregunta.

Sonia empieza a levantarse para ir en busca de su móvil.

—No —dice Iván—. Dime dónde está.

—En mi cuarto. En el escritorio —contesta ella.

Silencioso y frío, Iván trae el móvil de Sonia mientras las tres chicas contienen la respiración. Son muy pocas veces en las que el padre usa esa actitud gélida; pero cuando la usa, el huracán en casa es de cojones.

—Desbloquéalo —ordena el padre a su hija. La palidez y el miedo ya son muy evidentes en la chica.

—Amor, me asustas. ¿Qué pasa? —repite Laura.

—Lo que pasa —responde Iván, mientras hurga en el móvil de su hija— es que Juanjo me ha contado una historia. Han confiscado un par de móviles a dos chicos del instituto y han encontrado… —Gira el móvil para mostrar una foto.— …fotos de una chica. La zorra del instituto.

El móvil muestra un selfie de Sonia, sin sujetador y en tanga; muy provocativa. A cada foto que pasa, los ojos de Sonia se humedecen en vergüenza; los de Eva y Laura se agrandan en asombro. La hija mayor mamando un plátano como una polla; abierta de piernas con solo un tanga minúsculo; lamiéndose un pezón… En una de ellas se ha escrito sobre las tetas su nick de Snapchat. Mientras Iván lee por encima algunas de las pornográficas conversaciones de su hija, Laura lanza una mirada desesperada a Sonia; los ojos de la chiquilla son suplicantes.

—Mi hija es una puta. —La voz de Iván es un cuchillo gélido. Él solo susurra así cuando está realmente furioso.

—Cariño, ¿porqué no hablamos esto… —Laura es interrumpida por la mano levantada del padre.

—¿Es eso lo que quieres, Sonia? —Los ojos de Iván se clavan en los de su hija.- ¿Ser la más puta?

—No —dice la chiquilla sollozando.

—A mi me parece que sí. —Acusa Iván, esgrimiendo el móvil.— Has estado zorreando con medio instituto. ¿Te has divertido levantando pollas?

—¡No, papi! Yo… —Sonia rompe a llorar.

—¿“Papi”? ¿Ahora me vienes con “papi” y con lágrimas? —Ahora la voz de Iván es un gruñido.

—¡Lo siento! —Llora la niña.

—No. No lo sientes —dice el padre—. Pero lo vas a sentir.

En un movimiento fluido, Iván se sienta y arrastra a su hija, boca abajo, sobre sus piernas. Los azotes empiezan a caer sobre las nalgas de Sonia.

—¡Por favor, papá! —Llora la chiquilla azotada.— ¡Por favor! ¡Ay! ¡Perdóname!

Laura se asusta, el padre está muy alterado. Se lanza a los brazos del hombre, impidiendo que siga con la azotaina.

—¡Amor! ¡Amor! —implora ella—. Tranquilo. Vas a hacerle daño de verdad.

Sonia cae a los pies de su padre, llorando. Eva va a abrazarla.

—¿Vais a defenderla? —gruñe Iván.

—No, papá —dice Eva.

—No, cariño —dice Laura con tono bajo—. Solo digo que puede haber otras formas de castigarla.

—Desde luego, se ha quedado sin móvil —replica él.

—¿Sabes? No creo que eso le vaya a quitar las ganas de zorrear. —Laura habla como pensando en voz alta.— Creo que vas a tener que atarla en corto.

Sonia mira a su tía con asombro; su aliada acaba de convertirse en enemigo. Laura, sibilina, vuelve a meter la mano en el pantalón de Iván y le agarra la polla. Éste se da cuenta de lo dura que la tiene; azotar a su hija le ha puesto muy cachondo. Mira con extrañeza a su pareja.

—Pienso… —Laura habla muy cerca del oído de Iván, masajeando su polla y mirando a la chiquilla.— Pienso que el mejor modo de castigarla es enseñarle lo que les pasa a las putitas que van provocando a los machos.

Al girar la mirada, Iván ve a su hija con nuevos ojos. Ojos de lascivia. Las mejillas encendidas, la respiración agitada, la boca entreabierta, la camiseta levantada mostrando muslos, nalgas y tanga. El deseo no reconocido que siente desde hace años, cristaliza con un destello lujurioso en sus ojos.

—¿Pa- papá? —tartamudea Sonia.

—¿Prefieres que te siga azotando el culo hasta que se me canse el brazo? —Amenaza el padre.

Ella se lleva una mano al culo, en un acto reflejo. Baja la mirada y niega con la cabeza. Laura se mueve rápido. Se pone de rodillas a los pies de su Amo, le quita pantalón y calzoncillo y empieza a chupar su polla con mimo.

