Julio

Me empujó hacia la cama y me sacó los calzoncitos. Se quedó mirándome durante unos instantes y de inmediato se quitó sus calzoncitos. Realmente lucía hermoso y su pene era justo como lo había imaginado...

El cambio de residencia definitivo de mi amigo, Joaquín, y su padre terminó con una de las etapas más placenteras de mi vida, sin embargo, las experiencias adquiridas me serían de gran utilidad en el futuro, aunque en esos momentos me deprimí un poco y me aislé por completo de cualquier cosa que me sonara a sexo. Una de las consecuencias de mi depresión fue una caída considerable en mis notas escolares al grado de que mis padres determinaron que tomara cursos de regularización y así fue que por las tardes comencé a asistir a una pequeña escuela ubicada en el centro de la ciudad. Ese cambio en mi rutina diaria me sacó de la depresión y no propiamente por las clases, sino por la visita a mis viejos rumbos, pues la escuelita estaba en la zona que viví gran parte de mi infancia. Era agradable visitar los lugares en que jugaba con mis amigos y quizás anhelaba encontrarme con alguno de ellos, pero pasaban semanas y al parecer todos se habían mudado.

En fin, la mejoría derivada de mi asistencia a aquella escuelita por las tardes se reflejó no solamente en mis notas sino también en mi convivencia y pronto volví a las andadas, volví a frecuentar los baños a la hora de los concursos y con alegría ví que algunos de mis compañeros ya estaban bastante desarrolladitos y bueno, cuando se está en tercero de secundaria y alguien se ofrece a darles una buena mamadita difícilmente se detienen aún cuando sea otro chico el que se ofrece a hacerlo. Fue así que inicié lo que parecía una etapa de desenfreno, pues aunque era sumamente discreto con los chicos a los que les mamaba la verga, algunos de ellos corrieron la voz y pronto tuve una fama de “chico fácil”. Eso no me molestaba, por el contrario, me resultaba agradable saber que podía hacer gozar incluso a los chicos que tenían “mas pegue” con las niñas. Pero a pesar de esa fama, ninguno de los chicos me llegó a proponer algo más que sexo oral y yo tampoco les sugería algo diferente, tal vez, debido a que aún recordaba el delicioso pene del papá de mi amigo e inconscientemente lo comparaba.

Pronto llegaron los exámenes finales y me fue bastante bien, sin embargo, ello significaba que dejaría de ir a las clases de regularización y en consecuencia mis paseos por el centro en las tardes también terminarían. Y fue entonces que ocurrió, en la última semana de clases, volví al parque en el que jugaba con mis amigos cuando era chico, estaban jugando fútbol varios chicos de mi edad, uno en particular me llamaba la atención porque era el único que usaba shorts y tenía unas piernas que me llamaron la atención de inmediato. No podía quitarle la vista de encima y pronto se hizo obvio. Algunos de sus amigos se lo hicieron notar y de cuando en cuando me devolvía la mirada. Había algo en él, además de sus lindas piernas, que me llamaba la atención. En un despeje cayó el balón junto a mi y aproveché la ocasión para acercarme y darle el balón. Al estar más cerca y verlo a la cara me acordé de él, era primo de uno de mis amigos de la infancia.

  • ¿Julio? – dije mientras le daba el balón.

  • Sí… ¿te conozco? – me respondió mientras me miraba de arriba abajo.

  • Sí, yo era amigo de Carlos, tu primo – le dije esperando que me recordara, aunque realmente con él conviví muy poco, pues era un año menor y su mamá casi nunca lo dejaba que jugara nosotros.

  • ¿Samuel? – sonrió y me abrazó efusivamente – es una verdadera sorpresa, no te reconocí.

  • Sí, la verdad es que Tú también has cambiado mucho – le respondí mientras se acercaban sus amigos.

  • ¿Y qué andas haciendo por aquí? – me preguntó y añadió diciéndoles a sus amigos al tiempo que les daba el balón – no, no es un maricón, es un viejo amigo que vivía por acá… síganle sin mi.

  • Pues vengo a clases de regularización, es mi última semana y mira que suerte encontrarte – le respondí y pregunté un poco preocupado - ¿Por qué creían que era maricón?

