Jugando con fuego (7)

Continúa la historia.

A la mañana siguiente estaba que me subía por las paredes por lo que me había dicho Edu. Si no me llamaba él lo haría yo a última hora de la tarde. Tan ensimismado estaba con aquello que cuando me llamó María a mediodía ni sabía para qué lo hacía y obviamente me llamaba para contarme su reunión. Estaba exultante, todo había salido muy bien.

-¡Genial, genial! De verdad... bueno, al principio estaba un poco nerviosa, ahí la verdad es que Edu me salvó un par de veces... él estaba bastante más tranquilo, pero después ya todo genial, se me fueron los nervios y genial.

Le dije que me alegraba mucho y que sabía que lo haría bien.

-Tengo muchas ganas de verte -prosiguió- pero muchas, muchas... creo que he estado algo insoportable estas semanas, ¿no?

A mi no me lo había parecido en absoluto.

-Bueno, Pablo, te dejo, te quiero muchísimo.

-Yo también te quiero, un beso.

-Besito, chao.

A media tarde yo seguía sin saber nada de Edu y María me escribió diciéndome que Edu la invitaba a una cerveza a la salida del trabajo, que a ella no le apetecía mucho, que quería ir para casa pero no había podido negarse. Yo estaba cada vez más intranquilo. A los pocos minutos me levanté de mi asiento en mi oficina, me fui al pasillo y le llamé. Le llamé dos veces y no me cogió el teléfono.

La tarde se me hacía eterna, no podía concentrarme. Me fui a casa y María aun no había llegado. Sobre las nueve y media Edu me llamó.

-¿Qué pasa Pablito? Veo que me has llamado. ¿Se te ha puesto dura pensando que estaba de cervecitas con María?

-No, bueno... es que... dijiste ayer que hoy me contarías más.

-Jajaja, estabas inquieto entonces. Ayer fue brutal tío, mejor de lo esperado. A ver cómo te lo cuento...

-Dime. -Yo estaba temblando mientras le escuchaba.

-Joder Pablito, pues te cuento, es que tu novia es una curiosa. Te juro que fue un poco casualidad. Pero yo por casa, y más en junio, joder, pues estoy en pantalón corto de deporte... Joder... ¡la pillé mirándome el paquete como quince veces!, ¡te lo juro! jajaja.

-¿En serio?

-Y tanto que es en serio. Casi le digo algo, pero sabía que la iba a asustar. La cabrona me miraba cada vez que creía que no me daba cuenta... Entre que ella me miraba como se me marcaba la polla y el culito que le hacían los vaqueros... dios... más que siempre marca tetas... joder... Te digo una cosa, Nati me había dicho ayer de venir a mi casa a dormir y le dije que no, para hacerme una pedazo de paja pensando en tu chica. Y creo que esta noche cae otra... porque hoy iba transparentando sujetador... dios... qué tetas debe de tener ahí...

Yo me sentía un poco aliviado y a la vez no me acababa de creer lo que me contaba. Edu continuó:

-Y ahora en la cervecería María encantadora. Estábamos sentados en los taburetes de la barra y se reía y me tocó la pierna un par de veces. No sé si la tienes a pan y agua pero para ser ella estaba algo tocona. Al final nos dimos dos besos de despedida... ufff... como huele la cabrona, se me pone dura de recordarlo.

-¿Solo pasó eso entonces?

-Hombre... solo... de mirarme con asco a tocarme la pierna y mirarme la polla... y todo esto en 15 días... Tú es que estás muy salido y creías que a estas alturas ya me tendrías en vuestra casa follándomela.

-No, no... está bien, está bien.

-Joder tío... es que cómo me la miraba... menuda guarra. Es cierto que se me marcaba bastante... Te llegaría mojadita a casa ¿no? ¿Te la follaste ayer cuando llegó?

-Pues la verdad es que no, llegó bastante cansada, casi se fue directa a la cama.

-Jajaja, ¿no se haría ella una buena paja recordando lo que había visto?

-Pues no sé... -dudé en comentarle que había olido sus bragas y que me había parecido que olían más de lo normal, pero no me atreví, pensé que se reiría de mí.

María entró en casa mientras Edu me decía que me tenía que colgar. Yo quería que me siguiera contando, pues si era morboso escucharle, más lo podría ser que lo hiciera estando María ya en casa, pero no pude retenerle más de unos segundos.

-¿Quién era? -preguntó María.

-Nada... del trabajo.

-¿Ni dos meses ahí y ya te llaman a estas horas?

-Ya ves...

