Juguemos a las novias la que se enamora pierde 5

Cap. 5 volando a otros horizontes siento la tardanza pero pues e estado ocupada

Ahora, de vuelta al mundo real, pero con un nuevo inicio

Cuando llegué al mundo real mi jefe casi me mata por desaparecerme tanto tiempo sin decir porque Lo bueno fue que me llevaba bien con él, así que sólo me puso a trabajar ese día en unos casos más largos. Mi hermana también me quería matar por no dar señales de vida. Después de explicar todo, el resto de la semana estuvo relajado (bueno, lo más relajado que se puede estar con trabajo), y el domingo fui a la casa de Cristyn, me presentaron a la dichosa hermana de Cristyn; una chica normal, nada espectacular, linda eso sí, al igual que su hermana y su madre, pero ¡ojo!, era hetero cien por cien (aunque uno puede cambiar a la gente, jejejejeje), e iba con su novio. Después de eso, Andy intentó comunicarse conmigo, pero yo no quería saber nada de ella; creo que era lo mejor, no saber más de ella, no valía la pena seguir luchando por ella, así que decidí no volverme a enamorar, es que ¿para qué?, enamorarse sólo trae problemas, sería mejor llevar una vida como Ximena, así, si me dan muchas ganas o estoy muy caliente, voy a un bar y me bajo la calentura.

Y así empezó mi nuevo estilo de vida: mujeres van, mujeres vienen, no me quedo con ninguna; me divertía, ellas se divertían y nadie salía herido. Bueno, no por mi parte porque no falta la que por una noche de pasión cree que se van a casar con ella. Ahora entiendo a Ximena, es que hay viejas muy ilusas, yo me incluyo. Recibí más de una cachetada, pero bueno, ¿qué se le va a hacer? Y las cachetadas no dolían, lo que dolía era saber que yo estuve como ellas, que yo sufrí como ellas, pero es que en ningún momento yo dije que habría segunda noche o que se repetiría, simplemente bajaba la cabeza y decía “lo siento”.

Cristyn y su familia ya sabían acerca de mi homosexualidad y la aceptaban. María era mi consejera en todo, esa mujer se había convertido en una madre para mí, me decía que yo no debía hacer eso, que esa vida ´solo me traería más dolor, aunque yo no estaba sufriendo en lo más mínimo, la única que aún me veía, no mal, pero sí sorprendida, por así decirlo, era Samanta, la hermana de Cristyn. Me miraba mucho, como si quisiera analizarme todo el tiempo; eso me estresaba ya que detesto que la gente me analice con la mirada, pero era una buena chica, algo mas callada que su hermana, pero buena persona.

Un día, mi hermana salió diciéndome que con ellas me había conseguido otra familia, que ya casi ni la visitaba, así que se las presente. Cristyn era fascinada con mis sobrinas, jugaba con ellas como una niña chiquita. Mi vida estaba bien; aun me dolían los desplantes de Ximena y de Andy, pero sólo el tiempo curará esas penas.

El bar de Carmen se convirtió en mi segundo hogar. Todo el tiempo, si no estaba en mi oficina, estaba ahí, ligando, llevándome a cuanta chica veía a la cama y así estuve por uno seis meses. Ya me había olvidado de todas las que me hicieron sufrir, pero, más que haberlas olvidado las perdoné, entendí que, simplemente, ellas no eran para mí.

Un día estaba caminando por la calle y me conseguí a Karen, no podía creerlo, estaba hermosa con un pantalón ajustado y una blusa ceñida al cuerpo.

-¿Alex? ¿Eres tú? Sí, hola, estás hermosa –dijo dándome un beso en la mejilla.

-Eh, pues bien. ¿Y tú?

-Bien, después de que me dejaste hace un año conocí a una niña súper linda y pues nos vamos a casar  Oye, lamento mucho que lo nuestro no haya funcionado-

-No importa, eso ya es historia antigua, no importa en serio. Oye, pero re bien que te vayas a casar, ¡qué bueno!- de verdad me emocionaba, era bueno que hubiera encontrado a alguien, que fuera feliz.

