Julio 4

Placer y sumisión de un esclavo

Me desperté con olor a culo. Julio y yo nos habíamos movido durante la noche, y mi nariz había encontrado una postura cómoda alojada en el culo de Julio. Un despertador sonaba en algún sitio. No me importaba. No quería moverme. Nunca.

Julio se removió, aún dormido, encogiendo su pierna, y dándome mejor acceso a su agujero. Saqué mi lengua, y delicadamente empecé a lamerlo. Aprovechando que Julio aún dormía, me tomé mi tiempo para recorrer con mis manos su espalda, sus hombros, sus piernas… adoré aquel cuerpo divino que antes sólo adoraba con la vista. Mis manos ardían sobre su piel, y cuando llegué a sus caderas, empujé para acercar su culo a mi cara.

Julio bostezó y empezó a despertar. Rodó sobre sí mismo, y atrapó mi cuerpo bajo el suyo, pero me las arreglé para mantener mi nariz en su agujero. Su peso me aplastaba. Se estiró y pude ver el milagro de cómo sus músculos se tensaban y se relajaban lentamente. Sus pelotas recayeron sobre mi nariz, y decidí lamerlas un rato.

Sentí su cuerpo tensarse justo antes de que se tirara un pedo. El olor me llegó al momento, y Julio empezó a carcajearse.

"Buenos días", me dijo, aún riéndose. "mejor que una taza de café para despertarte, ¿eh?"

"Muy gracioso ", dije con la boca repleta con uno de sus huevos. Un pedo en la cara era un pequeño precio a pagar por llegar a lamerle las pelotas y tragar su semen. Incluso hasta me di cuenta de que me gustaba.

Estiré mis brazos alrededor de su cuerpo y le di un abrazo. Su cuerpo presionó el mío, y tuve que esforzarme para poder respirar. Me encantaba sentirle tan cerca.

"Hora de la limpieza ", dijo. "Y lo vas a hacer tú" ¿Ducharme con él? Me encantaría, pero las duchas eran comunitarias, y no pensaba que Julio quisiera que su reputación se viera afectada.

"Dame un baño con tu lengua, zorra", me ordenó. "tuve una noche dura, y tú vas a recorrer con tu lengua el cuerpo de tu dueño".

Si Julio pensaba que eso iba a ser una tortura para mí, estaba completamente equivocado. Empecé con sus huevos, bajé por una pierna. Cuando lamí los dedos de sus pies, le oí reírse por lo bajo. Tenía cosquillas. Subí por su pantorrilla. Llegué a su entrepierna y besé su polla, y empecé a bajar por su otra pierna. Tenía cosquillas también por la parte trasera de sus rodillas. Más risillas. Y de repente, un golpe en la nuca. "Suficiente". Seguí bajando por su pierna, estimulado por el cachete.

En su entrepierna, limpié sus pelotas, debajo del saco, y saboreé su culo. Subí besando el "cinturón de Apolo" – esa línea excitante que separa la pierna del torso de los tíos como Julio que se curran el cuerpo en el gimnasio. Subí lamiendo y besando sus costados, provocándole nuevas cosquillas. Me centré en su ombligo, hundiendo mi lengua en él, besándolo y lamiéndolo, hasta que Julio empezó de nuevo a reír. Su ombligo estaba en el centro de su estómago plano, y pude sentir sus abdominales de piedra por mi cara. Subí con mi lengua ya exhausta hasta sus pezones. Los lamí y mordí con delicadeza, haciendo que Julio se retorciera gimiendo. Podía percibir el aroma de sus sobacos, llamándome.

Como todo lo demás en su cuerpo, eran perfectos. Con una leve mata de pelo, entre su poderoso pecho, y sus hercúleos brazos. Levantó sus brazos, mostrando sus bíceps y tríceps, y permitiéndome aspirar mejor su esencia varonil. Aparte del culo, los sobacos son mi sitio favorito para meter mi nariz. Julio no usaba desodorante, y la noche anterior debió hacer bastante ejercicio. Lamí su sudor. Pero aún después de terminar, él seguía oliendo a hombre.

