Jugando con Yvette Cap. 5 (este de verdad)

El anterior capítulo 5 era, en realidad, el 4. No me explico cómo pudo ocurrir. Perdón por el despiste. Intentaré que la página lo borre. Gracias a Stocke por avisar.

Jugando con Yvette


Título original: Playing With Yvette

Autor: Just Another Bloke (justanotherbloke@hotmail.com)

Traducido por GGG, febrero de 2005

CAPÍTULO 5.

Sonó un suave golpe en la puerta de cristal de mi tienda exactamente a las ocho en punto de la noche siguiente. Estaba sentado en la mesa donde trabajan las putas jóvenes que contrato de vez en cuando. El segundo golpe fue más fuerte y duradero que el primero. Para las ocho y veinte Yvette estaba golpeando la puerta con tanta fuerza que pensé que iba a romper del cristal oscurecido.

Yo podía ver el exterior pero Yvette no podía ver el interior de la tienda. Lo que podía ver de ella era bastante prometedor. Pero a las ocho y treinta estaba casi frenética, mientras aporreaba la puerta y miraba nerviosamente a un lado y otro de la calle. Me encantaba la expresión desesperada y confusa de su rostro mientras la hacía esperar y preguntarse qué era lo que pasaba. Realmente pareció aliviada cuando finalmente abrí la puerta.

Había investigado un poco sobre Yvette desde nuestra última cita. Sabía ahora por qué había elegido tan rápidamente la opción de puta; por qué estaba tan desesperada por conseguir que esas fotos no circularan entre una amplia audiencia. Sabía por qué, pero no entendía por qué. Y aún más importante, sabía que haría cualquier cosa que le dijera.

"¡Llegas tarde!" Dije con enfado mientras tiraba de ella hacia el interior de la tienda.

"Lo siento... estaba aquí..." Yvette estaba como avergonzada. Todavía un poco embarazada respecto a haberse excitado delante de mí de la forma en que lo había hecho la noche anterior, supongo.

"No quiero oír tus excusas, puta." Dije mientras me volvía a sentar sobre la mesa. "Ahora déjame que te vea, da unas vueltas y haz alguna pirueta para mí."

Su incomodidad resultaba evidente mientras exhibía su atuendo para mí. Sus movimientos eran torpes y descoordinados y sus piruetas vergonzosamente desmañadas.

"No eres una modelo de Cat-Walk (N. del T.: Afamada agencia de modelos inglesa), ¿verdad Yvette?" Realmente se la veía muy bien. Su pelo corto y oscuro estaba suave y brillante, obviamente había dedicado mucho tiempo a peinarse y maquillarse. Llevaba un vestido de noche de aspecto muy caro con un escote de corte recatado, que ofrecía solo un atisbo de su canal. No obstante la falda era bastante corta y la espalda se hundía en una 'V' pronunciada.

"Básicamente negro, eh, Yvette. Que previsible." Salté de la mesa y me acerqué a ella. "Vestido negro, medias negras y zapatos negros. Déjame adivinar, tus bragas son... ¿rojas?"

"No, son negras." Contestó con sarcasmo. Siempre era un poco agresiva al comienzo de nuestras citas.

"Dóblate sobre la mesa y levántate la falda." Se movió hacia la mesa, se levantó la falda y se inclinó hacia delante hasta que sus tetas se apretaron contra la superficie de la mesa. No estaba muy habladora.

Me levanté y anduve hasta ponerme tras ella y le pasé las manos por el culo. "Muy bonito." Yvette gritó cuando le bajé las bragas en un rápido movimiento dejando al aire su culo desnudo. Luego caminé hasta el lado opuesto de la mesa y me senté en una silla tras la mesa, nuestras caras a solo unas pocas pulgadas. Saqué un pequeño látigo de debajo de la mesa y lo mantuve para que Yvette pudiera verlo. Era uno de los llamados 'polla de nueve colas'. Básicamente es un consolador con nueve tiras de cuero de unas 12 pulgadas (unos 30 cm) colgando en su extremo. Ideal para azotar a una mujer en un espacio reducido, como la parte delantera de mi tienda.