-Bueno Alex, te dejo. Tengo que ir a terminar de hacer una vueltas, fue un placer volverte a ver.

-Igual, adiós, qué te vaya bien.

Cuando Karen se fue, me puse a repasar mi vida, qué estaba haciendo con ella. Por desamor, empecé a beber como loca y a acostarme con toda falda que veía, me estaba convirtiendo en una escoria, lastimaba mujeres sólo por placer. Y no sólo a ellas, me lastimaba a mí misma, me estaba convirtiendo en un mounstro, así que pausé mi vida de descontrol y me calmé. Y así llego diciembre, mi segundo diciembre desde que regresé a Colombia.

Era un caluroso 22 de diciembre en Cali (por lo general, esto acá se mantiene al sol vivo), iba con mi hermana, mis sobrinas y mi nueva familia, María, Cristyn y Samanta, comprando regalos para el 25 de diciembre. Sí, un poco tarde para comprar regalos, pero bueno, nos dividimos María, mi hermana, mis sobrinas y Cristyn en un grupo y Samanta y yo en otro. A Samanta le gustaba todo lo que veía, así que íbamos de un lado a otro viendo tienda tras tienda; yo veía algunas cosas y, simplemente, lo que me gustaba para las chicas lo compraba. Después de conocerme bien Samanta, era como su hermanita, muy activa, hablaba de muchas cosas y era muy emotiva. Yo, en cambio, no soy tan emotiva, soy un poco más reservada, pero sólo un poco.

-Hay muchas cosas, no me logro decidir- dijo Samanta, quedándose quieta unos segundos.

-Pues entonces, no lo mires desde tu punto de vista, es un regalo para las otras; no digas “me gusta”, pregúntate más bien, qué le gustará a ellas.

- Tienes razón- y así, por fin, empezó no tanto a ver sino a comprar. ¡Oodio caminar de una tienda a otra y no llevar nada!

Al final, compramos lo que necesitábamos y nos fuimos a la casa de María. Allá celebraríamos Navidad.

Ya el 25 de diciembre, estábamos entregando los regalos y deseándonos feliz Navidad. Todo estaba muy feliz y animado, hubo un momento en que mi hermana se retiró de la habitación y regresó con cara de angustia.

-¿Qué pasa, hermanota?- dije, preocupada por la expresión que traía

-Alex, por favor no te enojes ni te lo tomes mal: si accedí a esto es porque creo que es lo mejor y porque te quiero, y sé que ellos también a pesar de sus errores.

En ese instante sonó el timbre de la casa y María fue a abrir, también con una expresión de ansiedad en su rostro, Cuando entraron las dos personas que timbraron, no lo podía creer.

-¿Qué hacen ustedes aquí?- eran mis padres, no lo podía creer, ¿qué hacían aquí?, de inmediato recordé cómo me trataron el día que me echaron de casa; una ira creció en mí, tenia rabia, estaba muy molesta

-Alex, por favor cálmate- dijo mi hermana al ver cómo mi expresión cambiaba tanto al verlos.

-Hija, por fa…

-No me llames hija, porque, si mal no recuerdo, dijiste que aquel día me olvidara  de que era tu hija, que no se me volviera a ocurrir creerme hija tuya-

-Por favor Alex, cálmate, escucha lo que te tienen que decir, se equivocaron pero son tus padres, quieras o no- dijo María, hablándome tratando de calmarme.

-Lo sabías, ¿por qué no me dijiste?

-Alex, porque no hubieras aceptado. Esto es algo que debes hacer, no puedes alejarte de tus padres por siempre-

La verdad, me encontraba muy alterada así que sólo dije que cuando estuviera lista hablaría con ellos, así que tomé mis cosas y salí de ese lugar. Me sentía con mucha rabia; ellos mismos me dijeron que no los buscara, que me olvidara de ellos. Me sentía confundida: aún después de todos estos años, siento que me hacen falta, que de todas formas los necesito conmigo y, cómo dijo María, siguen siendo mis padres, quiera o no.