Se dio la vuelta, y seguí trabajando sus hombros, su espalda y su columna vertebral a lo largo de su musculosa espalda. Le di un masaje con las manos y la lengua. Su culo tenía un sabor incluso mejor de lo normal, después de haberle lamido entero.

Subí por su cuerpo para terminar mi labor. Limpié y besé su cuello y orejas. Gimió al meter mi lengua en su oreja. Finalicé con su cara, lamiendo sus mejillas, nariz y ojos cerrados.

Hubo un momento incómodo al darme cuenta del único trozo de su piel que quedaba por limpiar. ¿Querría que le besara en los labios? Dudé un momento, y pensé… "Qué cojones… ¿por qué no?" Me incliné lentamente para besarle, cuando una mano me agarró por el pelo, y tiró de mi cabeza con fuerza hacia atrás.

"¡PUTA!" gritó. "Dejemos esto muy claro desde ya. Te dejo darme placer. A veces te dejo que te corras. Y eso es sólo porque me gusta cuidar mis propiedades. Pero tú y yo no somos novios. Nada de enamorarse o mariconadas de esas, ¿entendido?".

Asentí con mi cabeza. De repente me agarró la cabeza y me besó, metiéndome su lengua hasta la garganta. Y al separarme, tirando del pelo, me estampó una bofetada. La mezcla de placer y dolor me dejó anonadado, y aunque parezca imposible, aún más excitado.

Al momento, Julio estaba de pie. "Mierda, voy a llegar tarde…"

"Pero tu horario dice que no tienes clase hasta las 11" dije. Eran poco más de las 8.

"Tengo algunos asuntos de los que encargarme" me dijo. "Lo entenderás pronto. Enciende ya tu móvil, y estate preparado a todas horas. Nada de correrte. Hoy es un gran día para nosotros dos". Tenía su típica y excitante sonrisa maliciosa en la cara cuando cerró la puerta.

Mi polla estaba terriblemente dura tras esa manera de despertar, y me preguntaba qué me esperaba hoy. Mi imaginación saltaba de una a otra posibilidad de cosas que Julio podría hacerme. Estuve pendiente del móvil a cada segundo, consciente de su importancia y urgencia.

La lección de biología versó sobre las feromonas, esencias que los machos dispersan para atraer a sus parejas. Unos olores genéticamente diseñados para atraer a otros seres. Me pregunté si el culo de Julio las tendría.

A la mitad de la lección, recibí una llamada perdida de Julio. Sentí la vibración en mis pantalones, y mi polla se puso dura al instante. Cogí mis libros y salí del aula rápidamente. Puse la mochila delante de mí para ocultar mi obvia erección.

Las tres de la tarde. A esa hora Julio debería estar a la mitad de sus ejercicios de lucha libre en el antiguo gimnasio. Mi corazón de desbocaba sólo de pensar en las implicaciones de aquello. Julio quería que fuera al gimnasio, probablemente para ser usado por su polla. La privacidad de la habitación era una cosa, pero el gimnasio

Crucé las enormes puertas del gimnasio, y me sentí como un enano al entrar y comprobar sus dimensiones. Las gradas estaban vacías, y el suelo estaba en buena parte cubierto de colchonetas de lucha. Otra parte estaba siendo usada por unos chicos jugando al baloncesto. Los sonidos de chavales corriendo, haciendo ejercicio, esforzándose, me abrumaron.

Intenté no mirar demasiado fijamente a los luchadores, pero tenía que encontrar a Julio. Pasé al lado de varias parejas de luchadores en pleno ejercicio. Casi al final, había una pareja sobre una colchoneta, uno a cuatro patas, y el otro sujetándole la cabeza entre sus piernas. Una llave extremadamente excitante. Uno parecía Julio, y me acerqué. Pero, de repente, el otro dijo "¿otra vez tú, zorra?". Era Nacho.

"¡Nacho!" dije sorprendido. "No sabía que estarías aquí"

"¿Has venido a echar otro vistazo a mi culo, maricón?" El otro chico se levantó y comprobé que no era Julio. Me puse colorado.

