Jugando con seda
El acompasado repiqueteo de sus tacones, casi tan afilados como sus grisáceos ojos, que me miraban de forma furtiva, como un felino, pronto quedaron amortiguados por el calido tacto del alfombrado suelo de mi casa, apartado refugio a las afueras de la bulliciosa ciudad. Me siguió, de forma elegante por todo el hall, hasta llegar a la sala donde la invite a sentarse, y poco después, a una copa de espumoso vino blanco.
El acompasado repiqueteo de sus tacones, casi tan afilados como sus grisáceos ojos, que me miraban de forma furtiva, como un felino, pronto quedaron amortiguados por el calido tacto del alfombrado suelo de mi casa, apartado refugio a las afueras de la bulliciosa ciudad. Me siguió, de forma elegante por todo el hall, hasta llegar a la sala donde la invite a sentarse, y poco después, a una copa de espumoso vino blanco.
Por un instante y casi como si de una descarga eléctrica se tratase, roce sus largos dedos, bellamente coronados por unas uñas pintadas de rojo, gemelo del carmín de sus labios, cuando le tendí su copa. Ella me miro de forma turbadora cuando entreabrió su boca, casi jugándome una mala pasada mi imaginación dejándome quizás entrever su rosada lengua, acariciar con deleite el cristal, antes de dar un corto sorbo.
Acalorado, me deshice de mi chaqueta, dejándola muerta sobre el respaldo de uno de los sillones individuales, antes de recoger mi propia copa de encima de la mesa y sentarme junto a ella en la rinconera, dejando uno de los brazos por encima del asiento, y el otro en mi rodilla, mientras movía ligeramente mi muñeca, haciendo mecerse el vino en el interior de la copa. Notándome estúpido por no hacer otra cosa más que mirarla, di un largo trago, casi agotando mi bebida, a tal velocidad que estuve apunto de atragantarme.
Ella me miro con una calida sonrisa, acompañándola de una suave risa, al ver mis gestos algo torpes, cuando me llevaba la otra mano a la barbilla para evitar manchar la tapicería, y me encorvaba para depositar la copa en la mesita.
Cuando me reincorporaba, y volví mi cabeza para mirarla de nuevo, ella estaba peligrosamente cerca de mi, cosa que me corto la respiración, mientras la de ella, rítmica y acompasada, envenenaba mis sentidos y me ataba a ella, como un grillete de seda en mi cuello. Alargo su mano, y deslizando uno de sus dedos por mi cuello, ascendió hasta mi barbilla, recogiendo esa dorada gota de vino que había escapado de la comisura de mis labios...
Y tras casi rozar los míos con la punta de ese dedo, lo retiro y se lo llevo a su propia boca, perdiéndose entre sus jugosos labios, sin dejar de mirarme de esa forma tan penetrante que hacia unos segundos había desmontado toda mi compostura, entornando los ojos casi divertidos por la situación.
Ya era demasiado para mi, espere a que su juguetona lengua acabase de repasar su dedo, que salio limpio y brillante del interior de su boca, para intentar que fuesen mis propios labios los que recuperasen ese licor que ella había robado de mi mentón.
Pero fue inútil, ella, tan elegante como rápidamente, se retiro, esquivándome, según se levantaba del sofá, para mirarme cubierta del nacarado resplandor de sus dientes que asomaban en su boca, demostrándome que no me seria tan fácil de conseguir ese ansiado premio. Me repuse como pude, levantándome yo también del sofá, para volver a dar un par de pasos hacia ella, quien los imito hacia detrás, firme, pero quise pensar para no dañar mi ánimo, que con cierto tono juguetón.
-No podrás esquivarme siempre...- Mientras repetí mi movimiento de avanzar otro poco hacia ella -... ¿Y cuando llegues hasta la pared?-
-Tu casa...- Sus ojos se deslizaron por los alrededores del salón, sopesando la situación -... Es grande, siempre puedo ir en otra dirección, y dejar una puerta cerrada tras de mi.- Tras su gesto para quizás, atisbar una escapatoria, su mirada volvió a quedar posada sobre mi, esperando un nuevo movimiento.
Traicionado por mi subconsciente, mis ojos acompañaron a mi cabeza por un instante, mirando hacia la puerta del cuarto principal, y para cuando quise evitar que ella aprovechase ese instante de flaqueza, se deslizo grácil hacia ella, y tal y como amenazo, cerrando la puerta tras de si. Casi maldiciendo mis propios impulsos, me conforte en el pensamiento de que al menos, ya la tenia mas cerca de mi cama...
