Jugando con fuego se follan a mi mujer 1

Buscando un trio me convierto en cornudo

Nuestras fantasías eran de lo más comunes, no pasaban de un poco de vouyerismo y de alguna infidelidad consentida y todo siempre juntos cuando estábamos en la cama. Sin embargo, en los últimos tiempos cada vez tenía más ganas de experimentar, supongo que era la monotonía. María y yo llevamos casados cinco años, ella tiene 35 años y yo 37 y tenemos una vida junta bastante satisfactoria. Ella es morena de mediana altura con unos buenos pechos y un culo mediano, no suele ser muy “lanzada” en el sexo, siempre ha sido más bien pasiva dejándome hacer a mí. Yo me llamo Luis  aunque no me cuido demasiado estoy en forma, debería hacer más ejercicio pero todavía no he comenzado a echar la barriga cervecera tan común a mi edad.

Los últimos meses estaba más excitado que de lo normal, no sé si era por el trabajo o por la época del año (primavera) lo cierto es que tenía ganas de sexo continuamente y mi cabeza iba a mil. Casi todas las noches pedía guerra y mi mujer apenas podía evitar mis acometidas. Las fantasías se agolpaban en mi mente y hacía participe a María de la mayoría de ellas, las más pecaminosas todavía me las guardaba. La más recurrente era hacer un trio, le sugería a María que qué le parecería compartir la cama con otra persona, fuera mujer u hombre, todo esto mientras follabamos o me la chupaba. Se me olvidaba decir que María la chupa como los ángeles deben hacerlo. Había veces que volviendo a casa me la imaginaba chupándomela y cuando entraba a casa me lanzaba a por ella a que lo hiciera, ella no se dejaba dominar ya que sabía que una vez me corría el ímpetu bajaba bastante y normalmente se quedaba con las ganas de más.

Volviendo al tema, una noche de principios de junio, estábamos follando como locos, habíamos salido a cenar y nos habíamos pasado con la bebida un poco. Durante la cena yo había ido al servicio y al volver pude ver al camarero como hablaba con mi mujer mientras le miraba el escote sin cortarse un pelo, se me puso dura al instante. Cuando me senté no le comenté nada, pero ya estaba yo caliente. Al llegar a casa me lance sobre ella y mientras se metía mi polla en la boca le comenté lo del camarero. Ella sin sacarse mi miembro de la boca se sonrió, esa sonrisa de lascivia mientras me la chupaba fue demasiado y me corrí como un loco. Ella se sorprendió un poco ya que no pudo tragárselo todo y se atragantó un poco. Se levantó un poco mosqueada mientras el semén le colgaba de la boca y me dijo: “ya te has corrido, supongo que no hay más fiesta”. Yo me lo tomé como un desafió, la cogí de la mano y la lleve a la cama, le arranque el vestidito que llevaba y que tan bien le marcaba el pecho  y la tumbe en la cama. Me terminé de desnudar y me lance a comerle el cuerpo como a ella le gusta. Primero la boca, luego el cuello, luego las tetas, la cintura, la parte interna de los muslos y finalmente el coño.

Mientras le chupaba el coño, me contó que el camarero no había dejado de repasarla desde que habíamos entrado en el local. Yo no me di ni cuenta en toda la noche salvo la escena al salir del servicio, pero ella me dijo que al principio le había dado vergüenza y había mirado para otro lado evitando las miradas. Parece ser que con el vino y el calorcillo y alguna caricia mía se puso cachonda y empezó a devolverle las miradas al camarero de manera muy sutil. En una de esas ella se levantó para ir al servicio antes que yo y parece que el camarero la abordó en el corredor que llevaba al servicio y de una forma grosera le comentó si le apetecía algo que no estuviera en el menú. Mi mujer se sonrojó y se apartó, pero el camarero se arrimó a ella y le restregó el paquete mientras le tocaba el culo. Ella pegó un pequeño respingo y él se separó cuando otro camarero apareció en el corredor. Ella se metió en el servicio y tras un tiempo prudencial para que yo no me alarmara volvió a la mesa y continuamos cenando.  Yo permanecía callado mientras le seguía comiendo el coño, pero estaba flipando con el relato y me preguntaba si sería verdad.

