JULIAN, EL CHICO DEL FISIO (Segunda parte)
Segunda parte de esta caliente historia, donde un hombre maduro, entabla una relación lujuriosa con un muchacho muy joven.
JULIAN, EL CHICO DEL FISIO (Segunda parte)
Recuerdo que el último día que le vi era viernes, y yo estuve pensando en él durante todo aquel interminable fin de semana. No conseguía quitármelo de la cabeza y estaba deseando que llegase el lunes para volver a encontrarlo.
Pero Julián no apareció aquel lunes por el Centro, y yo comenzaba a inquietarme. ¿Qué le habrá sucedido, me preguntaba para mis adentros? Terminé mis ejercicios y aún esperé como media hora para ver si él se presentaba. Pero no fue así y tuve que marcharme.
Como no tenía su número de teléfono, ni sabía cómo comunicarme con el, no tuve más remedio que esperar al día siguiente. Aquella espera fue insoportable, porque yo me hacía miles de preguntas: ¿No le habrá gustado? ¿Estará arrepentido? ¿Habrá acabado sus sesiones y no me dijo nada…?
Mi cabeza daba vueltas intentando encontrar una respuesta, al tiempo que me excitaba mucho pensando en él. Por la noche mientras me duchaba, me asaltaron nuevamente aquellas interrogantes, y cuanto más pensaba en Julián, más aumentaba mi excitación. No quería pensar en él, pero mi cabeza no podía eludir estos pensamientos. Acariciaba mi polla tratando de no masturbarme, pero casi sin querer comencé a frotarla cada vez con más intensidad; la agarré con mi mano izquierda, cubrí mi glande con abundante aceite lubricante para baño, y comencé a masajearme la punta del capullo con movimientos giratorios, como cuando se aprieta un tornillo, presionando en cada embestida… No quería correrme muy pronto para prolongar más el placer, así que cada vez que tenía la sensación de eyacular, cesaba en mis movimientos e intentaba no pensar en Julián. Conseguía calmarme, pero de nuevo continuaba con aquel ejercicio de placer, al tiempo que sentía un dulce cosquilleo que, por toda mi espalda, recorría mi columna vertebral, desde la nuca hasta el culo.
Así aguanté casi media hora…, sintiendo un suave hilillo de agua tibia por mi espalda, mientras un inmenso placer inundaba cada parte de mi cuerpo. Cuando notaba que se acercaba el éxtasis, detenía mis movimientos para no venirme, pero al poco reanudaba aquella masturbación especial, imaginando a Julián desnudo, mientras yo me comía su polla. Finalmente no pude aguantar más la sensación del placer inacabado, y seguí… seguí… seguí…, hasta que un abundante chorro de leche, salió por el hoyito de mi capullo, en una explosión de placer inenarrable. Jamás había sentido tanto placer, y nunca fue tan abundante mi eyaculación. Era como un premio por haber aguantado tanto hasta el final, pero mi mente seguía ocupada por la imagen del muchacho. Luego, poco a poco me fui relajando, me tumbé en la cama y me dormí plácidamente.
Cuando desperté al día siguiente, mi primer pensamiento fue para Julián. ¿Volvería a verlo?, o ¿quizás ya nunca nos volveríamos a encontrar?. Me vestí tan rápido como pude, me hice un café y me lancé a la calle con dirección al Centro del Fisioterapeuta. Cuando llegué, Julián estaba allí con su chándal azul, y me lanzó una mirada de complicidad. Yo le saludé como si tal cosa:
-Hola, Baby, ¿Qué te pasó ayer?
-Ayer mañana tenía cita con el médico y vine por la tarde…
-Si me lo hubieses dicho, yo también hubiese venido por la tarde…
-Bueno, pues, aquí estamos, ¿no?
-Si claro. ¿tienes mucha prisa al salir?
-Si, he quedado con mi madre para ir de compras…
Yo pensaba que me estaba dando largas. Que aquello era una excusa para no volver a tener ningún tipo de intimidad conmigo. Entonces, tímidamente le pregunté:
-Pero, ¿quieres que volvamos a vernos?
-Claro, tío, ¿por qué no?
-Pero…, ¿Cuándo?
-Esta tarde, ¿puedes tú?
-Si, claro; yo tengo todo el tiempo libre… ¿Dónde quieres que te recoja?
-No te preocupes; yo iré a tu casa… Sé ir yo sólo. ¿Te viene bien a las 5?
-Sí, a las 5 está bien. Te espero a tomar café.
-No, yo no tomo café. Tomaré una Coca-Cola.
-Como quieras, Te espero a las 5.
Ambos guardamos silencio, sin dejar de echarnos continuas miradas de complicidad. Yo no podía apartar la vista de su bragueta, con su mano izquierda en el bolsillo del pantalón, acariciando suavemente su verga. Me encantaba aquel “paquete” que se adivinaba bajo aquel chándal azul, pero el muy jodido no renía el más mínimo recato por ocultarse. Era realmente descarado el muchacho, pero incluso eso me encantaba y me excitaba. En ocasiones, cuando nadie le observaba, sacaba su lengua y se lamía los labios sin dejar de mirarme, con un gesto lascivo y provocador.