  • Perdón por lo de maricón, pero como te me quedabas viendo mis amigos pensaban que ya había ligado… decían que te me quedabas viendo las piernas jajaja – se rió mientras nos sentábamos en una banca.

  • A decir verdad creo que sí te miré las piernas bastante – le dije y añadí – y creo que te reconocí por ese lunar que tienes aquí.

  • Ah bueno… aunque sí tengo buena pierna ¿no? – me contestó sonriendo.

  • La neta sí… pero dime ¿qué pasó con los demás? – le pregunté.

  • Pues todos se fueron sólo sé que mi primo y su familia se mudaron a Guadalajara, de los demás no sé, ya ves que no me llevaba muy bien con ellos – me explicó y me recordó – creo que sólo a ti y a Carlos les caía bien.

  • Eso sí, pero es que estabas muy chico y ellos eran un poco bruscos – le dije recordando que los otros a veces se aprovechaban y lo hacían llorar.

  • Un poco, ese Miguel era bien manchado, siempre nos andaba haciendo el “calzón chino” ¿recuerdas? – me dijo y al hacerlo inmediatamente vino una oleada de recuerdos.

  • Sí, tienes razón, era muy manchado cuando andábamos en shorts siempre nos los andaba bajando enfrente de las niñas – le dije riendo y añadí sonriendo – aunque a lo mejor era porque le gustábamos ¿no crees?

  • Sí, tal vez… pero bueno, ya me tengo que ir, ya sabes como es mi mamá y si me tardo más se enoja ¿mañana vienes? – me preguntó.

  • Sí, aquí estaré – le respondí – ¿nos vemos mañana?

  • Claro, pero vente preparado para echarte un partidito con nosotros ¿vale? – me invitó.

  • Claro, claro… aquí nos vemos – me despedí y lo ví alejarse.

Era evidente que Julio me atraía y esa tarde traté de recordar con detalle algunas de mis vivencias con ese chico. Aunque era sólo un año mas chico que la mayoría de nosotros en esa época lucía mucho más chico, tal vez por eso se aprovechaban de él. Eso me molestaba mucho y no podía evitar intervenir para defenderlo, aunque en muchas ocasiones Yo terminaba igual que él. Analizando algunas de esas situaciones me dí cuenta que era probable que desde esa época ya sentía atracción por otros chicos. Imágenes claras de Julio en un shortcito verde ajustado llegaban a mi mente y sus piernas creo que me gustaban desde entonces. Pero el recuerdo que más me rondó en la cabeza esa tarde fue el de aquella ocasión en que estando en su casa comenzamos a jugar “luchitas”, él se colocó detrás de mi abrazándome, estando ambos en shorts, el roce de nuestras piernas resultaba tan agradable que así nos quedamos varios minutos. Obvio que en esa época no tenía ni idea de lo que eso podía significar, pero después de todas mis experiencias más recientes comprendía el “porqué” me había agradado tanto.

Al día siguiente esperé con ansia la visita al parque. En cuanto llegué me acerqué al grupo, Julio estaba como casi siempre, usando un shortcito. Me presentó con los demás y organizamos los equipos. Fue un partido sumamente entretenido y me divertí como hacía tiempo no lo hacía aunque terminé con la ropa hecha un desastre. Al finalizar el partido acompañé a Julio a su casa y me invitó a tomar un refresco.

  • Estuvo bueno el partido, sigues siendo bueno y se las dejamos ir enterita… jajaja – comentaba mientras nos lavábamos la cara y las manos.

  • Sí, no fueron rivales… creo que hasta se enojaron jajaja – reí disfrutando realmente el momento.

  • Bueno, me voy a cambiar antes de que llegue mi mamá porque se molesta cuando regreso tan sucio – y justo cuando lo estaba diciendo se abrió la puerta.

  • ¡Ya llegué, Julito, vamos a comer! – exclamó su mamá y sorprendida se me quedó viendo.

  • Hola mami, mira quien está aquí – me señaló Julio.

  • Hola señora, ¿cómo está? – la saludé y de inmediato me respondió.

