Julia y Godo 5, Reunión con Richard

Una reunión por la tarde noche inesperada, pone a prueba más de lo que habría imaginado para conseguir la suba de sueldo que tanto venía buscando.

Julia y Godo 5-  Reunión con Richard

Hola de nuevo, me llamo Julia, tengo 29 años, soy de estatura media, argentina, delgada, blanca, pelo castaño claro largo lacio y de medidas normales pero muy trabajadas.

Ésta tarde de miércoles, al salir del gimnasio, tenia que asistir a una reunión informal, pero muy importante, para cerrar un trato empresarial el cual dependía totalmente el futuro económico de la empresa que formaba parte. Iría con mi jefe a encontrarnos a un hombre estadounidense de una firma importante, que se estaba hospedando en uno de los hoteles más lujosos de mi ciudad en el barrio de Puerto Madero. Debía ser hoy, y la reunión sería de 20:30 hrs a 22:30 hrs. Si se lograba el objetivo, lograría un aumento de sueldo, el cual venía peleándola hacia un tiempo.

Al llegar a casa, luego del gimnasio, Godo, le gran danés que me encontraba cuidando de mi vecina, se encontraba un poco mas activo que cuando me fui, meneando la cola, incitándome a jugar. Ya era el tercer día que estábamos juntos y la convivencia comenzaba a mejorar. Pero viendo el horario que era y el poco tiempo que tenia, no pude darle demasiada atención. Entré velozmente al baño y cerré la puerta detrás de mí. Comencé a bañarme pero esta vez decidí pasarme una loción para el cuerpo que deja mi piel más suave, cremosa y aromática. En el cuarto, me probé 5 tipos diferentes de vestidos. Sabía que mi jefe iba a estar contento si me vestía muy provocativamente para ésta reunión y no lo iba a defraudar. Sabiendo que no estaría bajo la mirada incomoda de la gente por la calle, ya que me vendría a buscar con un chofer y me traería a casa luego, podía sentirme cómoda al experimentar con un vestido provocador. Puse en el celular un tema sensual mientras me empezaba a cambiar  con el vestido que iría.

Entonces elegí ponerme una micro tanga de leopardo con hilo dental de tiras finas negras, que suelo guardar para ocasiones especiales. Arriba un vestido sexy muy corto, entallado al cuerpo de color negro sin mangas atado al cuello con tirantes finos que se ampliaban a medida que dejaban ver un abultado escote en V que llegaba hasta el pupo, sin dejar nada a la imaginación, revelando un tercio de mis senos redondos al aire libre sin corpiño y mostrando también gran parte de mi hermosa panza firme y chata. Abajo elegí unos zapatos de tacos finos gamuzados, no muy altos porque ya al medir un metro sesenta y cinco no me atrae estar tan alta.

La tela elástica, destaca muy bien la figura, la zona frontal, la cintura y caderas. Dejando al descubierto mi espalda y asomándose sutilmente por debajo del corto vestido, la zona baja de mis nalgas al descubierto. Debía tener cuidado con las escaleras ya que entregaría una vista completa de mi tanga a aquellos que estén abajo.

De accesorios, me puse un cinturón elástico de metal fino color plateado con hebilla de laureles, unos aros de plata en forma de hojas y sobre mi cabeza, me coloqué una fina tiara plateada, cayendo de los costados, mis castaños pelos largos, que se iban arremolinando en bucles rubios a medida que se acercaban a mis senos. Después me dirigí al baño para terminar de maquillarme y perfumarme. Ya lista para salir, me encontré nerviosa dejándole comida y agua a Godo en la cocina. Me veía en los reflejos de los vidrios y me sentía demasiado provocadora, quizás tendría que ponerme algo más discreto. Cuando me dirigía a cambiarme nuevamente, sonó el portero, junté coraje y agarré una mini cartera que tengo en el perchero y sin más salí.

Antes de irme Godo se acercó a mi y me paso la lengua por debajo de mi vestido, levantándolo y dándole directo a mi tanga de leopardo diminuta. Intuí sus ganas por pasar un tiempo junto a mí, pero no podría. Le prometí que lo sacaría a pasear al regreso de la reunión.