María estaba de muy buen humor. Se la veía aliviada. Fue al dormitorio como hacía siempre, para cenar más cómoda, pero yo fui con ella, llevaba un pantalón de traje gris y una camisa blanca... me ponía muy cachondo de nuevo verla y saber que podría follármela tal cual la había descrito Edu. La besé en seguida y ella pronto me respondía con ganas... Tenía mucho que contarme de sus últimas 24 horas con Edu. Solo dejé de besarla un momento para preguntarle:

-¿Qué tal en casa de Edu?

-Bien.

-¿Algo... destacable?

-Pues sí... estaba contando las horas para contarte.

-¿En serio? Pues cuéntame.

-Creo que te va a gustar lo que te voy a contar...

-¿Sí? -yo ya le mordía el cuello y sobaba sus tetas sobre la camisa y su culo sobre su fino pantalón.

-Sí... pues él... estaba en pantalón corto... y se le marcaba todo...

-¿Todo el qué?

-Pues qué va a ser... ya sabes... todo el paquete...

-¿Ah sí? ¿Mucho?

-Pfff, muchísimo...

-O sea que Nati no mentía...

-¿Mentía?

-De que la tenía grande digo.

-Ya... no sé...

-¿Cómo que no sabes?

-Bueno... si que algo grande parecía... o bastante...

-¿Bastante...? -le pregunté acariciando sus tetas sobre la camisa.

-Sí... puede ser que sí...

-¿Que sí qué? -yo le preguntaba excitadísimo.

-Que sí tenga un pollón... enorme...


Si me ponía cachondo que Edu no le quitase ojo de su culo y sus tetas que fuera María la que le miraba el paquete multiplicaba todo por mil.

-¿Cuantas veces le miraste el paquete?

-Pues no sé...

-¿Se te iban los ojos?

-A ver... estaba sorprendida. No me parecía normal.

-¿No te parecía normal el tamaño?

-No me parecía normal recibir a una compañera de trabajo así... bueno, el tamaño tampoco, claro.

Toda la conversación era entre beso y beso, entre mordisco en el cuello y mordisco en el cuello. Le seguí acariciando los pechos sobre la camisa hasta no pude más y se la quité, y comencé a besarle el escote... después le quité el sujetador y comencé a acariciárce las tetas... La estampa con su pantalón de traje aun puesto y su torso desnudo era brutal...

-O sea que él te mira las tetas y tú le miras la polla...

Ella me quitaba la camiseta y maniobraba en mi pantalón para desabrochármelo. Tenía esa mirada que la delataba... tenía tantas ganas como yo...

-Os miráis mucho... cualquiera diría que os tenéis ganas...

-Ya empiezas...-dijo ella sonriendo.

Cuando nuestros pantalones y ropa interior desaparecieron me tumbé en cama boca arriba. Ya tenía la polla como un mástil cuando María se sentó sobre mí, cogiéndome el miembro con cuidado, masturbándome lentamente antes de metérsela, aunque yo ya la tenía a tope...

-Puedes subirte que no va a crecer más...

-Así me llega -respondió.

Me pajeaba con delicadeza, con tres o cuatro dedos, no con toda la mano. Después de imaginarme el pollón de Edu bajo su pantalón mi polla me parecía más pequeña que nunca. Pronto María se acabó subiendo, se sentó sobre mi polla y los dos suspiramos, y comenzó un mete saca lento... ella subía y bajaba su cuerpo y sus tetas botaban un poco... me estaba matando... Le pedí que se las tocara y mientras yo sujetaba su cadera ella se cogía cada pecho con una mano, cerraba los ojos y botaba sobre mi polla cada vez más rápido. Cuando ella sentía más placer echaba su cabeza hacia atrás y toda su melena caía hasta la parte baja de su espalda... Yo le preguntaba si estaba cachonda y me respondía que sí... yo notaba como ella se excitaba más y botaba cada vez más rápido y haciendo un recorrido cada vez más largo en sus subidas y bajadas, tanto que a veces se salía de mi polla y tardábamos unos segundos en volverla a meter.

-Con Edu esto no te pasaría...

-Mmm... el qué...

-Salirte así tan fácil...

Ella apoyó sus manos en mi pecho y me seguía montando... me besaba y yo le acariciaba las tetas que rebotaban una con la otra cuánto más rápido me follaba María. Yo le susurraba:

-¿Era larga o era gorda?

-¿Su polla?

-Sí...

-Mmm... no sé... las dos cosas...

-¿En serio?

-Sí... mmm.. me tienes muy cachonda -dijo sacando su lengua para besarme.

