Julia coge con Oscar.
Julia, mi esposa, coge con Oscar, un maduro dotado que le quiere dar por atrás; pero Julia le niega la entrada trasera... o no?
Julia, mi esposa, eligió entre varios prospectos, a Oscar, un hombre maduro de piel morena y tremenda verga, muy gruesa y de buen tamaño como su nuevo cogedor.
Lo citamos en nuestra departamento temprano, a las tres de la tarde sonó el timbre y yo bajé a abrirle. Julia esperaba ansiosa, vestida para la ocasión, con tacones altos, minifalda negra apretada contra sus hermosas nalgas y una blusa blanca escotada, sin brasier. Debajo de todo una tanga de encaje negro.
Oscar se sentó en el sofá de la sala y yo le ofrecí algo de beber mientras hablábamos del tráfico y del clima, para romper el hielo. Juilia salió de nuestra habitación en donde había esperado para salir a “saludar” a su nuevo amigo. Se paró en el marco de la puerta y lo dejó admirar su hermoso cuerpo mientras le decía casi en un susurro, en parte por los nervios y en parte por lo caliente que estaba, “Hola!”.
Se sentó entre nosotros y, luego de dos o tres frases sin mucho sentido, volteó a mirarme y se acercó para que la besara. Oscar empezó a acariciar sus piernas y nalgas. Julia se puso en cuatro en el sillón poniéndole, con descaro, el culo en la cara. El macho de inmediato le hizo a un lado la tanga y le empezó a chupar el culo, dedeandola en la concha, primero suavemente y luego más y más duro hasta hacerla gemir. Yo me paré y me senté en otro sillón para que los amantes pudieran hacer lo suyo y yo poder disfrutar del espectáculo. Luego Oscar se desnudó completamente, dejando al aire ese tremendo cipote que pronto haría gritar de placer a mi esposa.
Oscar sentado en el sofá, con las manos en la nuca, y Julia de rodillas mamando su verga, desde los huevos hasta la cabezota, lamiendo y succionando. Luego él se paró y, mientras la besaba y acariciaba toda, la fue desnudando, dejándola sólo con la tanga y los tacones puestos.
Julia lo llevó de la mano hasta nuestra recamara, y ahí se le puso en cuatro, como desafiándolo, arqueando la espalda y con el culo parado “Así me querías tener papi? Anda cabrón, tómame esa foto que me pediste, para que la tengas de recuerdo…”
Oscar le tomó varias fotos, bajándole la tanga para que se le mirara bien el ojete y ella misma se abría las nalgas para su macho. Luego él se puso a mamarle el orto como loco, le decía que tenía el culo más rico que se había comido, con esas tremendas nalgas entre las que metía toda su cara para lamer su anillito y la dilatada raja jugosa.
-Me dejarás darte por el culo muñeca hermosa? Tengo tantas ganas de culearte!
-No, ya te dije que por atrás no quiero, todo lo demás sí mi amor, pero eso no!.
-Qué buena estás putita hermosa!
-Ya métemela papi por favor! Ya cógeme! Cogemeeee!
El macho arremetió y le dejó ir toda su gruesa verga, haciéndola gritar de placer, la penetró con fuerza dándole nalgadas, hasta dejárselas rojas “Qué buena estás mi amor! Que buen culo tienes putita! Déjame culearte un poquito nada más!” Le insistía Oscar. Le sacaba la verga de la chocha y le chupaba el ano y luego la volvía a penetrar en la vagina. Julia se dejaba hacer todo, entregada por completo a ese placer prohibido para algunos.
El amante la volteó y la dejó boca arriba con las piernas abiertas, ofrecida y entregada por completo, la estuvo cogiendo largo rato así, mientras se besaban y susurraban cosas que yo no podía escuchar; pero pronto supe de qué se trataba: a convenció de dejarse culear… un poquito. Julia se puso en la orilla de la cama boca arriba y Oscar le puso saliva en el ano y sin más empezó a empujar muy despacio la tremenda cabezota en el apretado ano de mi mujercita, que gemía y pujaba. “No por favor, no. Te dije que por atrás no… me duele mucho… aaahh!!” Decía mi esposa, suavizando la voz, sabiendo que eso enloquecía más a su matador. Hacía gemiditos que ponían a su macho aún más caliente. “No sabes las ganas que tenía de darte por el culo, Putita, desde que ví las fotos que me mandaste me enamoré de este orto y ahora lo estoy disfrutando así…” “Soy tuya mi amor, hazme lo que quieras.. rómpemelo rico!”
Oscar no se resistió más y le dejó ir el resto de su verga y Julia cerró sus ojitos que se le llenaron de lágrimas, su piel se le erizó y gimió tan fuerte que temí que los vecinos escucharan todo -Pero que más dá, más de un vecino nos ha visto entrar con algún desconocido a altas horas de la noche, así que ya se imaginarán nuestros gustos-. A partir de ese momento, viendo que Julia se dejaba culear, el macho la puso en diferentes posiciones para romperle bien el orto a mi linda mujercita que babeaba de placer. Me miraba con los ojos entrecerrados y su cuerpo entero se movía al ritmo de cada embestida. Boca arriba, boca abajo, en cuatro, de ladito… todo por el ojete.
-No aguanto más, tengo la leche en la punta..!
-No, no te vengas! Dámela en la cara por favor! Quiero esa lechita de macho!!
Como pudo, Julia se arrodillo y Oscar terminó masturbándose en su cara. Julia le ayudaba dándole chupetones en los huevos y cuando él estaba a punto le metió la verga en la boca, para que ella terminara de sacarle la leche a mamadas. La sujetó del pelo y la cogía salvajemente por la boca hasta que le regaló varios lechazos en su linda carita, que le escurrieron hasta las tetas. Luego termino de embarrar bien la leche en su cara con la punta de su verga y Julia abrió la boca pidiendo comer un poco de semen caliente.
Julia quedó un rato sentada en el piso, recargada en la cama. Oscar se vistió rápidamente y, dándole un largo beso en la boca a mi esposa, se despidió de ella. “Ojalá lo hayas disfrutado como yo lo disfruté. Gracias, eres muy hermosa y espero verte otra vez.”
No hablamos en el ascensor cuando bajé con él a abrirle la puerta. Sólo al final me dió las gracias y me felicitó. Qué sensación rara cuando un hombre que se acaba de cojer a tu esposa te felicita por la mujer que tienes…