Al llegar a planta baja, saludo al custodio del edificio que se queda sorprendido al verme vestida tan provocativa y me dijo un piropo halagador a mi pasar. En Argentina los piropos se dejaron de escuchar hace un tiempo, pero a mis allegados, les digo que a mi no solo no me molestan, sino que me gustan, siempre y cuando no sean una grosería.

Me esperaba un auto blanco con vidrios polarizados y Julio, el chofer, esperándome parado del lado de la puerta abierta trasera, guiándome a entrar. Lo saludo con un beso marcándole un poco la mejilla con mi lápiz labial rojo. Se sonrojó y entré donde se encontraba mi jefe Damián con una sonrisa de oreja a oreja al verme entrar. Tuve que sentarme con cuidado, ya que al ser tan corto el vestido, si no lo sostenía, se subía revelando mi tanga de leopardo.

Al arrancar, me ofreció de una heladerita portátil del auto, la primera bebida alcohólica de la noche, un champagne rosado frío para comenzar a charlar un poco de trabajo y un a despejar un poco los nervios claros que teníamos.

En el camino me dijo que debía complacer al estadounidense, pero que él me iba a cuidar si las cosas se propasaban. Charlando un poco más, y distendiéndome a medida que nos íbamos acercando al hotel, comenzó a subirme una emoción por todo el cuerpo, quizás conocería a un hombre hermoso y buena persona que sea mi príncipe azul. Cabe aclarar que estoy soltera.

Al llegar al hotel, dos lindas chicas en la recepción nos hicieron decir nuestros nombres, lo cual me di cuenta que estábamos en una lista especial. La entrada del lujoso lugar tenia piso de madera que se encontraba tapizado por una larga alfombra central roja que llegaba hasta el final del pasillo, con altos techos. Una de las hermosas mujeres nos llevó al área de reuniones  la cual estaba adornado de libros antiguos, mucho terciopelo rojo, con sofás de cuero, alfombras con detalles ornamentales, cuadros antiguos y candelabros de cristal. Las luces estaban centradas principalmente en las mesas bajas de madera de roble, dejando luz tenue en todo el ambiente grande.

Nos esperaban dos personas, Olivia, una joven mujer pelirroja de mi edad con bastantes pecas y unos ojos felinos color verdes increíbles, con un hermoso mono negro brillante de fiesta pegado al cuerpo con un cinturón de hebilla rectangular metálica, y unas pulseras en sus muñecas, con unos zapatos elegantes negros de taco alto, sosteniendo una carpeta y un bolígrafo. A su costado, Richard, un hombre horrible, grandote, casi obeso, pelado, de aproximadamente sesenta años, de ojos chicos, tes blanca de mucha papada. Se encontraba vestido con una camisa celeste oscura brillante con sus botones al borde de explotar, un pantalón de vestir claro y un saco azul oscuro de muy fina calidad. Al saludarnos, Richard me mira de pies a cabeza sosteniendo su pera con una de sus manos y le sonríe a Damián, luego se me acerca y en un castellano prácticamente incomprensible, me dice que estaba muy guapa (o eso creí). Para luego darme un beso principesco en el dorso de mi mano derecha.

Al llegar a nuestra zona de trabajo, dos enormes sofás de cuero oscuro se encontraban enfrentados, separados por una mesa rectangular baja hasta la altura de la rodilla con una picada de quesos y embutidos servida en una plancha larga de madera. Richard y su secretaria se sentaron juntos, mientras que mi jefe, señalaba con sus brazos el sofá opuesto donde nos sentaríamos. El primer problema de la reunión fue que no me esperaba una mesa tan baja, y al sentarme, mi vestido corto se subió más de la cuenta, revelando ante los ojos del atento estadounidense, mi tanga aleopardada. Noté que sonrió levemente mirando hipnotizado mi zona de la entrepierna. Inmediatamente cerré las piernas y las corrí a un lado, cruzando mi pierna derecha por sobre la izquierda, estirando el vestido, que ya sentía el cuero del sofá frío en mis nalgas.

