Julia - Ayudando a nuestra vecina

Mientras ayudabamos a nuestra vecina a colgar una pieza de arte erotico, la situacion se puso c.a.l.i.e.n.t.e!

Julia, nuestra vecina del lado, llamo a mi esposa para ver si podríamos ayudarla. Estaba por colgar una pieza de arte en la pared y su marido, Bobby no se encontraba ahí. Esta era la misma Julia que me había regalado su panochita depilada durante una fiesta hacia un par de semanas.

Mi esposa me grito que bajara de mi oficina y me relato la petición de Julia. Yo siempre listo, le comente a mi esposa que regresaría en unos minutos. Mi esposa me dijo que ella vendría también porque la pieza era algo grande.

Con una escalera en mano, nos dirigimos a casa de nuestros vecinos. Toque la puerta y Julia abrió. Guau! Que sorpresa verla vistiendo tan solo unos shorts pequeñísimos que no dejaban nada a la imaginación. Sus labios vaginales al igual que su rajita se mostraban con mucho detalle. También lucia una camiseta que apenas si le cubría sus dos grandes tetas. No sostén para aplacar sus tetas ni sus pezones que parecían quererse salir de allí.

Mi esposa y yo también vestíamos ropa deportiva – aunque mas decente. Yo portaba unos shorts de correr, Seguro que Julia podía notar ya mi verga que empezaba a hincharse. Trate de pensar en algo que me ayudara a relajar mi erección.

Mi esposa usaba pants de lycra que también marcaban bien sus muslos y su culo, aunque ella si usaba panty tipo bikini. Una camiseta suelta cubría su rica panochita, pero también dejaba que sus pezones se mostraran con cada movimiento.

Entramos a la casa y Julia nos dirigió hasta el área donde colgaríamos el cuadro. Era una pintura de un artista local que había adquirido en un bazar. La pintura estaba compuesta del torso de una mujer vista desde atrás. No se le veía su cara, pero si su trasero y una teta con un pezón muy rozado y erguido.

Que bonita pintura, dijo mi esposa, quien tuviera un cuerpo escultural así.

Si, me gusto porque ella se ve tan sensual. Muy clásica, no?

Acomode la escalera y me subí al penúltimo escalón. Entre las dos subieron la pintura y me la dieron. La apoye en el último escalón de la escalera. Tome la pintura y la subí usando la pared para balancearla. Les pedí que me dijeran donde quedaría bien. Cuando había llegado la pintura a su altura, me indico Julia que ahí la quería. Usando mi cuerpo, libere una mano; tome un lápiz de la bolsa de mis shorts para marcar la posición de la pintura.

No me había dado cuenta que al subir la pintura, apoyando mi pierna izquierda en el último escalón, mis huevos casi salían de mis shorts. Las dos mujeres lo notaron mas no hicieron comentario. Unos minutos después había clavado el soporte para el cuadro y este ya hacia lucir la pared con esa bella mujer en cueros.

Mientras yo colgaba el cuadro, nos enteramos que Bobby había salido por varias semanas. El trabajaba para una compañía que fabricaba e instalaba partes de taladros mineros. Su trabajo así era. A menudo salía a otros estados semanas a la vez.

Ya listo para bajar de la escalera, Julia comento:

Creen que me parezca en algo a la mujer de la pintura?

Tienes parecido. Por que no te subes a la escalera y posas como la bella para poder darte una mejor opinión, dijo mi esposa

Subió a la escalera dándonos la espalda. Con sus shorts tan pequeños, su culo si era como el de la mujer. Nalgas redondas y de buen tono muscular. Su abdomen rígido por el ejercicio que hacia. Su teta izquierda solo asomaba la parte inferior desde nuestro punto de vista.

Julia, dije yo. Si hay cierto parecido, pero no podría decirte cien por cien porque tu teta no la puedo comparar bien.

Cierto Julia. Dijo mi esposa. Quítate tu blusa para poder opinar con más certeza.

Sin titubear, Julia se quito la blusa y volvió a tomar pose. Pregunto de nuevo que la comparamos a la mujer del cuadro.

Yo opino que tu cuerpo es igual o mejor que el de la modelo, dije.

Yo opino que tu culo esta mejor que la modelo y tus tetas, como son un poco más grandes, se ven más apetecedoras, comento mi esposa.

Apetecedoras? Como?

Si Julia, si yo fuera un hombre, o una lesbiana, no dudaría en mamártelas a ti antes que a la mujer esa.

Entonces no son suficientemente bellas para que TÚ las mames?

Bueno, es que nunca lo he hecho, dijo mi esposa, pero si Miguel me lo autoriza, podría probarte que si son apetecedoras.

Yo las miraba con sorpresa y no pude más que asentar con la cabeza que si aprobaba. Me preguntaba a donde iba todo esto

Julia se bajo de la escalera y se puso directamente frente a mi esposa. Siendo mas pequeña que Julia, la boca de mi esposa quedo casi frente a las tetas de Julia. Ahora que podía ver las dos a la vez, pensé que hubiera sido yo quien me ofreciera a este reto. Me senté en el sofá y me prepare a ver que sucedía.

Mi esposa empezó por darle besitos a las tetas de Julia. Sus pezones ya estaban por reventar. La lengua experta de mi esposa salió para formar pequeños círculos sobre las aureolas de Julia. Una primero, después la otra. Entonces, mi esposa se dedico a chupar los pezones en turno, tal como si estuviera mamando mi verga. Julia cerró sus ojos, deslizo su mano por la espalda de mi mujer y termino por apretar su nalga izquierda. La otra mano de Julia ya jugaba con la teta de mi mujer por sobre su camiseta.