Y que mi cuarto no tenía más salidas que delante de la cual yo me encontraba. Pegue la oreja a la puerta, y dentro me pareció oír algo, quizás un murmullo, quizás unos pasos... O quizás nada. Desesperado, me gire sobre mis propios pasos, palpando por encima de mis bolsillos en busca de mi cartera, al no encontrarla de apenas un par de largas zancadas recupere la chaqueta que descansaba en uno de los sillones, y por fin, de su interior, extraje mi cartera, y de esta, una tarjeta de crédito.
Con ella en la mano, y sin poder evitar sonreír por lo que creía que seria un giro inesperado a la situación, que ella posiblemente agradeciese al verme como un hombre de recursos, jugué con ella paseándola entre mis dedos, hasta llegar junto a la puerta, al lado de la cual me arrodille, y tratando de hacerlo en el mayor silencio posible, deslice el canto de esta por el exiguo espacio entre el marco de la puerta y el final de esta, para deshacerme del pestillo que ella, maliciosamente había cerrado.
Pero apenas había empezado mi operación, cuando algo me hizo quedar completamente paralizado tal y como estaba. El fluido sonido del agua correr en el cuarto de baño privado de mi dormitorio, hizo acto de presencia, lo que hizo que mi mente en tan solo unos instantes se imaginase su cuerpo desnudo, sus turgentes formas brillando por el agua, sus tórridas curvas tratando de enfriarse bajo la ducha...
Y como las aguas de los ríos, los ribetes transparentes irse juntando todos alrededor de su vientre, para anudarse y recogerse en su sexo, que imaginaba rojizo, apetitoso, cual fruta de la que salen los mas dulces néctares.
Sacudí la cabeza y retome mis quehaceres ahora quizás con mas ahínco aun si cabe, y pronto recogí el fruto de mis esfuerzos cuando escuche ceder el cierre de la puerta, y esta, dándose por vencida, se entreabrió unos centímetros. Ahora si que era capaz de escuchar perfectamente el agua correr desde mi cuarto de baño, ella posiblemente no se hubiese dado ni cuenta de que estaba dentro, desconocía sus intereses o lo que después hubiese decidido de no haber conseguido entrar...
Pero ahora me tocaba a mí tener ventaja.
Quitándome rápidamente mis zapatos, pasee descalzo y silencioso hasta mi cama, cubierta de un gaseoso juego de seda negro, sobre la cual se marcaba, como una mancha de pasión y sangre, su vestido rojo, penas una minúscula pieza de tela carmesí, que tan perfectamente había cumplido su misión de ocultar y tan solo dejar imaginar sus maravillosos encantos.
Ella no tardaría demasiado en salir, así que oculte mis zapatos primero, abrí el cajón para sacar algo que me ayudaría en mi plan, y me oculte en el lado contrario a donde se encontraba la puerta tan pronto como escuche cerrarse los grifos del baño. Nada mas dentro del cuarto parecía estar movido, y dado que yo no había dejado un albornoz donde ella se encontraba, no tendría mas remedio que salir tal y como estuviese...
Y así fue, pronto escuche sus húmedos pasos por los azulejos del suelo, en cuanto abrió la puerta del cuarto de baño, un aroma calido, impregnado en el vapor que salía del interior de la pequeña estancia, lo inundo todo. Pude ver su cuerpo, aunque fuese de espaldas, dirigiéndose a la puerta, posiblemente a saber que estaba haciendo yo mientras tanto, dándome tiempo a deleitarme con su cincelada figura, esos sinuosos hombros, esa alargada espalda, su encadenante cintura, las firmes nalgas que predecían unas interminables piernas...
Tan solo esta visión casi me hizo flaquear, pero acercándome a ella a traición, ahogue el principio de su grito de susto y sorpresa con una de mis manos, mientras mi otro brazo la rodeaba desde la espalda hasta dejar mis dedos aferrados en su vientre. Acerque mi nariz a su cuello, y mi lengua se deleito con el sabor de su piel recién duchada, hasta mordisquear el lóbulo de su oreja, según la llevaba paso a paso hacia atrás, hasta toparme con la cama, donde me detuve para poder seguir aprovechándome de esta situación de superioridad.
El cuerpo de ella seguía tenso, pero ya no por miedo, pues no tardo en saber que se trataba de mí, sino porque sus poros erizados estaban especialmente sensibles a mis cuidados, y más cuando vio mis movimientos cargados de voracidad apenas contenida.
El brazo con el que la sujetaba contra mi, ascendió por su vientre, hasta toparse con sus suaves y sobresalientes pechos, sobre los que se erguían sus curiosamente ya endurecidos pezones.
