Julia (sexfight brutal)
A mi mujer le gusta medirse sexualmente con otras hembras tan fuertes y ardientes como ella...
Conocí a Julia en la facultad. Una noche que salí de marcha con unos amigos terminamos en un local de ambiente donde se celebraban encuentros de lucha femenina. Grande fue mi sorpresa cuando me encontré con Julia, que lucía un minúsculo bikini naranja con un tanga de hilo dental y una tobillera de plata en cada tobillo. Se estaba untando en aceite para subir a pelearse con una negra que ya la esperaba en el ring. El catfight fue muy intenso y cualquiera de las dos pudo haber ganado, pero al final Julia se impuso y terminó el combate dominando a su oponente sentándose sobre ella y obligándola a comerle el coño delante de todos los presentes. Fue increíble. Desde ese momento me hice adicto a Julia y al mundo de los catfights.
Nos hicimos novios y acabamos casándonos. Desde eso ya han pasado doce años. Hoy tenemos treinta y ocho años, no hemos tenido hijos y seguimos con los mismos gustos. Julia se hizo un aumento de pecho y se ha convertido en una mujer, a parte de guapa y atractiva, muy voluptuosa, de las que sólo verla dan ganas de follarla bien follada. Ya no acudíamos a clubes nocturnos para buscar rivales, sino que concertábamos luchas privadas en nuestra casa, donde habíamos habilitado una gran sala con un ring para las luchas de Julia. Con el paso de los años, Julia lucha buscando la dominación sexual de su rival, independientemente de las normas que se pongan para cada combate, su fin es dominar a su oponente. Y esta dominación se convierte en prácticas de sexo brutal y extremo. En estos combates citábamos a su rival y a su pareja. Mientras las chicas peleaban los hombres sólo mirábamos, y luego nos incluían en las prácticas de sexo. Y Julia siempre ganaba.
Los contactos nos llegaban de Internet. Conocíamos gente con nuestros mismos gustos y concertábamos los encuentros. Así conocimos a Raquel y a Pedro, un matrimonio de una ciudad cercana a la nuestra y que también buscaban rivales para que Raquel luchara. Raquel era una mujer morena muy guapa, con ojos verdes y un cuerpo como el de Julia con grandes tetas, unas piernas muy desarrolladas y largas y un buen culo. Eran dos hembras muy ardientes.
Concertamos una lucha en nuestra casa que sería grabada en video, donde la lucha duraría hasta que una de las dos abandonara o cayera inconsciente. Los hombres no podríamos intervenir en la lucha pero sí cuando hubiera sexo, haciéndole a la mujer rival lo que la nuestra nos pidiera. Para eso tendríamos que estar continuamente empalmados, por lo que Pedro y yo nos tomaríamos unas pastillas de viagra. Además, la ganadora tendría derecho de follarse al marido de la otra como quisiera.
Por fin llegó el día de la pelea. Raquel y Pedro llegaron puntuales, y tras un breve saludo, pasamos a la sala donde iba a suceder todo. Teníamos unos cócteles muy cargados de alcohol para desinhibirnos. Los tomamos rápidamente junto con las pastillas de viagra. Nos desnudamos los cuatro y nos subimos al ring. Las chicas no perdieron tiempo y se agacharon a chuparnos las pollas para empalmarnos y dejarnos dispuestos. Ambas eran auténticas profesionales y se tragaban nuestros enormes aparatos hasta la garganta. Incluso Raquel hubo un momento que generó demasiada saliva y la escupió en la polla de Pedro, momento que aprovechó Julia para meterse con su rival.
Si ni siquiera puedes hacer una mamada sin vomitar no se que haces aquí, putita.
