Jugar al enfermero (en serio)

Un accidente muy desgraciado me puso a un deportista de primera línea en mis manos para ayudarlo en su recuperación. Creo haber hecho un buen trabajo.

Jugar al Enfermero (pero en serio)

Sucedió cuando yo tenía 30 años. Aún estaba soltero y estudiaba medicina en la UBA. En realidad solo estaba intentando ingresar, pero ya me sentía medio médico. Al menos así lo manifestaban algunos amigos, porque siempre estaba interesado en todo lo relacionado con la salud, etc etc.

Me llamó una amiga de Mendoza y me dijo que su marido había tenido un accidente y si yo quería ganarme unos pesos que fuera a su casa (ahora estaban en Bs As.) para ver qué podía hacer para ayudarla. Yo había visto a su marido pocas veces pero a través de ella nos tratábamos como amigos.

Sucede que su marido (Rodrigo) de 35 años tuvo un accidente durante las prácticas en la nieve. Una pésima caída y se rompió ambas muñecas. Afortunadamente había sido operado y las posibilidades de quedar bien eran casi totales. Saber eso me alegró, porque yo necesitaba dinero pero tenía temor de encontrarme con una persona deprimida o agresiva.

Cuando llegué el cuadro no era muy bueno, porque la falta de ayuda había dejado sus consecuencias en el carácter de ambos, por la falta de experiencia de ella y la invalidez temporaria de él. Era lógico que algo así pasara. Ya habían tenido dos enfermeras que él echó porque no las soportaba. Todo eso me lo relató mi amiga que se adelantó para ponerme al tanto de todo. Tuve la intención de decir "no" pero sentí que mi presencia era tomada de una manera diferente, además ella lo había hablado previamente con él y estuvo de acuerdo. Yo me preparé mentalmente para ayudarlos y me instalé en su casa (muy confortable)

Mi trabajo consistía en lograr mantener a Rodrigo limpio y confortable. Charlé mucho con él y manos a la obra. Comencé por lo más desagradable y lo que más le molestaba a él que era ir al baño, hacer sus necesidades y esperar que lo limpien y acondicionen. Era como un hombre sin manos y había desarrollado un manejo de sus pies para algunas cosas, Acomodar su cama, sus almohadas, su control remoto y no sé qué más.

Logré llevarlo a la bañera llena de agua, y espuma. Corté con prolijidad su cabello, lo afeité. El primer día me dejó agotado porque estaba en un franco abandono. Por suerte él comprendió que todo lo que hacía le daba lo que él más necesitaba que era confort. Dormir limpio, con ropa recién cambiada, la boca fresca, en fin todo lo que se imaginan que necesita un ser humano para su descanso y sobrellevar semejante problema.

Todos lo días lo bañaba le hacía masajes en todo el cuerpo, le colocaba el perfume que a él le gustaba, y ponía talco en la zona perineal, a pedido de él. Le hice manicura y pedicura.

En una semana de trabajo, ya éramos muy amigos, y él confiaba todo en mí. Nuestras charlas ya eran mucho más relajadas. Un día me dijo que quería salir a dar una vuelta en auto. Yo manejé su auto. Y fuimos por la ciudad y estacionamos luego por la costanera. En nuestra charla él me preguntó si me gustaba hacer todo esto o solo lo hacía por dinero. Le contesté que "el dinero es importante para mí. Pero me siento muy cómodo haciéndote todo a vos porque te portas muy bien y veo que he logrado sacarte como de un poso".

Al día siguiente cuando lo estaba bañando noté que estaba algo excitado. Muchas veces había visto su hermosa pija algo erecta pero me hacía el distraído. Pero ese día luego de salir del agua él seguía así y yo cuando lo sequé y cuando le colocaba talco él acercó su pelvis un poco a mi cara  y me miró a los ojos y me sonrió. Yo le seguí el juego y rocé su pija con mi cara  y él suspiró y dijo que lindo que se siente todo lo que vos haces.

Su pija tomó un tamaño impresionante y yo no pude resistirme y me la llevé a la boca. Solo podía tener su glande en la boca pero le pasé la lengua por toda la pija y por los huevos. Él ya en la cama de espaldas, disfrutaba y me decía, por favor, seguí. Lo hice acabar de una manera impresionante. El lloraba de alegría y agradecimiento. Me dijo hace tres meses que nadie pensó que yo podía necesitar algo así. Mi mujer me mira con lástima. Y mis amigas no vienen ni a visitarme.

Le dije, que yo disfruté tanto como él. Y que si quería lo haría todos los días. Así quedamos. Fue nuestro secreto. Y hubo muchos momentos muy placenteros entre nosotros. Disfrutaba de las mamadas que le daba y se lo hacía en distintas posiciones. Me permitía que le pasara la lengua por todo su cuerpo. Y cuando estaba por acabar siempre me avisaba para hacerlo en mi boca.

Como dije antes, nadie lo supo. Y mantuve su "amistad" durante dos años, cuando recuperó sus manos, nuestros encuentros eran con penetraciones inolvidables, realmente lo disfrutaba.

Sin embargo esa recuperación produjo también un distanciamiento, ya no había "excusas" para los encuentros y su relación con su mujer mejoró. Además yo ya no tenía tanto tiempo para estar cerca de él por mis estudios y su vida se fue recuperando a lo que era antes. Debió volver a trabajar en las temporadas de nieve y un día me contó que gracias a mí aprendió a disfrutar del sexo con una mirada más amplia y con menos prejuicios.

Espero que les haya gustado esta experiencia.

Me gustaría que me escriban a guilledeberna@yahoo.com.ar