Jugando con fuego se follan a mi mujer (y 2)
Buscando un trio me convierto en cornudo
(leer primero la primera parte para entender la historia)
Mi mujer llegaba al día siguiente a eso de las ocho, tenía comida de trabajo en Madrid y cogía el vuelo a las seis. Durante toda la semana habíamos tenido sexo telefónico, yo le preguntaba a cuantos camareros se había follado y ella me decía que había perdido la cuenta. El sábado por la mañana la llamé y le dije que la esperaba y que le tenía preparada una sorpresa. Ella se rió y me dijo que me preparará, que me iba a dar una noche inolvidable. Yo pensé: “no te imaginas”. Llamé a Daniel y le di la dirección y quedé con él a las 22:00. Él me dijo que si me quería echar atrás ahora que se lo dijera antes, que no quería malos rollos. Lo tranquilice y le pedí que fuera puntual. Me dirigí a una tienda de lencería y le compre a mi mujer un juego de sujetador y tanga negros con una bata negra trasparente a juego. Luego organice la casa y preparé una cena ligera lista para calentarla en su momento. A las ocho fui al aeropuerto, María estaba radiante, nos besamos en el hall del aeropuerto y mientras nos dirigíamos a la salida, me pellizcó el culo y me dijo: “¿Qué sorpresa me tienes preparada, bandido?”. Yo me sonreí y le dije: “paciencia guapa”. Llegamos a casa a las nueve y ella dejo la maleta en el suelo y se tiró a por mi como una loba en celo, comenzó a besarme y a decirme: “Quiero follar ahora, cabrón, no sabes la semana que llevo, me he desgastado los dedos”. Yo haciendo me el duro y para incrementar su deseo, me aparté de ella un poco y le dije: “¿Vaya, no te han saciado los camareros?” Ella, lógicamente, no entendió el doble sentido, puso cara de deseo y se tiro a mis pies, me agarró de las piernas mientras me bajó la bragueta y sin casi darme cuenta se había metido mi polla en la boca. Me hizo una mamada salvaje, casi me hizo daño. Se sacaba la polla de la boca y mientras me masturbaba con la mano, me decía: “No te imaginas cuanto he echado de menos esto esta semana” y volvía a metérsela en la boca. Yo estaba a punto de correrme y se lo indique, a lo que ella aceleró la mamada. Me corrí de forma dolorosa y ella se lo trago todo y después de relamerse con cara de vicio me dijo: “veo que te la has machacado como un mono en mi ausencia, apenas te ha salido unas gotas”. Yo me reí y le tendí el regalo. Ella lo abrió y cuando lo vio se le pusieron los ojos como platos: “Es precioso, voy a ducharme y me lo pongo”. “Bien” dije “voy a ir calentando la cena”. Eran las 9 y media.
Mi mujer se ducho a toda velocidad y mientras el microondas calentaba la comida noté como me acariciaba desde detrás. Me giré, se había puesto el conjunto y estaba tremenda. El sujetador le quedaba un poco pequeño y le marcaba todo el pecho. Tanto el tanga como el sujetador eran semitransparentes y cómo no se le notaba todo. Se había puesto la bata encima pero la llevaba abierta e iba con unas sandalias que tienen un poco de tacón. Vamos, estaba para comérsela. Le dije que se relajara un poco, que la cena estaba casi ya, ella se apartó con cara de enojo e hizo algo que no había hecho nunca, metió la mano en el tanga y se tocó el coño, luego me enseño los dedos y se los metió en la boca, diciendo: “No te imaginas como estoy, hoy te voy a dejar que me la metas por el culo”. En ese momento estuve a punto de saltar a por ella, pero el sonido de la campana del microondas me distrajo un segundo. Cuando me giré ella se había ido al salón. Preparé un Martini con vodka, lo cargué bastante y me acerque al salón y estaba recostada en el sillón acariciándose un pecho. Le pasé la bebida y le dije que esperara un poco que ya casi estaba la cena. Ella cogió la bebida y se la bebió de un tirón notando que estaba cargada, me miró y me dijo: “¿Qué pretendes, emborracharme?, va prepárame otro, corre”. Yo le preparé otro más cargado aún, le había metido lingotazos bastante cargados. Esta segunda copa sólo la paladeó y la dejó en la mesa. Volví y traje la cena. Le dije que se sentará pero cuando vio tres servicios de mesa me miró confundida y dijo: “¿Qué es esto?” Yo le respondí: “Esta es tú sorpresa”. En ese momento tocaron al timbre.
