Juro que vale la pena esperar

Buenas de nuevo, aquí os dejo la continuación de mis delirios.

Juro que vale la pena esperar

La brisa entreba por el ventanal de la habitación, ¿qué hora era?, 5:08 am ponía en el despertador de la mesita de noche. Mejor seguir durmiendo.

5 minutos después...

Hasta luego sueño, serás bien recibido cuando quieras volver. ¿Y ahora qué?

Cuando me quisé dar cuenta me estaba colocando unos shorts para ir a la playa a correr un rato.

-Precioso día, sí señor.- me digo en voz alta, contemplando una magnifica puesta de sol que indicaba un día menos de esta extraña vida.

¿No os pasa que mientras corréis o hacéis cualquier actividad que requiera una cierta concentración, os perdéis en vuestros pensamientos? Puede que sea la única, pero yo me abstraigo tanto que pierdo la noción del tiempo completamente.

Desde mi punto de vista la vida es solo una continua espera de acontacimientos. Por ello, considero que merece la pena esperar, mejor dicho, juro que vale la pena esperar. Nunca sabes que pueda pasar a ciencia cierta. A veces sólo deseas borrar momentos, cosas o personas que preferirías no haber tenido que ver pasar por el mismo camino que tu. Sin embargo el destino es algo que tampoco puedes controlar al cien por cien. Entonces, ¿qué tenemos verdaderamente nuestro? Yo creo que son los sentimientos. Lo único que no podemos ceder, prestar o simplemente mostrar completamente a los demás. Aquello que nos hace diferentes unos a otros. ¿Que a qué viene todo esto? Ni idea, solo pensaba.

-Buenos días. -saludar es de buena educación, o al menos eso dicen.

-Buenos días, señorita Robinson.

-Y dígame, ¿finalmente aceptará venir a surfear conmigo?- pregunte bebiendo de la botella de bebida energética que hbía tenido que comprar de camino al hotel después de una buena sesión de ejercicio postdesvelación.

-Termino a las 16:30...-susurro con una sonrisa, demostrando desinterés ante mi invitación.

-Pues a las 17:00 aún se cogen buenas olas aquí cerca.

-He conocido a alguien...-dijo al final mirándome directamente a los ojos.

Auch, las cuatro palabras que son capaces de romper una buena aventura salvaje.

-¿Te pasará a recoger?

-¿No te das por vencida?- preguntó cerrando los ojos, dejando ver solo un hilo de ese marrón avellana tan poco común en esta zona.

-Nunca. Pero en esta ocasión la pregunta no iba con segundas sólo quería conocer al afortunado o afortunada.

-Vaya siempre consigues sorprenderme de la mejor manera posible.- dijo sonriendo.

Quizás signifiquen el final de una aventura, pero ¿quién dice que no pueden ser el comienzo de una buena amistad?

-Hoy no puede ser.-continuo diciendo.- Pero la próxima vez que vengas te lo presento.

-De acuerdo, será un placer. Espero que este a tu altura.

-Creo que lo está.

-Me alegro.- dije sonriendo sinceramente y dándole un beso en la mejilla por encima de aquella mesa gigantesca, para irme de vuelta a la habitación y pensar que hacer el resto del día.

Después de que Morfeo decidiera invadirme de nuevo después del abandonó de esa misma mañan, decido levantarme e ir a comer a alguna hamburguesería cercana.

Me visto depreocupadamente y nada más bajar del ascensor dirijo la vista a la gran mesa de marmol es busca de mi ahora nueva amiga, y no la veo, por lo que con una sonrisa y pensando que se merecía encontrar a alguien salgo del hotel.

Confundiéndome como el 99'9% de humanos, el empuje con el tire, entro al local de ambiente animado y de los años 90.

-Una Coca-Cola, una hamburguesa extra grande con doble salsa y dos raciones de patatas, por favor.- le pido a la señorita de no más de 20 años que sería mi camera.

-¿Espera a alguien? Porque que si lo desea podemos esperar a que llegue.- me dijo al ver todo lo que había pedido de golpe.

-Oh...-me rio, normal, si es que como por dos.- No, no, es para mi solamente.

-Oh, lo siento, pensé...

-No, tranquila, es normal.- la interrumpo riéndome.- Es que tengo hambre, no he desayunado y bueno... Casi se me olvida, ¿podrías traerme un brownie con helado también, por favor?

-Claro.- respode riéndose conmigo.

Observo mientras deboro con tranquilidad mi hamburguesa con doble salsa, como va pasando la gente por la calle, paseando, sonriendo, disfrutando de una hermosa tarde de verano.

Y de repente, ¡boom!

Juré que merecía la pena esperar.