A Yvette casi se le salen los ojos de las órbitas cuando lo vio. Lo chasqueé en el aire dejando que Yvette escuchara el sonido que hacía, y luego golpeé con él en la mesa delante de su cara.

"Elige un número entre 98 y 100, Yvette."

"99... Señor." De verdad que no me gustaba su actitud. Se estremeció y gruñó en voz alta cuando el látigo se estrelló en su culo. Se quedó como helada un momento, como un conejo pillado bajo los faros. Luego giró la cabeza súbitamente para ver quién la había golpeado.

"Di, gracias Señorita." Le chilló Kim. Yvette se volvió a mirarme, con la mente desbocada. Sus ojos me suplicaban que no dejara que Kim la azotara. Obviamente no se le había pasado por la cabeza que yo permitiera a ninguna otra persona jugar con ella. Y menos a otra mujer. No dije nada, me limité a devolverle la mirada, disfrutando de la expresión de horror de su rostro. Kim volvió a golpearla.

Yvette cerró los ojos mientras hundía la cabeza sobre la mesa y decía: "Gracias Señorita, por favor azóteme otras 97 veces." No le había dado las gracias por el primero, pero su disposición era buena. El látigo golpeó otra vez con fuerza contra su carne: "Gracias Señorita, por favor azóteme otras 96 veces."

Nunca antes le había dejado a Kim azotar a otra mujer, y verdaderamente estaba disfrutando. Tenía la cara casi tan roja como la de Yvette. Y siguió metiéndose la mano bajo la falda y acariciándose entre las piernas.

Hice que Yvette levantara la cara y me mirara mientras Kim la azotaba. Me encantaban las distintas expresiones de su rostro. El aspecto orgásmico cuando el látigo la golpeaba, la indefensión en sus ojos mientras esperaba el siguiente, y la vergüenza cuando le daba las gracias a Kim por azotarla.

Mientras seguía la flagelación, Kim se ponía cada vez más excitada. La falda estaba en el suelo y la mano bajaba por la parte delantera de sus bragas, cada golpe del látigo parecía más fuerte que el anterior.

"Gracias Señorita, por favor azóteme otras 43 veces." Jadeó Yvette.

"Espera." Le dije a Kim. "Todavía no." Me levanté y rodeé a Yvette para ponerme detrás y hacer detallados comentarios con Kim respecto a su culo rojo y desnudo. Las hice esperar a ambas mientras volvía y me volvía a sentar en el asiento tras la mesa. Yvette se sujetaba al borde de la mesa, tenía la cara roja, la frente manchada de sudor. "Vuelve a pedirlo, puta." Dije, mirando a Yvette a los ojos, a solo unas pulgadas de los míos; "y esta vez dilo como corresponde o empezaremos de nuevo. Espero que no hayas perdido la cuenta."

"Por favor azote a esta puta otras 43 veces, Señorita." Jadeó sin aliento Yvette. "Por favor Señorita, me encanta que me azote, me encanta que su látigo azote mi culo de puta, por favor azote mi culo otras 43 veces, Señorita." Realmente se estaba pasando. Era obvio que no quería empezar de nuevo.

Kim azotó a Yvette con una intensidad y una pasión que solo podía ser compartida entre dos mujeres. Cuando se acabó, la cabeza de Yvette se hundió en la mesa. "Gracias, Señorita." Susurró, sin que se le dijera que lo hiciera.

"¿Te ha metido mano alguna vez otra mujer, Yvette?"

"No, Señorita." Contestó rápidamente. "No me gusta..." Yvette se quedó de nuevo helada cuando sintió las manos de Kim acariciar su culo ardiente. Los ojos de Yvette me suplicaban que no dejara que Kim la tocara. Parecía que Yvette prefería que Kim la golpeara a que la tocara. Pero lo que quisiera Yvette era irrelevante. Cerró los ojos cuando las manos de Kim la sobaron y la agarraron.

Ahora Kim se estaba acariciando su propio coño con fuerza, gimiendo suavemente mientras acariciaba el culo y los muslos de Yvette. Sabía, por la expresión de su rostro, que Kim estaba a punto de correrse. "Deja de jugar con tu cuerpo y dedícate mejor a besarla."