La reunión fue muy distendida al principio, y cuando el mozo se arrimó, Damian me dijo en el oído que podía tomar lo que querría, la empresa se iba a hacer cargo de mis gastos en la reunión. Entonces, decidí esperar para ver qué tipo de reunión sería, a lo que los hombres se pidieron una medida de whisky y Olivia un Dry Martini. Cuando me pregunta a mi, fui por lo mismo que la secretaria pelirroja. Como imaginaran, la charla de principio a fin se haría en ingles. Si bien lo entiendo muy bien, a la hora de hablarlo me da vergüenza, pero con un par de tragos y sabiendo lo que estaba hablando de trabajo, noto que la charla iba cada vez mejor. Sonriendo en varios momentos, la secretaria me miraba intrigada con cada idea que iba surgiendo a la hora de unir las empresas en un trabajo conjunto. Cada vez que hablaba sentía la mirada constante y excitada del pelado, que aprovechando sus ojos chicos, los entrecerraba más para hacerles zoom a mi abultado escote. En un momento pide un brindis y nos insita a todos a tomarnos las bebidas enteras, pidiéndole al mozo una ronda extra de lo mismo a cada uno de nosotros. Con el champagne rosado previo y ahora el Dry Martini, ya estaba subiendo el alcohol en sangre. Hubiera preferido tomar una soda fría o agua mineral, pero rompería el clima que se estaba generando, que por cierto iba de menor a mayor.

Al cabo de cuarenta minutos, nos avisan que el show de música iba a empezar en pocos minutos, así que se dio por finalizada la primer parte de lo que se percibía como una exitosa reunión. Al pararme y depositar la copa del segundo Martini vacío, me tambaleé un poco, y al sostenerme de la pequeña mesada, una de las tiras del vestido que cubría mi ceno derecho se deslizó hacia un costado, exponiendo parte de la areola, la cual sin llegar a mi pezón, cubrí en seguida con mi mano izquierda. Estaba borracha y no solo lo había notado yo. En ese momento Richard aprovecha para ayudarme “gentilmente” a caminar hacia el evento, a lo que accedo, riéndome. Damian y Olivia comenzaron a caminar y con Richard fuimos quedando retrasados. Ya tomados de la mano en un principio, con una excesiva confianza, me pasa su brazo derecho por detrás, y apoya su gruesa y pesada mano por sobre mi cintura. En el transcurso del largo pasillo hasta llegar a la entrada del entretenimiento musical, fui sosteniéndole la mano para que no siga bajando por mi cintura, que a cada paso lento, la deslizaba con más ímpetu, venciéndome en un forcejeo imperceptible, hasta apoyarla al comienzo de mi cola. Una vez llegado a ese punto, aferró finalmente con fuerza mi glúteo derecho, tratando de levantar mi pequeño vestido negro, mientras me miraba desde arriba, exhalando un olor a alcohol intenso mientras me hablaba sin lograr entenderle nada.

Al llegar al salón del evento, se encontraba el ambiente envuelto en terciopelos rojos y acabados dorados, logrando una atmósfera sensual de los clubs de tango de Buenos Aires de los años ´20s. Varias mesas chicas circulares, una barra al costado, un escenario chico rodeado de cortinas rojas de terciopelo alrededor de él y al fondo unos sillones rojos oscuros de cuero donde nos dirigieron a sentar. Había dos mesas para nosotros con velas, cuatro copas  y una cubetera con champagne, hielos y latas de una bebida energizante.

Me sorprendió la cantidad de mujeres lindas y provocativas en grupos grandes y los pocos hombres que había. Cuando empiezan a bajar las luces del lugar quedando solo alumbrados por las pequeñas velas de las mesas. Empezó un show musical de rock tranquilo con un excéntrico hombre de unos cincuenta años canoso vestido muy gracioso y con los pelos plateados peinados hacia arriba.

Con poca luz en el lugar, Damián me dice que se va a fumar afuera entre un tema y el otro, y se lleva a Olivia con él, pidiéndome previamente que esté más cariñosa con Richard, que aun no había firmado el contrato que le habíamos llevado. Nos quedaba poco tiempo antes que empiece a ponerse realmente borracho y ya en ese punto, no firme nada. Además, en la charla previa, me había enterado que la reunión imprevista fue porque Richard volvería a su país mañana temprano, y no tenia intenciones de volver a Argentina por un par de meses. Era hoy o nunca y el aumento de sueldo debía ser mío.

Decidida, me paré de donde estaba, llené dos copas de la mesa y me senté del lado izquierdo del señor. La música sonaba fuerte y varias personas se encontraban paradas rodeando el escenario. Alejados de todos, con la pared por detrás nuestro, se podía decir que estábamos en un lugar bastante intimo sin los ojos de prácticamente nadie.

