Julia, mi vecina de enfrente

Aquella noche calurosa de verano, decidí dormir desnudo, sin pensar que Julia, ni vecina de enfrente, curioseaba con sus prismáticos, fue el comienzo de una larga historia.

Era ya tarde cuando me fui a dormir, había estando viendo la televisión mucho rato y estaba cansado. Como era verano, y el calor se hacía insoportable, decidí que dormiría en calzoncillos, pero al cabo de un rato sin pegar ojo por el ardor que salía del colchón, me los quité, pues no aguantaba más. Dormí unas cuatro horas cuando una brisa fresca me recorrió la espalda y me despertó. La cálida brisa que soplaba cuando me dormí, se había convertido en un aire fresco que entraba a raudales por la ventana que había dejado abierta por el calor, la cual estaba ahora de par en par. Decidí cerrarla y me acerqué a la ventana, el silencio era increíble, podía ver la luna en el cielo despejado. Me quede mirando el exterior cuando noté que alguien en el edificio de enfrente, estaba en otra ventana, medio a oscuras, con algo que parecían... ¿unos prismáticos?... y entonces la vi. Era una chavala, de unos 19 a 20 años, que miraba furtivamente el interior de mi habitación, para verme desnudo como estaba, durmiendo en mi cama. Casi instintivamente me agazapé para que no me viera y la observé yo a ella, en balcón al que daba una puerta de su habitación, aunque con la distancia y en la oscuridad, no podía ver gran cosa. Pensé que sería una buena idea el utilizar el poderoso zoom de mi video-cámara para cotejar el horizonte y fui a buscarla. Efectivamente, estaba en lo cierto, y pude ver que la chavala estaba en sujetador casi transparente de encaje y llevaba un tanga que le dejaba fuera sus nalgas Ahora estaba cogiendo algo de un armario que estaba justo enfrente de la ventana, y supongo que no temía que la descubriera, pues como ya no me veía en la cama, supongo que pensó que estaba en el cuarto de baño, o algo así. Pero ¿qué buscaba exactamente en el armario? El potente zoom de mi cámara se esforzaba por descubrir todos los secretos de la habitación de la muchacha cuando de pronto encontró lo que buscaba... ¡¡¡Era un consolador con la forma y tamaño de una gran polla!!! Estaba claro lo que iba a pasar así que puse con cuidado la cámara a grabar en su trípode con un plano apropiado para cubrir su habitación lo mejor posible, era fantástico. Decidí animarla a usar la polla que tenia en sus manos y disimulé para tumbarme de nuevo en la cama, en pelotas como iba, sin poder ocultar la excitación que me produjo la situación, pues sólo yo sabía que la espía estaba siendo espiada. Para disimular un poco más, hice como que estaba viendo la tele para que ella notara el resplandor de la pantalla de televisión, sólo que en su lugar le conecté la video-cámara para tener un control detallado de lo que estaba sucediendo en la ventana. Hice como que veía algo excitante en la tele, y me empece a masturbar unos instantes el nabo, que comenzaba a estirarse. Cuando apareció el juguete de mi vecina en escena, no pude evitar imaginármelo dentro de ella, y se me puso mi polla como el mismísimo consolador de grande y dura. Ella debió ver mi erección y estaba como loca de excitación a juzgar por las caricias que se procuraba para con sus tetas que había sacado de su sujetador negro que las guardaba. Mi empalme estaba ahora en todo su vigor, y ella empezó a acariciarse, se había metido una mano entre sus bragas y se frotaba los bajos con ímpetu, hasta que vi lo que parecía un orgasmo en su dulce cuerpo. Yo estaba ya cascándomela con ganas y observé que ella no había tenido suficiente, y echo mano de su consolador que colocó cuidadosamente debajo de ella. Como se quedó como pegado al suelo por la base, supuse que era uno de esos que tenían ventosa. Se retiró el tanga y se sentó encima sin más, para meter ese gran nabo en su coño. Creo que oí el grito hasta yo, vi como hacía un gesto con los ojos casi fuera de sus órbitas y se levantaba rápidamente dolorida, y supe que la pobre no sabía que tenía que lubricarlo primero, lo cual hizo con la boca, eso me ponía caliente, ver la mamada que daba a ese aparato, pero ahora no me estaba mirando, mi polla estaba que reventaba, ¡y se lo estaba perdiendo!. Cuando volvió a mirar, yo había dejado de cascármela, no podía dejar que pensara que me corría demasiado pronto y estaba más relajado en la ficción, porque me ponía a cien verla meterse el pollón en la boca en la que apenas cabría, y chorreaba de saliva por los lados.

Entonces lo intentó de nuevo, y lo hizo poco a poco, como yo le aconsejaba mentalmente. Primero la puntita, despacio, para que se abra el orificio y pueda albergar al visitante. Después se sentó un poquito más para que entrara otro poco, mientras yo me masturbaba descaradamente, algo que pareció gustarle y debió imaginarse sentada sobre mí, porque se metió aquel aparato hasta quedar sentada sobre el frío suelo de su cuarto.. Está claro que se volvió a hacer daño, porque volvió a quedarse quieta, pero comenzó a subir y a bajar encima del gran pene de látex, y eso me excitó sobremanera hasta que me corrí con abundancia. Ella que vio los chorros de mi polla, sacaba la lengua, como queriendo chuparlos, y parecía al borde del orgasmo. De pronto, algo ocurrió en su cuarto, que la sobresaltó, y se levantó de un gran salto, con la mala fortuna de que el consolador se soltó de la ventosa y rodó por el balcón, cayendo al vacío, y por poco corren la misma suerte los prismáticos, si no los llevase colgados del cuello. Pero ella estaba más preocupada porque su padre había tocado a la puerta, y se arregló la ropa antes de abrirla, yo corrí un poco la cortina por precaución, y casi se olvida de los prismáticos que le colgaban del cuello, se los quitó y se puso una camiseta, abriendo la puerta. Su padre le dio las buenas noches y le apagó la luz de la mesita. Ella intentó verme de nuevo y se asomó al balcón a buscar su juguete por la calle, pero ya no estaba, yo había bajado corriendo cuando lo vi caer, y lo tenía en mi poder, aún lleno de sus jugos, que olían de maravilla, y pensé que la noche siguiente se lo plantaría en mi ventana, para observar su reacción, pero esta ya es otra historia, ya os la contare.

Como os imaginéis la cinta que grave ha servido para consolar mis orgasmos solitarios más ardientes.

Espero que os haya gustado, si es así escribirme. Un beso

Manu