Jugando con Karla e Ingrid
En la cabaña los esperaba Ingrid. Quien no pareció sorprenderse al ver llegar a su novio cargando sobre el hombro a su amiga Karla.
Jugando con Karla e Ingrid
Esa mañana de sábado, Karla se preparó meticulosamente para seducir a Antonio o Tony como lo llamaban de cariño sus amigas.
Ella tenía ancestros asiáticos que eran evidentes en su rostro, generalmente serio. No sonreía con frecuencia, era su sello personal. En compensación poseía un cuerpo que paralizaba el tráfico, aunque ella prefería vestir con recato. Excepto en ocasiones especiales como aquélla. Sabía muy bien el efecto que causaba en los hombres y usaba su poder de seducción para acostarse con quien le daba la gana.
Pero Tony había resultado ser un hueso duro de roer. Era un tipo alto y corpulento. No era particularmente atractivo pero sí muy varonil. Ella no le había prestado mucha atención al principio hasta que él empezó a salir con Ingrid, una de sus mejores amigas en la facultad donde estudiaban juntas.
Ingrid era bonita, con cuerpo de modelo y rostro de niña buena, casi una muñequita, pero era del tipo engreído. Había que soportar muchas de sus necedades para salir con ella. Y Tony no parecía del tipo que aguantaba pulgas. Pensó que solo estarían juntos unas pocas semanas, pero el tiempo pasaba, seguían saliendo e Ingrid siempre hablaba maravillas de su novio.
Al final le picó la curiosidad a Karla y un día, como jugando, empezó a provocarlo. Y él no le hizo el menor caso. Eso la enfureció. Había sucedido algo similar hace muchos años con otro amigo suyo, que parecía muy machito, pero al final resultó ser homosexual. Así que no lo tomaba en cuenta como un rechazo. Según ella mantenía un porcentaje de éxito de 100% con los hombres. Se había acostado inclusive con un par de sus profesores en la preparatoria, solo por el simple gusto de hacerlo.
Herida en su amor propio, Karla decidió acostarse con Tony a como diera lugar. Pero mientras más sutilmente lo intentaba, él la rechazaba más tajantemente.
Trató de olvidar el tema, pero Ingrid continuaba en su círculo de amistades, siempre con sus engreimientos y comentando muy positivamente sobre Tony. Ella no era del tipo que comentaba las proezas sexuales de sus novios pero un par de veces, cuando estaban solo entre chicas y con un par de copas de más, se le había escapado que él la había hecho alcanzar un clímax realmente explosivo.
Así que Karla decidió tomar el toro por las astas y seducir a Tony en su propio apartamento. Yendo a su territorio, él se sentiría más cómodo y ella lo tendría a su merced. Soltaría toda su artillería sobre él.
Para evitar miradas indiscretas, usaba un abrigo negro muy ligero que la cubría hasta las rodillas. Debajo llevaba una minifalda que dejaba ver sus bien torneadas piernas y un top que dejaba ver su ombligo, además de un generoso escote. Estaba irresistible. Al menos eso pensaba ella.
Lo visitó temprano ese sábado. Usó la excusa habitual de que necesitaba ayuda con la tarea de un curso de la universidad.
Tony había accedido a ayudarla cuando ella se lo pidió con total naturalidad. La recibió amablemente en su departamento de soltero. Vestía de manera informal. Encendió su computadora y le dijo que se pusiera cómoda. Ella usó esa frase como excusa para quitarse el abrigo mientras le decía que hacía calor. Él le dirigió una mirada de aprobación pero luego dejó de prestarle más atención a ella mientras le explicaba la tarea que era el motivo de su reunión.
Karla solo resistió unos minutos escuchándolo. Harta de darle más vueltas, ella le preguntó si la encontraba atractiva. Él le dijo que sí, que la veía muy guapa y sensual.
Ella se lo agradeció y luego hizo una pausa para que él intentara seducirla pero él volvió a ignorarla.
-¿Cómo te gustan las mujeres? –le preguntó ella, un poco molesta.
-Desmayadas –fue la respuesta que él le dio como quien dice que le gustan rubias o morenas.
-¿Cómo? –preguntó ella, sin creer lo que había escuchado.
-Mejor míralo tú misma – dijo él, abriendo una carpeta con un acceso directo desde el escritorio de su computadora.
Karla quedó atónita pues vio fotos de tres mujeres distintas completamente desmayadas en esa misma habitación, algunas fotos eran con ropa y otras semidesnudas. Una de esas chicas era Ingrid, la muy engreída parecía colaborar completamente con ese gusto tan particular de Tony.
