Julio 7

Placer y sumisión de un esclavo

Héctor empujó y giró el dildo, y me trabajó la polla con manos mágicas. Una cosa era segura: este chico tenía experiencia con otros tíos.

"¡Para, por favor! ", supliqué. "Julio me ordenó que no me corriera hasta que él me diera permiso". Héctor se rió. "Va a ser una orden difícil de cumplir, amigo" continuó meneándome la polla, y casi me corrí. Justo antes del punto de no retorno, dejó de tocarme completamente. Mi orgasmo aumentó durante un segundo, y pensé que me correría sin que me tocara. Pero logré pararlo, y supe que aún no me correría.

"Debes ser José", dijo Héctor. "Julio dijo que podría llamarte como quisiera – maricón, puta, gusano, tragasemen… dijo que respondes a todos esos nombres, ¿Es así?" Asentí con la cabeza.

"Conozco muy bien a los de tu especie" dijo con una sonrisa. "Julio y yo solíamos… follar en el instituto. Crecimos en el mismo barrio y eso. Soy un año más joven – acabo de cumplir 18. Julio me dijo que me pasara y echara un vistazo al Campus. Molaría volver a estudiar con Julio otra vez. "Estaba recorriendo mi cuerpo desnudo con sus manos, inspeccionándome con sus dedos, pellizcando por aquí, metiéndolos por allá. Sus tocamientos eran morbosos, fuertes, confiados. Muy similares a los de Julio. Sabía lo que hacía.

"¿Y cuánto tiempo le llevo a Julio saber que eras un gusano lamepollas? ", preguntó.

"No mucho", contesté. "Un par de horas, creo"

"Dudo que tardara tanto", dijo Héctor. "Tienes las marcas indudables de una puta. Pude verte escanearme al entrar. La manera en que tus ojos me desnudaron. Es fácil adivinar lo que eres. Lo que necesitas. Julio seguro que jugó contigo un rato" Mi polla se había relajado desde que dejó de tocármela, pero se me empinó al oír sus palabras.

"La verdad es que estoy tan cachondo como una virgen la noche de bodas", dijo Héctor.

"No pude pajearme los últimos dos días, y mi zorra está fuera. Fue un camino largo, y no creo que a Julio le importe si uso su puta para descargar"

"Me dijo que hiciera todo lo que quisieras", dije. "Dijo que cualquier petición tuya era una orden suya ". Héctor sonrió. "Un bonito detalle para su amigo Héctor", dijo.

"Estará bien", dijo. "Sé que a Julio le gusta cuidar de sus posesiones. Ahora ponte a cuatro patas en la cama. Quiero inspeccionar ese culo tuyo"

Hice lo que me ordenó, con el enorme dildo negro sobresaliendo de mi dilatado agujero. Héctor se quitó la camisa y se puso en posición. Se puso tras de mí, y recorrió con su dedo el borde del dildo, recogiendo el semen que goteaba. Se llevó el dedo a la boca y lo saboreó. "Buena calidad. Nunca puedo tener suficiente semen. Mis jodidos músculos" – dijo forzándolos, y mostrándolos en todo su esplendor – "están así de fuertes gracias a todo el semen de Julio que he tragado"

Casi al tiempo que me sacaba el dildo del culo, me metió dos dedos, reemplazándolo. A mi culo no le dio tiempo a sentir el vacío. Puso el dildo en mi boca. "Esto mantendrá tu goloso agujero satisfecho hasta que venga Julio", dijo. Con sus dedos en mi culo, me sentí lleno por dos sitios.

Me pregunté – y no era la primera vez desde que conocí a Julio – qué me había pasado. Yo era un tío normal, que iba a clase y se pajeaba viendo porno gay de vez en cuando. Y ahora, aquí estaba, con un tío al que hacía cinco minutos que conocía metiéndome sus dedos por el culo, con ese mismo culo lleno de semen de un extraño de clase, mi estómago lleno de pizza y semen de dos tíos, y un dildo metido hasta la garganta. Julio me había convertido en una puta, para dar placer a otros tíos.