Yo estaba en la gloria acariciando sus tetas y susurrándole aquello mientras ella subía y bajaba, enterrando y desenterrando mi polla dentro de su cuerpo.

-¿Te pusiste cachonda mirándosela?

-Mmm... no... me pones cachonda tú...

-¿Seguro...?

-Sí...

Ella volvió a subir demasiado y volvió a salirse. Intentamos meterla otra vez hasta que dijo:

-Ponte tú encima.

-¿La tengo tan pequeña que no puedes estar tú encima?

-No digas tonterías.

-¿Entonces?

Ella estaba de nuevo sentada a horcajadas sobre mí pero me comenzó a pajear, como al principio. Estuvo unos instantes masturbándome, primero con toda la mano, después con tres dedos... la cogía y la soltaba... hasta que acabó clavándome la mirada y pajeándome tan solo con dos dedos...

-¿Quieres que te diga que la tienes pequeña?

-No sé...

-Si quieres te lo digo.

-Sí.

-Pues la tienes pequeña... y si quieres, ya que estamos....te digo lo qué pensé cuando se la vi a Edu...

-Sí...

-Pues... pensé que la tenía más grande él estando normal que tú empalmado.

-¿Sí? Qué cabrona...

-Ya ves... -ella se acostó a mi lado sin dejar de pajearme... ahora me susurraba en el oído:

-Tu polla no me llega a nada...

-¿Ah no...?

-No... joder... mírala... -dijo dejándola caer sobre mi vientre con desprecio.

-O sea que tengo una mierda de polla... y querrías una buena polla...

-¿Te crees que soy tonta...? Claro que me gustaría...

-¿Sí?

-Sí... uff... sentir que me invade una buena polla... que me la clavan hasta el fondo- me susurró reanudando la paja. Yo creí que explotaba al escuchar aquello...

-Joder... sigue contándome... una polla como la de Edu... no una mierda de polla como la mía..

-Sí... estaba en su casa y sentía envidia de Nati... joder... tiene que ver las estrellas la chica...

-¿Quieres vérsela entonces?

-Joder... si ya me puso vérsela tapada... como se la viera al descubierto... enterita... dios... tendría que pedirle que me la metiera...

Ella aceleraba más la paja... me estaba matando, sus susurros me ponían todo el vello de punta. Pero lo que más me mató fue cuando bajó una mano para tocarse ella misma mientras me seguía pajeando y contando. Me siguió diciendo que si le viera la polla le tendría que rogar que se la follase con su pollón, mientras nos jadeábamos y nos besábamos...

Ella se retorcía del gusto y yo sentía que estaba a una frase suya de empezar a correrme hasta que dijo "Joder qué pollón tiene el cabrón... y tú con esto..." fue gemirme eso en mi oído y empezar yo a eyacular como un loco... No paraba de brotar semen de mi pequeña polla y ella me susurraba...

-Córrete... córrete con esta mierda de polla...

-Ufff...

-¡Ojalá tuvieras el pollón que tiene ese cabrón...!

-¡Uuuffff... sigue!

María exprimió mi polla hasta el final... dejando un reguero blanco que resbalaba por mi polla y había dejado impregnado toda la zona de mi ombligo. Ella no había culminado su orgasmo y tenía toda su mano manchada de mi leche... Nos quedamos en silencio hasta que ella fue al baño a limpiarse. Yo fui inmediatamente después... allí nos besamos y nos sonreímos.

Me sentía como si de repente hubiéramos descubierto juntos la otra mitad de mi fantasía que faltaba por salir a la luz. Parecía que María había destapado casi sin querer, que sentirme humillado, que ella me humillase comparándome con Edu, me excitaba de una manera brutal, tanto que no sabía si lo podría controlar.

Por otro lado, sabía que me lo negaría, que me diría ya en frío que solo había dicho aquello por mi fantasía, pero tenía la seria duda de si había algo de verdad en aquello: el peso de sus palabras... la manera de decirlas... y sobre todo cómo se había tocado ella también mientras me lo contaba.


A la mañana siguiente, camino del trabajo, me preguntaba como reaccionaría María. Ella solía masticar un poco las cosas antes de sacarlas, antes de contármelas. Pensaba que mi novia podría entender que me excitara imaginármela con otro hombre, pero no sabía cómo reaccionaría al saber que me excitaba que me humillase... que me excitase que me humillase al compararme con Edu. También cabía la posibilidad de que lo considerase un hecho aislado.

