Jugando con Mamá Primera Entrega

Nada mejor que tener a mamá en casa para pasar el más increible momento de tu vida. Solo en necesario imaginación y entrega.

Jugando con Mamá.

Esta situación no da para más, hace dos meses que la padezco y de seguir así está en riesgo mi equilibrio emocional, ésta tarde, cuando llegue del trabajo la sentaré frente a mí y le diré:

  • ¡Madre, esto así no puede continuar!

Me levanto de la mesa, luego de mirar la tv sin saber bien que estoy mirando. Tengo la mente puesta solo en éste tema; acomodo un poco el desorden que deje en la casa luego de que llegara de mi día de trabajo.

Miro el reloj del comedor, son casi las seis, está por llegar, me acomodo en el sofá tomando posición para mostrar una imagen solemne, algo grave y tal vez enojada. No pasan cinco minutos escucho el sonido de la llave en la cerradura, la puerta se abre y entra mi madre, la miro fijamente, sigo en mi posición inquisitiva, ella me saluda como si nada:

  • ¿Hola amor como estas?

Tiene una sonrisa de oreja a oreja, en la mano lleva su cartera y varias bolsas muy llamativas como las que te dan en las tiendas de ropa y calzado.

Tras ella entra Julia, su amiga y compañera de trabajo, una loca desenfadada, desprejuiciada, algo desenfrenada y muy atractiva, se acerca a mí y me besa casi junto a mi boca al tiempo que me saluda diciendo:

  • ¿Hola hermoso, que tal fue tu día?

Mi madre me cuenta:

  • ¡Nos escapamos del trabajo un rato antes y pasamos por el centro de compras!

Estoy mudo, todos mis planes se fueron a la basura, tendré que esperar otro momento, justo ahora que tengo todo planeado.

La figura de mi madre se aleja por el pasillo rumbo a su cuarto, lleva una camisa muy colorida de mangas cortas desprendida hasta su plexo solar, dejando ver el contorno de sus maravillosos pechos, una falda blanca algo transparente y muy ajustada a sus caderas haciendo que uno no pueda quitarle los ojos de encima e intente inconscientemente buscarle la forma a su bombacha. Los zapatos de tacón alto hacen ruido rítmicamente contra el piso de madera mientras camina y parece acompañar al sonido la cadencia con las que mueve sus caderas. Su naturalmente colorado y enrulado cabello leva el perfume más increíblemente excitante que haya podido percibir.

En tanto que Julia acomodo sus bolsas sobre la mesa del living, busca algo dentro de una de ellas, extrae unos trapitos negros, mientras los estira me mira y con una sonrisa provocativa, también algo burlona me dice:

  • ¿Te gusta esto?

Es una micro tanguita negra, lo que me muestra, solo un hilo por detrás y un triangulito de tul por delante.

Mi cabeza se dispara al "infinito y más allá" (Boss Light Year). Hace unas semanas la vi con el traje de Eva, sin querer, en su casa de fin de semana, cuando la fui a buscar a mi madre. Imagino a semejante hembra con esa ropa interior es para el infarto, recreo en mi mente a Julia en pelotas, con su renegrido pelo corto tipo carré, sus enorme y firmes pechos de brillante piel blanca, apenas cubiertos por un diminuto soutien de transparente encaje negro y esa pequeña tanga, tratando de tapar su rosada y depilada vagina que resalta tras el tul, hacen que el ratón más chico de mi cabeza se capaz de brindarle lucha al tigre más feroz de la India. Entonces solo se me ocurre contestarle:

  • ¡Para saber si me gustan tengo que vértelos puesto!

Julia se ríe a carcajadas y me contesta:

  • ¡Cuando quieras y cuando te animes pichoncito!
  • ¡Ahora! Si tu quieres y si te animas - le respondo
  • ¡Pero mira que atrevido estas! -Me grita mi madre que está escuchando la conversación desde su cuarto.

Julia sonríe y me cierra un ojo en forma cómplice.

Mejor cierro la boca porque tengo el presentimiento que estoy por decir algo inconveniente, la calentura me está haciendo mal.

Me voy a mi cuarto, necesito no pensar, me tiro en la cama y prendo la música, AC DC la mejor opción para aclarar mi mente. Luego enciendo la tv y la play para jugar un poco. Estoy un par de hora ahí hasta que me llaman a comer.