"Tu culo me gusta, está aún estrecho", dijo Héctor. "Tu amigo tuvo el detalle de dejarlo lubricado". Se refería al semen de Sergio, de cuyos restos aún quedaba algo en lo más profundo de mi culo. "Hay pocas cosas que me gusten más en este mundo que usar un culo recién follado, lubricado con semen ".

Acercó su cara a mi culo. "Pero hay una cosa que me pierde, y es comer la corrida de un tío directamente del culo que se ha follado". Sacó sus dedos de mi culo y los chupó encantado, gimiendo. Yo le envidiaba. Yo me había ganado esa corrida, y allí estaba él, comiéndosela. Chupé el dildo, lo único que por ahora podía chupar.

Metió la mano entre mis piernas y me agarró la polla. Besó mi raja, y después se esmeró con mi agujero. No me lo comió, se lo folló con la lengua. Otros tíos me lo habían comido, pero Héctor era el maestro. Me lo abrió, y con los dedos y la lengua logró sacar lo que quedaba de semen dentro. Yo gemía y me retorcía mientras lo hacía. Le sentía gemir dentro de mi culo. No sé quién disfrutaba más.

De repente, se separó y comenzó a desnudarse. Miré entre mis piernas, y pude ver su cuerpo. Perfecto, como el de Julio, aunque un poco menos definido. Su polla no era tan grande como la de Julio, pero estaba bien proporcionada. Se tumbó en la cama.

"Una cosa que Julio siempre me decía", dijo " era que la zorra debía hacer todo el trabajo. Demuéstrame cuánto deseas mi lefa. Fóllate con mi polla, maricón. Siéntate en mi polla"

Coloqué mis piernas sobre él, y su polla quedó en la entrada de mi culo. Puso una mano en mi cadera, parándome.

"Date la vuelta", dijo "prefiero ver cómo entra mi polla en tu culo". Me di la vuelta, mirando a sus pies.

Bajé poco a poco mi culo varias veces usado a lo largo del día sobre su palo. Su cabeza entró y me sentí lleno. Su polla estaba caliente comparada con el dildo. Gemí.

Azotó mi culo, fuerte, y grité. "¡Sí!", gimió. "Tu culo se cierra alrededor de mi polla cuando lo azoto. Hace que tu agujero esté más estrecho después de tanta follada"

Me dejé caer más sobre su polla. Héctor me azotaba cada 3 o 4 centímetros que me clavaba, y mi agujero se cerraba estrechándose alrededor de su polla. Le gustaban sus culos estrechos, aparentemente. Supe que estaba entero dentro de mí al sentir en mis nalgas su vello púbico.

"Sí, eso me gusta. Así", dijo, recorriendo con su dedo mi agujero abierto y su polla. "Aquí es donde estamos unidos. Justo aquí. Donde te penetro. Me gusta poder verlo"

Agarró mis caderas y empezó a separarme de su polla. Empecé a elevarme y bajar yo solo. La sensación era increíble. Su polla dentro de mí. Me imaginé la escena como él la estaría viendo: un crío de instituto usando a un universitario como si fuera una puta.

"Julio tiene suerte de tener esto cada vez que llega a casa todos los días". Dijo Héctor. "Tienes un buen culo, pero ese dildo te lo ha abierto demasiado"

Sentí su dedo en la entrada de mi agujero. Lentamente, aplicó presión en mi agujero, y mi culo se abrió para recibirlo. Deslizó su dedo hasta la cabeza de su polla, dentro de mi culo. Gemí y mi polla expulsó un enorme chorro de pre-semen. Su enorme polla y su dedo estaban en mi culo. Se estaba tocando la polla dentro de mi culo. "mejor ahora", gruñó, y siguió follándome. Yo sabía que él no tardaría en correrse.

Mientras yo me follaba con su polla, él recorría lentamente su dedo alrededor de su polla, desde la cabeza, a la base, y por los lados, siempre dentro de mi culo. Nunca había sentido algo así. Mi culo estaba siendo bien follado, y abierto con un dedo a la vez, desde varios ángulos. Estaba gimiendo y jadeando.

"Te gusta, ¿verdad, puta?", preguntó. "Te gusta tener mi dedo dentro mientras cabalgas sobre mi polla. Hace que tu culo de maricón sea un poco más estrecho" azotó mi culo de nuevo. "Más estrecho, aún. Si quieres mi semen, tienes que cerrarlo más".