"No sé de qué estás…" empecé a decir.

"No intentes negarlo, puta. Llevas escrito en la cara tu ansia de polla".

"¿Está Julio por aquí?" pregunté, tratando de cambiar a un tema menos embarazoso.

"Está en el vestuario, al fondo. Se le rompió no se qué del pantalón, o algo así. ¿Vienes a hacer que se sienta mejor, mamón?"

"No sé", respondí. "Simplemente me citó aquí" Nacho se rió mientras se iba, una risa que parecía implicar que él sabía de qué iba todo aquello.

El olor del vestuario era como el de cien culos, como el de Julio, puestos en una habitación caliente sin aire circulando durante una semana. Había olido otros vestuarios antes, pero aquél tenía una intensidad especial. Empecé a sudar tan pronto como entré, y mi polla me apretaba en los pantalones.

A juzgar por el sonido, el vestuario estaba vacío. Paseé por cada uno de las cabinas, y no vi a nadie. Un calzón usado sobre un banco, una toalla húmeda en otro.

Al final del largo pasillo había una habitación, oscura excepto por la luz que entraba del propio vestuario. "Hola, ¿hay alguien ahí?". Nada. Me acerqué unos pasos. Era el único sitio que quedaba en el que podía estar Julio. "¿Hola?"

Ahora podía ver algo más del interior de la habitación. Había un cubo, que había sido golpeado, y estaba caído, derramando su contenido – ropa de lavandería, parecía – formando una pila en el suelo. Aquel era el epicentro de todo el olor a sudor masculino que impregnaba el ambiente del vestuario.

Tanteé con mi mano en busca del interruptor de la luz. Y entonces me encontré volando, y todo me dio vueltas.

Una mano muy fuerte agarró mi muñeca, y me la atrapó a mi espalda, en una llave ejecutada a toda velocidad. No sabía quién me había atrapado, pero me empujó y me hizo trastabillar, a la vez. Mi cara y mi cuerpo cayeron sobre la pila de calzones, calcetines y demás ropa sudada.

"Bienvenido al vestuario, mamón", dijo la voz familiar de Julio. Mi polla pugnaba por salirse de mis vaqueros. "Vas a pasar mucho tiempo aquí"

Cuando pude tomar conciencia de mi postura sobre aquella pila de ropa interior, noté que una de mis manos se había apoyado sobre algo húmedo, y pegajoso. Cuando me lo acerqué a la cara pude comprobar que era semen. Y mi cara había caído sobre unos calzones bastante usados. Podía oler a hombre por todos lados.

Sentí un azote en mi culo, y grité. "no intentes levantarte, zorra. Vamos a divertirnos aquí mismo". Cerró la puerta y encendió una tenue luz.

"Tus responsabilidades aumentan. He estado probándote, asegurándome que te atienes a mis órdenes. Quería saber si te tomas la responsabilidad de mi polla en serio. Y lo has hecho bien". Empezó a azotar mi culo, mientras hablaba, acompañando cada palabra con un golpe. Con su otra mano, empezó a rodar sus dedos de arriba debajo de la raja de mi culo, haciéndome tiritar de placer.

"Necesitaba probarte ", continuó, "porque he descubierto que una vez que mi dominación es completa - una vez que he dado de probar mi polla a una zorra hambrienta por su culo – esa zorra nunca para de ansiar volver a tenerla dentro de nuevo. Tenía que probar si has llegado a ese punto. "Empujé mi culo hacia atrás para encontrar sus dedos. Quería a ese tío dentro de mí, más de lo que había querido nada nunca, más que un niño los regalos de reyes. Incluso más que tragar su lefa o comer su culo. Julio se había metido en mi cabeza, y necesitaba complacerle ahora. Necesitaba que Julio me follara ahora mismo. Ya.

"¿Alguna vez te han dado por culo?" preguntó Julio.

"No", respondí con sinceridad.

"¿Estás preparado?", me preguntó.

"Dios, sí, lo estoy", repliqué. Un fuerte azote estalló en mi culo.

"Si realmente estás preparado, lo suplicarás", dijo Julio.