Iba tan inmersa en mis pensamiento que sólo noté que Samanta venía tras de mí, cuando me dijo –yo te apoyo.

-Sami, ¿qué haces aquí?

-No quería dejarte sola, yo creo que tienes derecho a estar molesta, pero también creo que deberías escucharlos, aunque no lo merecen, aunque te hallan destrozado toda fe e ilusión que tenías en ellos- las palabras de Samanta me llegaron, pero sentía que lo decía para ella también. Así estuvimos caminando un rato en silencio, creo que Samanta decía todo esto por su padre, sólo sabía de él que se había ido hacía mucho tiempo, pero nunca dijeron por qué o qué fue lo que pasó, así que, bueno, con un poco de vergüenza me atreví a preguntar.

-Sami- ella me miró un momento y luego volvió a desviar la mirada, como diciendo que me escuchaba – tu padre, ¿qué paso con él?

Me vio y luego se quedó pensando, como organizando lo que iba a decir, hasta que por fin habló –pues mi padre, ¡Wow, hace muchos años que no hablo de él! Pues verás mis padres se conocieron en una fiesta, tuvieron sexo y me tuvieron a mí, mi madre tuvo que empezar a estudiar en la universidad nocturna y empezar a trabajar, ya que mis abuelos no  aceptaban que mi madre se hubiera embarazado, así que la echaron de la casa. Mi padre dejó la universidad y empezó a trabajar; al cabo de un tiempo mi madre también la tuvo que dejar porque venían otros gastos conmigo. Mi madre dice que cuando nací, mi padre se emborracho por primera vez, que cuando nos dieron de alta, mi padre no fue a recogerla y que, cuando llegó a casa, él estaba borracho y la trato muy mal, que después de esos días ya era costumbre ver a mi padre borracho, y como mi mamá no tenía a nadie más, tenia que aguantar esa humillante situación. Después de unos meses, mi madre decidió empezar a ahorrar para largarse de ahí cuanto antes; cuando logro ahorrar lo suficiente para irse y comprar un apartaestudio yo ya gateaba y decía unas cuantas palabras. Mi madre tuvo que hacer varios trabajos a la vez para poder pagarme un jardín y así fue hasta que cumplí los 5 años; no veía casi a mi madre, ya que muy temprano en la mañana salíamos de casa, me dejaba en el jardín, luego me recogía la vecina, me llevaba a su casa, hasta muy tarde en la noche que me recogía mi mamá. Yo ya estaba dormida para ese momento, así que podríamos decir que sólo la veía en la mañanas. Recuerdo tanto el día en que mi padre me encontró, me dijo que ya no viviría mas en ese lugar, que ahora viviría en una casa donde podrían jugar y, bueno, para ese entonces yo estaba muy pequeña: ¡me decían jugar y yo aceptaba!, así que ese día lo pasé con mi papá – Samanta hizo una pausa. En sus ojos veía mucha tristeza al recordar todo eso.

-Sami, si no quieres no tenemos que hablar sobre esto.

-No, yo quiero sacarlo, es algo que no le he dicho nunca a nadie, pero ahora quiero que salga, quitarme este peso.

-Está bien, entonces te escucho.

