Julio 2

Placer y sumisión de un esclavo

Julio dejó sus cosas en el suelo y entró en la habitación por primera vez. Su ajustada camiseta sin mangas permitía adivinar sus fuertes músculos pectorales y abdominales. Su pantalón corto de fútbol ofrecía un prometedor bulto y terminaba en unas piernas morenas con algo de vello, propio de sus 19 años. Me pregunté si algún día tendría la suerte de ver lo que ocultaban sus ropas.

Hicimos las presentaciones de rigor y Julio fue exquisitamente educado. Me preguntó qué me había pasado con Nacho (" diferencias personales", le contesté) y me explicó que en el Departamento de alojamientos habían traspapelado su solicitud, por lo que había estado viviendo en un hotel hasta que la habitación quedó libre. Hablamos más en esos cinco minutos que lo que habíamos hablado Nacho y yo en un mes; era un buen cambio tener un compañero que me gustaba.

Se hizo tarde y Julio dijo: "vamos a comer". Como llegué a aprender, la forma de expresarse de Julio decía mucho sobre su personalidad. Nunca era "¿te apetece que vayamos a comer?" o "¿podrías pasarme la sal, por favor?". Julio siempre sabía lo que quería, y lo exigía. En la cena, cuando me levanté, él dijo " tráeme zumo de naranja", y me dio su vaso. Por supuesto se lo llevé (con mi polla medio tiesa, sólo de poder servirle). Desde el principio, ambos sabíamos quién era el "macho alfa".

Cuando volvimos a la habitación, Julio colocó sus cosas mientras yo hacía mis deberes. Yo tenía un espejo frente a mi mesa, y un par de veces pude verle agacharse para colocar cosas. El culo que se le marcaba parecía esculpido, compitiendo con el del David de Miguel Ángel. Era perfecto, como todo lo que había visto por ahora de Julio. La última vez que eché un vistazo por el espejo, Julio se estaba cambiando y pude ver su culo a través de la blanca tela de sus calzones. Me miró por encima del hombro, clavándome sus ojos negros, y me puse colorado. Quizás me pilló mirándole.

Cuando la noche empezaba a caer, Julio terminó de hacer su cama y se dejó caer en ella, llevando puestos sólo sus pantalones cortos.

"Jose, ven aquí", me dijo, mientras daba palmaditas en la cama, a su lado. "Hay un problema que tenemos que solucionar".

Al instante me puse nervioso. Se parecía bastante a lo que había pasado con Nacho. Pero Julio no parecía estar enfadado. ¿Qué pasaba? ¿Cuál era la trampa? ¿Por qué quería que me sentara a su lado?

Con el corazón saliéndoseme por la boca, me senté cuidadosamente a su lado. "No muerdo", dijo Julio, con una sonrisa de 15 megavatios, típica de él. Eso me quitó todas las dudas. Habría caminado a través de un desierto sin agua sólo por verle sonreír así.

Me senté a su lado sintiéndole calor que emanaba su cuerpo. Era lo más cerca que había estado de él. Puso un brazo sobre mi hombro, y pude sentir su fuerza.

"Mi problema, Jose", dijo," es que dejé a mi putita en mi barrio al empezar la universidad. Y tengo necesidades sexuales. Muchas necesidades sexuales. "Mi cara estaba poniéndose como un tomate. No podía creer lo que estaba oyendo.

"Este es el problema", dijo, mientras se agarraba la polla con una mano. Un gran pedazo de carne se perfilaba en sus calzones de futbolista. "Y ésta es la solución". Me pilló desprevenido. Me agarró del cuello, y me bajó la cabeza hasta que tuve mi cara contra su entrepierna, y su polla dura presionando contra mi mejilla.

Pienso en aquel momento como el momento en el que todo pudo haber cambiado. Yo podría haber dicho: " Que te jodan, tío. Yo NO soy un maricón. ¿Qué cojones estás haciendo?" incluso él estaría preparado para esa reacción. Sin embargo, dudé. Y como todos aquellos que dudan, estaba perdido.

Tras unos segundos percibiendo el aroma de su entrepierna, empecé a murmurar con una voz patética " Julio, yo no…" y Julio empezó a reír.

"Puedes intentar protestar, Jose, puedes intentarlo. Pero ahora, en este preciso momento, ambos sabemos lo que eres, y lo que necesitas". Sus fuertes manos estaban apretando mi cara contra su paquete.

"No sé de que estás hablando…" intenté decir con mi boca llena de sus pantalones de deporte.