"Por favor, Julio", supliqué " necesito tu polla en mi culo, ahora mismo. Quiero satisfacerte y cuidar de tu polla, lograr que te corras y hacerte feliz. Por favor, Julio. Por favor, fóllame"

"Bueno, ya que lo pides tan educadamente…" dijo Julio, azotando de nuevo mi culo. Alzó mis caderas, exponiendo mi agujero. Escupió dentro de él, y lo esparció con sus dedos.

"¿Sabes porqué te traje aquí para desvirgar tu culo? " me preguntó, y yo negué entre gemidos de placer al sentir sus dedos presionando mi agujero.

"Te traje porque es un sitio sagrado, donde los hombres se entrenan para ser hombres. Los maricones como tú quizás no pasasteis suficiente tiempo en un vestuario, o quizás eras de esas nenas que se escondían en un rincón a ver a tíos de verdad como yo cambiarse, para pajearos después recordándolo. Pero aquí todos somos hombres. Nos preparamos aquí para el deporte y el resto de cosas que nos hacen hombres. Es en sitios como este donde los hombres y los gusanos como tú aprendemos nuestros respectivos roles, en lo que somos buenos. Y aquí es donde te voy a enseñar lo que un hombre hace con una puta como tú."

Su dedo penetró en mi culo justo cuando dijo "puta ", y yo solté un grito de sorpresa y placer. Su dedo lo sentía enorme en mi culo virgen, y me sorprendí a mi mismo empujando hacia atrás para que me entrara entero.

"Tu culo es estrecho, pero se muere de hambre de mí, zorra " Escupió justo en mi agujero, lubricando su dedo. "Tu culo va admitiendo lo que yo ya sabía desde que te encontré. Eres infeliz, insatisfecho si mi polla no está dentro de ti. ¿No es así maricón?"

"Sí, es verdad, Julio " contesté entre gemidos de placer. Su dedo había encontrado el punto dentro de mi culo que me provocaba soltar tanto pre-semen como si me estuviera corriendo. "Si tu polla no está dentro de mí, sólo pienso en el siguiente momento en que lo estará. Adoro tu polla. Necesito tu polla. Necesito que me folles, Julio, por favor, te lo suplico". Gemí mientras un segundo dedo invadía mi agujero.

"Tendrás que estar callado, zorra", dijo Julio. "No quiero que mis compañeros descubran a mi puta todavía." Metió la mano en lo más profundo de la pila de ropa sucia y cogió dos calzones. Alguna vez habían sido blancos. Ahora estaban completamente llenos de manchas de orina y semen, y dios sabe que más

"Abre", ordenó Julio frotándolos contra mi cara. Abrí la boca. Aún con los dos dedos en mi culo, Julio logró meterme los dos calzones sucios bien dentro de mi boca, ahogándome. Gemí más aún, pero el sonido quedó apagado en mi garganta.

Julio sacó durante un breve momento sus dedos de mi culo. Me sentí vacío. Acercó su cara a mi culo, y escupió justo en el centro de mi agujero, que reaccionó cerrándose.

"Me gusta más si estás lubricado, pero yo no chupo culos como tú, mamón " Esta vez fue su pulgar el que entró en mi culo. Gemí de nuevo, con los calzones ya húmedos en mi boca, provocando que su sabor a culo, semen y sudor inundara mi boca.

Sacó su dedo hasta que sólo la punta estaba dentro de mi culo. Sus dedos eran largos y fuertes, pero su pulgar era grueso, llenando mi culo y abriéndolo. "Presiona hacia atrás, clávate mi pulgar. Enséñame lo hambriento de mi polla que está tu culo", ordenó Julio.

Inmediatamente, empujé hacia atrás, y su pulgar entró entero, llenando mi culo. Me moví hacia delante y hacia atrás, sintiendo como aquel dedo rozaba mi próstata. Puso los demás dedos por debajo, de tal forma que mis huevos los tocaban cuando empujaba hacia atrás.

"Eso es, zorra, prepárate bien, porque lo siguiente en entrar en tu culo no será tan pequeño como un dedo". Gemí con la boca llena, imaginando cómo sería tener su polla bombeando mi culo, infinitamente más grande que sus dedos.