Yvette abrió los ojos de golpe, suplicándome otra vez y Kim soltó un gruñido de frustración mientras se quitaba las manos de las bragas y se arrodillaba detrás de Yvette.

Le hice a Yvette que describiera lo que Kim le estaba haciendo: "Me está lamiendo los cachetes del culo donde me golpeó con el látigo. Con suavidad. Me está lamiendo el culo con suavidad, con cuidado. Sienta bien, Señor." Yvette no quería decir esto último. Pero se le escaparon las palabras. Se mordió el labio nerviosa. En parte por la vergüenza de haber dicho lo que había dicho, y en parte por la sensación de excitación que sentía mientras Kim le acariciaba el culo con la lengua.

"¿Te ha clavado alguna vez una mujer la lengua en el culo, Yvette?"

"No Señor." Gimió. "Por favor no le deje que me haga eso." Me suplicó, los ojos otra vez llenos de una sensación de pánico.

"¿Qué es lo que eres tú, Yvette?"

"Una puta, Señor."

"¿De quién eres tú la puta?"

"Soy su puta, Señor."

"Y la puta de Kim, Yvette. Dilo."

"Soy también la puta de Kim, Señor." Gimió en alto Yvette mientras lo decía. No podía negar lo que le estaba ocurriendo. Le hice que me mirara a los ojos y volviera a describir lo que Kim le estaba haciendo: "Está separando con las manos los cachetes de mi culo." Jadeó Yvette. "Puedo sentir su lengua en el exterior del ojete. Lame el exterior de mi ojete." El rostro de Yvette se contrajo de placer cuando sintió la lengua de Kim contra el prieto y pequeño agujero de su culo.

"Su lengua está... empujando... empujando contra el ojete. Está intentado meter la lengua dentro de mí." Los ojos de Yvette estaban todavía fijos en los míos cuando dejó escapar un sonoro gruñido. "¡Joder!" Gritó. "Ahora su lengua está dentro de mí. Su lengua me sube por el culo. Empuja más profundamente dentro de mi culo... Oh dios... Me está follando el culo con la lengua... Me está follando el ojete con la lengua..."

"Es suficiente, Kim." Dije mirando todavía a los ojos de Yvette. "Creo que Yvette ya está bastante avergonzada por el momento." Yvette se dejó caer sobre la mesa y Kim en el suelo.

"Por favor, déjame que me corra." Jadeó Kim. "Déjame que me corra con la lengua metida en su culo... Por favor..." Kim se extendió en el suelo, las bragas rodeando un tobillo, las piernas separadas, y tres dedos entrando y saliendo de su coño empapado. Sus ojos echaban fuego, era casi incontrolable cuando se ponía así. O la dejaba correrse o tendría que sacar la manguera.

"Está bien, Kim." Dije. "Pero date prisa. Yvette y yo vamos a salir a cenar." Yvette levantó la cabeza de la mesa y me miró con una expresión que no puedo describir, pero sabía lo que significaba. "No, Yvette." Dije sonriendo y mirándola a los ojos. "Tú no puedes correrte."

De nuevo hice que Yvette describiera lo que Kim estaba haciendo. "Me ha vuelto a separar los cachetes del culo, y de nuevo su lengua empuja mi ojete. Esta vez no es tan delicada." Yvette respiraba pesadamente, y encontraba dificultades para hablar. Gemía sonoramente y los ojos le daban vueltas. "De nuevo su lengua sube por mi culo. De nuevo se mueve dentro de mi culo. Puedo escuchar como se está follando a sí misma... Puedo escuchar los sonidos de chapoteo que hace su coño mientras se folla a sí misma." Yvette también estaba cerca del orgasmo.

"Ahora empuja avanza su lengua más, por dentro de mi culo, pero ya no da más vueltas, creo que va a correrse..." Los gritos de éxtasis de Kim inundaron a Yvette mientras su orgasmo explotaba en su interior.

Yvette gimió en voz alta cuando la lengua de Kim salió de ella. Kim todavía estaba retorciéndose en el suelo como la puta en celo que era. Se habría corrido de nuevo si la hubiera dejado. Dejé a Yvette doblada sobre la mesa y me dirigí a Kim que todavía estaba follándose como una salvaje.