Aferre mis yemas alrededor de uno de ellos, rodeándolo mientras cerraba la mano, haciéndolo preso eterno de mis gestos, de mis caricias y movimientos, que el cuerpo de ella, gustoso de mis acciones, no tardo en acompasar, igual que su respiración, que casi se corta cuando con dos de ellos, recogí uno de sus pezones y comencé a girarlos, apretarlos y soltarlos, presionándolos como si de un botón de placer se tratase, para después dejarlo un instante y notar como se agradaban mas aun, quizás en busca de mantener la atención de mis dedos.
La lengua de ella jugo con la mano que cubría su boca, la separe levemente y salio de entre sus labios para humedecerme las yemas, que después pasee por su comisura, antes de que casi como una invitación, dejase uno de ellos ser chupado por su boca, tan solo parando sus gestos para tomar aire de forma agitada.
Sin separar mi mano de sus pechos, que amasaba sin cesar uno tras otro, baje mi mano de su boca por su costado, por donde se deslizaban rápidos, húmedos de su saliva, notando su piel erizarse a su paso. La acerque a su vientre y alrededor de su ombligo lo mantuve haciendo erráticos círculos por un rato, mientras comenzaba a apretar un poco mas mis caricias en sus senos, antes de proseguir mi exploración mas y mas abajo, descubriendo no sin agradable sorpresa, que su pubis estaba finamente afeitado, dejándome sentir tu sensible piel con plena comodidad, distinguiendo lo que me pareció apenas una fina línea de recortado vello que marcaba el camino a sus húmedas profundidades.
Cuando ella sintió la cercanía de mis dedos, dejo su boca entreabierta y su cabeza cayo hacia atrás, acompañando este gesto de dulce rendición con una leve pero suficiente separación de sus piernas, lo que pronto me dejo sentir un tórrido torrente de calor que emanaba de entre sus torneados muslos.
Pero yo tenia mas cosas en mente antes de dedicarme a placeres más profundos sobre el cuerpo de mi amante, así que girándome con cuidado, siempre sobre la espalda de ella, la deje sobre la cama para colocarme yo sobre ella, que estaba boca abajo.
En esa situación alargue mi mano a la mesilla, a recoger uno de los pañuelos que antes había sacado del cajón y cubrí sus ojos con el. Después la di la vuelta, y ella, a tientas, uso sus arteros dedos para deshacerse de los primeros botones de mi camisa, aunque no la deje mucho mas, pues aferrando mis manos a su muñeca derecha, con otro pedazo de tela se la ate a la cabecera de la cama, algo que la hizo arquearse como si de una susurrante resistencia se tratase.
Duro tan poco como cuando realice la misma operación con su otra mano, dejándola sujeta a la cama, desnuda sobre la negrura de mis sabanas. Me levante de la cama, y deleitándome con esa voluptuosa visión, me fui deshaciendo de mi ropa lentamente, mientras en la habitación tan sólo se escuchaba la respiración profunda de ella, que no había murmurado una sola palabra, concentrada en usar sus demás sentidos, ahora agudizados por la perdida de a vista, ara no perder un solo matiz de mis caricias que ella, confiada en si misma, sabia que pronto recibiría de nuevo.
Cuando ya me encontraba completamente desnudo, regrese a su lado, desde abajo, acariciando primero, y besando después, sus pies, ascendiendo mi lengua precedida de mis manos, hasta sus rodillas, imitando cada pequeño avance primero en una pierna y después, en la otra, como si jamás fuese a llegar a la cara interna de sus muslos.
Recogí una de sus piernas y según me acercaba a su rodilla, donde deje mis mas tiernos besos, mi vista, aprovechándome de que ella no podría saber de mis vouyeristas acciones, deleitándome visionando esa enrojecida rajita que palpitaba, entre brillantes y pegajosas humedades, alrededor de sus hinchados labios.
Deje su pierna sobre la cama, ligeramente separada de la otra, y repetí la operación con su otra pierna, recibiendo a cambio de estas caricias varios gemidos de ella, mas por su necesidad de que siguiese mi ascenso que por el propio placer de sentir mi lengua en aquella piel que no era la deseada por su cuerpo en esos momentos. Cuando la deje, también separada de la otra, conseguí lo que pretendía, una completa visión de su sexo, que casi por la excitación y esa hinchazón de sus labios, estaba abierto ante mí, dejándome vez como efectivamente, a excepción de una fina raya de oscuro pelo, nada mas impedía mi viciosa mirada.