"Estoy a punto de cambiar tu vida para siempre." Dijo Julio, y en ese momento la cabeza de su polla penetró en mi culo de golpe. Intenté gritar, y empecé a retorcerme, intentando escapar, pero Julio ya lo había previsto. Una mano me sujetaba por el pelo, tirando fuerte cuando intenté moverme. La otra mano agarraba mi cadera, evitando cualquier movimiento involuntario de mi culo, alejándose de su polla.

Tenía la polla de Julio dentro de mi culo. Estaba permitiendo a Julio hacer el acto más humillante que un hombre puede hacer a otro: poner su polla en el culo de otro. Ningún hombre de verdad permitiría que se lo hicieran. Y allí estaba yo, no sólo permitiéndolo, sino pidiéndolo, suplicándolo. Entendí en ese momento, completamente, lo que yo era. Adoré a Julio por enseñármelo.

"Por lo que me cuentan los maricones, poco a poco va a mejor ", dijo Julio. "Relaja tu culo, si puedes. No luches. Ambos sabemos que lo deseas. Relájate y tu culo se relajará y aceptará mi polla dentro. Y en un minuto estarás rogándome que no la saque nunca". Mi culo se fue relajando, y la tensión inicial fue siendo reemplazada por calor y un sentimiento de plenitud. Su carne estaba dentro de mí.

"Me gusta estrenar los culos de mis putas en esta postura, de rodillas, con sus orgullosos culos bien levantados, ofrecidos. Les recuerda lo que son: zorras, perras, chupapollas". Escupió de nuevo, y acertó justo donde su polla entraba en mi culo. Empujó más adentro, lenta pero continuadamente, aumentando la sensación de plenitud en mi interior. Sentí cuando su polla caliente pasó más allá de mi próstata, y en ese momento gemí y casi me corro. Pero me contuve, consciente de que debía esperar al permiso de Julio.

"Ocho centímetros más" dijo. Mi culo aún estaba tenso, intentando adaptarse a la parte más gruesa de su polla. El dolor mientras me abría el culo era compensado por el placer al rozar mi próstata.

"Te toca currártelo, gusano", dijo. "Ya he hecho yo demasiado. Demuéstrame que quieres toda mi polla dentro de tu culo". No estaba seguro de poder metérmela más adentro, pero el deseo de complacerle superó mi miedo. Empujé mi culo contra su polla durísima, empalándome en aquel hermoso trozo de carne que me estaba matando. Sólo paré cuando noté en mi culo su vello púbico, y sus huevos golpeando los míos. Julio gimió cuando llegó a lo más profundo de mi culo. Mi culo estaba lleno… lleno de Julio.

"Es una pena que nadie haya usado este culo antes. Es tan caliente y estrecho, que todo tío de verdad debería follárselo". Mi polla, que había crecido y menguado por momentos, dependiendo de la intensidad del dolor, saltó al oír como Julio decía lo bueno que era mi culo, mientras me follaba.

Julio me hizo levantar la cabeza, quedando a cuatro patas sobre la pila de ropa interior usada. Sentía su respiración en mi oído, cuando habló.

"Ya me perteneces, eres mi zorra. He proclamado tu culo como de mi propiedad. Soy el primero, y siempre recordarás este momento cuando robé tu masculinidad para mí. Asiente con la cabeza si necesitas que te folle ahora." No hubo duda. Asentí.

Lentamente sacó su polla, disfrutando del roce de su polla en mi agujero. Mis entrañas parecían querer llenar el vacío que dejaba aquella monstruosa polla, cuando de repente, volvió a empujar hacia mi interior. Mientras me follaba con lentas y largas embestidas, continuó tirando de mi pelo, haciéndome arquear mi cuello y espalda. Su boca se acercó a mi cuello y comenzó a morderlo. Por la mañana estaría lleno de marcas, que mostraría orgulloso.