Mi esposa siguió mamando los pezones y por momentos lengüeteaba las aureolas rosaditas. Una de sus manos masajeaba la teta que no estuviera en su boca. Mientras tanto, yo me sobaba mi verga por sobre mi short, tratando de aplacarla mientras disfrutaba del espectáculo.

Que rico lo haces! Me estas excitando demasiado. Creo que mi panocha ya esta muy mojada y lista para lo que venga.

Yo también me estoy mojando. Si que son deliciosas tus tetas. Me gustan tus pezones; quisiera arrancártelos y comérmelos.

Si no te aprietas, dijo Julia, quisiera servicio completo. Crees que Miguel podría ayudar en algo?

Te había dicho antes que para que son los vecinos sino para ayudar. Claro que Miguel puede ayudar en algo.

Esta fue mi señal para entrar en acción. Me arrodille detrás de Julia. Le baje sus diminutos shorts y confirme que su panocha estaba súper mojada. Con mi lengua como herramienta empecé a recorrer su raja, llegando a su clítoris hinchada. Pare aquí unos segundos chupando como mi esposa seguía haciendo con los pezones de Julia.

Ahhhh! Me vengo! No paren! Ahhhh! Me corro! Que ricoooooooo

Exploto y su cuerpo se estremeció. Sus muslos apretaban mi cabeza con bastante presión. No quería que quitara mi lengua de su raja. Mientras ella se venia, yo moví mi lengua y la introduje en su agujero. Casi de inmediato tuvo un segundo orgasmo.

Ahhhh! Que haces Miguel? Nunca había sentido así antes. Ahhhh! Mi corrida ni para! Cógeme con tu lengua. No paren! No paren!

Su cuerpo siguió vibrando por más de un minuto. Cuando cedió su climax, tuvo que sentarse en el sofá. Mi esposa me vio sonriendo dándome a entender que aun no acababa ella. La bese apasionadamente. Nuestras lenguas recorrían los rincones de nuestras bocas y chocaban entre si. Mis manos ya removían la blusa de ella y sus tetas aparecían con pezones excitados y erguidos al aire.

Me separe un momento para quitar mi camiseta y mis shorts. Julia nuca había visto mi verga, aun en aquella fiesta donde descubrí y probé su panocha por primera vez. Mi esposa también se había quitado sus shorts y panty, quedando los tres desnudos por completo.

Que lindas tetas tienes también, dijo Julia. Y tu Miguel, que arma portas. Mi Bobby se avergonzaría tal vez por tu tamaño. Vengan al sofá.

Nos acercamos. Me senté yo y mi esposa se arrodillo frente a mí para mamar mi verga.

Déjame hacerlo a mí, dijo Julia. Tú puedes tener esto en casa cuando quieras.

Mi esposa asintió y Julia se puso de cuatro patas en el sofá. Su cabeza descendió sobre mi verga y su lengua empezó a jugar con la cabeza. Dando lengüetazos al glande, mi excitación crecía por segundo.

Mi esposa se coloco tras Julia. Su panocha invitaba a ser lamida por detrás. Mi esposa no tardo en dejar que su lengua probara la miel que ya envolvía la panocha de Julia. Mientras lamia , sus manos jugaban con las bellas tetas, masajeando y dando pellizcos a los pezones de Julia.

Mi verga estaba feliz. Rodeada por aquellos labios, invitaba a la lengua de nuestra vecina a jugar también. Sus manos jalaban de mi verga y manoseaban mis huevos al mismo tiempo. Faltaba poco para acabar.

Mmmmm, que bien vecina. Tu si que sabes mamar. No pares que falta poco para que acabe.

Vente en mi boca. Quiero probar tu leche que seguro sabe delicioso. Y tú, mujer no pares que me vuelve loca tu lengua en mi agujero. Ayyy! Que delicioso. Méteme un dedo por favor.

Mientras Julia seguía aumentando mi placer, mi esposa introdujo no uno, sino dos dedos en el agujero de Julia. Esto fue todo lo necesario para que soltara mi verga, diera un grito de placer y se corriera en la boca de mi esposa.

Ayyyyyyy! Me corro!. Me corro! Ahhhhh! Que delicioso.

Sus manos seguían masturbándome y en pocos segundos también yo anunciaba que me venia.

Estoy listo para correrme. Quien quiere mi leche?

Las dos mujeres pusieron su cara a varios centímetros de mi verga. Empezó a eyacular con un chorro espectacular. Este llego a la cara de Julia. Parte entro en su boca abierta. El segundo fue a parar casi directo en la boca de mi mujer. Las dos saboreaban su premio. Chorros más salieron y fueron a parar en las tetas de las dos.

Ya en el suelo, las dos se acostaron y se dieron una especie de 69 en las tetas, tratando de no desperdiciar una sola gota de mi semen. Terminaron besándose y compartiendo mi jugo entre ellas.

Que rico sabe tu semen, Miguel. Quisiera haberlo comido todo yo.

Vecina, cuando gustes, puedes tenerlo, dijo mi esposa.

Y tú, cuando quieras, puedes tenerme a mí, dijo Julia. Aunque no seas lesbiana, eres una experta. Me encanto lo que me hiciste. Espero se repita.

Era tiempo de retirarnos. Ya satisfecha Julia, sabía que me esperaba una tarea en casa; darle mi atención completa a mi mujer. Pero que tarea