Mientras María y yo no hablábamos del tema, mi relación con Edu iba aumentando. Se había convertido casi en costumbre que nos escribiéramos en horas de trabajo y que a última hora de la jornada, antes de ir a casa nos llamáramos. No faltaba su descripción de María, de cómo había ido a trabajar, de dónde la había visto, si habían hablado, si se habían mirado... pero se fueron añadiendo elementos. El miércoles de esa semana me llegó a preguntar cómo follaba María. Yo prefería cuando hablaba él a cuando hablaba yo, pero entendía que yo también tenía que participar. Él llevaba todo a un tono más rudo y soez. Yo alucinaba con que aquella persona que hablaba así, fuera la misma que el niño pijo trajeado que veían en el despacho, pensaba en lo engañados que les tenía. María, aun teniéndolo por un engreído ni se imaginaría cómo hablaba. Él me preguntaba cosas, qué hacíamos, cómo follábamos:

-Te hará una buena cubana siempre para calentar motores ¿no...? -Me soltaba él tan tranquilo.

-Pues la verdad es que creo que nunca hemos hecho eso.

-¿Qué dices? ¿En serio? No me jodas... llego a estar yo con ella y lo primero que hace nada más entrar por la puerta es rodear sus tetas con mi polla...

-No sé... no es algo que haya surgido.

-Madre mía Pablito... la estás desperdiciando. ¿Le darás por el culito al menos?

-Pues no...

Edu parecía vivirlo, indignarse... Yo le decía que según qué cosas no habían surgido, y le decía también que no me imaginaba a María queriendo hacer ese tipo de cosas. Él me preguntaba y yo le respondía que no, que ni habíamos hecho sexo anal, ni recordaba que me hubiera hecho ninguna cubana... ni me había corrido en su cara... Yo le repetía que María seguramente no querría y él me decía que eso eran gilipolleces: "A las tías les va la marcha mucho más de lo que tú te crees". Le acabé confesando que teníamos un consolador que usábamos a veces, y me hizo más de diez preguntas sobre cómo lo usaba... cómo se lo metía... Yo no me sentía cómodo contándole intimidades de María... me preguntaba a mí mismo qué hacía contándole esas cosas tan íntimas a ese impresentable... pero le acababa respondiendo como contraprestación por lo que él me contaba sobre ella.

Cada vez que colgábamos el teléfono, o dejábamos de escribirnos, pensaba en que todo llegaría a un nivel superior si fuera capaz de convencer de nuevo a María para que se le insinuase, pero aun me daba algo de miedo su reacción. Sabía que Edu tendría sus planes de conquista, entre comillas, y eso me mantenía excitado y expectante pero, de nuevo, yo cada vez necesitaba más. Pensaba en lo brutal que sería María insinuándosele por petición mía a la vez que Edu pensaba que se la podría hacer... sería un choque de trenes increiblemente morboso.

No tardó en aparecer el siguiente paso en el plan de Edu. Tras protestar, para variar, porque yo me limitase más a mantenerme expectante que a actuar o a facilitarle las cosas, me explicó que él iría el lunes, al igual que María, a una de esas jornadas de formación. Me dijo que nunca se apuntaba a eso, que le parecía una pérdida de tiempo, pero que María no se perdía una "como si por eso fuera a ascender o la fueran a tener más en cuenta en el despacho". En resumen, eran cuatro días en otra ciudad varios del despacho incluidos María y Edu: Viaje, hotel, charlas, cenas... A medida que me lo iba contando me iba poniendo más nervioso... "A ver si consigo la habitación de al lado de María... la quiero tener cerquita" remató Edu para infartarme más.

El viernes era mi aniversario con María, hacíamos cinco años juntos, y no teníamos más plan que una cena romántica y tranquila en un restaurante. Cuando nos estábamos arreglando para salir me lo contó:

-Pablo, te voy a decir algo que creo que para mí es una mala noticia pero a ti te va a encantar.

-Jaja, eso promete, dime.

-Pues que Edu viene con nosotros el lunes a las jornadas...

-Anda ¿y eso?

-Pues no sé. Igual le dieron un toque por no apuntarse a ninguna.

-¿Y por qué es mala noticia para ti?

-Jajaja, porque ya te veo... escribiéndome todo el rato: "qué hacéis", "qué hace Edu, "pégate a él..."

-Jaja... puede ser... -sonreí. ¿Y quienes vais?

-Pues uno de los jefes, Ángel que estará todo el día detrás del jefe haciéndole la pelota, una chica, bueno, casi señora, que también se llama María, Edu y yo.