Ella siguió con el relato. Al rato fui yo al servicio y el camarero aprovechó y se acercó a la mesa y le preguntó a mi mujer si le había molestado y que le disculpara, ella le dijo que no pasaba nada y que estaba olvidado, ante esta respuesta él le dijo, que trabajaba allí varias noches a la semana y que si le apetecía pasar un buen rato que le llamara y le dio un teléfono con su número y su nombre. Yo paré de chupar en ese momento y le miré a la cara, ella con una cara de lujuria me preguntó que porque paraba, a lo que yo pregunté que si lo que había contado era en serio. Ella se incorporó un poco, cogió el bolso que había dejado al lado de la cama, saco una tarjeta y me la lanzó. Yo la cogí al vuelo, en la tarjeta ponía: “Daniel 66xxxxxxxx, llámame”. Yo ahora sí que fliple, a mi mujer le habían tirado los trastos estando yo presente, le habían metido mano y no me había enterado de nada. Lo cierto es que estaba otra vez empalmado y María se rió. ¿Veo que te pone cachondo pensar en tu mujer follando con otro tipo, eh? Yo me lance sobre ella como un loco y la penetré a lo bestia mientras ella se reía. Estuvimos follando un par de horas, me corrí tres veces en menos de una hora y ella otras tantas por lo menos. Nos quedamos dormidos de puro agotamiento.

Al día siguiente era sábado y no trabajábamos así que podíamos desayunar juntos. Ella se levantaba muy temprano y rara vez desayunábamos juntos entresemana. Mientras me tomaba mi café, me dijo: “vaya nochecita, me has dejado escocida”. Yo me limité a sonreírme, a lo que ella continuó: “yo pensaba que sólo eran fantasías pero parece que te pone pensar en verme con otro tío”. Continué callado, quería ver por dónde iba. Ella tomo un sorbo largo de café y mirándome me dijo, “la verdad es que el sentirme observada y tocada por ese tipo me puso realmente cachonda”. A mí se me estaba poniendo dura con la conversación y el pijama no ocultó esa situación por mucho tiempo. Ella mirando mi paquete, levantó la pierna derecha y me acarició el paquete con su pie, mientras me decía: “no me lo puedo creer, te pones cachondo sólo con decirte que otro me tocó”. Yo le respondí: “¿estarías dispuesta a follar con ese tio?”, ella respondió de golpe: “Ni loca, ¿quién te crees que soy, una puta que se folla al primer guarro que la mira y me toca sin pedir permiso?”. Yo le dije: “bueno, me acabas de decir que te puso cachonda”. Ella respondió: “no te enteras que una cosa es que una tía se ponga cachonda y otra que se abra de piernas y se deje follar”. A mí la conversación me estaba poniendo hipercachondo y si mediar palabra me levanté la cogí y la comencé a besar, ella me correspondió. Yo la empuje hacia abajo para que me la chupara a lo que ella accedió, me volví a sentar en la silla mientras ella me bajaba lo pantalones y se metía la polla en la boca. Mientras me la chupaba le solté: ”he cogido la tarjeta de ese tío, que te parece si le llamo y montamos una de mis fantasías”. Ella pensó que yo estaba fantaseando y parece que también le excitaba la idea pues comenzó a acariciarse el coño mientras me la chupaba. Yo la verdad es que lo decía en serio y sólo de pensarlo comencé a correrme. Ella esta vez se lo tragó todo, se relamió y mirándome me dijo: “no confundas la realidad con las fantasías”. Yo me levanté, la cogí y la empuje contra la pared, comencé a besarla y a morderle el cuello, le abrí la bata y le toque las tetas y el coño, lo tenía empapado, se me volvió a empalmar. De un tirón le quité la bata y le di la vuelta, ella se apoyó con las manos en la pared mientras yo comencé a follarmela desde atrás. Mientras me la follaba, le decía al oído: “imagínate que mientras te folló ese tío te está chupando el coño” “Que te hacemos un sándwich, yo por detrás y él por delante(a ella no le gustaba el anal, aunque lo habíamos hecho alguna vez)” “que nos corremos los dos en tu boca” y cosas así, ella callaba y jadeaba sin parar, creo que se corrió varias veces. Solía correrse con facilidad y creo que en la cocina esa mañana batió su record en menos tiempo.

Nos duchamos juntos y al salir de la ducha me volvió a decir: “no confundas la realidad con las fantasías”. Nos arreglamos y nos fuimos de compras, ese fin de semana lo pasábamos en casa de unos amigos. Así que después de comprar nos fuimos para allá y allí pasamos el fin de semana. Yo estuve todo el fin de semana pensando en el tío aquel y en las palabras de mi mujer, ¿sería un reto o una invitación? El domingo volvimos a casa muy tarde, ella se fue a la cama en seguida ya que al día siguiente tenía que volar a Madrid para un trabajo de la empresa, allí pasaría toda la semana.