Julián acabó su turno y se despidió de mi hasta la tarde. Yo no estaba muy convencido de que vendría aquella tarde, por eso le insistí:
-No me fallaras, ¿verdad?
-¡Que no, tío…, que no!
El resto del día lo pasé muy nervioso, deseando que llegase la hora de encontrarme con Julián. Apenas comí y no dejaba de pensar en este nuevo encuentro. Había algunas dudas que me asaltaban respecto del muchacho. Por una parte, este chico parecía mucho más joven, (yo diría que no aparentaba mucho más de 15 años). Pero por otra parte, si realmente estaba a punto de entrar en la universidad, fácilmente tendría la edad que él decía. Las dudas me asaltaban, pero sobre todo el temor de que tal vez lo estaba haciendo con un menor, y eso me horrorizaba. No es que no me gustase hacerlo si realmente era menor, pero este pensamiento me causaba una enorme intranquilidad.¿Y si era menor y me denunciaba? ¿Y si me estaba tendiendo una trampa? ¿Y si se lo contaba a alguien…? Aquellas dudas producían en mi un enorme desasosiego y mi libido desaparecía. Pero al poco rato, pensaba de nuevo en él, con toda su virilidad, sin importarme la edad que este chico pudiera tener.
Yo me estaba preparando para recibirle, intentando buscar alguna prenda que le provocase. Encontré un “tanga” que hacía años que no utilizaba y me lo puse para ver cómo me quedaba. Mientras me miraba al espejo, mi verga se irguió totalmente, sobresaliendo por encima del tanga y dejando al descubierto buena parte de mi glande. Yo mismo me excitaba al contemplarme, y de no ser porque le estaba esperando, me hubiese satisfecho en aquel mismo momento. Pero quise reservarme para él, y me coloqué un pantalón muy corto, a la espera de que llegara el muchacho.
Cinco minutos antes de las 5 sonó el timbre. Supuse que era Julián y abrí la puerta de la entrada. Allí estaba él, todavía mas guapo. Se había cortado el pelo y me parecía realmente hermoso. Le hice entrar y pasamos al salón. Le ofrecí su Coca-Cola y yo preparé café para mi.
Le dije que se pusiera cómodo pues hacía un poco de calor y salí en busca del café. A mi regreso, yo me había quitado el pantalón que llevaba puesto, quedándome sólo con el tanga, por el que asomaba parte de mi polla. Al verme Julián exclamó:
-¡Wow…! ¡qué bárbaro…!
-¿Te gusta, Baby?
-Mucho, tío… Estás muy bueno…
Aquel comentario era un verdadero halago para mi, lo que provocó una mayor excitación al sentirme deseado. Julián me atrajo hacia él y comenzó a lamer aquel pedazo de verga que sobresalía por encima de mi diminuto tanga…
-¡Que rica, tío!
Julián seguía totalmente vestido aunque yo le invitaba a desnudarse. Pero él declinaba desvestirse pues decía que le daba mucha vergüenza que le viese desnudo. Yo insistía:
-Pero, ¿por qué, BB?
-Es que…, yo no he estado nunca con ningún otro hombre. Tú eres el primero, tío…
Yo no sabía si creerlo o no, pero había algo de candidez en su comportamiento cuando nos encontrábamos a solas, que me inclinaba a pensar que decía la verdad.
Entonces pregunté:
-Dime la verdad, Julián: ¿Qué edad tienes?
-Ya te lo dije, tío; tengo 18 años cumplidos.
-Me gustaría ver tu DNI, chaval.
-¿Es que dudas de mi, tío?
-Pues si, Julián. Me gustaría ver tu DNI.
-No lo llevo encima, pero si quieres el próximo día te lo traigo.
-No es desconfianza, nene, pero me quedaría más tranquilo si lo viese por mi mismo. Tengo la sensación de que estoy haciendo algo malo y no quisiera tener que lamentarlo.
-No te preocupes que te lo enseñaré. ¿Me llevas a tu dormitorio?
Aquella invitación disipó todos mis temores. Yo estaba deseando sentir la suave piel de este joven abrazando mi cuerpo; la sensación de un muchacho tan lindo que deseaba ser totalmente mío, y este deseo eclipsaba cualquier duda que yo tuviera sobre él.
Me dijo que ya venía duchado, y yo acababa también de hacerlo, por lo que entramos directamente al dormitorio y él me rogó que apagase la luz. Así lo hice, y casi a tientas, nos desnudamos y nos metimos en la cama.
A pesar de la buena temperatura, Julián estaba helado. El me dijo que era por los nervios, y efectivamente, le noté más nervioso que la vez anterior. El me abrazó con fuerza, colocando su pene entre mis muslos y junto a mis huevos. Yo hice lo mismo, al tiempo que le abrazaba y le besaba, susurrándole algunas palabras cariñosas al oído.