Quizás sintiendo mis ojos clavados en ella, o mis futuras intenciones, ella entrecerró nuevamente las piernas, pero me adelante, dejando mi cuerpo de por medio para impedírselo, dejando que mi miembro, duro como un mástil, rozase sus muslos, lo cual la impidió evitar un ligero gritito, pues a se encontraba en un estado de sensibilidad muy avanzado.
-Te veo muy excitada- Le dije, mientras que desde mi nueva posición, recostado con mi cabeza apoyada en una de sus piernas, desde donde ya olía el placentero aroma de sus jugos. -¿Te gusta que te mire?-
-Depende... De lo que estés miran... Mirando- Acertó a decir con voz entrecortada.
-¿Quieres que te describa que es lo que estoy viendo acaso? Mmm.....- Medite esa frase, mientras deslizaba a placer mi mano por su muslo. -No esperaba eso de ti... después de lo difícil que me lo has puesto antes... Pero yo voy a ser bueno y lo haré...- Decidí.
-Harás... ¿Que es lo que harás?- Mientras se retorcía, intentando sin conseguirlo mover su cuerpo para que mis caricias fuesen mas hacia en interior y rozasen al fin su hambriento sexo.
-Te diré lo que veo... O lo que hago...- Y reforcé mis palabras con un ejemplo, tumbándome un poco mas entre sus piernas, obligándola a separarlas, pudiendo así impedir que ella se moviese tanto y yo, dejar que la mano con la que acariciaba su muslo derecho, pudiese acercarse mas arriba y, evitando de forma completamente interesada rozar su enervada intimidad, estirar un poco la piel, para terminar de separar esos labios rojos, jugosos e hinchados que amenazan con atraer mi apetito.
-Ahora mismo... Con mi mano acabo de separarte los labios, para ver bien lo mojado y rojo que esta tu coñito... - Moví la mano hacia arriba y abajo, tan solo esos movimientos, el eco de esta piel tensada entre mis manos, ya la producía jadeos
-Y lo esta mucho... Muy mojado, desde donde tengo los dedos, ya noto todo el calor que sale de ahí dentro, así que supongo que estas tremendamente excitada.- Estire un poco mas
-Si... lo estas mucho, mucho... Estoy viendo como se abre y se cierra, como si fuera una boca deseando de comerse algo... ¿Quiere comerse algo? ¿Tiene hambre tu coño? Mm...
-Seguro que si... Tiene aspecto de ser una rajita deliciosa, esos jugos brillantes y pegajosos deben saber a gloria, y por dentro me agarrarías la lengua para no soltármela nunca, ¿Verdad?- Mi tono de voz cada vez era mas bajo y embriagador, ella era incapaz de decir nada, ni siquiera si la forma de hablar, a medio camino entre la descripción pornográfica y un erótico relato para mantenerla caliente, era de su gusto.
-Creo...- Acercando mis dedos un poco mas, hasta mojarse con sus fluidos -Que va siendo hora de comprobarlo, ¿No? Si... No hace falta que respondas, voy a comérmelo entero...
-Empezare por sacar mi lengua...- Cambie ligeramente mi postura, para que mi calido aliento ya rozase y compitiese con el calor de su sexo abierto para mi. -Y la paseare de abajo a arriba muy despacio y fuerte, desde tu agujerito hasta darle un buen golpe a tu clítoris... Que ya lo veo sobresalir desde aquí...
-No puedes negarme que estas completamente cachonda, eh? Me llevare todos los jugos de tu coñito, hasta arriba del todo con mi lengua, y cuando toque tu clítoris, me lo meteré entero en la boca, y chupare todo lo que he recogido, ¿Que te parece?- Pensé que ella no me respondería, pues hacia tiempo que parecía estar hipnotizada por mi voz y mis movimientos, pero una vez mas me sorprendió.
-Y yo... -Me miro con ojos brillantes coronando sus enrojecidas mejillas -¿Yo tendré que guardar silencio?- Pregunto casi de forma infantil, queriendo saber todas las reglas de este juego que yo había inventado para ella.
-No, claro que no... Al contrario, nada me excita mas que los gemidos de una mujer que se muere de gusto por lo que le hago... ¿De acuerdo?-
Y antes de que ella quisiese responderme, cumplí mi amenaza y deje mi lengua, endurecida y casi afilada sobre la entrada al interior de su sexo, que hacia tiempo palpitaba presa del placer. Fue como dejarle caer cera ardiendo en el cuerpo, pues ella se retorció en un ahogado gemido cuando sintió por fin que tocaba cada punto que ella deseaba, amoldándome a sus movimientos mientras permanecía atada sobre la cama, mi lengua se fue deslizando hacia arriba, notando todas y cada una de sus contracciones, llevándome con ella ese delicioso jugo que había estado cultivando para mi en estos últimos minutos, su sabor era denso, algo acido, muy aromático, y me daba fuerza para continuar, mas y mas hacia arriba, casi milímetro a milímetro, hasta que entreabrí los ojos para ver mi próximo objetivo acercarse, ese palpitante clítoris que parecía gritarme ya su necesidad de que lo devorase.