Mi madre pierde la noción del tiempo cuando está con Julia, trabajan en la misma empresa pero en diferentes sectores y algunos días a la semana se juntan para ponerse al día con sus chismes del trabajo y de la vida.

Susana, mi madre, es como Julia, son mujeres exitosas en sus trabajos, manejan las empresas mejor nadie, son desenfadadas y algo arrogantes. No viven la vida, se la atropellan, tal vez por esto, es que no tienen esposos ni relación estable con ningún hombre.

Me llaman nuevamente a comer, me levanto pesadamente de la cama y camino rumbo al comedor, llego y la mesa está servida, comida de delivery para variar (¡Susana hoy no cocina, no tiene tiempo!).

Charlamos de banalidades mientras disfrutamos de un re cocinado pollo con papas.

No puedo dejar de mirar el escote de Julia, en realidad no puedo dejar de mirarle las tetas, tiene una camisa celeste casi azul desprendida poco más o menos hasta su ombligo y el corpiño negro que a duras penas le tapa los pezones.

En eso siento que algo, por debajo de la mesa, se posa sobre mi entrepierna y empieza a masajearme el paquete, levanto la vista y miro a mi madre que con cara de contrariedad me mira fijamente, al tiempo que se desprende un par más de botones de su blusa y disimuladamente se la abre para que le vea mejor los pechos.

¡Mamá se puso celosa!

Mientras charla con Julia pasa disimuladamente sus dedos por el borde de su blanco sostén que contrasta con su dorada piel.

Su pie no deja de masajearme la verga y me estoy poniendo como loco. Me quito el zapato y deslizo mi pie buscando la entrepierna de mi madre. Cuando llego con el pie ella me permite ubicarme al separar sus piernas, poso mi dedo mayor en lo que percibo es su raja y la acaricio solo unos segundos hasta que ella intempestivamente se levanta diciendo voy a buscar más vino.

Julia se apresura a contestarle:

  • No Susana. Por mi está bien, ya es tarde y mañana ambas debemos levantarnos temprano para ir a trabajar.

Mi madre se vuelve a sentar, yo vuelvo a estirar mi pie buscando acariciarle su muslo, pero ella pone sus piernas de costado y no me permite llegar a destino.

Cinco minutos más tarde, Julia se levanta, nos saluda y se retira.

Mi madre presurosa comienza a juntar la mesa. Yo sigo sentado ahí.

Luego que termina su actividad, rompe el silencio y me pregunta:

  • ¿Amor, que tal tu día?
  • ¡Necesito hablarte! – le respondo
  • OK ¿Que quieres? – me responde.

Se sienta frente a mí en la mesa, se abre la camisa en un gesto como buscando aire y con cara picara me mira abriendo los ojos y haciendo un leve movimiento con la cabeza como instándome a que comience a hablar.

  • Hace dos meses que estás histeriqueando con migo, me tocas a escondidas delante de la gente o cuando te reúnes con tus compañeros de trabajo. Si estoy en mi cuarto o bañándome te metes de sin golpear y me agarras el nabo y me lo sacudes hasta que se me pone duro y me dejas ahí. También tienes la costumbre de masturbarte con la puerta de tu cuarto entreabierta, sabiendo que te observo. La semana pasada, entraste a mi habitación cuando estaban como veinte personas en la casa por tu bendita reunión de trabajo, yo salía de ducharme, me empujaste sobre la cama, te metiste mi polla en tu boca me la chupaste como loca por solo cinco segundos y luego partiste, dejándome excitado y loco. Luego que termino la reunión, te encerraste en tu cuarto y te diste amor con sus juguetitos sexuales mientras gritabas como poseída, sabiendo que yo estaba que me moría de calentura.
  • ¡Esta situación no la tolero más! - Le dije casi gritando.
  • ¿Y que pretendes hacer? ¿Qué quieres de mí? – Me responde.

Al tiempo que se para frente a mí, con mirada desafiante, clava sus ojos en los míos y sin decir ni una palabra se desabotona y se quita la camisa dejando que caiga en cámara lenta desde sus hombros hasta el piso.