—Eva, desnuda a la puta. —Ordena el padre.

La pequeña, obnubilada con la polla de su padre, no responde.

—¡Eva!

—Sí, papá —contesta al fin.

Como si jugara con una muñeca sin voluntad, quita a su hermana la camiseta y luego desliza el tanga por sus piernas. Sonia es incapaz de apartar la mirada de la mamada que su tía está haciendo. Durante unos segundos, Iván puede deleitarse con el cuerpo de su hija: las tetitas son como dos medias naranjas, aureolas de fresa y pezones de cereza; una cintura estrecha que enmarca un piercing con forma de corazón, regalo de cumpleaños; y la curva de sus nalgas provoca el irrefrenable deseo de agarrarlas y apretarlas, besarlas y morderlas. Entre sus piernas, solo una sombra de pelo, recortado y arreglado, rodea un coñito fino, rosado y de aspecto virginal.

Laura deja de chupar la polla y mira a su sobrina:

—Ven aquí, cariño —invita, ofreciéndole una mano. Sonia sale de su trance, se cubre el pecho y el chochito y niega con la cabeza.

—Sonia, ¡obedece! —truena el padre.

Como quien se acerca a una serpiente, Sonia se arrodilla junto a su tía, entre las piernas de Iván. Eva se sienta donde antes estaba su tía.

—Has enfadado mucho a tu padre, cariño —dice Laura, acariciando el pelo de la chiquilla con una mano y pajeando lento a su padre con la otra.— No. Mejor dicho: has enfadado mucho a tu Amo.

Tres cosas pasan a la vez. Algo como una presa se rompe dentro de Iván; y la inundación de adrenalina se lleva cualquier rastro de remordimiento por lo que va a hacer. Eva lleva una mano a su chochito y empieza a masturbarse sin pudor; mientras la otra va a acariciar sus ínfimas tetitas. Pero lo más importante: con la última palabra de su tía, Sonia siente una contracción en su coñito y gime.

—Primer mandamiento, princesa —dice Laura-. Adorarás la polla de tu Amo.

Laura coge un puñado de pelo de su sobrina y estira. Ésta, con el dolor, abre la boca para gritar. Un firme empuje de esa mano dominante y la boca de la hija baja para encontrar la polla del padre. El incesto ha comenzado. Ya no hay vuelta atrás.

—Se me ha mojado el coño con esa foto tuya chupando un plátano, sobrinita. —El tono con el que Laura habla a Sonia haría correrse a un actor porno.— Cómele la polla a nuestro Amo como si fuera el más rico de los caramelos.

Parece que la mente de Sonia no da más de sí. Su cuerpo se relaja y una nueva lágrima rueda por su mejilla. Lleva las manos a la polla de su padre y empieza a mamarla con gusto. Hace círculos con la lengua alrededor del glande entre sus labios. Mete y saca el duro trozo de carne, chupando. Acuna el falo paterno y besa desde los huevos a la punta.

—La zorra se ha desatado. —Bromea Laura, sonriendo a Iván.

—Creo que ha aprendido… Uuuuhhh… Viéndote. —Iván está disfrutando. Es evidente.

No es solo que la chiquilla le esté comiendo la polla casi tan bien como las mejores mamadas de Laura. Es el morbo de tener por fin a su hija a su merced. Por su mente pasan, fugaces, visiones de todas esas veces en las que ha visto a “La Sonia tentadora” . Saliendo de la ducha con una toalla minúscula. Corriendo por casa en bragas y sujetador porque “Eva, déjame tu blusa azul. ¡Que llego tarde!” . Bailando y haciendo tonterías con su hermana, en shorts ajustados. Tomando el sol en topless en la piscina… Está obligado a reconocer que desde hace tiempo desea poseer a su niña mayor. Y el momento ha llegado.

—Ya basta —ordena el padre. Coge a Sonia por la muñeca; se levanta, la levanta y la empuja al sofá. La chiquilla queda apoyada en el respaldo, de rodillas, dando el culo a su padre y temblorosa.

—Papá… —gime Sonia—. Tengo miedo.

Iván se inclina sobre su hija. Cuando la chica siente la dura polla de su padre sobre su culo, da un respingo.

—Shhh —susurra él—. Cálmate. —Desliza las manos por su cintura hasta apoderarse de tus tetas; las acaricia y masajea unos segundos.— ¿Alguna vez te he mentido?

—N-No, papi —gime ella.

—¿Me vas a mentir? —susurra en su oído.

—Mmmm… No, papi.

—¿Eres virgen? —La polla se desliza por sus labios mayores, excitándola.