Me clavé aún más fuerte su polla y su dedo. Él empezó a gemir y llamarme cosas cada vez peores. Al poco, sentí su primer chorro calentando mi culo. Oírle gemir y sentir sus caderas golpeando las mías me llevo al límite. Tras cuatro chorros, de repente, sacó su dedo de mi culo. Abrí mi boca para protestar, pero ya tenía ese mismo dedo lleno de lefa caliente dentro de ella. Me lo puso en la lengua, y su sabor sobrecargó mis sentidos. "Fresquita, recién ordeñada, como te gusta, maricón", dijo Héctor.

Sin tocarme, empecé a correrme. El primer chorro cayó en sus pies, y los siguientes en sus piernas. Sabía que tendría problemas con Julio, pero de todas maneras, romper las normas, lo prohibido, hizo que mi orgasmo fuera incluso mejor. En ese momento orgásmico loco, recordé una cita de un libro que había leído de niño: la manzana que mejor sabe es la que robas del árbol de tu vecino. Empecé a reírme cuando terminé de correrme, al darme cuenta de cómo mi mente podía desvariar en esos momentos. Y ahí fue cuando mi existencia empezó a complicarse.

No había oído la puerta abrirse, pero mientras estaba sentado allí, riéndome, tras haberme corrido en las piernas de Héctor, Julio había entrado. Intenté saltar fuera de la cama, intentando que Julio no viera que me había corrido, pero Héctor me agarró por la cintura y no me permitió moverme. No me resistí. Era un prisionero empalado.

La cara de Julio cambió de una confusión inicial a una expresión de comprensión, y entonces, lentamente, aquella jodida sonrisa empezó a formarse. Siempre me había parecido muy sexy, pero ahora – ahora que me había corrido sin su permiso, ahora que le había desobedecido – ahora esa sonrisa tenía algo siniestro. Sabía que me había metido en un lío.

"Bien, Héctor", dijo al entrar en escena. "Veo que has conocido a José. Hasta lo has probado. ¿Qué te parece? "

"La mejor follada desde hacía tiempo, Julio", dijo Héctor. "Un poco abierto a veces, pero tengo experiencia para solucionarlo, ¿verdad, zorra?" y volvió a meter su dedo a lo largo de su polla, rozando mi próstata y haciendo que me empalmara de nuevo.

"Sí", dije, "tienes buen tacto".

"Limpiaos", dijo Julio. "Porque Papá ha llegado a casa y tiene ganas de un servicio doble de culo esta noche"

Empecé a lamer mi corrida de los pies de Héctor. Sus pies tenían un olor característico, rico y masculino, parecido al de los sobacos. Lamí entre cada dedo, intentando encontrar hasta la última gota de mi semen. Mantuve su polla y su dedo dentro de mi culo todo el tiempo que pude.

"No pienses ni por un segundo, zorra", dijo Julio, "que no sé que te corriste. Pagarás por ello más tarde." Al pasar a mi lado, me dio un fuerte golpe en la nuca. Casi mordí la pierna de Héctor.

Para poder seguir limpiando el cuerpo de Héctor, tuve que sacarme su polla. La posición era casi un 69, y sentí las manos de Héctor abrir mi culo. Empezó a lamer mi agujero. Con sus labios parecía besar mi agujero, al tiempo que succionaba toda su lefa de mi culo. Su lengua y su boca en mi culo eran muy relajantes tras la dura follada que me había infligido. Le oí gemir, y su polla se puso dura de nuevo. Julio lo vio y le oí reír por lo bajo.