  • Vaya, vaya pero cuánto has crecido, aunque al parecer sigues revolcándote en la tierra, mira nada más como traes ese pantalón – ella no había cambiado y creo que nunca lo haría.

  • Sí, señora, he crecido un poco, en cambio usted no ha cambiado nada – le dije sonriendo y un poco admirando que en realidad había cambiado muy poco en todos esos años.

  • Te quedas a comer, ¿verdad? – me dijo y sin esperar respuesta nos ordenó – llama a tu casa y diles que te quedas a comer y Tú, Julito, préstale algo de ropa para que se cambie mientras se lava esa que trae.

Ese autoritarismo de la mamá de Julio siempre había existido y sólo se oyó un “Sí, señora” y un “Sí, mamá”. No me desagradó en lo más mínimo la idea, así que de inmediato llamé a casa y le conté lo ocurrido a mi mamá y enseguida le pidió la conversación con la mamá de mi amigo. Se pusieron a platicar mientras íbamos al cuarto de mi amigo para cambiarnos.

  • ¡Uy! Había olvidado que le caías muy bien a mamá – me dijo Julio mientras me daba una camiseta y un short para cambiarme.

  • Sí, lo había olvidado – le dije mientras comenzaba a desvestirme y de reojo miraba como él se quitaba la ropa hasta que ambos estábamos sólo en calzoncillos.

  • ¿Recuerdas cuando jugábamos “luchitas”? – me preguntó parándose frente a mi.

  • ¡Claro! ¡Cómo olvidarlo! – le respondí poniéndome de pie frente a él.

  • Me gustan tus calzones – me dijo y extendió su mano para tocarlos y recorrerlos por el frente.

  • Te los apuesto en unas “luchitas” – le sugerí mientras me acercaba un poco mas a él.

Fue un momento lleno de erotismo, ambos sabíamos lo que queríamos y nuestros cuerpos habían reaccionado de manera evidente. La cercanía y el grado de excitación permitían que nuestros paquetes se rozaran frecuentemente mientras nuestras manos comenzaban a afianzar las nalguitas del otro.

  • Creo que sí eres maricón – me dijo y enseguida me dio un beso que correspondí sin dudarlo.

Me empujó hacia la cama y me sacó los calzoncitos. Se quedó mirándome durante unos instantes y de inmediato se quitó sus calzoncitos. Realmente lucía hermoso y su pene era justo como lo había imaginado, o quizás deba decir, justo como lo había sentido años atrás, largo y ligeramente curveado, con el color verde de las venas resaltando en la piel blanca y una preciosa y enorme bellota rosada. Se acostó sobre mi y el choque de nuestros penes fue electrizante, iniciamos unas “luchitas” completamente desnudos. Él se acomodó boca arriba exhibiendo su hermoso pene en completa erección y no pude evitar sujetarlo con mi mano y comenzar a acariciarlo. Él sonreía y sujetándome por la nuca hizo que acercara mi boca a su pene. No tuvo que hacer nada más, comencé a besar aquella verga y pronto la tuve entre mis labios. De pronto algo nos volvió a la realidad.

  • ¡¡¡Ya está servido!!! – gritó su mamá y de inmediato solté aquel delicioso caramelo.

Sí, parecía que habíamos olvidado que no estábamos solos. Así que rápidamente comenzamos a vestirnos, claro que le cedí mis calzoncitos y el me dio los suyos. Salimos a comer y su mamá echó mi ropa a la lavadora.

  • Ha sido una agradable sorpresa que ustedes dos se volvieran a encontrar, ya platiqué con tu mamá y acordamos reunirnos para comer el fin de semana – me dijo la mamá de Julio y no paró de hablar durante toda la comida, sin percatarse que por debajo de la mesa las piernas de Julio rozaban las mías constantemente y de cuando en cuando bajaba la mano para acariciar mis muslos discretamente poniéndome cada vez mas cachondo.

Terminamos de comer y nos pusimos a ver la televisión en la sala mientras su mamá se encargaba de mi ropa. Las caricias eran cada vez más ardientes y yo sentí un enorme deseo de estar con él, pero su mamá a cada rato pasaba a ver como estábamos.