"¡Levántate!" Le grité. "Vete a tu casa y fóllate a tu marido para variar." Kim me sonrió e hizo una amplia variedad de gruñidos mientras se lamía los jugos de los dedos.

Pero una cosa tiene Kim, hace cualquier puñetera cosa que se le diga. Se levantó, se subió las bragas, se volvió a poner la falda, se arregló un poco, me dio las gracias y se fue.

Yvette estaba todavía con el culo al aire, doblada sobre la mesa. Había tenido varios minutos para regodearse en la vergüenza que se había procurado a sí misma. Se había resignado a la humillación de someterse a mí, pero no había previsto que tuviera que soportar la humillación de disfrutar de ella. No se conocía muy bien. No sabía lo que era, pero lo estaba averiguando.

"Levántate y arréglate, Yvette." No podía mirarme mientras se ponía en pie lentamente. Tan intensa era su sensación de vergüenza. "Para alguien que no había tenido nunca la lengua de otra mujer metida en su culo seguro que te has excitado con ello, Yvette."

"Sí Señor." Farfulló mientras se subía las bragas. Realmente no era una gran respuesta. Me planteé humillarla más haciendo que me dijera cuanto había disfrutado con la lengua de Kim metida en su culo. Lo cerca que había estado de correrse. Pero la noche era joven. Había otras cosas que quería hacer con Yvette.

"Bien, Kim ya ha comido, tenemos que ir a cenar." Dije, mientras veía como se arreglaba el vestido. "Te dije que te prepararas lo mejor que pudieras. ¿Es esto todo?"

"Sí, Señor." Yvette todavía no tenía mucho que decir. En menuda tímida se había convertido la perra arrogante. Y todavía no podía mirarme. La noche se estaba volviendo mejor de lo que esperaba.

"Bien, entonces tendrá que valer ¿verdad? Pero debo decir que me siento defraudado. Pensé que sacarías algo mejor que esto. Vamos entonces, puta, recuerda que me llevas a cenar. Habrás traído dinero ¿verdad?"

"Sí, Señor. He traído dinero." Por fin se esforzó en mirarme y su expresión cambió. De repente se dio cuenta de que se había vestido como si fuera a una noche de inauguración en el teatro de la Ópera, pero yo solo estaba vestido con unos vaqueros viejos, una camiseta, chaqueta vaquera y zapatillas.

Saqué de mi bolsillo un pequeño vibrador con correas y lo puse sobre la mesa. "¿Has visto: 'Cuando Harry encontró a Sally'?" Yvette no lo captó al principio. "Póntelo." Ahora lo pilló.

El vibrador se llama 'Ladybird'. La mujer lo lleva como unas bragas, debajo de las bragas, si es que las lleva. Se coloca en su sitio con unas correas pequeñas, negras y ajustables. La parte de plástico que vibra está modelada para ajustarse sobre el clítoris de la mujer. Dos pequeños cables van a una cajita de plástico plana que lleva las pilas y tiene un conmutador de tres velocidades.

Mantuve levantado el vestido de Yvette mientras se quitaba las bragas y se ataba la cosa alrededor de la cintura y la entrepierna. Su coño estaba empapado por lo que Kim le había hecho, pero era demasiado caballero para decir nada. En todo caso no hacía falta. Ella era consciente de lo mojada que estaba. "Has hecho esto antes." Dije sonriendo. Yvette no me devolvió la sonrisa, ni dijo nada. Su falta de respuesta estaba empezando a joderme. "¡Has usado uno de estos antes, ¿verdad puta?!"

"No Señor, no lo he usado." Sintió que estaba perdiendo la paciencia con ella. "Los he visto en tiendas y catálogos, Señor, pero nunca he usado uno." La ayudé a pasar la cajita de plástico y los cables por debajo del liguero y el sostén y la coloqué en el lateral de la copa izquierda del sostén donde pudiéramos acceder al pequeño conmutador. Comprobé que las correas estuvieran tensas, y que la pieza vibradora estuviera bien colocada sobre su clítoris. Luego lo puse en marcha lenta, a modo de prueba de funcionamiento.

