Jugando con negros (2)
Sigue Kharine con su aventura interracial. Blancos, negros, en la variedad está el gusto y dos vergas mejor que una.
¡Qué placer más maravilloso me estaba dando mi moreno! Yo seguía retorciéndome sobre la maleta. Mi pubis se intentaba alzar para que su boca siguiera jugando. Su lengua seguía jugando y repasando uno a uno mis pliegues. Sorbía mis jugos.
-Aaahh! Mi linda. ¡Cómo me gusta tu conchita!- Me decía.
Y a la pequeña ostra allí cobijada también la debía de gustar pues empezó a contraerse y a dilatarse de manera convulsiva. Mis tacones de aguja me ayudaban a subir y a bajar mi pubis para que siguiera gozando de su sabrosona boca.
También notaba que hundía su lengua en mi interior y la curvaba sin que sus dedos olvidaran mi clítoris.
-¡Uuuuuuummmm! ¡Me pones a mil por hora!
-Te voy a comer todita, toda merenguito.
De nuevo cuando mi cabeza se apoyaba en la maleta podía ver lo que había detrás de mí.
Al principio sólo era una silueta vaga. Luego se acercó más a la luz y vi el humo de un cigarrillo.
Mi chico seguía lamiendo con fruición.
La figura se iba acercando muy lentamente.
-Aahh, mi cielo que chochito más delicioso. ¿Te gusta?
-No pares, mi amor. Uuummmm.
Ya podía ver que está figura era conocida. Mi caballero andante, el ferroviario que me había ayudado con la maleta estaba cada vez más cerca. Observaba nuestro encuentro apasionado sin perder detalle. Y yo lejos de sentirme avergonzada me sentía cada vez más excitada, retorciendo mi cuerpo y cada vez más mojada.
No podía más puse los pies en el suelo y la cabeza rizada de mi chico subió hasta mi boca. No me importó nada besar su boca. Era mi propio olor y sabor y eso me excitaba aún más.
El blanco ya estaba allí mismo.
Se dirigió a nosotros diciendo.
¡Bonito espectáculo estás dando! ¿es que no me vais a invitar a participar?
-Te esperaba hace rato. Me encantan los sándwiches. Así que
No me dejó terminar la frase. Tiró de mi muñeca haciéndome levantar. Me abrazó fuertemente y me besó en la boca. ¡Había ya tantos sabores en ella!
Pero identifiqué uno más el dulzón del tabaco rubio que me recordó mi primer beso.
Dejé que su lengua recorriera mi boca y rodeara mi lengua. De pronto mi lengua empezó a hacer lo mismo con la suya.
Bajó sus manos hacia mis nalgas y las apretó con fuerza lo que hizo que notara la dureza de su paquete dentro de sus pantalones.
Mi vulva superexcitada por el cunilingus tan delicioso de mi amante negro buscaba más.
Subí la pierna izquierda y puse mi pie en la parte de atrás de su pantorrilla para que mi vulva se rozara con su pene. Y la fui subiendo.
El senegalés quería seguir jugando con mi ano que ahora estaba bastante expuesto ya que el ferroviario mantenía sus manos bien abiertas y apretadas contra mis glúteos.
Así que siguió metiendo sus dedos en mi agujero, lubricando con mi crema hidratante.
El blanco me soltó de su abrazo.
El negro se tumbó en la maleta. El hecho de que yo estuviera casi en la misma postura hace un rato me hizo adivinar que quería que fuera yo ahora la que mamara así me puse frente a él, metiéndome su glande en mi boca con las piernas bien abiertas, mis manos, una apoyada en su cintura y otra agarrándole la polla y ofreciendo mis delicias traseras al blanco. Un ménage a trois perfectamente coordinado.
Así que el ferroviario no tuvo problema en acceder con su polla a lo más profundo de mi vagina de un simple embate. Con facilidad, entraba y salía a ritmo rápido.
Para que no cayera me agarraba de la cintura.
-Sí, que eres buena. Cómo me gustas.- Me decía el blanco.
-Cómo me enloqueces. Sigue bonita.-Suplicaba el negro.
