Júramelo
Júrame también que es cierto que no me vas a dejar, que no me vas a ver de forma diferente, que no te vas a poner celoso.
Júramelo.
Júrame que es verdad lo que me dices, que me quieres y que estarás toda la vida conmigo, y que serás el padre de mis hijos y que estaremos juntos hasta la muerte.
Pero júrame también que es cierto que no me vas a dejar, que no me vas a ver de forma diferente, que no te vas a poner celoso. Eras tú el que fantaseabas con ello, fuiste tú el que me lo propusiste, fuiste tú el que lo organizaste.
Me miras desde la silla que está frente a la cama, rodeada de otros cuerpos. Júrame que cuando me meta en la boca esta polla enorme que ahora tengo en la mano no te vas a ir de la habitación. Prométeme que seguirás a mi lado cuando me postre a cuatro patas para chupar esta otra verga negra, y que cuando el otro me agarre el culo para follarme, no dirás nada.
Lo admito, estoy excitada. Cuando me lo propusiste por primera vez me enfadé, lo sé. Cuando me lo susurraste al oído mientras me penetrabas con el consolador me corrí como nunca, aunque te dije que no. Y cuando acepté, debido a tu insistencia, dudaba.
Pero lo deseo.
Deseo comerme estas magníficas pollas que has conseguido para mí en este hotel. Deseo que me follen toda la noche mientras nos miras. Y que participes. Me arrodillaré para chuparos a los tres, me pondré a cuatro patas para que me folléis, os seguiré hasta la ducha para hacer que esta sea la mejor noche de vuestras vidas y de la mía.
Y haré algo que no te esperas. Mientras el sexo de uno me folla y el de el otro disfruta de mi lengua, te pediré por primera vez que me folles el culo. Y así, ensartada por mis tres machos, me correré.
Júramelo.
Júramelo ya, porque mi sexo palpita esperando ser penetrada, y porque si no lo haces, dará igual, esta habrá sido nuestra última noche juntos, porque ya no voy a decir que no. Porque desde que me quitaste la venda y vi a estos dos hombres supe que me follarían.
Me lo juras. Guío una polla entre mis labios. Guío otra dentro de mí. Te miro mientras mi cuerpo deja de ser tuyo por unas horas.
Me lo vuelves a jurar cuando gimo por primera vez, cuando me corro por primera vez. Me lo vuelves a jurar cada vez que les monto ante tu mirada, cada vez que una de sus pollas se cuela de nuevo en mi boca, cada vez que vuelcan su placer sobre mi cara, sobre mis tetas, sobre esta piel que sólo había sido tuya.
Me lo juras por última vez cuando te invito a participar en mi culo. Y a partir de entonces no hay más juramentos ni promesas. Sólo sudor, semen, sexo. Tres miembros, dos vergas y una polla para mí.
Y el juramento queda sellado cuando me complaces y me imitas, arrodillándonos para ellos. La verga negra es mía, y la blanca tuya, y los dos recibimos en nuestra garganta sus últimos orgasmos, y nos besamos.
Y cuando nos dejan solos soy yo la que te juro que lo he disfrutado y que repetiré. Y me juras que lo haremos, con más pollas, más grandes, con más chicas para que pruebe mi mismo sabor. Y ya no dudo, y te devuelvo el juramento.