Julio, su papá y yo

Siempre quisimos saber sobre sexo y como nadie nos explicó el padre de mi mejor amigo va a ser nuestro conejillo de indias.

Hola Mi nombre es Martín, Tengo 25 años y hace tiempo que quiero contarles algo que pasó en mi adolescencia y que marcó mi vida para siempre.

Todo comienza con la simpática compañía de mi amigo inseparable Julio, éramos como hermanos siempre estábamos juntos y mi familia estaba acostumbrada a que yo me quedara en la casa de Julio y el padre de Julio a que el se quedara en mi casa. Ambos teníamos apenas 12 años yo era un Chico de una estatura mas baja que los demás de mi edad, pero aún así era bastante atractivo. Mi cabello es negro, al igual que el color de mis ojos lo que, en contraste con mi piel, daba una impresión de inocencia que era admirada por todos.

Julio, en cambio, tenía el pelo castaño claro y sus ojos eran marrones claros, también tenía un aspecto bastante atractivo, lo que lo diferenció de mi era que el siempre tenía iniciativa y siempre hacíamos lo que el proponía. Claro que a esa edad sólo eran cosa de chicos: escapar del colegio para ir a los videojuegos, probar cigarrillo, etc. Pero lo que nos cambió la mentalidad fue el día en que el me propuso que consiguiéramos una revista porno. Yo no tenía ni idea de cómo conseguiríamos semejante cosa a esa edad y comenzamos a planificar la manera de hacerlo, pero la única posibilidad que encontramos era la de tomarla "prestado" de algún mayor.

Luego de un tiempo de estudiar quien podría tener una de esas revistas en su poder nos dimos cuenta que no iba a ser tan sencillo, hasta que un día que estábamos en su casa haciendo un trabajo para el colegio nos faltaban unas revistas de donde sacar recortes para completar el trabajo y nos dimos cuenta que el lugar donde la madre de Julio colocaba las revistas viejas estaba vacío ya que nadie se había encargado de eso desde que ella falleció dos años atrás. Así que comenzamos a buscar revistas por toda la casa y encontramos revistas debajo del placard, como no lo esperábamos eran revistas porno. El padre de Julio seguramente no pensó que iríamos a buscar algo allí.

Nosotros estábamos solos en la casa (Siempre estábamos solos porque el padre de él trabajaba y no tenía hermanos, además confiaban mucho en nosotros y no dábamos motivos para que no lo hicieran) y no dudamos un minuto en revisar a fondo el contenido de las revistas, y definitivamente los protagonistas no solo estaban desnudos sino que estaban follando.

A nosotros nos impresionaban los pechos y los coños de las chicas, pero lo que más nos llamó la atención era el pene de uno de los chicos que estaban follándose a las chicas. Él parecía tener 20 o 25 años, era morocho físico exuberantemente marcado, ojos color café y una polla tan grande que no podíamos creer que alguien pudiera tener algo semejante entre las piernas. A comparación con lo que nosotros teníamos era algo descomunal.

Luego de haber ojeado las revistas por todos lados decidimos guardarlas en donde las encontramos para que su padre no sospechara de nosotros. Pero cuando volvimos a la mesa donde estábamos haciendo la tarea no pudimos concentrarnos. Nos pusimos a hablar sobre lo que vimos, pero sobre todo sobre la polla de aquel tipo.

A duras penas terminamos el trabajo escolar, y el tiempo que nos quedó lo dedicamos a imaginarnos a nosotros mismos con un paquete como ese que vimos. Pero en un momento a Julio se le ocurrió algo que nunca hubiera creído:

  • Si alguien tiene un paquete como ese en la realidad es mi papá-

  • Pero ¿como sabes?- le pregunté.

  • Porque lo vi en bata cuando sale de bañarse y se le marca algo bastante grande-

  • pero tu papá no va a querer mostrarlo así como así -

  • Pero no hace falta que el quiera, lo podemos ver de todas maneras -

No entendí que era lo que estaba pasando por su mente pero viniendo de el seguramente era algo arriesgado.

  • Mira, cuando él se va a acostar se toma unas pastillas para dormir que lo dejan como muerto. Así que si te quedas esta noche podremos verlo -

Yo dudé por un momento pero no podía dejar de pensar en el muchacho de la revista y me ganó la curiosidad. Después de todo era sólo verle el paquete y ya.

Así que asentí con algo de miedo y expectativa.

A la noche, cuando el padre de Julio había llegado de trabajar nos pusimos a hacer lo de siempre con la idea de no llamar la atención. Cuando el padre de Julio salió de la ducha pusimos atención a sus movimientos para saber en que momento se iba a acostar.

Pero luego de unos momentos llego a la habitación y nos dijo que ya era hora de que nos fuéramos a dormir así que como cada vez que me quedaba en su casa yo me dormía a los pies de la cama de Julio.

Luego de un tiempo acostados creí, por el silencio, que solo yo había permanecido despierto ya que los nervios de hacer algo como lo que teníamos planeado no me dejaba dormir, pero algo me volvió a la realidad.