Sus pechos rebalsan el corpiño, sus pezones duros y puntiagudos intentar pinchar hasta romper la tela del sostén. En la dorada piel de su pecho brillan unas gotitas de sudor.

Luego, pasa sus manos por detrás de su cintura y descorre el cierre de su falda para luego bajarse mientras sacude cadenciosa y lentamente su cintura, la empuja con su pie lejos de ella. Da media vuelta y queda de espaladas a mí y un brillo intenso llama mi atención, son los cristales de piedra del adorno, es una libélula, que una las tres tiritas que forman la parte de atrás de su tanguita.

Mis ojos recorren cada centímetro de su diminuta bombacha blanca.

Ella se agacha un poco más y casi sin doblar sus rodillas empieza a bajar sus medias, una a la vez.

La imagen de su sublime culo no parece real. Agudizo mas mi visión y la fijo en el espacio que queda entre sus glúteos que al agacharse se separa y me deja ver como asoma desde abajo su depilada vagina apenas cubierta por la tela de la tanga.

Se vuelve a poner los zapatos y se torna hacia mí, la figura semidesnuda de mamá hace que por unos segundos se paralice mi corazón.

Nunca la había visto así, tan despampanante, tan hermosa, tan hembra.

Su piel, su cabello, su cuerpo, todo es como si brillara con luz propia, en una admirable y sublime imagen.

Se interrumpe el silencio con su voz que me dice inquisitivamente:

  • ¿Y? ¿Dime entonces que pretendes de mí?
  • ¿Me quieres poseer? – Agrega.
  • ¿Quieres follarte a mamá, pendejo de mierda? – me dice

Sin dudarlo y sin pensarlo me paro, la miro fijamente y le respondo:

  • ¡Sí! ¡Si quiero!
  • ¡Quiero tenerte! – le respondo con vos entrecortada.

Casi instintivamente me abalanzo sobre ella y de un empujón me detiene en seco mientras me grita:

  • ¡Estas equivocado pichoncito!
  • ¡No son tan fáciles las cosas, si me quieres tener debes esforzarte!
  • No me tendrás así nomas, ni por las buenas
  • ¡No te entiendo! – le respondo con desesperación.
  • ¡Si me quieres me tendrás que violar! – me dice con una sarcástica sonrisa dibujada en su rostro.

La propuesta de meja atónito, estupefacto, aturdido y algo asustado, pero la excitación puede más:

  • Ok. ¡Como tú digas! – le contesto con vos desafiante.

Me vuelvo a lanzar sobre ella y me recibe con un terrible bofetón que impacta de lleno en mi cara. El golpe me conmueve.

  • ¡Te dije que no sería fácil! – me dice mamá mientras se aleja unos pasos y da histéricas carcajadas.

Ella se da vuelta tomando distancia de mi y verle su culo con el hilo blanco de la tanga enterrado entre sus nalgas y el brillo de la libélula de cristales, me pone loco de pasión.

Vuelvo al ataque y tomando más recaudos, se acerco por su costado, la sujeto por uno de sus brazos y me atajo otro bofetón que venía en el aire con mi mano libre; y atino de un certero manotón, el bretel del sostén, lo jalo hasta que se arranca y dejo sus pechos al aire.

Ella retrocede unos pasos, trastabillando con el borde de la alfombra por los zapatos de tacón que aún lleva puestos, al tiempo que intenta reacomodarse el corpiño. Se hermosos pechos de duros pezones se sacuden arrítmicamente. Los bucles de su colorado y largo cabello se enredan en sus pezones. La escena me excita al tope, siento mi pene duro como un tronco buscando escapar de mi pantalón.

Mi madre se reincorpora, aprovechando el tiempo que le di por detenerme a mirarla. Intenta tontamente pasar corriendo junto a mí. Le arrojo un manotón y la alcanzo a sujetar por el pelo (el talón de Aquiles, la criptonita de mi madre es su cabello, odia que la sujeten o que se lo toquen) y la freno de golpe. Aprovecho el segundo que tuve por el dolor que le causo el manotón enrosco su cabello en mi mano.

  • ¡No se vale del pelo! ¡Del pelo no, pendejo de mierda! – me grita

Jalo sus cabellos hacia atrás, ella arquea su espalda y eleva los pechos hacia el techo y con mi otra mano desde atrás le desamarro el corpiño y éste cae al piso.