Yo me hacía el sorprendido, por un lado llegando a disfrutar de ese juego a dos bandas, pero por otro también sintiéndome algo culpable.

Salimos hacia la cena caminando, María estaba espectacular... con un vestido como de gasa muy suelto y muy fino... con un escote generoso, no muy habitual en ella. Y, como siempre que vamos camino del centro, pasamos por delante de un sex shop, en donde habíamos comprado el consolador que teníamos. Le propuse a María entrar y ella fue reacia pero acabó accediendo, ni yo mismo sabía muy bien para qué entrábamos. Lo cierto era que no éramos mucho de esos sitios, no nos gustaba ni los disfraces, ni usábamos geles ni nada que nos pudiéramos encontrar allí. De pronto María me pilló mirando una estantería de consoladores y me dijo que ya teníamos uno, pero mi imaginación estaba volando, y le dije que sí pero no como aquellos. Y es que nuestro consolador era de un color plateado y no tenía forma de nada, simplemente un objeto alargado, y en aquella estantería había consoladores con forma de polla, mucho más morbosos.

-Eso es una guarrada, a dónde vamos con eso.

-No me digas María... tiene mucho más su punto.

-Pero qué punto... que tiene hasta las venas y el glande... es una marranada...

-Venga María...

-Tú haz lo que quieras... yo esa marranada no la voy a usar.

Finalmente no lo compré y nos fuimos hacia el restaurante. Allí tuvimos una cena muy romántica en la que yo hice verdaderos esfuerzos por no sacar el tema Edu, ni el tema jornadas de formación, cosa que cada vez me costaba más a medida que bajaba el vino, pero sabía que no era el día siendo nuestro aniversario.

La idea era tomar una copa después de la cena pero finalmente decidimos ir hacia casa. A la vuelta volvimos a pasar por el sex shop y le dije que entraba. Ella estaba contentilla por el alcohol y se reía: "Eres un marranete... cómpralo si quieres pero conmigo eso no lo vas a usar". Me acerqué a la estantería y vi que había el mismo, de color carne y con forma de polla, con una base más ancha, como si tuviera una ventosa, y en tamaños de 14, 16 y 19 centímetros. Compré el más grande ante la risa de María que no paraba de decir que aquello era para mí, no para ella.

Si me costó trabajo no sacar el tema Edu en la cena más me costó no sacarlo follando aquella noche. Pero sabía que no procedía, tras aquella cena romántica, tras los regalos que nos habíamos dado, etc. Tampoco era la noche para pedirle usar el consolador nuevo. El polvo en un principio fue realmente "hacer el amor", pero poco a poco la cosa se fue haciendo más guarra... y acabamos follando intensamente. Mi cabeza se iba a esos cuatro días de Edu con ella en un hotel... y no le decía nada pero de nuevo me imaginaba cómo se la follaba él y yo miraba...

La noche siguiente era sábado por la noche y yo tenía un plan bastante tranquilo con mis amigos, unas cervezas y para casa. Sin embargo María tenía una cena de antiguas alumnas de instituto con lo cual todo parecía indicar que iban a desmadrar bastante más. Sobre la una de la mañana yo estaba ya pensando en volver para casa y le escribí a María a ver como iba, su respuesta me sorprendió:

-Pues... aquí estamos, hemos ligado con unos...

-¿Ah si?

-Pues sí.

-¿Ya vas borracha?

-Jaja, no...

-Yo creo que voy ya para casa. A ver como te portas... podías dejarte ligar un poco...

-Mmm... a ver, a ver.

-Déjate un poco... y después me lo cuentas...

-Jaja, ok... creía que eso era solo con Edu...

-Jaja, con Edu mejor... pero...

-¿Pero que?

-Que no estando Edu... bueno, tú déjate un poco a ver y después me cuentas.

-Jaja, ok

-Bueno, un besazo.

-Besazo.

Me fui hacia casa recordando que María había salido con una falda de cuero granate y una camiseta negra con algo de escote. Estaba seguro de que si un grupo de chicos se había acercado a su grupo de chicas... irían todos como buitres a por ella...

Le volví a escribir y no me respondió hasta pasada una hora. Ya pasaban de las 2 de la madrugada y yo estaba en la cama.

-¿Seguís ligando?

-Calla... que estoy aquí con un pesado... jaja.

-¿Dejándote ligar un poco?

-Jaja, no sé como se deja una ligar un poco.

-Pues déjate un mucho...

-Jaja, no sé... se me ha pegado uno muy pesado.

-¿Ah sí?

-Sí, me acaba de invitar a una copa.