Podía decir, a partir de la expresión de la cara de Yvette, que estaba haciendo lo que se suponía. "¿Está colocado sobre tu clítoris, Yvette?"

"Sí, Señor." Contestó con suavidad, lamiéndose ansiosamente los labios. "Está... justo encima del clítoris." Lo dejé a marcha lenta mientras Yvette se volvía a poner las bragas y se arreglaba el vestido. Podía escuchar al pequeño vibrador ronronear silenciosamente bajo su vestido, y bajo sus bragas; y por la expresión de su cara, Yvette podía sentir las vibraciones, y le gustaba la forma en que se sentían.

"No me has dicho si has visto 'Cuando Harry encontró a Sally'."

"Sí, Señor, la he visto." Su cuerpo estaba empezando a responder a las sensaciones del vibrador en su clítoris. Sus ojos tenían aquella expresión, y parecía encontrar dificultades para quedarse quieta.

"Está bien, Yvette, desconéctalo y tranquilízate. Te pondrás a hacer otra vez esos sonidos de gruñido si no lo apagas pronto." Su cara tenía aquel color rojo familiar. Una combinación de vergüenza y lujuria.

"Vamos a cenar." Dije, mientras la tomaba del brazo y la acompañaba a la puerta. "Hueles bien, Yvette. ¿'Lou Lou' verdad?"

"No Señor. 'Poison'." Después de todo tal vez no fuera una perra estúpida.

El Leo's es un pequeño antro de mierda donde dan cervezas y hamburguesas, a unos pocos bloques carretera arriba de mi tienda. Es un punto de reunión de prostitutas y perdedores. El sitio perfecto para Yvette. Incluso con vaqueros viejos y camiseta iba demasiado bien vestido para Leo's.

Yvette abrió la puerta para mí, sin que tuviera que decírselo, y casi todos los ojos del lugar se dirigieron a ella en cuanto entró detrás de mí. No todos notaron su entrada, pero enseguida alguno de los que lo habían hecho señalaba a Yvette para los que no.

Quería a Yvette donde todo el mundo pudiera verla, de modo que le dije que se sentara en la barra y pidiera para nosotros unas hamburguesas y patatas fritas. La gente la miraba y hacían comentarios entre sí mientras observaban como caminaba hacia la barra con su hermoso vestido de noche negro.

"¿Le gustaría ver la carta de vinos, Señora?" Preguntó sarcásticamente la puta de detrás de la barra. "No, gracias." Le contestó Yvette de mala manera. "Dos hamburguesas normales con patatas, por favor."

"La langosta está muy buena esta noche." Dijo el tío del taburete de al lado, luego se volvió hacia la puta de su novia y casi se mean de la risa.

Eche a andar y me senté en el taburete del otro lado de ella y pedí dos cervezas. "Ponlo en marcha." Yvette se mordió el labio ansiosamente mientras se pasaba la mano discretamente por la parte superior del vestido y activaba el pequeño vibrador en marcha lenta. Con todo el ruido del local nadie oiría al pequeño vibrador, pero Yvette le sentiría ronronear contra su clítoris.

La puta de detrás de la barra volvió con nuestras bebidas y le echó a Yvette una extraña mirada. Yvette tenía una expresión rara en el rostro. "¿Te gusta cómo se siente, Yvette?"

"Sí, Señor." Contestó nerviosamente. Luego, como caída del cielo, me miró y dijo: "¿Por qué me está haciendo esto?" Vaya una pregunta puñeteramente estúpida.

"¿Por qué te follas con consoladores?" Me miró directamente a los ojos y sin rastro de vergüenza dijo: "Porque me lo paso bien." Ya tenía la respuesta.

Para cuando terminamos las bebidas, Yvette se estaba poniendo inquieta en su taburete. La cara le brillaba otra vez de pasión. Esto iba a ser divertido. "Ponlo a media marcha." Dije sin mirarla. Miró a su alrededor nerviosa mientras lo alcanzaba y avanzaba un paso el pequeño vibrador. Ahora podía escucharlo, solo débilmente, ronroneando entre sus piernas.