  • ¡Ya basta, me haces daño! – me vuelve a decir.

La atraigo hacia mi sujetándola por los cabellos como si fueran una rienda, hasta que su culo queda pegado a mi duro aparato, le refriego mi bulto por sus nalgas mientras ella se sacude y tira manotazos hacia atrás intentando atinarme con alguno.

  • ¡Basta por favor me haces daño! – me sigue diciendo.
  • ¡Basta ya! - agrega con vos sollozante.

Me conmueven sus pedidos y entonces la suelto, de mala gana dejo escapar sus coloradas crines de mi mano y ella se escapa de mi control.

  • ¡Eres un imbécil! – me dice
  • ¡Perdón, no quería hacerte daño! – le aclaro acongojado por la situación
  • ¡Eres un imbécil! ¡Realmente eres un estúpido!
  • ¡Ni te imagines que te voy a dejar que me atrapes de nuevo! – me dice mientras ríe en forma histérica.

No entiendo bien el juego y la miro como pidiendo una explicación mientras ella ríe como loca.

  • ¿Te creíste mi actuación?
  • ¡Te dije que si me querías tendría que ser por la fuerza y tú me dejas escapar!
  • ¿Eres tonto o que te pasa pendejo?
  • ¿Es que no me quieres follar? – me dice casi gritando
  • ¡Claro que quiero! – le respondo
  • ¡Entonces viólame hijo de puta! – me grita como poseída
  • ¡No ves que estoy como loca! – me vuelve a gritar

Entonces entiendo que es un juego, perverso, pero un juego al fin.

Esta vez no vuelvo a fallar, cuando la agarre no se vuelve a escapar.

Junto del piso sus medias. La arreo hacia el comedor serrándole el paso por el living, la arrincono en el comedor; a propósito la hago correr de un lado a otro de la habitación, me encanta ver como se secunden sus pechos, como se ve su culo desde atrás. Como se bate su cabello cuando intenta escapar de mí.

Ya que le tengo todos los caminos cerrados aprovecho el tiempo para quitarme la remera, los pantalones, las zapatillas y las medias, me quedo solo con los calzoncillos.

Mi madre me mira el calzoncillo abultado por mi pene que esta duro como un tronco.

Se sonríe perversamente y me dices:

  • ¿Qué te pasa mi amor? Te estás preparando porque quieres meter tu cosa en mi coñito!

Gira poniéndose de espaldas a mí y se separa las nalgas mostrándome sus huidizos agujeritos e incite en su comentario:

  • ¿Quieres poner tu pene aquí?
  • ¡Primero tienes que atraparme!

Hago solo un amague y mi madre corre hacia donde yo lo esperaba, la arrincono y la tomo por los cabellos firmemente. Intenta escaparse tirándome unos golpes y un puntapié, pero es en vano, ya la tengo controlada.

Fuertemente sujetada por los pelos, la arrastro hasta la mesa del comedor. La pongo boca abajo y sin soltarla de los cabellos, con una de sus medias que junte del piso, sujeto su mano derecha a una de las patas de la mesa y luego otra. Ahora esta inmovilizada aunque se sacude como loca queriendo librase.

Por un instante me detengo a mirar mi trofeo, su cabello enredado, su cara enrojecida por la lucha, sus pechos apretados contra la mesa, su espalda brillosa por la transpiración y su hermoso culo adornado por la pequeña tanguita que llevaba puesta era el mejor premio que me había ganado en la vida.

Comienzo a acariciarle la espalda, respira aceleradamente.

Recorro con mis dedos desde su cuello hasta su el borde de su la bombacha en su cintura, se le pone la piel de gallina.

Camino a su alrededor hasta quedar detrás de ella, extiendo mis manos para acariciar su culo y de repente me tira un puntapié que me atina en mi pierna al tiempo que dice:

  • ¡Te la voy a ser difícil maldito degenerado!

Trato de recuperarme del dolor que me invade, me acertó en la tibia con su zapato de tacón. Me doy cuenta que este juego va en serio, tengo que buscar algo para sujetarle las piernas, otra patada bien puesta de ésta yegua y me deja fuera de combate.