Brindamos y luego al hablar un poco de trabajo, me puso su mano izquierda en el muslo derecho mientras sentía como se apoyaba con su cuerpo en mi hombro derecho como queriéndose tirar encima, hablándome desde arriba muy cerca, atraído como un imán por mis pechos atrayendo su cara cada vez más cerca. En un momento, vuelve a tomar su copa y sopla las velas de la mesa, quedando aun más a oscuras. Es ahí cuando al volver a apoyarse en el sofá, pasa el brazo izquierdo por atrás de mi descubierta espalda, y desliza su gruesa mano por debajo de mi axila, hasta inmiscuirse directamente por debajo del vestido, directo a mi teta izquierda, aforrándola solidamente y arrimando su cuerpo sobre el mío. Posando mi mano sobre la suya, dejando que juegue con mi pezón, sostuve su inquieta mano ya que con su movimiento comenzaba a dejarme la lola al aire. Sin más, con su mano derecha agarró mi otra mano y me la guió sobre su abultada entrepierna, que para mi sorpresa, ya se encontraba con su verga parada fuera del pantalón, exhibiendo parte de su panza que se escurría por debajo de su camisa. Miro para todos lados asustada, por si alguien nos veía. Cuando me dijo por primera vez al oído algo claro y nítido, y fue que le gustaba la propuesta de trabajo, pero si no lo besaba y le hacia una paja, no iba a firmar nada. La gente al frente nuestro bailaba y se divertía. A lo que suelta mi mano derecha y agarra algo de su saco, se la introduce en la boca, me agarra del mentón y sosteniéndome aun más fuerte del seno izquierdo, me encaja un beso en la boca introduciendo su lengua. Le estaba dando un beso al hombre más desagradable que había visto en mi vida. Su beso trajo consigo una pastilla que me la pasó de lengua a lengua y ya jugada como estaba, accedí a tragar. Ese beso donde comencé con miedo y repugnancia, se transformó en pasión y éxtasis. Mientras se sucedía una fiesta musical en el salón, yo me encontraba pajeando a un señor estadounidense con mi mano derecha y sosteniéndole la mano que jugaba con mi pezón totalmente duro y parado.

Cuando siento que empieza a hacer fuerza con su mano libre sobre mi cabeza, para que baje a chupársela. Tenia un tamaño normal de pene y al verlo mejor, pero no  quería realmente hacerlo, entonces decidí poner mas énfasis en hacerlo acabar con mi mano mientras le daba unos besos en su inmensa papada, que al hacerlo, se rió y al parecer le gustó, echando su pera en mi frente, exponiendo aun más su papada para ser besada. El tema musical de fondo tenia un ritmo roquero enérgico y estimulante a la aventura. Empiezo a darme cuenta que el tipo estaba al límite y acelero con cortitos movimientos sobre la base de su pene, apoyándole aun más mi codo sobre su panza recostándome sobre él, simulando que estaba bailando sentada a su costado, moviendo mis pelos de lado a lado. Hasta que sentí que estaba por acabar y le apunto la verga al piso. Su semen caliente al eyacular, desaparece en la oscuridad debajo de la mesa y comienzo a sentir con los últimos movimientos de mi mano, su semen caliente y pegajoso sumado a una repugnante baba que me recorre la frente y tapa mi ojo izquierdo, el cual cierro e incorporándome del sofá, corriendo con mi hombro su mano de mi seno, le digo que iría al baño.