Serás cabrona. Ahora verás
Raquel se abalanzó sobre Julia y empezaron a rodar por el ring. Julia quedó encima de Raquel y agarró sus pezones y se los estiró al máximo, arrancándole un grito de dolor. Raquel le correspondió con la misma "caricia", intentando arrancar los pezones a mi mujer, que también gritaba por el dolor. Julia cambió de táctica y mientras clavaba las uñas en las tetas de Raquel, le propinó un rodillazo en la barriga sacándole todo el aire y dejándola temporalmente a su merced. Aprovechó la circunstancia y le dio la vuelta, dejándola a cuatro patas. Mientras le clavaba las uñas en el coño, me dijo que le reventara el culo a pollazos. Y caí como loco sobre el culo de aquella mujer, clavándola sin compasión. Raquel empezó a convulsionar en una especia de orgasmo sádico, gozando del dolor que le inflingíamos en aquel momento. Pero aprovechó un descuido de Julia, y agarrándola del pelo le dio un fuerte puñetazo que medio noqueó a mi mujer, y fue entonces cuando Pedro aprovechó para levantarle las piernas y colgarlas en su hombro, hundiendo su temible polla en el culo de Julia que la recibió con un grito mezcla de dolor y de furia por haberse dejado sorprender. Raquel se liberó de mi enculada y fue a por Julia. Se intentó sentar encima de la boca par que le comiera el coño, pero Julia, viéndola venir, estiró sus manos hasta llegar al coño de Raquel donde incrustó nuevamente sus dedos buscando hacerle daño a su rival, y lo consiguió. Raquel empezó a sangrar debido a las uñas clavadas de Julia.
Vuelve a darle por el culo a esa zorra, que al maricón de su marido lo elimino del juego ya mismo.
Julia se zafó del dominio de Pedro, le agarró su cipote y se lo empezó a comer hasta metérselo entero en la boca, empezando a darle velocidad a tan tremenda mamada para hacerlo acabar. Pedro no tardó mucho debido a la excitación acumulada, y se corrió abundantemente en la cara y tetas de Julia.
Ésta, con una sonrisa triunfante vino a ocupar mi lugar, sacando mi polla del ano de Raquel dándome también una mamada salvaje como sólo ella sabe hacerla. Me dejó por un momento, miró a Raquel y le dio una tremenda hostia en toda la cara dejándole marcados los dedos de su mano en el rostro. Raquel se cubrió como pudo pero dejó destapado su coñito, lo que aprovechó Julia para empezar a meterle todos sus dedos y follársela con el puño hasta hacerla desmayarse de placer. Hundía toda su mano y avanzaba en el interior de Raquel buscando meterle todo el brazo hasta la altura del codo. De repente Raquel abrió sus ojos, se agarró del brazo de Julia y gritó.
Fóllame, puta. Jódeme viva. Déjame el chocho inservible.
Julia aumentó el ritmo de su penetración. Para Raquel fue demasiado y se corrió en medio de un paroxismo salvaje, eyaculando una gran cantidad de líquidos que mojaron por completo los pies de Julia.
Me has mojado los pies. Te vas a enterar.
Julia se acomodó para penetrar a Raquel por el culo con su pie derecho y por el conejo con el izquierdo. Raquel aguantó la penetración, pero Julia lo hizo con más fuerza hasta hacer acabar de nuevo a Raquel, que ahora sí ya se dio por vencida.
-¿Te rindes?
Sí. Hoy me has vencido, eres la mejor.
Pues reclamo mi premio. Prepárense ustedes que quiero que me follen el culo al mismo tiempo.
Pedro se tiró en el suelo y Julia se le montó encima enculándose hasta el fondo. Me miró y sin decirme nada me suplicó con la mirada que se la metiera sin piedad. La estuvimos follando el ano durante más de veinte minutos, hasta que al final nos corrimos en su cara. Raquel, ya recuperada acudió a limpiar la cara de Julia con su lengua. Ambas mujeres se miraron, Julia la cogió fuertemente del pelo y la besó.
Ahí terminó la velada, aunque tuvimos otras tan calientes o más, pero ya les iré contando.