  • Ya se secó tu ropa, si quieres ya puedes cambiarte – me dijo mientras me daba mis prendas y le solicitaba a Julio que fuera a comprar algunas cosas a la tienda.

Yo me metí en el cuarto de Julio para cambiarme sin darme cuenta que su mamá iba detrás de mi. Cuando me quité la camiseta y me bajé el short, escuché una respiración como de suspiro. Ahí la vi en la puerta, la mamá de mi amigo se me quedaba viendo y yo instintivamente me subí el short.

  • ¡Oh perdón! Olvidé que ya has crecido… y bastante – sonrió ella y sin dejar de mirarme me preguntó - ¿tienes novia?

  • Este… ¿novia?... No, por el momento no… - le respondí y volví a bajarme el short para ponerme rápidamente el pantalón ante la mirada de ella.

  • Mira, mandé a Julito a la tienda para pedirte un favor – me dijo ella mientras yo terminaba de vestirme.

  • Claro, señora, si puedo lo haré con gusto – le dije y ella me miró a los ojos como si dudara un poco.

  • Lo que pasa es que Julito nunca ha tenido novia y… bueno, alguien me dijo que lo habían visto con otro chico “haciendo cosas”... Yo no lo creo, pero… bueno, él te tiene mucha confianza y a lo mejor te puede decir algo… - me dijo ella sin imaginar que momentos antes en esa misma habitación estuvimos a punto de “hacer cosas”.

  • ¿Cree que Julio es maricón? – la interrogué directamente y sin rodeos.

  • No, como crees, Julito es lindo pero no es… - me dijo y Yo la interrumpí.

  • No se preocupe, Yo lo voy a averiguar, pero necesito hablar con él a solas – le dije mientras en mi mente maquinaba un plan que nos beneficiaría a Julio y a mi – si quiere mañana vengo como a esta hora pero si usted puede llegar mas tarde para que me de algo de tiempo.

  • Sí, me parece buena idea… muchas gracias, llegaré un par de horas más tarde entonces – me dijo y salió de la recámara después de abrazarme.

En cuanto regresó Julio me fue a buscar a su recámara y le comenté rápidamente lo ocurrido.

  • Entonces mañana podemos “hacer cosas” sin preocuparnos jajaja – se rió y añadió mientras se apretaba el paquete – pero mira como me vas a dejar hoy.

No le dije nada, sólo me arrodillé frente a él y le bajé el short y el calzoncito para darle unas chupadas a su delicioso pene a manera de despedida.

Me fui a casa y en el trayecto iba pensando en todo lo que podríamos hacer en esas dos horas, no, no eran sólo dos horas, eran más, no era necesario que asistiera a la escuelita de regularización pues era el último día y sólo habría un convivio. Sabía que íbamos a disfrutarlo, lo que no sabía era lo que le iba a decir a su mamá después.

Al día siguiente me preparé para ir directamente a la casa de Julio, me puse el calzoncito mas sexy que encontré y el short más ajustado y pequeño que tenía y que en el metro llamó bastante la atención. Cuando toqué a la puerta, apareció Julio vistiendo sólo un pequeñísimo short rojo.

  • Hola – lo saludé y él prácticamente me jaló hacia el interior.

  • Estás riquísimo – me dijo mientras me quitaba la playera y me besaba en la boca.

Corrimos a su habitación y me arrancó el shortcito dejándome en calzoncillos.

  • ¿De dónde sacas esos calzoncitos tan sexys? – me dijo mientras acariciaba mis nalguitas por encima del bikini apretándome contra su cuerpo.

Yo le bajé el short y encontré esa hermosa verga que tanto me había llamado la atención. Me senté en la orilla de la cama y él puso ese miembro entre mis labios, comencé a mamarlo despacio, recorriéndolo desde la base hasta la cabezota con la punta de mi lengua, lamiendo sus cojones al tiempo que acariciaba sus redondas y firmes nalguitas. Escuchando esos gemidos espaciados que delataban el goce que mi mamada le producía.

  • Ahh… detente… detente… ahhh me vengo… aghhhh… - gimió y su verga respingó entre mis labios una y otra vez mientras sus nalgas se tensaban y su leche tibia inundaba mi boca.