Mientras me follaba, murmuraba, más para él que para mí, cosas como " qué culo tan estrecho" o "perfecto para mi polla". Estaba casi en trance, mientras me follaba y me mordía el cuello, mientras con la otra mano dirigía mi cadera hacia su polla. El dolor en mi culo había desaparecido, y sólo quedaba el placer de su polla bombeando mi próstata. El sabor de los calzones en mi boca cada vez era más fuerte, al humedecerse con mi saliva.

"No debo ser el único que se esfuerce aquí, puta. Fóllate tú mismo con mi polla". Sólo tenía dentro de mi culo la cabeza de su polla. Mientras él me había follado lentamente, yo empecé a moverme con un ritmo trepidante. Julio dejó escapar un gemido de satisfacción.

"Me gusta, zorra, estas currándote duro el premio de mi corrida. No puedo creer que te hayas humillado tanto como para follarte tu propio culo con la polla de un tío. Eres lo más bajo de la sociedad. Un ser omega como nunca vi uno antes". Azotó mi culo, mostrando con sus manos mi lugar, como ya había demostrado con sus palabras.

"Para", ordenó. Obedecí, pero no lo bastante rápido. Su polla casi se sale de mi culo. Me agarró fuerte de las caderas y volvió a clavármela hasta el fondo.

"Ponte boca arriba, pero sin que se salga mi polla de tu culo de puta"

Lo intenté de varias formas, enredándome con sus piernas, y sin llegar a conseguirlo. Julio por fin, levantó una de mis piernas y me giró alrededor de su polla, con mis piernas en el aire. "no mandes a un mierda a hacer el trabajo de un hombre", murmuró.

"Quiero ver tus ojos cuando me corra dentro de ti, cuando deje mi semilla en tu agujero más íntimo " empezó a bombear mi culo de nuevo, más rápido que antes. Increíblemente, su polla creció aún más dentro de mi culo.

"Voy a quitarte la mordaza ahora, pero como hagas un solo jodido ruido, sacaré mi polla y no volverás a verme, ¿entendido?" asentí, mientras sacaba los húmedos calzones de mi boca. Un fuerte regusto se mantenía en mi boca.

"Dime porqué te gusta tanto que te folle, quiero oírte explicármelo"

"Me gusta complacerte, y creo poder decir que follar mi culo te complace. He intentado meterme hasta el fondo tu polla para darte placer, Julio. Siempre tuviste razón respecto a mí: me has convertido en tu gusano maricón, y nunca será lo mismo sin tu polla"

Su velocidad de bombeo aumentó. "Has dicho toda la verdad, y eso es en parte por lo que te quiero a mi servicio", dijo con una sonrisa malévola.

De repente, vi cómo acercaba su cara a la mía. Podría decirse que me besaba, pero más bien juntó sus labios con los míos, y su lengua entró hasta mi garganta. No era un beso… estaba follando mi garganta mientras su polla taladraba mi culo. Dominación completa. Gemí en su boca, me correría sin poder evitarlo si seguía follándome por dos sitios a la vez. Él respiró hondo, robándome todo el aire de mis pulmones. Gemí sintiendo su lengua llenando mi boca. Él tenía que saber que estaba a punto de correrme. ¿Me estaba permitido? Él seguía bombeando mi culo cada vez más deprisa. También tenía que estar cerca.

Cuando su mano agarró mi polla, me corrí. No la movió, simplemente la cogió en su puño, firmemente, y eso fue demasiado. Ningún orgasmo anterior podía compararse a aquel. Mi cuerpo se agitó, mi culo se cerró en torno a la polla de Julio, mi leche salió a chorros de mi polla, y mis ojos se clavaron en los de Julio, en su penetrante mirada. Yo gritaba dentro de su boca, chupando su lengua, finalmente sabiendo a quién pertenecía, y cuánto necesitaba ser usado por aquel hombre. En el clímax de mi orgasmo, sentí algo que redobló mi placer: Julio se estaba corriendo dentro de mí.