"Héctor fue el primer tío que conocí que comiera semen como la cosa más exquisita " dijo Julio. "Es una verdadera zorra del semen, nunca tiene bastante. Fue mi puta en el instituto, como lo eres tú ahora. Y hoy quise realizar un experimento. Quería ver cuál de los dos era más puta, el ser omega por excelencia." Estaba a mi lado, y me cogió del pelo, levantando mi cabeza en una postura muy incómoda, con semen goteando de mi nariz. "Y tú ganaste, maricón. Te dio por culo el tío al que yo me follé durante años. Eres lo más bajo entre lo bajo. El tío que abre sus piernas para otros pasivos. El ser más inferior de la especie humana. Me darías asco, si no la mamaras tan bien"

Me soltó y sus palabras calaron en mi mente. Héctor había servido a Julio durante años. Así es como Héctor sabía distinguir el sabor del semen de Julio. Y por eso Héctor lamía el culo tan bien. Y yo había sido sumiso incluso ante él. Mi lugar entre los hombres, mi rango, estaba quedando cada vez más y más claro. Otros tíos me usarían para su propio placer. Mis propios deseos eran irrelevantes.

Lamí los huevos de Héctor, limpiando los últimos restos de lefa. Héctor estaba usando sus dedos para sacar lo poco de su corrida que quedaba en mi culo, y se lo comía ansioso. "Bonito agujero", dijo otra vez. Besó mi culo, y me apartó de él.

Héctor se puso en pie y fue hacia donde estaba Julio, de pie, desnudo. Se plantó ante él, unos centímetros más bajo que Julio, y le mantuvo la mirada unos segundos. Julio levantó la mano lentamente y señaló el suelo. Héctor cayó de rodillas lentamente, hasta que la polla de Julio descansó sobre los labios de Héctor, mientras seguían mirándose. Cuidadosamente, Héctor besó la punta de la polla de Julio, que respondió soltando un chorro de pre-semen. Héctor sacó la lengua para recibir el chorro y tragarlo.

De repente, Héctor empujó a Julio sobre las camas y soltó un gruñido. Julio cayó de espaldas sobre la cama, y sobre mí. Agarró a Héctor por los sobacos, intentando inmovilizarle. Un combate de lucha libre se estaba celebrando sobre mí. Ambos chavales reían, gruñían, se agarraban, se insultaban, y hasta se hacían cosquillas. En mi vida había visto algo tan morboso, y tan de cerca.

Julio acabó tumbando a Héctor. Ambos jadeaban por el esfuerzo. Sus caras una cerca de la otra. "Tío, te he echado de menos ", dijo Héctor.

"Yo también, colega", dijo Julio, y empezaron a besarse. Ahora yo ya no estaba seguro de cuál escena, la de la pelea o la del beso, era la más morbosa de mi vida.

"Tu nuevo esclavo mola también", dijo Héctor. Julio me empujó acercándome a sus cuerpos aún más, y empecé a besarlos. Como me sucedía casi siempre con Julio, no quería que ese momento terminase jamás.

Ese fin de semana tragué más corridas de las que yo creía que era posible. Al final, tenía la polla al rojo de tanto correrme, la mandíbula a punto de desencajarse de mamar polla, y cada vez que me senté en un tiempo me acordaba de la cantidad de veces que tuve pollas o dedos dentro de mi culo, bombeándolo. Para detallar todo lo que pasó esos días necesitaría, no unos relatos, sino una novela entera de porno gay. Sólo os contaré algunos detalles de algunas de las experiencias que viví.

Yo en la cama, cabeza abajo, con el culo en el borde de la cama, y de rodillas en el suelo. Héctor sobre mí. Julio detrás con dos culos a su disposición. Se folló ambos, por tiempos, hasta que se corrió en las rajas de los dos. Héctor y yo hicimos un 69 para limpiarnos.

Yo tumbado de espaldas, y Julio dándome por culo. Héctor sentado en mi cara. El culo en el que Julio acababa de correrse tras una buena follada, en mi cara. Héctor empieza a mamarme la polla. Mi boca, polla y culo, ocupados. Claro, me corrí en su garganta en unos segundos. Julio se corre en mi culo, y Héctor también se lo traga, tras sacarlo de mi culo, y limpiar la polla de Julio.

Salimos los tres a cenar. Pero yo tuve que llevar clavado en el culo el dildo. Julio me ordena que me meta bajo la mesa y, tapado por el enorme mantel, empiece a currármelo. Se la mamé a ambos dos veces antes de irnos. En un momento dado, un amigo de Julio vino a la mesa. Julio le invitó a sentarse y disfrutar de una sorpresa. Yo bajé la cremallera de aquel desconocido y se la mamé. No pedí nada de cenar. Con cinco corridas en mi estómago estaba más satisfecho que tras comer en el mejor restaurante.