Y así fue, tras deslizar mi lengua una sola vez por encima de el, aplastándolo y golpeándolo por un instante con fuerza, cuando volvió a asomar se encontró con mis labios rodeándolo, y mi lengua en el interior esperando, a que, tras un gesto de succión, lento y constante, lo lleve hasta su compañía, donde comencé a darle las mas jugosas caricias de las que fui capaz, primero en círculos a su alrededor y después golpeándolo suavemente de arriba a abajo, sin dejar de absorber mas y mas a cada golpe de lengua.
Los gemidos de ella poblaban la habitación y se alojaban en mis oídos, espoleándome a que le diese mas y mas, Deje de succionar su clítoris y aparte un instante la boca, paladeando el fruto de mis cuidados, su sexo hinchado y completamente abierto, coronado por ese clítoris, enrojecido hasta el color de la propia sangre.
Ese excitante agujero que se abría y cerraba, pronto fue rodeado por dos de mis dedos, paseándolos por esa carne tan sensible que daba entrada a su interior. Mi pulgar subió por toda su extensión hasta llegar a ese tieso botón, presionando la carne húmeda y pegajosa de su base, para así hacerle salir en toda su extensión. Y así expuesto, mientras como si de un curioso gancho se tratase, mis dos dedos se hundían dentro de ella, mi lengua volvía a dar deliciosa cuenta de su clítoris, acompasando mis movimientos a los de el cuerpo de ella, a su rápida respiración, a su acelerado corazón, por lo que mis lengüetazos sobre el clítoris y mis círculos dibujados en la cara superior del interior de su sexo, eran como un acosante galope a la caza del orgasmo de ella.
Sus gemidos ya se habían hecho una dulce melodía de erotismo en la cama, que se bamboleaba con cada matiz nuevo que entre mi lengua y mis dedos la hacia sentir. Retire mi lengua y ascendí por su vientre, mientras evitaba dejar solitario a su clítoris, subiendo un poco mas ese pulgar que tan cerca de el había permanecido durante todo el tiempo que lo había martirizado a lengüetazos, con cuya yema lo capture nuevamente y aproveche el tembloroso y vibrante movimiento de mis dedos dentro de ella, buscando ese almohadillado lugar de su sexo que la haría rozar el cielo dentro de muy poco.
Mi lengua ya estaba de nuevo entre sus pechos, zigzagueando entre uno y otro, chupando sus pezones erguidos como piedras, sintiendo su corazón golpear su piel con fuerza, invitándome a subir mas.
Me incorpore según agarraba con mis dientes el pañuelo de sus ojos para retirarlo, los tenia cerrados, apretados mientras se concentraba en seguir sintiendo mis placenteras caricias, pero cuando los entreabrió, me vio casi arrodillado delante de ella, dejando mi tieso miembro apuntando a su boca, que no tardo en medio sonreír entre gemidos, a sabiendas de lo que ahora deseaba.
Su lengua asomo vibrante y rozo mi punta sonrosada, llevándose la primera de las gotas de ese blanquecino roció que ya asomaba, hasta que de un ligero gesto de su cuello, ayudándola al encorvarme un poco mas hacia ella, se hundió mi virilidad por completo entre sus labios, mostrándome la candente temperatura de su boca.
-Ahora... Ahora estoy viendo como tu boca se acaba de tragar por completo mi polla... Puedes aun hundirla un poco mas, Um?- Mientras no me perdía detalle de sus labios y lengua sobre mi sexo.
-Quiero ver esa lengüita limpiarla bien... Quiero que dejes mi capullo bien brillante con tu saliva...Y después que te la vayas tragando una y otra vez...- Mientras a ratos apretaba mis dientes, jadeante por las artes amatorias que me estaba demostrando con su boca.
-Mmm..... Así esta perfecto...- Observando como ella de forma rítmica, apenas rota esta constancia por mis movimientos en el interior de su sexo y su clítoris que comenzaban a obligarla a sacudirse de forma nerviosamente excitada. -Pero cuando vayas a correrte, me dejaras oírte a placer... Porque quiero oír como gimes cuando...- Tome aliento pues sus lengüetazos desde el interior de su boca, alrededor del rojizo anillo de la cabeza de mi miembro eran demasiado en algunos momentos. -Cuando te corras-
Ella abrió los ojos los movió hacia arriba, para mirarme fijamente a los míos, mientras sin soltar su dura presa, asintió complacida y complaciendo mis deseos, comenzó a tragarse hasta la base mi verga, para luego casi dejarla escapar, mientras succionaba con fuerza, durante varias ocasiones hasta que la soltó y con su mirada vidriosa me aviso.