"Sí lo sabes", dijo. " Y tanto si lo admites ante mí ahora, o más tarde cuando mi polla esté en tu culo, o después cuando hayas tragado mi semen, o cuando te haya prestado a mis amigos para que usen tu boca y tu culo, LO ADMITIRÁS. Necesitas un hombre. Necesitas chupar pollas, tragar corridas, comer culos y que te follen. Tú eres lo que se denomina un espécimen tipo Omega, el ser más bajo de la manada. Necesitas que machos Alfa, como yo, te pongan en tu sitio y te enseñen la profundidad de lo que tú mismo sabes que eres. Necesitas un hombre como yo en tu vida para ayudarte a que te conviertas en lo que quieres ser: un sirviente de hombres, el placer de los hombres"

Podría haber dicho algo – debería haber dicho algo para proteger mi orgullo y dignidad – pero permanecí callado, sin palabras, controlado por ese hombre.

"Puedes admitir todo esto en forma de gruñido cuando estés mamando mi polla, o en forma de súplica pidiéndome que te folle más fuerte. Ambos sabremos exactamente lo que significará, porque me di cuenta de que eras un chupapollas desde el momento en que crucé esa puerta."

"Toda esta charla me ha puesto cachondo. Quítame los pantalones, no la ropa interior, y no te atrevas a chuparme la polla aún"

Hasta ese momento podría haberlo negado todo: Julio me había obligado, no sabía de que me estaba hablando, o estábamos sólo jugando. Pero eso - quitarle voluntariamente los pantalones – significaría que él tenía completamente la razón, sería parte de la sumisión que él estaba buscando. Mi duda duró lo que un latido, y le quité los pantalones.

"Buen mamón", dijo, y apostaría que sonrió. "Ahora huele justo aquí" Señaló donde su pierna se une con su ingle. "Quiero que recuerdes este olor, el que vas a conocer bastante bien muy pronto. Es el olor del hombre que te gobierna, que te controla y sabe más de ti que tú mismo. ¿Entiendes? ". Inhalé profundamente, y fui recompensado con un profundo olor, como el de vestuario de gimnasio, como el olor a sexo de una habitación en la que se ha follado. Era un olor especial, yo sabía que siempre lo asociaría al hombre que ahora me controlaba.

"Bien, chupapollas", Julio casi ronroneó. "Ahora desnúdate, y ponte de rodillas. Tienes que acostumbrarte mucho a esa postura"

Hice como me ordenó, y él se puso en pie. De pie, sólo con sus gayumbos, Julio parecía aún más espectacular de lo que me había imaginado: una cara aniñada, pero varonil, hermosa, coronada por un pelo negro con tendencia a rizarse, aunque lo llevaba bastante corto, sobre un fuerte cuerpo de hombre, hombros anchos, pectorales fuertes, abdominales marcados, descendiendo hacia una V que indicaba la dirección de mi atención a su entrepierna y su prominente paquete.

"Ahora vamos a empezar despacio. Baja mi slip sólo hasta que aparezca un poco de mi vello púbico. No más." Hice lo que me dijo. Tenía un hilo de pelillos desde su ombligo hasta su ropa interior, que se revolvieron mientras yo bajaba el slip. El vello púbico nunca me había parecido sexy hasta ese momento. El de Julio lo era.

"Bésalo, justo por encima de mi polla. Aprenderás a adorar cada una de las partes de mi cuerpo. Amarás mi cuerpo, cada centímetro de él." Besé aquellos pelos rizados, sintiendo cosquillas en mi nariz. Su esencia era fuerte allí.

"Destapa mi polla, pero no la toques con las manos aún". Bajé el slip lentamente. Desde la base pude admirar su polla crecer… y crecer… y crecer. Era, y es, una polla perfecta. Las venas se entrecruzaban en aquel grueso y enorme pollón. Los números o medidas no harían justicia al poder y masculinidad que rezumaba la polla de Julio. Era la masculinidad hecha carne. El hambre por tocarla y saborearla aguijoneaba mi mente.

Por encima de mí, Julio reía. "No eres el primer chico con esa expresión en la cara cuando ve mi polla. Respira, puta. ¿O te vas a desmayar? ".

"Besa la cabeza". Me erguí para sujetarla con la mano. "NO la toques", gritó. "Sólo tus labios. Bésame la polla"

Hice lo que me dijo, mis manos descansando en sus muslos. Besé sólo la punta y su polla saltó. Mi propia polla también saltó, y eso le gustó. Mientras apartaba mis labios, un hilo de líquido preseminal de su polla me mantuvo conectado con Julio.