El mismo ritmo de vaiven que imprimía el ferroviario a mi vagina se lo daba yo a mi negro. Pero mi boca estaba demasiado ocupada para poder hablar.
De vez en cuando se salía la verga negra y yo aprovechaba para respirar.
El blanco dejó su polla un rato dentro de mí lo que aproveché para que la polla del negro entrara profundamente en mi garganta. Allí estaba yo deliciosamente enganchada.
Arriba y abajo.
El ferroviario sacó la suya, muy lentamente. Yo me erguí para respirar.
Me temblaban las piernas del esfuerzo y mi respiración era cada vez era más jadeante.
¿Estás cansada, mi cielo?- me dijo el blanco.-Ven apóyate en mi.
Apoyé mi espalda en su cuerpo. Su torso ahora estaba medio desnudo y sudoroso. Era un hombre bastante peludo y con algo de tripita, que yo me moría por magrear.
El blanco aprovecho para sobarme las tetas. Magreandolas de manera circular y besar mi cuello.
El negro se apoyó contra la barra. Su polla estaba aún tiesa, enorme. El mito era cierto, comprobé cuando el hombre blanco me dejó la suya más corta y fina pero igualmente apetitosa.
Además, había en su atuendo algo extraño para su oficio. Una porra fina, de color blanco.
Yo le pregunté inocente ¿Eso para qué es?
¿De verdad quieres que te lo enseñe?
El moreno empezaba a impacientarse.
-Ven mi amor. Deja la charla. Mi polla está muuuyyy caliente, no dejes que se te enfríe.
Me puse frente a él. El había apoyado su espalda en la pared, con las piernas haciendo triángulo con la pared y el suelo. Con una pierna apoyada a uno de sus lados y la otra sujeta bajo el muslo por uno de sus brazos empezamos a follar con una postura que dejaba mi ano expuesto a cualquier aventura.
Ya había sido explorada, hidratada y penetrada por los dedos de aquellos hombres.
¿Quién de ellos iba a atreverse a visitar ese lugar angosto?
El ferroviaro se apretujó contra mí. Siguió sobando mis tetas y besando mi cuello. Su porra blanca pasaba por mi canalillo mientras me iba y venía de la de mi negro.
Noté que dicha porra se frotaba ahora entre mis glúteos.
-¿Te gusta, eh, chula?-preguntaba el blanco.
-uummmmmmmmmmmmmmm.
-¿Quieres más?
-Siiiiiiiiiiiiiii.
-¿Quieres que te la meta?
-Siiiiiiiiiiiii.
Y allí fue. La fría porra metálica embadurnada de crema subiendo despacito por mi ano.
El contraste entre frío y calor me hizo estremecer de placer.
El blanco la subia y la bajaba. Notaba como los dos orificios eran penetrados al mismo ritmo.
Pero luego ya no noté la metálica. Parecía que mi ano se había enfriado. Pero sí noté que mi negro me separaba las nalgas y lo que se pajeaba ahora entre ellos era la polla del blanco.
-Ahora te va mi porra. Tómala, mi amor.
Aunque era más fina que la del negro no lo era tanto como la metálica y desde luego mucho más caliente.
-mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm-gemía el negro.
Mientras que el blanco jadeaba de placer, subiendo lentamente su verga hacia mi interior.
Qué placer más divino, ser penetrada por dos hombres de dos lugares diferentes que se encontraban dentro de mi cuerpo.
Mi cuerpo disfrutaba con esta follada como loco. El blanco por detrás, saliendo y entrando de mi ano y el negro por delante dónde era yo la que me acercaba y alejaba de su ano mientras mordisqueaba su pecho sudoroso.
Pero no eran los únicos hombres que estaban disfrutando de mi cuerpo, olvidaba que mi negro no estaba sólo.
Su compañero estaba a unos pasos sin perder detalle de nuestra singular aventura.
Espero seguir contandoos más de este encuentro multirracial que seguirá en este tunel y en otro tren.
Mientras seguid disfrutando en otras aventuras de Kharine, como La terraza caliente.
Ahora,corasones, os mando besitos.