-Estoy... Estoy muy cerca de correrme... Mmmmuy cerrrrrca...-Termino su frase en un nuevo gemido, para después dar un fuerte lametón a la ya sensible cabeza de mi miembro.
Esta frase me espoleo a apretar la esponjosa profundidad del sexo de ella, haciendo que se cerrase y abriese presa del placer, notando como sus jugos desbordaban por sus labios y corrían calidos por mi mano
-Si... Assssi... Aprieta... Un poco... Mmmmas- Apenas era capaz de articular palabra, el punto mas sensible de su feminidad estaba siendo arteramente presionado, obligándola a doblegarse ante mis dedos -Arriba... Un poco mas arriba... Si-sigue sigue sig....-
La susurrante frase de ella quedo arrasada por una fuerte oleada de placer, que casi pretendía sacar mis dedos del interior de su sexo, pero los mantuve firmes en sus gestos circulares, mientras presionaba su clítoris con mi pulgar, para que las paredes por las que ahora corrían torrentes de placer se cerrasen y así, sintiesen mas plenamente mis dedos dentro de ella. Un primer gemido quedo mudo pues se había quedado sin aire, momento en el que su vista, antes fija en mi, se perdió, con los ojos casi en blanco mientras su pecho se hinchaba en una profunda respiración, la cual, pronto ayudo a que nuevos gritos de puro placer acompañasen cada contracción de su fuerte orgasmo.
Yo tan solo me deleite con la imponente visión de una mujer tan bella como ella, romperse en mil pedazos por ese profundo clímax recién alcanzado, mientras ralentizaba mis movimientos, sin llegar a detenerlos, para alargar en medida de lo posible su placer, sabedor de la curiosa naturaleza de las mujeres para el amor...
Y así, a lo largo de casi un minuto en el que ella perdió su voz, quedo apenas convertida en un ronco eco de sus gemidos, tan deshecha en placer como ya lo estaban mis sabanas negras, extasiada como bien demostraba la oscura mancha de los fluidos que de su interior habían escapado durante todo su orgasmo. Cuando su cuerpo dejo de temblar de una forma tan violenta como placentera, fue cuando reabrió los ojos, brillantes y llenos de deseo, y los clavo sobre mi miembro, aun brillante de los últimos y profundos besos que le había dedicado antes de tener que dejarlo solo para cumplir con mi deseo de escuchar hasta la ultima sensación de ella.
-Suéltame...- No sabría decir si era una orden o una suplica deseosa -Quiero exprimirte yo a ti amor...- Su frase no termino porque mis dedos, que en ningún momento habían salido de ese empapado escondite que era su sexo, volvieron a moverse con algo mas de fuerza, aprovechando la extrema sensibilidad de la carne enrojecida alrededor de la cual se encontraban. Los ojos de ella casi se salían de sus orbitas al descubrir mis claras intenciones, o al menos imaginárselas.
-¿Que vas ha hacer ahora?- Preguntaba deseosa al verme soltar una de sus manos
-Enseguida vas a verlo...- Y se lo demostré, tumbándome contrario a ella, besando su ombligo y separando una de sus piernas para dejarla al otro lado, y así quedar mi cabeza entre ambas, dándome una increíble visión de su sexo, liberado de mis dedos que no tarde en chupar para descubrir a que sabia el éxtasis de mi amante, y después deslizar ambas hasta sus nalgas y así, hacerla bajar su grupa hasta que mi lengua quedase a la altura necesaria para continuar con mi nueva apetencia.
Pero ella reacciono con velocidad, viéndome bajo ella, y una mano libre, soltó la otra y con casi desatada fiereza, asió el mástil de mi miembro, para deslizar hacia atrás su piel y dejar completamente al descubierto la cabeza, que en apenas unos instantes quedo ahogada dentro de su boca, mientras frotaba una y otra vez de arriba a abajo con la mano, y su lengua acompañaba este febril movimiento con terrible humedad.
De su interior solo salían ligeros murmullos de su saliva abrazar todo mi sensible trozo de carne, rocoso y palpitante, a los que pronto acompañaron otros ruidos producto de mis movimientos, pues mi lengua pronto había retirado todo el pegajoso fluido del sexo de ella, y uno a uno, usando mis dedos, separado y chupado sus labios, para poder dedicarme con total libertar a pasar mi lengua de arriba a abajo, hundir la punta de la lengua en su interior, retomar el ir y venir por toda su extensión y después hacer tintinear su clítoris a gran velocidad.