-Mi niño…, ¡que gusto de tenerte conmigo otra vez…!
-Si, papi; tú me gustas mucho y deseaba mucho estar contigo de nuevo. Quiero ser tuyo…; quiero que me llenes de tu leche…; quiero darte mucho placer y que seas muy feliz conmigo…
-No dudes de eso; soy muy feliz contigo, cariño… Sólo deseo hacerte gozar…
Nuestra excitación iba en aumento. Aquello era indescriptible; Un hombre de casi 60 años, abrazado a un muchacho tan lindo, ¡y virgen!. Sólo de recordar aquellos momentos con él, casi me vengo encima ahora, al recordarlo.
En ese estado de excitación le dije:
-Nene, quiero que te corras en mi boca, y quiero saborear tu leche…
-¿Cómo así, papi?
-Si, BB. Quiero sentir como te vienes en mi boca. Darte todo el placer del mundo y sentir el sabor de tu semen.
-Pero papi, eso no se higiénico…
-No te preocupes, BB. Yo confío en que tú estás muy sano. Me lo dice el corazón y tú me has dicho que soy el primero…
-Si, Bueno…, tuve unos tocamientos con un compañero del colegio, pero no he hecho nada más con nadie. Sólo que te vi. en el Fisio y quise tontear contigo. Pero es que me gustas, de verdad… Siempre deseé tener sexo con un hombre mayor…
Luego me fue contando que de niño se sentía atraído por su propio padre, pero solo fueron fantasías, ya que el padre era un follador de tomo y lomo, pero sólo con mujeres. Me contó que había visto desnudo a su padre y que cuando esto ocurría se masturbaba pensando en él. Y que le hubiese gustado que su padre le hubiese cogido. Pero el padre murió muy joven, antes de que Julián cumpliese los 12 años, y sus fantasías se esfumaron. Yo le escuchaba atónito. No sabía si creerle o no, pero -al fin y al cabo- eso me daba igual. Yo le tenía allí para mi sólo, y sus fantasías no me importaban.
Proseguimos con nuestra sesión de placer y me zambullí entre las sábanas en busca de su verga. No era una polla muy grande, pero si era muy gruesa, demasiado gruesa para aquel cuerpo tan delgado. Esto me excitó aún más, si es que era posible aumentar todavía más mi excitación. Agarré aquel falo y me propuse darle placer como jamás lo habían hecho. Lo primero que hice fue meterme en la boca aquellas dos preciosas bolas y comencé a succionar. Julián gemía y yo seguía devorando sus testículos, alternando éstos con la linda cabecita sonrosada de su verga. Un capullo babeante que invitaba a chuparlo sin cesar. Pasaba mi lengua arriba y abajo, a lo largo de toda su polla, pensando que en cualquier momento estallaría. Y ahí estaba yo, dispuesto a tragarme todo el elixir almacenado en sus huevos, sin dudarlo, sin pensarlo; aquella leche joven sería mi merienda de aquel día, ambos lo estábamos deseando…
Antes de esto, intentando que a los dos nos viniese el placer en el mismo momento, propuse a Julián follármelo como la vez anterior. El me pidió un condón que busqué en mi mesilla de noche, y busqué igualmente el lubricante que guardo para estas ocasiones. El muchacho dijo que quería enfundarme él aquel preservativo, así que le dejé hacer. Antes de hacerlo, mi chico comenzó a comerme los huevos, que no le cabían en la boca. Agarró mi falo y comenzó a pasarle la lengua una y otra vez, como quien rebaña un plato con la lengua. Se introdujo mi pija en la boca, hasta casi ahogarse, y comenzó a hacerme una felación como nunca nadie antes me había hecho. Mi polla no paraba de babear, y lejos de escupir aquella sustancia pegajosa, Julián se la trababa. Yo intenté impedirlo, pero él insistía en que quería saborearla.
Luego colocó el preservativo sobre mi falo, lo embadurnó con aquel lubricante y se colocó en posición de cuclillas mirándome con lujuria. A pesar de la penumbra yo pude ver su rostro ansioso y suplicante, como rogándome que le penetrara de una vez. El mismo introdujo mi verga dentro de su ojete, mientras hacía gestos de dolor mezclado con el placer. Yo estaba temeroso por lastimarlo, pero él seguía presionando su culo contra mi polla, introduciéndola más y más. Finalmente, cuando la tuvo toda dentro, se inclinó hacia mí buscando mi boca con la intención de besarme. En aquella posición comenzó a cabalgar como un poseído, sin dejar de decirme palabras de cariño, algo totalmente nuevo para mi tratándose de un muchacho tan joven. Mientras saltaba con mi polla dentro me decía:
-¡Mi vida…! ¡Mi amor…!
¿Mi vida y mi amor…? Pero.., ¿qué estaba pasando?. ¿Acaso aquel muchacho se había enamorado de mi?. Estas palabras me asustaron un poco, pues no quería llegar a más con aquel joven. Puse mi mano en su boca para callarlo y seguimos disfrutando de aquel momento de placer.
(continuará…)
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