Apurado y desorientado, voy en busca de alguna cuerda para amarrarla o algo que me sirva a tal efecto. Entro en mi cuarto, busco un cinturón, ahora solo me falta algo más. Paso por su cuarto, veo ropa sobre su cama, nada que me sirva. Miro en el piso, hay unas pantis en el suelo, las recojo apurado. En ese momento, apenas corrido el cajón de su cómoda, veo en su interior a mi rival más directo de los últimos dos meses, que se esconde en penumbras "el vibrador de Mamá", un brillante aparato dorado, similar a un proyectil a una bala o un misil, que reposa dentro del cajón junto a un pote de gel íntimo. Tomo ambos y con todo en la mano me dirijo a seguir adelante con este extraño juego.

Llego corriendo hasta el comedor donde tengo atada a mi víctima, ella se sacude intentando escaparse. Verla así, tan indefensa y a la vez tan perversa, me excita al extremo mi pene se quiere librar de mis calzoncillos, pero todavía no es tiempo, todavía falta un poco más.

Me aseguro que las ataduras de sus manos estén firmes, luego voy hacia atrás, trabo con mis piernas una de las suyas y logro atarla por el tobillo con mi cinturón, pese a los intentos que ella hace de darme un buen puntapié. Luego su otra pierna la sujeto con sus pantis a la otra pata de la mesa.

  • ¡Lo conseguiste cabrón! ¡Me tienes bien amarrada hijo de puta! - Me grita mientras se sigue sacudiendo intentando en vano escaparse.

Ahora sí; ahora que está bien amarrada me paro tras ella, quedo atada con las piernas muy separadas, tanto que le puedo ver como la pequeña tanga se ha incrustado entre los labios de su vagina, y el hilo del colaless apenas tapa el rosado orificio de su ano.

No demoro en meterle mano, clavo mis dedos en sus nalgas como amasándolas, las beso y le paso la lengua. Las manoseo sin piedad, ella se sacude y me insulta. Me molesta que se mueva tanto, entonces decido pegarle unas palmadas en sus glúteos al tiempo que la insto a que se quede quieta.

Los golpecitos parecen excitarla, responde moviendo sus caderas con cierta cadencia. Me animo y le pego más fuerte, se queja y jadea al mismo tiempo. Mi madre resulto ser una zorra perversa. ¡Qué suerte!

Sus nalgas están coloradas, de los fustes que le doy, ahora quiero seguir un paso más adelante, me arrodillo tras ella, separo un poco sus nalgas y acerco mi cara; paso mi lengua por la tirita de tela de la bombacha que baja desde su ano a su vagina. Me detengo en su rosado culito, sin tocarlo directamente sino a través de la tela de la tanga. Siento como su cuerpo se conmociona. Sigo bajando con mi lengua por el camino que conduce a su vagina y cuando roso sus labios de abajo, exclama un ahogado jadeo.

Le corro un poco la ajustada tanga y le clavo la lengua en su rosado y delicado ano, lo hago sin compasión, presiono con mi lengua intentando perforarlo y ella responde moviendo suavemente sus caderas, con mis manos separo un poco más sus nalgas y el babeante anillito parece comenzar a dilatarse.

Ella responde con jadeos y suspiros a mi estimulación y me excita a mil que mueva sus caderas jugando con mi lengua mientras la penetra tímidamente.

Ahora es tiempo de darle una lección a su vagina, clavo mi cara entre sus piernas y atino a dar en su túnel vaginal, le introduzco la lengua dentro todo lo que puedo mientras la muevo furiosamente.

Ella jadea desvergonzadamente y responde con movimientos de su cuerpo. Busco ahora el clítoris, lo encuentro con facilidad, ésta rojo y firme como una cereza. Lo chupo y le pellizco entre mis labios, ella grita de placer diciéndome:

  • ¡Sigue así, ahí mismo, no pares!

Me doy cuenta que la muy perra esta fuera de sí por la excitación. Le suelto su cereza y me quedo inmóvil por un instante. Ella sacude sus caderas buscando mi cara, buscando mi lengua:

  • ¡Continua por favor no te detengas! - Me suplica.

Observo por un segundo, tengo ante mis ojos su resplandeciente y mojado ano, su vagina babeante parece temblar ante mí suplicando por mis favores.