Ella apretaba su mano en la base de mi miembro, haciendo que cada vez se acumulase mas sangre en la cabeza, que ella chupaba con fuerza, de una forma casi ruidosa que llegaba a mis oídos y se mezclaba con las deliciosas sensaciones de su lengua alrededor de mi cabeza rojiza y sus labios haciéndome una increíble imitación de lo que pronto seria su sexo tragándose el mió.
Jugaba con la ligerísima ventaja de que a ella no le había dado lugar a descansar de placer, y manteniendo abierto su sexo de par en par para dar mayor libertad a mi lengua, deje que mi pulgar de la mano derecha se hundiese dentro de ella, entrando y saliendo por completo, repartiendo sus jugos por el alrededor, dándole un aspecto brillante y calido. Por mi mente los pensamientos lascivos volaban a gran velocidad, y recogiendo parte de ese preciado liquido, lo deje sobre su otro agujero, donde lo repartí con mi dedo índice mientras el pulgar volvía a quedarse en el interior vibrante de ella.
Notando como ella se movía presa del placer, cuando note cesar esa leve resistencia, metí mi dedo índice dentro, y conjuntándolo con el pulgar, cree una pinza de lado a lado de su carne, de su cuerpo, proyectando todo el éxtasis del que era capaz dentro del cuerpo de ella, que por un instante soltó mi sexo para jadear con algo de fuerza antes de tragárselo de nuevo por completo, apunto de estallar entre sus manos y boca.
Era como una competición en la que, dentro de este juego, trabamos de darle el uno al otro el máximo placer posible. Baraje con velocidad mis cartas y vi. Que mientras ella siguiese con sus excitantes sonidos, yo jamás perdería esa dureza que tórridamente estaba chupando sin cesar, y tras decidir en apenas un instante, me lance con fuerza renovada a conseguir que ella tocase nuevamente su cima, cosa que por los temblores que notaba en su interior, no estaba muy lejos de llegar, exactamente igual que el mió.
Ella, apretando con todas sus fuerzas mi fuste, estaba llevándome al delirio, a cada momento que liberaba parte de esa presión, dejaba salir una pequeña parte del blanquecino licor que pronto podría beberse por completo, y yo sintiéndolo cerca, acelere mis gestos hasta un ritmo completamente endiablado.
Fue demasiado para su cuerpo, y bajando un poco mas su grupa sobre mi, comenzó a gozar de nuevo ante mis ojos, mi lengua y mi boca, pero olvidándose de mi anterior deseo, superado con creces por lo que hacia ahora, en lugar de dejarme oírla, soltó por completo mi miembro y lo hizo perderse en las profundidades de su boca, dejando que su lengua rozase toda la cabeza, invitando a mi sexo a verter todo su contenido dentro de sus labios.
Con un profundo gesto de su boca, haciendo una tremenda succión, mientras su cuerpo aun recibía como latigazos el nuevo orgasmo que la había dado, consiguió su propósito, y al unísono de un profundo gemido mió comenzó a expulsar su lechoso torrente, del que no dejo escapar ni una sola gota, que llenaba su boca y garganta de una profunda calidez. A cada presión de su lengua sobre la cabeza y de los labios sobre casi la base de mi miembro, le acompañaba una nueva y fortísima contracción, y con ella otro trago mas a su hambrienta necesidad por mi gozo, yo me había obligado a no cerrar del todo mis ojos, pero apenas pude conseguirlo, momentos entre los cuales podía ver su sexo casi goteante.
Cuando ceso por completo el eco de mi orgasmo, ella retiro muy muy despacio su boca, llevándose con ella cada gota de mi ofrenda, hasta dejarla completamente limpia, brillante y aun dura. Yo tenia que aprovechar esa situación, y deslizándome hacia atrás, agarre su cintura y atraje su grupa hacia mi, encajando de un solo movimiento, mi miembro en lo mas profundo de ella, que apenas si pudo acompañar mi furtiva acción con un sonoro gemido, mientras apretaba las sabanas entre sus manos, para imitar esa presión de sus dedos en su sexo, apresando mi endurecido miembro.
Así lo mantuve durante unos interminables instantes, en lo más profundo de ella. Sabía que mientras mantuviese el movimiento, mi sexo no perdería su compostura y llegado el momento, conseguiría alcanzar nuevamente mi propósito. Retire mi verga por completo para verla brillar de los fluidos internos de ella, y después volver a embestirla hasta donde era capaz nuevamente, repitiendo el gesto varias veces antes de empezar a llevar un rítmico movimiento, acompañado de la ayuda de ella, que no esperaba a mi propia acometida para sentir en plenitud mi penetración.