-¿Y cómo las desmayas? – preguntó ella un poco nerviosa - ¿Usas alguna droga o están borrachas?.
-Nada de eso – respondió él -. Yo uso la hipnosis.
-¿Hipnosis? –preguntó ella casi gritando -, ¿ellas aceptan ser hipnotizadas para que tú puedas jugar con ellas?
-Por supuesto que sí – respondió él -. Ellas aceptan ser hipnotizadas y yo simplemente doy rienda suelta a mis fantasías. ¿Quieres intentarlo?
Karla quedó sin habla. Tenía pensado acostarse con él pero no tenía la menor intención de que él u otro hombre jugaran con su mente.
-Si no quieres, no te insistiré – dijo él – pero entonces sería mejor que te marches porque tengo cosas que hacer.
Prácticamente la estaba echando de su departamento. Eso era demasiado para una mujer tan orgullosa como Karla.
-Está bien – dijo ella –. Acepto con la condición de que no me tomes ninguna foto.
-No te preocupes – dijo él -. No lo haré.
De inmediato empezó con las maniobras de hipnosis y en poco tiempo Karla yacía sobre el suelo, completamente dormida.
Tony cumplió su promesa de no tomarle ninguna foto. Lo que ella no se había percatado era de que las imágenes de las mujeres desmayadas no eran fotos sino capturas de imágenes de video.
Así que él cumplió su promesa. No le tomó ninguna foto sino que activó su videocámara y grabó todas las guarradas que empezó a hacer con Karla.
Primero se divirtió con ella haciendo que se quite un poco de ropa. Luego la hizo caminar con los pies descalzos y los ojos abiertos a medias, con la mirada entornada, mostrando solo la parte blanca de sus ojos.
Luego la hizo bailar una canción de moda. Primero con ropa y luego completamente desnuda. Ella meneaba las nalgas como toda una profesional. Tony guardó en video todas esas escenas para la posteridad.
Finalmente filmó varias secuencias de sus pies para un foro de sus amigos fetichistas que lo idolatraban por darles en la yema del gusto con ese tipo de filmaciones.
Luego la despertó con la orden de acompañarlo el próximo fin de semana a un paseo muy especial.
Karla partió a su casa un poco mareada. No se sentía del todo bien pero era más una ligera incomodidad que pudo superar a la media hora de marcharse de ahí.
El fin de semana siguiente, acudió temprano al apartamento de Tony. Sin poder resistirse a una salida que no había planificado, se subió a su coche y partieron rumbo al sur.
Una vez cerca a su meta, Tony la durmió nuevamente antes de estacionar. Luego bajó del coche y la cargó sobre su hombro derecho, Karla estaba en un trance hipnótico profundo. Ella parecía una muñeca de trapo con el cuerpo completamente inerme. Sus brazos caían casi hasta tocar las rodillas del hombre y oscilaban con el movimiento de sus pasos.
Tony acariciaba los carnosos muslos de la joven. Bajo la delgada y larga falda podía palparse la carne prieta y turgente. Mientras avanzaba por el largo sendero que conducía a su cabaña de campo, él pudo palpar la excitante suavidad de su cuerpo. Ella tenía unos glúteos rotundos y unas piernas de campeonato.
Ella no tenía puesta las bragas, tal como él se lo había indicado. Así que Tony pudo sentir toda la carnosidad de muslos y nalgas de la bella joven. Como el camino era largo pudo manosearla por encima de la delgada falda y luego por debajo, llegando a meter sus dedos en la vagina de la joven y también en su apretado anito.
En la cabaña los esperaba Ingrid. Quien no pareció sorprenderse al ver llegar a su novio cargando sobre el hombro a su amiga Karla.
Se saludaron con un ligero beso y luego desayunaron. Karla también participó con la mirada totalmente perdida. Comía como una autómata. Los dos novios conversaban normalmente, ignorándola.
Luego del desayuno, las dos mujeres lavaron los platos y asearon la cabaña mientras Tony iba a traer algo de leña para el horno artesanal.
A media mañana, Tony colocó en trance a su novia y empezó a grabarlas a ambas. Esta vez hubo desnudo total y actos de lesbianismo.
Ingrid no colaboraba mucho pero Karla demostró ser toda una zorra. Parecía que se quería comer a su amiga cuando la besaba. Era evidente que bajo hipnosis se destapaba su vena lésbica. Interesante descubrimiento que le daba nuevas ideas a la morbosa mente de Tony.