Jugando con... las vistas. Cap: I
Paré frente a su puerta entreabierta y apoderándose de mí el voyeur que todos llevamos dentro, la abrí lentamente buscando alegrarme la vista con se visita femenina. Sin embargo,
Capítulo I. Jugando con... las vistas.
Hay veces que lo difícil es realmente simple. En esta historia hay que empezar con algo difícil como abrir una puerta borracho, y con algo simple, quedarse mirando.
Estuve un buen rato para conseguir abrir la puerta y entrar al piso. Cuando cerré la puerta unos gemidos estaban inundando toda la casa. Sonreí como un idiota, mezclando la alegría por la fortuna de uno de mis compañeros y la envidia. Tenía muy claro que era David por la voz y porque Lucas se había quedado en el bar.
Dejé los zapatos en la entrada y caminé de forma sigilosa para no interrumpir la fiesta "de cintura para abajo". Paré frente a su puerta entreabierta y apoderándose de mí el voyeur que todos llevamos dentro, la abrí lentamente buscando alegrarme la vista con se visita femenina.
Sin embargo, las vistas no eran lo que esperaba. Mi compañero estaba masturbándose, solo, pero no exactamente solo. Mientras su mano derecha subía y bajaba de su polla, su mano izquierda metía y sacaba un dildo de su culo. Me quedé paralizado ante la escena, no sabía si mirar su gorda polla o la que entraba en él. Sabía que tenía que irme y apartar mis ojos de mi compañero, aunque una parte de mi no quería hacerlo. Esa parte quería gemir igual que él.
En un impulso de racionalidad fui a mi habitación. Cerré y apoyé la espalda en la puerta. Desabroché el botón del pantalón vaquero que me aprisionaba y seguí con los botones de la camisa. Solo podía pensar en sus gemidos, en esa forma de disfrutar me tenía turbado. Había follado y mis pajas se podían contar como innumerables, aunque nunca había gemido así. Ese éxtasis desorbitado era algo nuevo y mejor que lo que había visto nunca.
Me senté en la silla del escritorio y busqué algo de porno en el ordenador. El primer vídeo me valió, cualquier cosa me valía para calmar esa calentura. Me bajé el bóxer con premura y agarré mi palpitante polla. Estaba dura y húmeda. Empecé un sube baja rápido, solo quería encontrar el placer que había visto en la otra habitación.
Cerré los ojos buscando sentir más, olvidando a la rubia de la pantalla y amontonándose la imagen de David perforando su culo con aquella polla de plástico. El placer se amontonaba en mi miembro y acabó desembocando en una eyaculación frenética. Tenía lefa en el pecho y hasta en el cristal derecho de las gafas.
Tras recobrar un poco el aliento, cogí un pañuelo para limpiar el estropicio. Me subí el bóxer y me tiré en la cama. Rindiéndome al sueño, pensando como alguien podía gemir de esa manera.
Olvidé un detalle importante, bajar la persiana. Así, los primeros rayos de sol impactaron en mi cara, provocando en mi una molestia que no me dejó dormir. Sentía unas ganas irrefrenables de orinar, seguramente producto de las cervezas de la noche anterior.
Al levantarme sentí otra consecuencia de la cerveza, la resaca. Cuando cogí las gafas recordé mi aventura nocturna que se reflejaba en el cristal derecho. Las dejé y fui a aliviarme. Mientras meaba, David entró en el baño con su manía de entrar cuando yo estaba. Únicamente vestía un bóxer verde fue al lavabo consciente que estaba yo meando.
-Buenos días Joselito, ¿Mojaste ayer el churro?- Dijo con el cepillo de los dientes dentro de la boca y mirando como sacudía mi miembro antes de guardarlo.
-No tengo suerte- Dije intentando acortar la incómoda conversación.
Al salir, me encontré con mi otro compañero, visiblemente sudoroso:
-Panda de maricas, salid que vengo de correr y necesito una buena ducha.-
Los dejé discutiendo y me volví a acostar en la cama, con la intención que mi cabeza dejase de girar producto del exceso de cerveza. A los pocos minutos volví a darme cuenta que había persistido en mi error y la maldita persiana seguía estando alta. Me levanté y la bajé. Al volver a la cama pisé los vaqueros de la noche anterior y cogí el móvil que permanecía en su interior.
Me acosté en la cama y lo desbloqueé, encontrando dos mensajes sin leer:
Te apetece salir de cañas esta mañana :)
Tengo ganas de verte
Con esas dos frases se me pasó la resaca. La simpleza de esos mensajes contrastaba con lo difícil que había sido que ella me hablase. Contesté con un escueto "a las 12 en la plaza?" y salté de la cama la energía de un ejército. Aquel sábado iba a jugar con la suerte.