Por la mañana, me levanté con ella para despedirla y en la puerta al darle el beso de despedida le dije: “si te busca otro camarero, mantenme informado”. Ella respondió, mientras me guiñaba un ojo: “la verdad es que me he quedado con ganas de camarero, ya te contaré donde cómo y con quién”. Buff, a pesar de ser las 6:00 de la mañana se me puso durísima, volví a la cama y me pegue un pajote brutal, después de la cual me volvía a quedar dormido.

La semana pasó lentamente, aunque tenía mucho trabajo no dejaba de pensar en mi mujer y sus últimas palabras, por las noches me mataba a pajas imaginándolo todo. Así finalmente me decidí y el viernes por la noche me acerque a cenar a aquel sitio yo solo, allí vi al tipo que por su mirada me reconoció en seguida. Supongo que se imaginó algo chungo pues evitó la mesa toda la noche. Yo apenas cené nada, pues estaba muy nervioso. A pesar de estar allí no me decidía. Después de una de las horas más largas de mi vida, pedí la cuenta y pague. Cuando me levantaba para salir me dije: “ahora o nunca”. Me acerque a él y le dije: “perdona, podemos hablar un momento”. Él, sorprendido me miró con cara asustada, era un chico de entre 25 y 30 años, más o menos de mi estatura, rubio y bastante guapo, el típico chulito de discoteca, pensé. Me respondió un poco vacilante: “perdone, pero de que desea hablar”. Yo le dije: “no te preocupes, no vengo a buscar jaleo, sólo quiero proponerte una cosa”. El chico me acompañó a la puerta, aunque el gesto de disgusto no le abandonó en ningún momento, supongo que esperaba una reprimenda o algo parecido.

Al salir del local le dije: “la semana pasada estuve cenando con mi mujer aquí y tu le echaste los tejos y hasta le metiste mano”. El se quedó patidifuso, pues no se esperaba que yo fuera tan directo, bajó la cabeza y dijo: “yo… perdone, pero no quería ofender a su señora, por favor discúlpeme. “ Yo me sonreí para mis adentros mientras mantenía la cara seria: “¿lo haces a menudo? ¿te funciona?”. Él, completamente avergonzado hizo acto de volver al restaurante. Yo lo agarre del brazo y le dije: “para chaval o veré que opina tu jefe de esto”. El se paró en seco y mirándome fijamente me dijo: “oiga perdóneme, de verdad, no le diga nada a mi jefe o me despedirá”. Estaba en el saco. Sin pensármelo lo solté de golpe: “Mira tio, no vengo a complicarte la vida, mi mujer me contó lo que hiciste y parece que le gustó. He venido esta noche a proponerte que vengas a mi casa para montar un trío”. Se quedó con la boca abierta mirándome. Ambos nos quedamos callados, yo lo había soltado rápidamente porque si no, no lo habría hecho. Tras unos segundos incómodos, recuperó toda su seguridad y me dijo: “A ver, que me quede claro, no quieres jaleo, ¿lo que quieres es que vaya contigo y nos follemos a tu mujer, es eso? Si, le respondí. Él se quedó con cara de sorprendido y sin saber que decir: “¿estás seguro que quieres que me folle a tú mujer? ¿Esto no será un rollo raro, verdad?” A lo que le respondí algo nervioso: “Mira, es lo que es, te propongo hacer un trío con mi mujer, ¿sí o no?” El volvió a callar y después de unos segundos mirándome, dijo: “¿no serás maricón ni nada parecido? ¿No estarás pensando en intentar follarme a mí, verdad?”. Yo sorprendido, no había pensando en esa posibilidad, pero riéndome le dije: “Tranquilo, no me van esos rollos, mi mujer y yo tenemos una fantasía y tú nos lo has puesto en bandeja. Ahora dime sí o no.” El me miro a los ojos otra vez y me dijo: “Vale, pero como esto sea una trampa o algo parecido te vas a enterar, cuando quieres que lo hagamos”. Volví a sonreírme:” Qué te parece mañana?”. El respondió: “Bien, mañana sábado tengo turno de mañana y tarde, por la noche no tengo problema”. “Ok, mañana te llamo y concretamos” le dije mientras le enseñaba la tarjeta que le dio a mi mujer. Volví a casa y volvía a pajearme varias veces.