-Bueno, ¿en dónde iba? Ah sí,, ese día me la pasé bien, estuve con mi padre, me compró algunas cosas, en fin. Cuando estábamos mirando la tele empezó a sonar el timbre de la casa, era mi mamá, se veía muy molesta. Recuerdo que, primero, se gritaron muchas cosas. Luego, papá le rogó que volvieran, que le diera otra oportunidad y, pues mi madre, como buena mujer, aceptó y volvimos a casa. Así pasó el tiempo, hasta que cumplí los diez; mi padre bebía igual, pero ya no trataba tan mal a mi mamá. Bueno, un día mi mamá nos dijo que estaba embarazada, ¡jum!, fue una súper noticia. Ni yo ni mi papá nos esperábamos algo así. Bueno, nació Cristyn, los gastos se dispararon y mi padre volvió a sus andadas. Yo sólo me escondía en mi cuarto con mi hermanita y trataba de calmarla para que no se asustara con los gritos. Después de un tiempo, ya no eran gritos sino golpes, vivir con mis padres se convirtió en un infierno y así fue hasta que cumplí los 15 y empecé a andar con gente. Bueno, simplemente diré que no eran buenos chicos; empecé a beber mucho, mis estudios quedaron en el olvido, odiaba a mis padres por obligarme a vivir así y, en una de esas fiestas, conocí a Fabián y, bueno, con él perdí mi virginidad –cuando dijo eso último, su cara se mostró tan triste- sabes, mis amigas siempre decían que sería lo mejor que me pasara en la vida, pero para mí fue horrible, cuando sentí que entro en mí con esa brusquedad, sólo deseaba que se acabara rápido, que me dejara en paz. Bueno, le conté mi experiencia a mis amigas y sólo dijeron que él no era un buen amante, así que me presentaron chicos que habían pasado por manos de ellas,  y pues me divertí a veces, pero otras no me divertía para nada. Mis padres peleaban todo el tiempo, golpes y gritos era lo único que escuchaba en mi casa para ese entonces, así que yo procuraba no mantenerme ahí. Bueno, y así siguieron los días hasta que cumplí los 17 y conocí a Estefany, ella cambió mi mundo. Era una chica muy alegre y extrovertida, me divertía mucho con ella, sólo que, a diferencia de mis otras “amigas”, ella no me dejaba tomar ni fumar, no permitía q le hiciera daño a mi cuerpo, me cuidaba bastante, se preocupaba mucho por Cristyn, así qué, cuando salíamos, a Estefany le gustaba que se fuera con nosotras. Ella, por así decirlo, enderezo mi vida, dejé de salir con la basura con la que andaba antes, me empecé a juntar con gente buena, dejé de tomar y de fumar. Estefany fue alguien que cambio mucho mi vida –Samanta hizo una pausa, lagrimas corrían ya por sus mejillas

-¿Qué paso con ella?- me atreví a preguntar.

-Murió. En un accidente de auto. Desde ese día, me juré a mí misma ser siempre alguien de bien y dar un buen ejemplo a Cristyn, cuidarla para que siempre estuviera mejor. Al poco tiempo de morir Estefany, mi madre por fin dejó a mi padre, después de encontrarlo revolcándose con otra mujer, le gritó que jamás lo perdonaría. Ese día nos fuimos de esa casa. Mi madre y nosotras vivimos temporalmente en la casa de una amiga de mi mamá, yo empecé a trabajar para ayudar con gastos y, después de un año, ahorramos lo suficiente para comprar la casa que tenemos ahora y nos mudamos. Después, cuando cumplí los 23, compré mi apartamento, meses después me entere de que mi padre murió de una sobredosis de alcohol, casi nunca hablaba con él, pues se mantenía borracho. Ése es el recuerdo que tengo de él: ¡un borracho!

Después de eso, hubo un gran silencio entre las dos. Sólo mirábamos las estrellas.

- ¿Y tu novio, en que parte de la historia entra? –pregunté, ya que en ningún momento lo mencionó.

-¡Juan Carlos! Pues antes de mudarme a mí apartamento, nos conocimos en la universidad. De eso acá 2 años, pero pues Juan y yo ya no nos amamos como antes, creo que dentro de poco me terminará, si no lo hace él, lo haré yo, de todas formas nuestra relación ya es un asco.., ¡Caramba!, hacía mucho no me desahogaba con nadie, gracias por escucharme. ¿Vamos a casa?

  • No, ve tú a tu casa, yo, la verdad, ahora no quiero volver. Ve tú, yo me voy a mi casa, necesito pensar si voy a hablar con…

-¿Tus padres?