"Mírame", me ordenó Julio. "¿Te gusta el pre-semen?" Asentí con mi cabeza. "Contéstame con tus propias palabras".

Me lamí los labios mientras abría la boca para hablar. El sabor de su "pre-semen" (como denominó él a aquel delicioso néctar) sobrecargaba mi sentido del gusto. Estaba saboreando a Julio. "Me gusta el semen y el pre-semen de la mayoría de los tíos", dije, "pero de ti, es el regalo de un dios".

La sonrisa de Julio fue la mejor recompensa que podría imaginar. Sentí su polla saltar, dejando una gota de pre-semen en mi mejilla.

"Tú y yo nos vamos a llevar bien", dijo. "Ahora, mis huevos".

Bajé su ropa interior por debajo de sus pelotas, que parecían pequeñas junto a su polla, aunque en comparación con otros tíos eran enormes. Tenían un breve asomo de vello.

Levantó su polla por encima de mi cara, y me dijo: " Chúpamelos. Los dos a la vez. Quiero verte pelear para metértelos en la boca"

Lamí sus huevos, sabiendo que su lefa - y mi recompensa – estaba en su interior. Cubrí mis dientes con los labios y cuidadosamente metí uno de sus huevos en mi boca, casi llenándola. Cuando intenté meterme el segundo, mis dientes rozaron el saco que los contiene. Vi una mueca de dolor en su cara, ira en sus ojos y una mano alzándose con intención de golpearme.

"Trátalos mejor, o lo pagarás caro, puta", dijo con una voz amenazante. Finalmente logré introducir ambos huevos en mi boca. Mis carrillos estaban inflados obscenamente. Tenía que respirar por la nariz. Julio gimió, cerró los ojos, y la mano antes amenazante cayó a un lado suavemente. Su placer era obvio. Soltó su polla, que cayó golpeando mi frente, dejando un reguero de pre-semen en mi pelo. Admiré su rostro desde debajo de su polla.

"Así debería ser el mundo", dijo, " mis pelotas en la boca de un chupapollas y ambos empalmados".

"Ahora te explicaré en qué consiste el contrato que tú y yo estamos creando. Esta polla", dijo levantándola y dejándola caer de nuevo en mi cara, "es ahora tu responsabilidad. Cada vez que quiera correrme, tú estarás allí para que sea así. Cada vez que me apetezca clavar mi polla en un culo o una boca, será en los tuyos, salvo que elija otro agujero más conveniente, o no merezcas servir a mi polla en ese momento. Sabrás mi horario, y el horario de mi polla, y te harás con un número de móvil exclusivo para llamarte yo. Cada vez que recibas una llamada perdida, irás a donde yo esté y me servirás como te ordene. Sé que los mierdas como tú necesitáis desahogaros a veces, y a veces te permitiré machacártela como un mono. Pero tus deseos o los de tu polla nunca interferirán en lo que yo quiera. Si violas estas condiciones, nunca más volverás a tocarme a mí o mi polla. Ese es el peor castigo que nadie pueda imaginar, ¿está claro?" asentí con cuidado para no estirar demasiado de sus huevos.

"Bien, chupapollas. Quizás tuve suerte de encontrar un compañero chupapollas como tú…" sacó sus pelotas de mi boca. "Ya está bien de preliminares". De golpe metió en mi boca aún abierta su polla, de tal forma que mi nariz estuvo entre su vello púbico, y tuve que concentrarme para no atragantarme con el pollón que llenaba mi boca y mi garganta. Oí a Julio gemir mientras apretaba mi nuca contra su cuerpo.

"Nacho está loco. No sabe apreciar el valor de un buen mamón, y puedo decir que tú ya lo eres " Intenté sacarme la polla de la boca para decir algo sobre Nacho. Debían haber estado hablando sobre mí. Quería matar a Nacho. Pero por otro lado, eso significaba que Julio me había elegido como su compañero de habitación, como su mamón. Los fuertes brazos de Julio impidieron que lograra sacarme su polla de la boca.