¿Qué más puedo hacer que complacerla? Me pregunto

Vuelvo a buscar con mi lengua su vagina al tiempo que con mi dedo índice busco su ano. Capturo entre mis labios su clítoris y entierro mi dedo en su colita. A mamá se le escapan algunos jadeos que luego concluyeron en grititos. Sacude su culo favoreciendo la penetración de mi dedo que entra y sale como un pistón, mientras mi lengua atormenta su clítoris.

Un instante, tan solo un minuto después, Susana, da dos gritos, luego un profundo jadeo y su cuerpo se estremece mientras colma mi boca con los dulces jugos de su intenso orgasmo.

Me detengo por un instante dándole tiempo que deje de temblar y recupere la respiración. La dejo ahí, tendida sobre la mesa, como un manjar recién puesto para comer, mientras yo me dirijo al baño a darme una ducha fría, para bajar la calentura ya que casi llego al orgasmo de solo verla.

Después de diez minutos de lluvia fría mi pene se relajó, pero mi cabeza sigue a mil. Salgo del baño rumbo al comedor, llego ahí y mi madre yace entre dormida.

A hurtadillas me posiciono tras ella y enciendo el vibrador. Ella abre los ojos y asombrada me pregunta:

  • ¿Que estas por hacer maldito degenerado?
  • Tú has tenido tu dosis de placer, pero yo no he acabado ¡Ahora es mi turno Susanita!
  • ¡Nunca imaginé que eras tan cabrón! – me contesta entre dientes.
  • ¡Tranquila madre que te voy a ser gozar y explotar hasta las nubes! - Le digo con vos firme.

Giro alrededor de la mesa hasta quedar frente a ella, veo como sus ojos se clavan en mi polla, la cual ya ha empezado a crecer nuevamente. La sujeto firmemente por el pelo levantándole la cabeza y le digo:

  • ¡Abre bien la boca y lame apropiadamente tu aparatito!

Se niega sistemáticamente, entonces le oprimo la nariz, hasta que ahogadamente abre la boca y le meto su aparato dentro. Ella lo muerde fuertemente casi tanto que no me lo deja quitar. Luego lo libera y me grita:

  • ¡Así te voy hacer si se te ocurre ponerme tu polla en mi boca!

¡Idea descartada pensé para mi mismo!

Vuelvo rodeando la mesa a colocarme tras ella, tomo su gel íntimo y le rocío la espalda. Comienzo a refregarle el aparato desde el cuello hasta el borde de sus nalgas, mientras el instrumento vibra al máximo de sus posibilidades. Avanzo un poco más y ahora se lo paso desde sus nalgas hacia abajo buscando su ano, cuando llego ahí, dejo caer un poco del gel para que chorree y lubrique por entre sus nalgas llegando hasta su anillito.

La tanguita me molestaba y no se la puedo quitar, a si que de un jalón se la arranco. Mi madre grita, y las marcas de las tiritas, se tatuaron rojas en su piel.

Tomo su bombacha y la use como látigo fustigando sus glúteos, mamá da alguno grititos de dolor pero la muy perra se mueve cadenciosamente cada vez que le pego y levanta el culo mientras espera por otro fuste.

Me acomodo tras ella, tomo el vibrador en mi mano hábil, lo empiezo a deslizar por entre sus nalgas hasta que la puntita del aparato se topa con su ano. Lo poso un instante ahí y presiono solo un poquito intentando que la penetre pero solo unos milímetros. Mi madre da un gritito, y mueve su culo como intentando librarse de él. Entonces le pego unos golpecito en la nalga y le digo:

  • ¡Te quedas quieta o te lo clavo hasta del fondo!

Sigo jugando con el aparato en su culo y lo hago penetrar solo otro poquito más, ella da otro grito, pero ahora es ya es un jadeo. Entonces le doy otro golpecito con mi mano abierta sobre su nalga y ella levanta un poco su cadera favoreciendo la penetración. Apretó otro poco más y su anillito se dilata otro poco para dejar que unos centímetros del vibrador vuelvan a penetrarla.

Escucho que jadea mientras el aparato vibra dentro de su colita. Solo unos centímetros parecen conmocionara.