-Sí, ellos. Bueno, nos vemos-

  • Alex, perdónalos. No cargues con ese dolor, ¿bueno?

-Trataré de hacerlo, pero no te aseguro nada. Nos vemos.

-Adiós.

Cuando llagué a casa no dejaba de pensar en lo de mis padres. Me duché, me acosté, prendí la tele y puse un canal; realmente no estaba viendo nada, pensaba en lo de mis padres, hacía mucho que no los veía, fue extraño volverlos a ver, creo que Samanta tiene razón, debería escucharlos. Maána le diré a mi hermana para que nos ponga en contacto. Por ahora, a dormir,

A la mañana siguiente, fui a la casa de mi hermana, me bajé del carro, toco el timbre una vez y sale mi hermana.

-Hola -dice ella, haciéndome señal para que pase.

-Hola, ¿y mis sobrinas?

-Todavía están dormidas. Alex, siento mucho lo de ayer, pero mi madre me rogó que, por favor, te dejara hablar con ella. Alex, ellos de verdad están arrepentidos, de verdad. Te aman, te aman demasiado, por favor.

-No sé, hermana. Es que lo que me hicieron, duele. No sé si los pueda perdonar, me lastimaron demasiado con su rechazo, yo sé que no es fácil saber que se tiene un hijo o hija gay, pero ellos me lastimaron demasiado, me trataron de enferma, de loca.

-Sí, pero de verdad están arrepentidos, de verdad te quieren y están buscando cómo arreglar las cosas.

-De acuerdo, lo haré, diles que si pueden mañana en la tarde.

-Está bien, los llamo ya mismo.

Vi cómo mi hermana llamaba a mis padres a darles la noticia. ôr como se veía mi hermana, diría que ellos también estaban muertos de la dicha; sigue sin parecerme una buena idea, pero pues qué se le va a hacer, son mis padres, se merecen otra oportunidad sólo por la simple razón de ser mis padres. Mi hermana me dijo que para mañana sí podían. Después de eso, hablamos un rato y después me fui a mi casa, ya que estaba en vacaciones de diciembre, me relajé un poco, escuché algo de música, me di un baño y me puse a ver, después, Titanic. A mitad de la película, escucho el timbre de mi casa

-Pero, ¿quién es?, no esperaba a nadie hoy. Cuando abro, descubro que es Samanta.

–Hola,Sami. Eeh, pasa, no te esperaba- dije con una cara que yo creo que estaba babeándome; es que hoy se veía hermosa con un vestido azul nada formal, pero que se le veía divino con sus hermosos ojos claros, pero ¡qué estoy pensando!, es Sami, no otra de tus conquistas; deja la bobada ya.

-Bueno, vine a hacerte compañía, pero si estas ocupada vengo otro día,

-No, para nada. Sólo me sorprendió tu visita, pero tranquila, mi casa es tu casa, estaba viendo Titanic, ¿quieres verla conmigo?

-Claro, es mi película romántica favorita.

Y así estuvimos viendo la película hasta que dio fin y las dos estábamos llorando y decíamos que nos había entrado basura en el ojo, en fin.  Luego de que terminara por completo, pusimos la tv en mi cuarto hasta que nos dio sueño y nos quedamos dormidas las dos.

Al otro día le comente sobre la cita que tenia con mis padres, se veía feliz de saber que hablaría con ellos y así desayunamos juntas y luego se fue a su casa. Yo me quedé, me acomodé y partí a la cita con mis padres

Cuando llegué…


se que me e demorado mucho, de verdad lo siento pero no e tenido tiempo, agradezco a daniel que ha sido quien me a ayudado a escribir el relato esta vez, ayudandome con la ortografia tan critica que tengo jejeje muchas gracias de verdad, y claro como no agradecer a todos los que leen comentan o valoran el relato a ellos tambien muchas gracias

saludos y besos desde colombia tierra querida