Me levanté y abrí la puerta rápidamente, mi mujer estaba completamente sorprendida y no reaccionó, todavía estaba mirando al tercer plato, cuando Daniel apareció en la puerta del salón. Ella reaccionó en ese momento, dándose cuenta de que estaba prácticamente desnuda delante de un desconocido, hizo amago de levantarse pero supongo que pensó que se le iba a ver todo el culo y lo que hizo fue coger la bata y enrollarse con ella mientras me lanzaba una mirada de sorpresa. Yo hice entrar a Daniel y le presenté, ella no pareció reconocerle, pero él se acercó a ella y le dio dos besos mientras le decía: “Encantado, supongo que me recuerda”. Ella respondió un muy bajito: “encantada, mientras lo miraba confusa”. Yo le dije Daniel que se sentara al lado de María mientras yo me sentaba enfrente. María, estaba aturdida y sorprendida por la nueva situación, seguía sentada completamente encogida en la silla, miró a su derecha hacia Daniel y en ese momento le reconoció, bajó la mirada y volvió a mirarme con odio. No me esperaba esa mirada, a continuación me dijo: “¿Qué pretendes Luis? “Bueno, como te dije he preparado una sorpresa para ti” le dije. Ella calló y volvió a bajar la cabeza. Daniel le dijo: “Está muy guapa esta noche, ¿puedo llamarla María?” sin esperar respuesta continúo,” la verdad es que la propuesta que me hizo su marido me sorprendió bastante pero viéndola así vestida esta noche, mis dudas se han disipado.” Daniel había venido con unos vaqueros y una camisa de verano, iba muy bien peinado y olía a perfume caro desde la puerta. En ese momento Daniel cogió y posó su mano izquierda en la pierna de mi mujer que pego un respingo y primero miró la mano y después volvió a mirarme, aunque esta vez con desdén.
Me levanté y dije: “Bueno, voy a servir la cena”, pero mi mujer se levantó de golpe y mirándome me dijo: “¿Qué pretendes Luis? ¿Has traído a este chulo para que me folle en nuestra casa?” Yo, un poco asustado, le respondí: “cariño es tú sorpresa, lo he invitado para hacer un trio,… esta noche,… los tres”. Ella me miró y dijo rotunda: “no traigas la cena, no quiero comer, esto que has hecho no lo voy a olvidar nunca”. Cogió el Martini y de un trago se lo bebió, tendió el vaso vacio y me dijo: “Vuelve a llenarlo y no te cortes”. Salí volando a rellenar la copa y entonces escuche la conversación. Daniel, imaginándose lo que estaba pasando, le decía a mi mujer: “Oiga, yo no sabía que usted no sabía nada, su marido vino y me dijo que si quería hacer un trío con usted, yo le advertí que sería follar con usted, pero él me dijo que sí, que eso era lo que quería, yo he venido aquí sin malos rollos y tampoco quiero encontrarlos.” Y haciendo ademan de levantarse, terminó:”No sé preocupen por mí, yo me voy y aquí no ha pasado nada, por mi todo queda olvidado”. Se levantó y se dirigió a la puerta. Yo ya estaba de vuelta en la habitación cuando escuche a mi mujer decir a Daniel: “no te vayas, hoy mi marido me ha demostrado lo que valgo para él, quédate que le vamos a poner los cuernos en toda la cara” Eso lo dijo de pie con la bata entreabierta mientras se le veía todo y me miraba a la cara con desdén. Daniel se quedó petrificado en la puerta, María se acercó a él y comenzó a acariciarle por encima de la camisa, yo al ver a mi mujer así tocando a ese desconocido se me puso dura al instante. El chico permanecía quieto sin moverse, ella comenzó a desabrochar los botones de la camisa, cuando por fin le desabrochó todos los botones abrió la camisa y descubrió unos abdominales de gimnasio. Mi mujer se giro y mirándome me dijo: “¿has visto estos abdominales?” acto seguido comenzó a besarlos. Daniel no pudo aguantarse más y comenzó a acariciar a mi mujer por la espalda, la cogió por los brazos y subiéndola a su altura besó con lujuria. Desde detrás pude notar como sus lenguas pugnaban de boca en boca. Yo me acerque por detrás y comencé a acariciar el culo de mi mujer. Sin embargo, al notar ella mi presencia pego un bote y me empujó. Me miró a los ojos y me dijo: “¿no querías verme follar con otro?, pues ahora lo vas a ver, vamos a hacer todo lo que queramos y tú lo vas a ver todo, pero nada de trío, tú te vas a sentar ahí y vas a mirarlo todo y no sé te ocurra moverte o será la última vez que me veas.” Yo miré sorprendido, Daniel me sonreía y mi mujer esperaba una respuesta clara.
Me giré y me senté en la silla. Ella puso una mirada triste, quizás esperaba que me plantara y echara a ese tío. Su cara volvió a ponerse autoritaria y miró a Daniel preguntándole: “Oye tio, ¿no tendrás un móvil de esos con cámara de video? Daniel echo mano a uno de los bolsillos de atrás de sus vaqueros y sacó un móvil de última generación y dijo: “es nuevecito, no tiene ni una semana”. Ella se lo arrebato de las manos y dirigiéndose a mi me dijo: “Dame el Martini y toma la cámara, quiero que lo grabes todo y como pierdas algo te vas a enterar”. Cogió el Martini y se lo bebió de un tirón, María llevaba en el cuerpo un montón de alcohol y estaba completamente decidida a todo. Se giró a Daniel y volvió a morrease con él mientras yo comenzaba a grabar, se separó de él y le dijo: “Quitate los pantalones y siéntate en el sillón, que te la voy a chupar como no lo han hecho en tu vida”. A Daniel le faltó tiempo para desnudarse y sentarse en el sillón, el tio calzaba una polla más o menos como la mía quizá un poco más ancha, María se arrodillo delate de él y echándome una mirada le pasó la lengua por el glande luego bajó hasta los huevos y subió lamiendo de nuevo hasta la punta. Luego la agarró con una mano y volviéndome a mirar a los ojos se la fue metiendo entera en la boca. La imagen era de lo más viciosa, tanto que el dejé de apuntar con el móvil lo que a María no le pasó desapercibido. Paro de chuparle la polla a Daniel y mirándome a la cara me dijo: “ven, siéntate aquí a su lado y graba bien, quiero que tengas un buen recuerdo de esto”. Me senté a su lado y María volvió a meterse la polla en la boca. Lo hacía en profundidad y Daniel se recostó dejando a María hacer, así siguió durante un rato cuando Daniel empezó a hacer movimientos anunciando su corrida. María apretó la mamada y Daniel comenzó a tener espasmos como consecuencia de su corrida.