Sus embestidas en lo más profundo de mi culo se volvieron más rápidas, y pude sentir los chorros de su corrida golpeando mis entrañas. Sus poderosos empujones me aplastaron de nuevo contra la pila de ropa sobre la que me estaba follando. Su mano agarrando mi polla aumentó la presión, enviándome más olas de placer, mientras su otra mano atrajo mi cara hacia la suya. Gimió en un grito dentro de mi boca. Nuestros orgasmos fueron casi simultáneos. Sus ojos en ningún momento se cerraron, sino que estaban clavados en los míos, con un brillo de placer que compensó la humillación y dolor que había sufrido en sus manos.

Despegó sus labios de los míos, me miró y dejó caer su saliva en mi boca… si hubiera sido posible, me hubiera corrido de nuevo. El silencio sólo quedaba roto por los latidos de nuestros corazones. El mundo parecía haberse parado.

"Así es como se folla, mi putita", dijo, sonriendo y dejando caer todo el peso de su sudoroso cuerpo sobre mí.

"Es mucho mejor cuando el mamón se corre justo antes que yo. Sentir cómo se cierra el agujero de su culo, hace que mi orgasmo sea más intenso " La única razón por la que me había hecho correrme era para tener un orgasmo mejor. Estaba feliz, de saber que mi cuerpo le había servido para sentir placer.

Tras recuperar el aliento, me puso en pie, pero manteniendo su polla dentro de mi culo. "¿Preparado?" preguntó, y un segundo después sacó su polla de mi culo. Ya la echaba de menos.

Puso una mano justo debajo de donde me había penetrado, y tomó unas gotas de lefa que habían goteado de su polla. Juntó sus manos y las puso como un recipiente bajo mi culo.

"Devuélvelo", dijo. Gimoteé levemente – ¡no quería devolverlo! – y me azotó el culo. "Ahora", me ordenó.

Abrí mi culo y un poco de su corrida resbaló hasta sus manos. Hice el esfuerzo un par de veces, hasta que me vacié. Con la punta de sus dedos, sacó las últimas gotas de mi culo, haciendo que mi cuerpo entero temblara con el contacto.

Bajo sus manos a mi cara, y dijo: "Te lo has ganado, abre la boca".

Obedecí para recibir un regalo inesperado, su corrida, sacada de mi culo tras haberme follado. Cuando la primera gota cayó en mi lengua, casi me corro de nuevo. Tenía su sabor, pero mezclado con el de mi culo.

"A mi gatito le gusta la leche", dijo con cara de niño bueno. Tenía la mitad de su mano en mi boca, chupando sus dedos llenos de lefa. De repente, los sacó de mi boca, bruscamente.

"Casi lo olvido… mi zorrita tiene su comedero favorito." Se dio la vuelta y se tumbó sobre su estómago. Con su mano aún con abundante semen, lo untó en su culo. Tenía una mente realmente retorcida. Me sentí afortunado de ser su compañero de habitación.

"Lámelo, puta". Caí de rodillas y separé sus nalgas, saboreando el olor y la visión de aquel culo húmedo de su corrida. El olor de su corrida en mi culo y el de su propio culo sudoroso, me volvía loco. Sin tocarme, y cinco minutos después de la vez anterior, volví a correrme.

"¡Córrete sobre la raja de mi culo, gilipollas!" ordenó Julio. Mi segunda descarga cumplió sus órdenes. Yo aún tenía la cara pegajosa con su corrida. Cuando terminé, seguí lamiendo, como un gato ante su plato de leche. Julio tenía razón, me había cambiado para siempre.

Cuando terminé de tragar toda nuestra corrida, nos vestimos. "Menos mal que fingí el problema con el pantalón para salir del entrenamiento antes" dijo. Le agradecí la sesión de esa tarde. "vendrá mucho más aún, mi pequeño", me contestó. Salimos del vestuario, y giramos hacia la oficina del entrenador, un tipo enorme, sentado tras su mesa.

"Aquí está el tío del que te hablé, entrenador", dijo Julio. "Se muere de ganas de ser el encargado de nuestra equipación, acabo de enseñarle hasta el último rincón de los vestuarios"

Me sonrojé, sonreí y estreché la mano del entrenador, y antes de saber qué estaba pasando, fui designado el encargado de conservar y limpiar toda la ropa usada por el equipo de lucha libre.