  • Eres todo un semental – le dije mientras me acomodaba en la cama.

  • Se ve que tienes experiencia, creo que no voy a estrenar jejeje… nunca me la habían mamado así… - me dijo mientras se acostaba a mi lado y me besaba.

  • Me encantaba sentir sus manos recorriendo mi cuerpo, hurgando bajo mis calzoncitos y por encima de ellos. La sensación de sentir en mis manos su verga palpitando y volviendo a alcanzar la dureza inicial.

  • ¡Cógeme, Julio! – le supliqué y de inmediato me hizo poner empinadito, con el trasero en todo lo alto y mi rostro contra la almohada.

  • Creo que sí eres maricón jajaja – se rió él mientras me daba un par de nalgadas y me bajaba el calzoncito para tener libre el acceso a mi culito.

  • Ay… - gemí al sentir la presión de su verga contra mi culito pero mordí la almohada cuando me la clavó de golpe hasta el fondo.

El mete y saca inició vigoroso y acelerado. No lo hacía pausado como el papá de Joaquín sino rápido y dándome fuertes nalgadas. Mi culito se fue adaptando a la verga que lo taladraba sin piedad. Era mi primera cogida con alguien diferente al papá de Joaquín y me estaba gustando en exceso.

  • Ponte boca arriba – me ordenó mientras me sacaba la verga y de inmediato lo obedecí levantando mis piernas al máximo.

  • Ay Julio… ayyyyy… - gemí al sentir como aquel pene volvía a ensanchar mi agujerito.

Ver su rostro mientras me cogía era excitante. Quería masturbarme pero cada que hacía el intento de alcanzar con mi mano mi pene, él me la retiraba y aceleraba aún mas sus embestidas. No tardó mucho en darme una estocada profunda que sentí hasta el alma y más aún cuando su leche comenzó a llenar mi culito.

  • Ahhhh… sí, eres bien maricón jajaja – me decía mientras terminaba de eyacular en mis entrañas.

  • Eres todo un semental… nunca me habían cogido así… - le dije mientras me subía los calzones.

  • Y apenas vamos empezando – me dijo y metió nuevamente su mano bajo mi calzoncito para apoderarse de mi pene que estaba a punto de explotar.

Nos besamos y él comenzó a masturbarme bajo el calzoncillo. Yo alcancé su pene fláccido y comencé a acariciarlo con la esperanza de que recobrara el vigor antes mostrado. Entonces él se acomodó para que hiciéramos un delicioso “69” estando él abajo. Esa posición me encantaba, sentía cómo me la mamaba al tiempo que me dedeaba el culito mientras Yo veía como poco a poco aquel pene que tanto placer me había dado volvía a erguirse. No pude evitar eyacular en su boca y él simplemente clavó sus dedos en mis nalgas mientras se tragaba mi leche.

  • Creo que le voy a decir a tu mamá que sí eres maricón jajaja – ambos reímos y yo me monté en aquella verga que nuevamente se había erguido desafiante.

  • Dile lo que quieras pero mueve tus nalguitas mmmmm… así… - gimió mientras Yo iniciaba un meneo circular con aquel delicioso miembro en mi interior.

Sin sacármela nos acomodamos de ladito y comenzó un mete y saca lento, acompañado de caricias y besos. Dejándomela por varios segundos en el interior me decía cuánto le gustaba lo estrecho de mi agujerito y confesándome que era el primer culito que disfrutaba. Después de algunos minutos volví a sentir la calidez de la leche que su verga depositaba dentro de mi.

  • ¿Y qué le digo a tu mamá? – le pregunté mientras me abrazaba aún con su verga dentro de mi.

  • Creo que le vas a decir que crees que sí soy maricón, pero… que vas a intentar presentarme a algunas “amigas” y así podremos salir y “hacer cosas” – me respondió con una sonrisa maliciosa.

Nos bañamos y cuando llegó su mamá le comenté que al parecer a Julio le gustaban los chicos pero que tal vez yo podría hacer que le gustaran las chicas. Así comencé a visitar la casa de Julio sin levantar la mínima sospecha, aunque no con la frecuencia que hubiera deseado, pero bueno “algo es algo, dijo el diablo” jajaja.