Jugando con una amiga
Ella buscaba algo mas de lo que su novio la daba. Me lo contó y así empezó nuestro juego.
Mi amiga
Estábamos celebrando la fiesta del patrono de la facultad. Nuestra pandilla esta formada por cinco personas :Juán, Antonio, Pedro, su novia Ana y yo que me llamo Jose. Ese día como de costumbre todos habíamos bebido de mas y el alcohol empezaba a hacer sus efectos. Total que la peña iba cayendo dormida hasta que solo quedamos despiertos Ana y yo.
Con los efectos del alcohol la conversación se puso caliente hasta tal punto que Ana me comento que Pedro su novio era muy clásico en el sexo y que cada vez disfrutaba menos de las relaciones que tenían. Al preguntarla que es lo que la atraía y no la daba Pedro me dijo que quería probar cosas nuevas, cosas que la pusiesen en tensión, algo que supusiese un riesgo, y cuando la pregunte hasta donde quería arriesgar, su respuesta fue muy clara: estaba dispuesta a todo menos a perder a Pedro.
Mi cabeza funciono rápido. Te propongo un juego: yo te marco unas pruebas morbosas y cuando lo hagas me dices como te sientes. Sus ojos ya estaban encendidos, pero no había perdido el control. No me pienso acostar contigo, me dijo, a lo que la respondí que el reto era para ella no para mi. Te cuento la primera, es fácil, en tus manos esta hacerlo o no. El próximo lunes me dices como te ha ido. Estas dispuesta a arriesgar?. Después de unos segundos que se me hicieron eternos respondió que si. Vale: durante el resto de la semana no uses ninguna braga o tanga. solo con faldas, y para que no tengas tentaciones mañana me llevas a clase todas tus bragas en una mochila que te devolveré el lunes. Si mañana no me lo traes entenderé que esto solo era una conversación bañada en alcohol. Cambiamos de tema hasta que todos nos fuimos a casa.
Al día siguiente, Ana me llamo en el intermedio de las clases, y cual fue mi sorpresa cuando me entrego una mochila y salió corriendo. Me fui al coche y miré dentro. Había seis bragas y dos tangas. Las bragas eran las típicas de algodón cómodas pero poco sexis blancas y negras. Las tangas eran mas atractivas pero demasiado grandes para mi gusto. Total que lo metí en el maletero y empecé a pensar en mi siguiente paso.
Ese sábado como todos, quedamos para ir a la discoteca juntos. Una vez dentro y cuando nos separamos Ana y yo un poco de los otros la pregunté como lo llevaba. Me dijo que se sentia desnuda, y muy excitada, aunque lo que peor llevaba era el no dejar que Pedro la metiese mano para que no de diese cuenta de nada. Después de unas copas la saque a bailar ya que a Pero no le gusta y a Ana y a mi si. En la pista mientras bailábamos salsa intentaba rozarla todo lo posible, cosa que con su excitación acumulada por la semana la fue poniendo como una moto.
Llevaba puesto un vestido veraniego muy fino así que cuando pase la mano por su culo pude apreciar que como decía no tenia nada puesto. Ella me quito la mano pero yo insistí que era parte del juego por el riesgo de que alguien nos viese. Poco a poco fuimos marchando hacia la parte mas alejada, y allí la di un beso que si bien al principio esquivó después respondió, cosa que aproveché para pegarme a su cuerpo y tocar con todo descaro su cuerpo.
Cuando volvimos a la mesa después de un rato ya no se atrevió a mirarme, y para ponérselo mas fácil decidí irme a casa, alegando que estaba muy cansado, y quedando para ir a la playa el domingo todos juntos.
El domingo fue tranquilo. Tomamos el sol comimos y reímos. Ana tenia puesto un biquini con lazos en los laterales. Estaba muy sexi. Ya por la tarde cuando empezaba a disminuir la luz y nos quedábamos solos propuse pegarnos el último baño. Solo me siguió Ana, y empezamos a jugar en el agua. En una de estas agarré los lazos de la braga del biquini tiré de ellos y me la quedé en la mano. Ella en principio se quedó quieta. Me miraba, miraba a su novio que estaba a escasos treinta metros, y después empezó a perseguirme para conseguir su ropa. Yo nadé hasta unas rocas que quedaban a la derecha, y salí del mar. Cuando ella llegó donde estaba, desde el agua me pidió la braga, pero la dije que si la quería tendría que salir a por ella. Donde estábamos no se nos veía, así que después de mucho suplicar y amenazarla con marcharme a la toalla, salió a por su prenda.
Su cuerpo era escultural. Tenía el pubis recortado de color negro, se la veía aunque se tapaba con la mano. Cuando llego a mi altura, me guarde su braga en mi bañador y la dije que si la quería que la sacase ella misma. Yo estaba empalmado así que cuando metió su mano toco mi pene que salió a fuera del bañador. Agarrándola por la cintura la tiré a las rocas y empecé a besarla y tocar todo el cuerpo. Poco a poco fueron callando sus quejas, y terminamos retozando en el suelo hasta que se la metí de un solo empujón debido a lo mojada que se encontraba. Ella decía en voz baja que no. Lo repetía, pero sus caderas seguían mi ritmo en la follada, hasta que su garganta se ahogó en un silencioso orgasmo. Cuando notó que me iba a correr me dijo que dentro no que no tomaba nada, así que se la saque y se la metí en la boca, donde me corrí como una fuente. No se lo tragó lo escupió y vistiéndose se fue corriendo donde estaban los otros.
Ya en el coche la di su mochila, y la comenté que si quería seguir jugando que me avisase, pero que antes de decidirse tenía que saber que si aceptaba tendría que hacer todo lo que la pidiese sin rechistar. Era libre de elegir y por mi parte nunca se enteraría Pedro. Sería nuestro secreto.
Bueno amigos, aquí termina la primera parte de esta historia que guardo como un grato recuerdo. Esta relación con Ana llegó a durar hasta el día de su boda, tres años después. No se porque he empezado a cortarla, ni siquiera si seguiré, pero aun así me alegra habérsela contado a alguien. Nunca he disfrutado tanto del sexo como con esta mujer.