María se levantó y sin dejar de mirarme abrió la boca y dejó caer un poco de semen por la comisura de los labios, lo cogió con un dedo y se lo volvió a meter en la boca. Yo estaba empalmado y se me notaba bastante, ella se dio cuenta y me cogió el paquete sobre los pantalones. Mirándome a los ojos me dijo, voy reventar a este chulo de mierda y tú lo vas a ver todo y ya veremos si te dejo volver a tocarme un pelo. Se levantó y haciendo un pequeño y torpe baile se despojó de la bata, después se echo mano al cierre del sujetador y lo dejó caer. Daniel se estaba recuperando de la corrida y su cara era de estar como en un sueño. Me miro a la cara y me dijo: “joder tio, ¿esto te lo monta a menudo?”. Ella se rio y dijo: “A este cabrón no le he montado este espectáculo jamás, así que lo grabe todo y se mate a pajas después”. Entonces le dijo a Daniel que se pusiera a cuatro patas sobre el sillón, este obedeció rápidamente y María metió su cabeza en su culo comenzando a chupar. Comenzó a soltar chasquidos y murmullos mientras le metía la lengua. Daniel se giró hacia mi y me dijo: “joder tio, tu mujer me está metiendo la lengua hasta los riñones”. Al mismo tiempo María le estaba haciendo otra paja a lo que Daniel comenzó a gemir cada vez de manera más salvaje. De pronto María se paró, se levantó y se acercó a mi. Y dijo: “No querías un trío, toma trío” y me beso metiéndome la lengua en la boca, la lengua que acaba de meter en el culo de aquel tio estaba ahora en mi boca. Después de unos segundos mi mujer se apartó y se relamió de gusto, agarró de una mano a Daniel y le hizo levantarse para a continuación ponerse a cuatro patas en el sillón. “Venga tío, no me dijiste que me querías follar, a ver cómo te portas” le dijo, Daniel se tiro para ella, le arrancó rompiendo el tanga de 30 euros y se la metió de golpe. María dio un respingo pero rápidamente, a los pocos segundos estaba gimiendo y corriéndose, se corrió un par de veces más antes de que Daniel avisara con un: “me corroooo” que se estaba corriendo. Daniel cayó encima de María con todo su peso y así se quedaron sobre el sillón un rato.
El móvil empezó a lanzar un mensaje de que la memoria estaba llena, Daniel se levantó y me miró sonriendo, se acercó a mí y de un movimiento rápido me quitó el móvil de las manos, mi mujer se dio la vuelta torpemente sobre el sillón y nos miró con una sonrisa medio lujuria medio borracha, se incorporó y se lanzó a por la polla de Daniel. Este sorprendido se dejó hacer mientras empezaba a echarle fotos a mi mujer con su polla en la boca. Me miró y me dijo: “queda memoria para unas cuantas fotos, me voy a reservar las que quedan para cuando me corra en su cara”, y así lo hizo, tardó un poco pero cuando comenzó a notar que se iba a correr se alejó de mi mujer, que con la boca abierta y la lengua fuera reclamaba su dosis de leche como si fuera una actriz porno. Le soltó un par de lechazos en la cara y después volvió a metérsela en la boca para terminar de correrse, le hizo un par de fotos y se apartó de ella. Miró alrededor, cogió su ropa y fue al servicio. María se quedó tumbada en el sillón resoplando y relamiéndose, Daniel salió del servicio y se dirigió a la puerta de la calle, pero antes paró: “me miro y me dijo, gracias por la noche, no lo hubiera imaginado nunca”. La miró a ella y le dijo: “me ha encantado, cuando quieras repetimos.” María lo miro y le guiñó un ojo: “llámame mañana, quiero seguir follando todo el fin de semana y tráeme una copia. “Daniel nos miró, sonrió y se fue dando un portazo.
María se levantó, me miró otra vez con desdén y se fue directamente a la ducha sin decir nada. Yo me quedé sólo pensando, me levanté y decidí salir a la calle a tomar el aire, en ese momento no sabía cuál sería mi reacción y si podría mirar a mi mujer a la cara otra vez, lo que si sabía es que llevaba empalmado una hora.