  • Martín, ¿estás despierto?-dijo Julio.

  • Si, todavía estoy despierto -

  • Mi papá ya se debió haber dormido. Vamos a ver –

  • Vale – Dije automáticamente pero sin seguridad.

Nos levantamos y nos fuimos a la habitación del padre de Julio y, en efecto, el estaba durmiendo. En la mesa de luz había un vaso de agua, la lámpara estaba prendida, y había un paquete de pastillas abierto.

Nos acercamos a él y lo vimos apenas tapado por las sábanas Julio lo llamó. Por un momento lo miré como si se hubiera vuelto loco, pero cuando Julio me miró me hizo señas de que me calmara y lo volvió a llamar.

  • ¿Ves? Está completamente dormido, no sabe que estamos acá. Estas pastillas son realmente fuertes – y diciendo esto se acercó y lo destapó.

Yo miraba con temor, estaba realmente paralizado. Pero aun así no pude dejar de mirar su cuerpo. Era bastante bien formado, no tenía un cuerpo como el chico de la revista, pero era realmente bien proporcionado. Comencé a acercarme y al miedo le ganó la expectativa. Tenía un bóxer que notaba algo importante pero aún estaba dormida. Lo miramos un rato hasta que en un momento me acerqué a él y toqué su paquete, por un momento creí que Julio se horrorizaría y que me diría algo, pero la idea pareció haberle gustado porque el también quiso tocarlo, así que le hice lugar y lo observé sobándole el bulto a su propio padre, lo que me provocó una especie de corriente eléctrica que ahora sé que era excitación.

Estábamos en eso cuando en un momento a Julio pareció estarle aburriendo lo que hacía así que me dejó el lugar a mi y yo, en lugar de seguir acariciándolo le comencé a bajar el bóxer.

  • Espera que te ayudo – dijo Julio

  • Está bien – le dije.

Y mientras yo bajaba su ropa interior él trataba de levantarlo o en todo caso de girarlo un poco a fin de facilitarme el trabajo.

Luego de un largo rato logramos, con mucha dificultad, sacarle el bóxer. Y lo contemplamos otro segundo, hasta que esta vez él comenzó a tocarlo, y yo a su vez le acariciaba los huevos que ocupaba toda la palma de mi mano. De a rato intercambiábamos y el se ocupaba de sus huevos, acariciándolos, sobándolos, y jugando con ellos mientras yo me ocupaba de su palo que ahora había empezado a tomar forma. Luego de un tiempo de toquetearlo, haciéndole todo lo que se nos ocurría notamos la dureza de su palo se incrementó más que nunca y nos dimos cuenta de que era casi del mismo tamaño que el del chico de la revista. Pero a mi parecer era más linda. Cuando la tuvimos así comenzamos a preguntarnos que sentirían las mujeres que la tenían dentro en la revista y que sabor tendrían para querer meterlas en su boca como lo hacían, y Julio me retó a probarla, la idea me dio un poco de asco pero Julio prometió que no le diría a nadie. Siempre fuimos buenos confidentes y sabía que no lo haría, así que tomé coraje y le pasé la lengua. Como se había terminado de bañar no tenía sabor más que a jabón pero comenzó a emanar un liquido pegajoso y transparente que nos llamó la atención, lo probé y me di cuenta de que no estaba mal, volví a pasarle la lengua para ver si encontraba un parecido a algo que ya haya probado antes para poder explicárselo a Julio pero no le encontré parecido a nada.

  • No está mal, es viscoso pero no es feo! – le dije

  • A ver? – me dijo e hizo lo mismo.

  • No está mal, pero podría estar mejor –

  • Déjame probar un poco más – y comencé a lamerla y meterla en mi boca como había visto que hacían en la revista.

  • Mira!, parece que a mi papá le gusta! – me dijo Julio al ver que su padre hacía gemidos como de placer y ponía caras raras.

  • Entonces sigamos a ver que pasa –

  • Bueno, pero déjame a mi también –

Diciendo esto comenzó a meterla en su boca y nos turnábamos, primero él luego yo y de vez en cuando uno metía sus huevos en la boca o jugaba con ellos, hasta que los gemidos del padre de Julio comenzaron a ser mas fuertes y se movía bastante y en un momento que Julio estaba con el palo de su padre en la boca pareció atragantarse y sacándoselo y tragando como pudo me dijo

  • Prueba esto a ver que te parece –

Y sin perder tiempo metí ese palo en mi boca y tragué lo que venía. Era bastante mas espeso que lo primero pero no estaba mal, así que compartimos lo que había salido de ese palo y lo limpiamos lo mejor que pudimos, luego lo tapamos y nos fuimos a dormir.

Al otro día cuando nos levantamos y vimos que su padre ya no estaba y justo antes de que saliéramos juntos hacia el colegio miré hacia el lavarropas y vi la ropa que había para lavar y me di cuenta de algo que nos preocupó durante los siguientes días, cuando terminamos de limpiarlo lo tapamos, pero no nos acordamos de volver a ponerle los bóxer.

Lo que pasó gracias a eso les cuento en otra ocasión.

Saludos.