Se lo retiro del culo y se lo pongo sobre el clítoris. Mi madre se perturba. Se lo apretó un poco más y ella ahora tiembla y da grititos. Busco su túnel y se lo deslizo adentro. Luego lo saco y luego lo vuelvo a clavar en su interior, ella grita de placer:

  • ¡Continúa, continúa y no te detengas Amor mío!
  • ¡Ahora tengo algo más para ti, puta de mierda! - Le digo casi susurrándole

Me acomodo tras ella y sin retirarle el vibrador de su vagina, me bajo los calzoncillos y enarbolo mi sable que ya esta duro como el acero, lo arrimo a su pequeño ano y lo refriego con presión buscando que la penetre.

Con la ayuda del lubricante y solo un poco de presión la penetro, pero solo un poquito, solo la puntita; mi madre se da cuenta que tiene mi polla ya entrando en su anillito y la escucho dar un grito que es más un jadeo de placer que un quejido. Entonces le doy otro golpecito con mi mano abierta sobre su nalga y le digo:

  • Pídeme que te ponga mi aparato en tu cola.
  • Si amor. ¡Pon tu aparato en mi culo! Hazme lo que quieras. - responde.
  • ¡Dime que eres una puta y que te gusta que te follen por el culo! – le grito
  • ¡Si amor, soy tu puta y te ruego me folles por el culo!

Presiono mi pene contra su esfínter y venzo la resistencia que opone su ajustado y rosado anillito. Y mi durísima tranca se desliza por su túnel hasta casi desaparecer en su interior.

  • ¡Toma mi culo mi amor, toma mi culo si lo deseas! - Gritaba mientras mi pija se clava dentro de su ardiente colita.

Ella levantaba su culo favoreciendo mi penetración hasta que todo, todo, hasta el último milímetro de mi verga desaparece dentro de ella.

Mamá grita como loca mientras mueve sus caderas gozando de mi verga en su culo y del vibrador en su concha.

  • ¿Te gusta la polla de tu hijo? – le pregunta con ahogada vos
  • ¡Si me gusta, me enloquece! ¡Dame por favor, dame tu pija!

Yo comienzo a mover frenéticamente metiendo y sacando mi verga de su ano mientras ella me grita:

  • ¡Hazme el culo!
  • ¡Dame con todo por la cola!
  • ¡Goza la colita de mamá!

La locura que me producen sus palabras mientras atormento con mi polla su culo, más la vibraciones del instrumento que le tengo clavado en su vagina, las cuales alcanzo a percibir con mi pene, casi me hacen llegar. Deseo esperar un poco más entonces saco mi pene de su esfínter y éste que muy dilatado y enrojecido.

  • ¿Qué pasa amor? ¿Porque te detienes? - Me pregunta.
  • Es que estoy a mil, estoy por llegar y deseo que este momento dure un poco más.
  • ¡Vamos hijo que tenemos toda la vida para follarnos! -Me insiste.
  • Colócame tu verga y sigue moviéndote. ¡Te lo ruego! – me grita con los dientes apretados

Yo quiero que dure un poco más y no me voy a poner a discutir con ella en este momento.

Entonces me dedico a masturbarla bien con su aparato para intentar recuperarme un poco.

Le sigo afligiendo un poco más su vagina con el vibrador y cada vez que noto que está por llegar al clímax, se lo quito de adentro y le corto la inspiración. ¡Esto la enloquece!

Luego de jugar así un rato le digo:

  • ¿Madre quieres mi polla en tu concha?
  • ¿Qué preguntas hijo? ¿Claro que la quiero!

Me acomodo, tomo mi pene en mi mano, lo posicione rosando su vulva y de a milímetros le voy metiendo mi sable en su ultra mojada vagina. Ella grita, se sacude, jadea, se vuelve a sacudir y me pedí:

  • ¡Ya basta de jugar, métela toda de una vez! Por favor.

Yo sigo despacio muy despacio y ella se desespera. Sacude sus caderas, levanta su culo se mueve intentando que mi pene le llegue a fondo, pero yo sigo firme y lo hago lento, muy lento.

Y cuando noto que no da más de la desesperación entonces le clavo mi sable hasta el fondo y me empiezo a mover bombeándole tal si fuera una biela que entra y sale de su interior, calentando y llegando a lo más profundo de su vagina.