De vuelta de la cena, Julio y Héctor querían más mamadas. Pararon el ascensor y allí lo hice. Unas gotas de la tremenda corrida de Julio cayeron sobre mi camisa y mi mejilla. Julio, evidentemente, no me permitía limpiármelo. Y los que entraron en el ascensor fueron los tenistas del otro día. Volvieron a reírse de mí, mientras Julio observaba la escena, y Héctor detrás de mí, me presionaba el dildo, a través de la tela de mis pantalones, haciendo evidente mi erección. Julio entabló conversación con ellos, y tomó sus números y nombres, para quedar algún día.

Más tarde esa noche, un concurso de probar culos. Julio me vendó los ojos, y con Héctor se turnó en sentarse en mi cara, teniendo yo que adivinar cuál era el de quién. Los sabores eran tan parecidos que lo pasé mal para distinguirlos. Cuando tardaba en acertar, y aprovechando mi boca abierta, ambos se meaban en mi boca y se tiraban pedos en mi cara, como "castigo". Se reían a carcajadas cuando yo tosía ante los inesperados regalos.

Julio tumbado en la cama, haciéndeme que me sentara en su polla. Luego una mano me empujaba hacia delante. Y lo siguiente el calor de la polla de Héctor en la entrada de mi agujero. Mi culo ya lubricado con la lefa de Julio de folladas previas, se abría dolorosamente permitiendo una doble follada. Al principio casi no resistí el dolor tan intenso. Pero tras correrse ambos, les supliqué que no sacaran sus pollas de mi culo. Pero Héctor sacó su polla y comenzó a comer la lefa de los dos de mi culo, mientras Julio seguía follándome lentamente. A Julio le encantó sentir la lengua de Héctor en su polla mientras seguía bombeando mi culo. Tras un rato, Julio sacó su polla, y permitió que Héctor se la limpiase, y hurgara en mi agujero en busca del premio de su lefa.

Durante un partido de fútbol. Julio había prometido a Oscar que iría a verle jugar, si Oscar acudía a un combate de lucha libre. Julio, Héctor y yo encontramos un lugar debajo de las gradas, donde Julio empezó a follarme. Héctor quería ser follado, y puso su culo contra mi polla. Fue el primer chico al que me follé. Incluso aunque mi polla estaba en su culo, siguió diciéndome que yo era una puta chupapollas, y que lo hacíamos porque él quería, aunque todos sabíamos quién tenía el control. Estar en medio de aquel bocadillo era superior a mí. Me corrí en seguida, pero mi polla seguía dura al tener mi culo lleno de la polla de Julio, así que seguí metiendo mi polla y sacándola del culo de Héctor. Cuando el público rugió por el gol de Oscar que dio la victoria a su equipo, todos nos corrimos. Héctor yo nos encargamos de limpiar con nuestras lenguas hasta la última gota de semen de nuestros culos. Rápidamente nos subimos los pantalones, y volvimos a nuestros asientos, a asistir al pitido final del árbitro.

Nuestra última noche juntos, compartimos las camas, unidas. Nos besamos, abrazamos, follamos, nuestros cuerpos enredados, sudorosos, cubiertos de semen… hasta caer rendidos, dormidos. Surgió un lazo extraño, más allá del sexo. Algo tan extraño, tan difícil de explicar que no aspiro a que lo entendáis.

Durante el fin de semana, también pude escuchar la historia de cómo se conocieron Héctor y Julio. Vivían en el mismo barrio pero iban a cursos distintos en el colegio, con un año de diferencia. Solían practicar lucha libre juntos, y disfrutaban de la piscina de la casa de Julio. Héctor admitió que sentía erecciones al luchar con Julio, pero éste nunca se dio cuenta.

Las cosas cambiaron en el instituto. Julio ya estaba en su segundo curso cuando Héctor entró. Y Julio se jugó su reputación en el equipo de lucha libre al insistir en que aceptaran a Héctor en él. En un campeonato estatal, Héctor perdió uno de sus combates, el que costó al instituto el título. La reputación de Julio se resintió.