Acelere el ritmo, deseoso de no perder la deliciosa sensación que me había quedado de las perfectas artes de su boca, conjuntadas con lo que ahora tenia abrazando mi miembro, consiguiendo así también acelerar los gemidos de ella, que ya se habían asentado en mi cabeza, enervando mis sentidos hasta el extremo. Volví a embestirla hasta lo más profundo, y deslice mis manos de sus nalgas a su cintura...
Invitándola a levantarse, quedando yo tumbado con ella encima de espaldas a mi, arrodillada sobre la cama, presintiendo casi al instante mis deseos, ante los cuales comenzó a moverse arriba y abajo, dejándome una perfecta visión de su trasero, y un poco mas allá, su sexo abierto tragándose mi verga una y otra vez, cada vez con mas velocidad, deteniéndose a ratos para realizar círculos con su cadera, rozando cada centímetro de su interior, apoyando sus manos en mis piernas, para moverse con mi miembro completamente tragado por ella, de alante a atrás, rozándose una y otra vez.
Se detuvo los segundos justos para darse la vuelta y clavarse de nuevo mi palpitante lanza, esta vez mirándome a los ojos, tan ebrios de deseo como debían estar los míos, ahora hipnotizados por el cimbreante movimiento de sus caderas, por el bamboleo de sus pechos que no tarde en agarrar entre mis manos, para amasarlos y apretarlos con la fuerza que me marcaba el deseo.
Me sentía morir de placer a cada vez que ella apretaba su interior para casi ahogarme entre la presión y sus fluidos, y después reemprendía sus gestos cada vez mas rápido, haciéndome empezar a atisbar mi nuevo y fuerte orgasmo que se acumulaba en mi verga, hinchándose y aumentando mas de tamaño, algo que a ella la hacia ronronear de forma jadeante de placer.
Apunto de terminar de nuevo sobre la cresta de esta ola que habíamos creado dentro de la revuelta mar negra de mis sabanas, me alce con excitante furia, para tumbarla con las piernas completamente separadas, que no tardaron en enlazarse alrededor de mi espalda, mientras mis manos quedaban una a cada lado de sus hombros, que se movían a cada nueva acometida que en esta nueva posición la daba.
Embistiendo con todas mis fuerzas, con mis sentidos ebrios de placer, completamente borrachos de las sensaciones y los gemidos de ella que eran altos y constantes a cada movimiento mió, sentí como mi momento se acercaba y arquee levemente la espalda, ante lo cual ella reacciono moviendo su cadera, empujándome una y otra vez mas adentro de ella a través de sus piernas, hasta que por fin en un gemido conjunto deje que mi nuevo blanco fluir de placer la inundase por dentro, mezclándose con los jugos de ella, calentando y llenando todos los lugares que en algún momento hubiesen quedado sin tocar por mi durísima e hinchada verga, dejando repleto de placer y semen su sexo.
Yo detuve por unos instantes todo movimiento, mi respiración, deseando casi hacer lo mismo con mi corazón encabritado, durante las tres primeras y fortísimas sacudidas en las que mi miembro expulsaba toda la tensión acumulada por tanto tiempo de placer, antes de que se convirtiesen en olas algo mas pequeñas, a las cuales si acompañe con nuevos, lentos y extremamente sensibles movimientos de mi pelvis, hasta que se calmaron por completo, junto con nuestros jadeos y gemidos.
A mis brazos les flaquearon las fuerzas, momento en el cual me deje caer sobre el calido abrazo de los pechos de ella, aun jadeante, intentando recuperar mi respiración, igual que ella, que hacia que mi cabeza se moviese agitada arriba y abajo, hasta que conseguí cerrar los ojos con lentitud, sin desear despegarme de ella, que ya había dejado de abrazarme con sus piernas, que yacían a los lados de mi sudoroso cuerpo, esperando hasta el ultimo momento para tener que despegarme de ella.
Respire con profundidad una ultima vez, y casi con desgana, saque mi miembro que comenzaba a quedarse laxo, del interior del sexo de ella, para así poder tumbarme a su lado, que me recibió con un calido abrazo, mano con la cual agarraba la sabana, para cubrirnos a ambos, en la misma suave negrura en la que pronto, con los ojos cerrados, ambos nos sumimos, al menos hasta que el sol de la ventana entrase a la habitación y nos avisase de que un nuevo día había llegado.