Sus jugos calientes invaden su túnel, se sacude y se contorsiona como poseída. Grita ahogadamente anunciando su orgasmo mientras todo su cuerpo tiembla como una hoja en el viento.

Me quedo quieto un instante, si bien necesito llegar al orgasmo y le he tenido paciencia a la puta de mi madre quiero que mi momento sea perfecto.

Ahora es mi turno. Me empiezo a mover disfrutando de cada centímetro que le clavo mi pene, de cada aroma que deja su sexo. Dibujo con mi s manos el contorno de sus caderas acaricio sus nalgas. Estoy a punto de llenarla cuando entrecortadamente y casi balbuceante mi madre me dice:

  • ¡No acabes dentro de mi vagina por favor!
  • ¡He dejado las pastillas por este mes y no quiero líos!

No lo puedo creer, me vuelve a interrumpir justo en el momento.

Pero bueno la adrenalina me hace pensar rápido:

  • Ok, ¡Entonces te llego en el culo! - Le digo sentenciosamente.
  • ¡Si amor, dame tu semen en mi colita! ¡Dámela toda!

Saco rápidamente mi sable de su vagina, a punto a su esfínter y cuando lo voy a poner, pienso, he esperado tanto, espero un poco más.

Tomo el vibrador que está caído y moviéndose en el suelo y se lo pongo en la vagina, mi madre grita:

  • ¡Ya no más! ¡Estoy muy sensible me da electricidad!
  • ¡Cállate puta de mierda! - Le digo enojado
  • ¡Cállate y más vale que goces! – le insisto

Le doy una cuantas y fuertes nalgadas, de verdad fuertes porque ella gritaba con cada golpe.

  • ¡Mueve el culo zorra! - Le grito desenfrenado.
  • ¡Como tu digas amor! - Me responde

Apunto con mi pene a su anillo y cuando la punta esta justo para penetrarla, mi madre hace un movimiento de presión con sus caderas hacia mí y casi sin esfuerzos mi glande se clava en su ajustado esfínter.

  • ¿Así te gusta amor? - Me pregunta
  • ¡Si zorra así te quiero!

Mientras le clavo mi miembro en su culito, ella me ínsita a la penetración, moviendo su culo de arriba hacia abajo y luego lo meneaba con mi tronco todo clavado dentro de ella.

Su túnel hierve, su interior casi me quema. Luego de unos cuantos vaivenes siento que el semen se escapaba de mi miembro, me aferro con mis manos por su cintura y le clavo hasta el fondo mi polla, haciendo que mis testículos golpeen contra su vulva.

Me muevo un poco más, la bombeo un poco más, lo hago con mucho esfuerzo mientras estoy llenando su culo de semen; es que quiero que todo mi esperma quede en su interior. Mi madre se da cuenta y mientras me mira por sobre su hombre de dice:

  • ¡Me estas llenando el culo con tu leche!
  • ¡Hay que me quema! - dice entre jadeos

Y en susurros me pide:

  • ¡Mírame por favor, mírame!
  • ¡Quiero ver come disfrutas de los encantos de mamá!

Ella sigue moviendo su culo mientras yo se lo sigo llenando con mis últimas gotas y me dejo caer sobre la mesa, casi encima de ella mientras mi pene permanece todavía metido en su ano.

Solo un instante después, cuando logro recuperar el aliento me incorporo fatigosamente. Mi madre yace sobre la mesa, está casi dormida y su cuerpo brilla de sudor.

La desato, primero las piernas, luego los brazos. No se mueve, se queda ahí tirada sobre la mesa con los ojos cerrados. Me acerco y le hablo al oído.

  • ¡Levántate, ya te he desatado!
  • Llévame alzada hasta mi cuarto - Me responde sin abrir los ojos.

Como puedo la cargo en mis brazos y la transporto hasta su cuarto; la deposito en su cama. Esta inmóvil. Luego se abrasa a la almohada y se acomoda para dormir.

Es tarde son más de las tres de la madrugada.

Me voy al baño, me ducho mientras repaso lo sucedió y no dejo de pensar que fue la mejor y más excitante experiencia de mi vida.

Ahora más relajado y satisfecho me tiro en la cama y me entrego al sueño.