Tras el combate, una vez que el entrenador se había ido, todo el equipo fue a ver el combate entre Julio y Héctor, en el gimnasio. En un momento de la lucha, Héctor rasgó el pantalón de Julio, dejando a éste solo con su ropa interior. Julio ni se inmutó, y logró inmovilizar con una hábil llave a Héctor. Éste quedó con su espalda en el suelo, y su cara entre los muslos de Julio. La ira de Julio por la derrota de Héctor llegó a su máximo esplendor, y la testosterona tomó las riendas de la situación. Haberle derrotado en el gimnasio no era bastante. Delante de todo el equipo, Julio le gritó: "Chupa mi culo, jodido perdedor. Me debes eso".

Algunos le pidieron a Julio que se calmase, que no pasaba nada porque Héctor hubiese perdido un combate. Julio podría haber parado en ese momento, pero notó que la polla de Héctor estaba empezando a ponerse dura bajo su pantalón. Y gritó más fuerte: "he dicho que ME CHUPES EL CULO, MARICÓN, PERDEDOR". Y añadió: "Si quieres perder combates, chupa mi culo y el de cualquiera que le apetezca de todos estos".

Héctor me confesó que siempre se había sentido atraído por la masculinidad y fuerza de Julio, su orgullo y el control de sí mismo. Se había pajeado muchas veces pensando en mamar la polla de Julio antes del combate, pero no se había planteado la guarrada de lamerle el culo. Pero en el momento en que Julio le ordenó que lo hiciera, supo que no había nada en el mundo que quisiera más que comer el culo de aquel chaval, casi un dios. En frente de todo el equipo, sacó su lengua y lamió el culo de Julio. Muchos compañeros del equipo tuvieron erecciones bajo sus pantalones al ver cómo Julio dominaba a Héctor.

Cuando llegaron a casa, Julio le espetó a Héctor: "Vi cómo te empalmabas, zorra. Creo que tengo lo que quieres", dijo Julio, agarrándose la polla. Héctor cayó de rodillas y empezó a adorar aquella polla.

Aquello fue el principio del sexo. Julio entrenó a Héctor mucho antes que a mí. Julio acostumbró a Héctor al sabor de su culo y de su semen, de tal forma que Héctor le suplicaba que le dejara mamarle la polla o comerle el culo. Muchas veces, Héctor se la mamaba antes y después de los entrenamientos, en los vestuarios.

El equipo de lucha libre creó una nueva tradición: si alguien perdía un combate, era obligado a lamerle el culo al capitán del equipo y a todos aquellos que habían ganado sus combates. Héctor se convirtió en un experto en calcular qué combates podía dejarse ganar, sin perjudicar al equipo.

Más que el sexo, fue su amistad lo que les mantuvo unidos. Siempre estaban juntos, en las casas de sus respectivos padres, o de marcha, hasta que Julio tuvo que irse a la Universidad. A menudo les confundían como primos, y estaban más unidos que muchos hermanos de sangre. A veces quedaban con tías, en citas dobles, para estar juntos incluso en esos momentos. Mientras Julio se follaba a su novia en el asiento de delante, y la llamaba puta, Héctor sentía celos. Ya por la noche, Julio dejaba que Héctor se la mamara, con el sabor del coño de su novia aún en la polla.

Cuando Julio se fue a la Universidad, le dijo a Héctor que tendría que buscar a un nuevo chupapollas. Nacho le habló a Julio sobre mí. Héctor también encontró a alguien para reemplazar a Julio. Un novato del equipo perdió un partido y tuvo que lamer el culo del nuevo capitán: Héctor. Y la historia se repitió, y Héctor tenía su propio chupapollas. Me pregunté si ese chaval sería capaz de dominarme. ¿Un adolescente dominando a un universitario? Creo que sí

Demasiado pronto, el fin de semana terminó. Héctor tenía que volver a casa, y Julio y yo teníamos clase por la mañana. Deseábamos que Héctor estuviera convencido para elegir nuestra universidad el año siguiente. Yo me moría de ganas de que llegara ese año. Pero antes, tendría que sobrevivir a la ira de Julio por haberle desobedecido, corriéndome sin su permiso.