—S-Síííí. —Es un largo sonido; medio gemido, medio susurro, medio vergüenza.

—Esto te va a doler, hija. Pero si te relajas y aceptas tu castigo, el dolor pasará pronto.

Sonia gira la cara y clava sus ojos en los de su padre.

—¿Me lo prometes, papá? —Suplica.

Laura se acerca a la nueva esclavita. Lame sus lágrimas y besa sensualmente su boca. Al separarse, la mira a los ojos:

—Segundo mandamiento, cariño: Confía siempre en tu Amo, y él nunca te engañará.

La tía Laura agarra la dura verga del padre y la dirige al mojado hueco de la hija. Entra la punta, con una pequeña resistencia. Los gemidos de las tres chicas se siguen uno a otro. Durante un segundo, Iván cruza la mirada con Eva. La pequeña tiene ojos de hambre, lujuria y envidia. Un fugaz pensamiento le dice al padre que también hay algo que hacer con su pequeña. Pero un movimiento del culito de Sonia vuelve a acaparar su atención. La chiquilla intenta acomodarse a su padre.

Iván comienza a entrar en el incestuoso coño, hasta que siente la barrera. Susurra al oído de su hija:

—A partir de ahora vas a ser solo mía. Mi puta.

Un empujón seco, a penas dos o tres centímetros, y la barrera se rompe. Ahora son uno: hija y padre; puta y Amo.

—¡¡Aaahhh!! —grita la chiquilla. Nuevas lágrimas caen.

Iván queda quieto. Laura mete su mano bajo Sonia y le masturba el clítoris mientras besa suave su espalda. Eva, al escuchar el grito de su hermana, se corre temblando con un susurro: “Síííí” .

En cosa de un minuto, Sonia afloja la mandíbula y empieza a jadear. Su nuevo Amo empieza a moverse despacio: sale un centímetro; entra dos. La polla paterna va ganando terreno, implacable como la marea. Los gemidos de la ex-virgen van ganando en volumen y empiezan a aparecer los primeros grititos de placer.

Iván comienza a follar a su hija. Ahora sí la “folla” con todas las letras. La agarra por la cintura y sus manazas de mecánico casi abarcan todo el talle.

—Ahora empieza tu castigo, puta —dice el padre.

Empuja su cadera a la vez que estira de su hija. Los topetazos se espacian, pero se hacen violentos; profundos. Sonia grita con cada empujón. La mano de Laura es un torbellino en el coño de su sobrina. Eva no lo resiste: corre al otro lado de su hermana mientras se quita la camiseta; la abraza y le besa el cuello.

Laura besa a Iván con pasión.

—Vamos a ser una familia muy feliz —dice.

Es como un rayo que cayese. Sonia da un largo grito, “¡Síííííí!” . Tiembla y se corre. Las contracciones de su coño aprietan la polla de “papi” hasta inmobilizarlo. La idea de tener para él a sus tres mujeres, el goce y aceptación de Sonia, el delicioso cuerpo de Eva, los ojos pervertidos de Laura y el calor en su polla… Todo se conjura para que Iván se vacíe en el coño de su niña. Gruñe y ruge como un gorila violando a su hembra. Tiembla, empujando la polla hasta el fondo de su hija.

No han pasado más de veinte minutos desde que Laura empezara a comerle la verga. Pero el universo de los cuatro ha cambiado. Iván se acuesta, exhausto, en el suelo. Laura se abalanza a comerle y limpiarle la polla. Sonia se desliza en el sofá y se encoje en un ovillo. Y Eva…

Eva se quita las mojadas braguitas. Gatea hasta su padre que la mira expectante. Se tumba junto a él. Coge su mano, la lleva a su chochito y empieza a masturbarse despacio con los gruesos dedos de papá. Sonia mira la escena desde el sofá. En sus ojos se adivinan cien sentimientos en conflicto.

—Papi —dice Eva—. ¿Yo también tendré que portarme mal? —Sonríe pícara.

—Solo si quieres que te castigue. —Responde el padre.— Como sospecho que quería tu hermana.

Los tres del suelo miran a Sonia. La cara de la chiquilla es de sorpresa; parece que la han pillado. Sonríe. Se desliza al otro lado de su padre y lo abraza. Laura deja la mamada y mira la escena con amor; los ojos húmedos.

—Os quiero —dice.

Sonia abre el abrazo e invita a Laura. Ella se extiende sobre Iván, abrazando a los tres.

—Yo también te quiero… —dice Sonia—. Mamá.

—Síííí —gime Eva en su orgasmo.

Los cuatro ríen.