Creyendo por fin que había terminado la situación, antes de poder apartarme de la mesa, Richard me toma por la cintura y con fuerza me sienta sobre él. En otro momento hubiera hecho fuerza o peleado contra esa actitud, pero estaba con la cabeza totalmente ida, dándome vueltas y sin entender el calor sexual que emanaba por todos los poros de mi piel. Al sentarme bruscamente sobre él, mi vestido se levantó a medida que fui llevada a su regazo, revelándole la fina mini tanga de hilo negro quedando mis nalgas al descubierto, chocando con su desnuda entrepierna y panza. Quise moverme hacia delante pero estaba atascada, ya que por delante del triangulo frontal de mi diminuta tanga de leopardo, se encontraba sobresaliendo por debajo mío, su verga parada haciéndome presión. Antes que pueda hacer más, puso su papada recostada en mi cuello y dio unos besos en mi cara inclinándome de lado. Me intenté soltar, ya que sentí que me encontraba bastante expuesta y aprisionada. No fue fácil sacármelo de encima, ya que como les conté antes, si bien pensaba con coherencia, mi cuerpo no le daba tanta importancia a mis debates éticos o morales de ese momento. Me estaba moviendo con la música, aferrándome a la mesa mientras meneaba su verga de punta a punta comiéndomela entre mis labios vaginales abiertos, hundiendo en mí interior más y más mi diminuta y mojada micro tanga. De tanta fricción noto que mete sus manos por mi entrepierna, tomándose su miembro y con la otra comienza a deslizar a un costado la única protección que me quedaba de mi entregada vagina abierta y drogada. Cuando comienzo a sentir la punta de su cabeza hinchada en mi entrada, veo de fondo a Damián volviendo a nuestra mesa y al intentar pararme para irlo a recibir, el malvado empresario obeso hace fuerza hacia abajo y me clava todo su vigoroso miembro, deslizándose por completo en mí lubricada y destapada almeja. –No Richard, please! Le digo mientras de un codazo logro soltarme.

Automáticamente después de eso, salto hacia delante sintiendo como se resbalaba su miembro fuera de mi interior, despidiendo líquidos sexuales por mi entrepierna, y me dirijo a abrazar a mi jefe.

Damián me dice que lo acompañe afuera, que había mucho ruido y me notaba mal. Sé que discutió cortas palabras con Richard pero finalmente con Olivia serenándolo, me saca a un patio interno inmenso con una pileta decorada con una fuente en forma de corona enorme. Me da una copa con agua fría y me doy cuenta lo mareada que me encontraba, totalmente acalorada con las mejillas al rojo vivo y muy desalineada.

Damián había cumplido con lo prometido, protegerme del empresario millonario. Me dice que me quede tomando aire y apareciendo su chofer, nos indica que ya nos podíamos ir. Previo me acompañan a la entrada del baño, para lavarme un poco la cara, mi mano derecha con semen seco y en especial los líquidos sexuales que tenia en mi entrepierna. Ya lista para partir, me sientan en la parte trasera del acompañante, Damián me da mi cartera, ajusta el cinturón por entre mis lolas, y me dice que me tome el día jueves para descansar. Él se iba a quedar más tiempo en el hotel.

Mientras Julio conducía por alguna razón la oscuridad me mareaba y le pedí que prenda la luz para poder además sacar de la mini heladera una botella de agua para bajar el calor que me había aparecido de golpe. En un momento doblamos a la izquierda y para estabilizarme coloco mi brazo izquierdo en el asiento y abro las piernas afirmándome al piso con los pelos en la cara y bastante mareada. Sin darme cuenta durante largas cuadras quedé respirando hondo hasta que al levantar la cabeza, observo a Julio que su espejo retrovisor se encontraba en diagonal y sus ojos estaban clavándose directamente en mi tanga mojada de leopardo. Caliente como estaba me hice la dormida pero apoye mi mano derecha sobre mi entrepierna. Al llegar a mi departamento, me encontraba realmente despierta, mi excitación había bajado levemente y luego de saludar al custodio, y subir por el ascensor, entre a casa y me saltó un perro gris enorme al cuerpo, el cual lo sujeté y abracé contenta. Seguía con un impulso energético producto de la pastilla que me había dado. Mi cuerpo estaba con una necesidad imperiosa por moverse, caminar, saltar, bailar, coger. Viendo que eran las 23 hrs, decidí sacarlo a dar un paseo como se lo había prometido e iría vestida como me encontraba, salvo cambiarme los zapatos por unas zapatillas deportivas negras por si tenia que hacer fuerza en el camino y sacarme  los aros y finalmente la tiara de la cabeza.

Nota de autora: Chic@s, luego de haber escrito el 5to relato, note que se extendió necesariamente la reunión laboral en el hotel lujoso, donde no contiene zoofilia. Así que decidí fragmentar el relato en 2 (5to y 6to), dejando para el 6to la parte con Godo (el gran danés).

Prometo subir el 6to relato en breve. Para los que les gustó y tienen curiosidad, pueden pasarse a leer los relatos publicados previamente. Los quiero :)