La comida en Leo's es solo ligeramente más apetecible que las fulanas que desarrollan allí su negocio. Comimos en silencio. Quería que Yvette escuchara lo que se decía de ella, era el centro de atención con su hermoso vestido de noche negro. Y la forma en que se retorcía en el taburete atraía también un poco la atención. Realmente Yvette no comía nada, parecía un tanto distraída. Estaba colgada en el borde de la barra y dando vueltas en el taburete. Y haciendo extraños sonidos con bastante frecuencia.

Cuando terminé mi hamburguesa la miré y dije: "¿Cómo está tu culo, Yvette?" "Dolorido, Señor." Jadeó con voz desesperada. No podría soportarlo mucho tiempo más. La puta de detrás de la barra vino a recoger nuestros platos. Yvette enterró la cara en su mano, sabía el aspecto que debía tener, lo que significaba la expresión de su rostro.

La puta de detrás de la barra miró la hamburguesa sin empezar de Yvette. "¿Hay algún problema con esto?" preguntó con una voz terriblemente vulgar. Yvette no podía contestar.

"En este momento no está pendiente de sí misma." Dije sonriendo. La puta camarera no pilló mi pequeño chiste, pero Yvette sí.

De repente Yvette empezó a emitir sonidos de gruñido muy suaves, su cuerpo se puso tenso y luego dejó escapar un largo y suave suspiro. "¿Podemos irnos ahora?" Me preguntó mirándome por encima, con una expresión ligeramente distinta en su rostro.

"No." Odio cuando las mujeres fingen el orgasmo, e Yvette todavía no era muy buena en eso. "Ponlo al máximo. Y ni siquiera vuelvas a intentar engañarme." Le temblaba la mano cuando alcanzó la parte superior del vestido y puso el pequeño vibrador a la velocidad más alta. Ahora no tenía que esforzarme tanto para oírlo. Yvette me miró, una mirada desesperada.

"¿Te gustaría sentarte en un apartado, Yvette?"

"Sí, por favor, Señor." Gimió suavemente, el cuerpo balanceándose lentamente hacia atrás y adelante en el taburete. "Lo habríamos hecho si no hubieras intentado engañarme, puta." Yvette se quejó sonoramente y enterró la cara entre los brazos sobre la barra.

"¿Se encuentra bien?" Preguntó la camarera puta desde el extremo de la barra.

"Lo estará en un minuto." Ahora Yvette se balanceaba más deprisa sobre el taburete, restregándose contra él, apretándose más el vibrador contra el clítoris inflamado. "Oh, dios, no." Gimió suavemente.

Cuando llegó al clímax había concentrado la atención de todo el mundo en el bar. No podía ocultar lo que le estaba pasando. Gruñía demasiado alto, y se deslizaba demasiado en el taburete para que la gente no lo notara y supiera que estaba pasando. Incluso alguien desenchufó el tocadiscos de monedas.

Gruñó escandalosamente mientras su orgasmo se iba tan rápidamente como había empezado. No consiguió una ronda de aplausos, pero la audiencia había disfrutado del espectáculo que había montado.

"¿Podemos irnos ahora, por favor?" Preguntó sin mirarme.

Sabía que alguien lo diría, era tan previsible, pero supongo que hacía falta que se dijera. Una puta vieja muy fea que estaba en un apartado cerca de la puerta miró a Yvette cuando abríamos la puerta y dijo: "Quiero tener lo que tiene ella."

Salimos fuera, dejando un murmullo de comentarios tras nosotros respecto a la puta del vestido estúpido. Estoy seguro de que Yvette me llamó bastardo por lo bajo mientras salíamos. "¿Puedo apagar este chisme ahora?" Preguntó con la expresión de una mujer que acaba de tener un magnífico orgasmo. ¿Dónde estaba la gratitud?

La llevé de vuelta a la tienda y le concedí el privilegio de chupármela. Obviamente había chupado alguna polla antes, pero no era muy buena en eso. Terminé por sujetarla del pelo y follarme su cara. Afortunadamente para ella tuvo el buen sentido de tragarse mi corrida sin que se lo dijera.

Le di a Yvette su recibo: ahora tenía tres rayas rojas tatuadas en el culo y solo faltaban dos para acabar, estaba disfrutando, jugando con Yvette.