"No tan rápido", me gruñó. "Sí, Nacho y yo estamos juntos en el equipo de lucha libre. Me contó que había pedido el traslado de habitación porque el mamón de su compañero se había sobrepasado. Nacho no entiende que tú eres una puta, pero una puta valiosa. Tíos como yo necesitan tíos como tú para no tener que pajearnos. Nacho te juzgó demasiado rápido. Quizás le deje usarte de nuevo. Ya veremos"

Julio estaba ahora dirigiendo mi cabeza arriba y debajo de su polla, de la cabeza a la base. Me atraganté una vez, pero Julio presionó más. Estaba pajeándose con mi boca.

"Otra cosa que Nacho no entendió es que para la mayoría de los maricones como tú, el verdadero premio es el culo. Muchos tíos maman pollas, pero Nacho me contó que tú comes el culo de maravilla. Mi culo necesita ser comido tanto como mi polla ser mamada, así que tienes suerte, puta. Pero Nacho te dio su culo muy rápido. Tu tendrás que ganarte el placer de saborear mi culo, puta"

"Eres casi tan buen mamón como el que tenía en casa. Me costó 4 años entrenarle a mamar polla así de bien. Tú debes haber practicado mucho sirviendo a pollas de muchos tíos." Me preguntaba quién sería aquel tío que le servía en casa.

La polla de Julio empezó a agrandarse aún más y su respiración se entrecortaba.

"Estoy a punto de correrme, maricón, pero no te lo vas a tragar aún. Cuando te lo diga, sacarás mi polla de tu boca de mamón, y vas a recoger mi corrida en tus manos. Tengo algo especial para ti. Si cae algo, lo lamerás del suelo. ¿Está claro?" Asentí con mi garganta llena de polla.

Su polla llegó a un tamaño imposible en mi boca, y temí no poder sacármela a tiempo de la boca.

"Aquí viene, puta, atrápalo, todo", gimió. Me la saqué rápido de la boca y puse mis manos en la cabeza de su polla para recibir toda su lefa. El primer chorro cayó sobre mis manos, pero al agitar su cuerpo mientras se corría, tuve que moverme rápidamente para atrapar hasta la última gota. Fue hermoso ver como aquel cuerpo perfecto se retorcía de placer, mostrando sus masculinos músculos tensos, regalándome su caliente semen.

Su mano paró de mover su preciosa polla. Se fue hacia mi cama, mientras yo tenía su semen en mis manos. Se puso de rodillas en la cama, mostrándome por primera vez aquel impresionante agujero de su culo. Un culo digno de película porno. Hubiera hundido mi cara en él durante una semana.

Me miró a través de sus piernas. Pude ver su polla, sus huevos, su culo… esa imagen se grabó en mi mente.

"Ven aquí, puta" Su voz era más profunda y relajada. "Ven y trae mi leche contigo". Me arrastré de rodillas, preguntándome qué sería lo siguiente.

"Esparce mi semen en mi culo, maricón. Vas a hacer algo que nunca olvidarás". Así lo hice, por toda la raja de su culo.

"Come, gusano" dijo. "Sé que lo deseas. Come mi leche de mi culo. Traga la corrida de un tío de verdad, lamiendo su agujero del culo. Te vas a correr sobre mi culo, te lo vas a comer también".

Mi polla estaba a reventar, y hundí mi cara en su culo lleno de leche. Los olores de su corrida y su culo se mezclaron. Olía a hombre. Al momento, me corrí. Me levanté y me corrí sobre su culo, mientras mi cara estaba rebosante de su lefa, y del olor de su culo.

"Sí", gritó Julio. "Córrete mientras tragas mi lefa, puta tragapollas. Córrete sobre este culo que vas a adorar día y noche. Córrete sólo porque yo te lo ordeno, y tú haces lo que yo te diga, maricón"

"No has terminado, pedazo de mierda… ¡límpiame!" mi lengua se encargó de lamer su culo, su polla, sus huevos. Julio se tumbó y yo terminé de lamer cada gota de semen.

Después se levantó y fue hacia su cama. Yo quería correrme de nuevo, pero no se me pasaba por la cabeza hacerlo sin una orden suya. Una vez tumbado en su cama me ordenó que me acercara.

"Lo has hecho bien, pero sólo hemos empezado" dijo. "Y como pequeña recompensa, bésame la planta de los pies". Obedecí, resistiendo la tentación de correrme sólo de sentir la piel sudada de sus pies en mis labios. Yo creí estar en el paraíso. Se dio la vuelta y se durmió. Yo fui hacia mi cama, como en una nube, y me tumbé aún sintiendo sus esencias – culo, polla, semen, pies - en mi cara, y mi estómago lleno de su corrida, la corrida de un dios. Me dormí soñando con su cuerpo.