Jugando con fuego (6)

Aumenta mi trato con Edu y él parece ir siempre un paso por delante.

Aquel mensaje me dejó mal cuerpo, como con una mezcla de sensaciones, y no le respondí. Ni aquella noche ni a la mañana siguiente. Finalmente fue él quien por la tarde me escribió al móvil:

-¿Qué pasa Pablito, ya te has rajado?

Dudé en responder, en decirle que lo olvidara, pero ni me digné a contestar. Esperaba que lo olvidase directamente.

Ese martes por la noche estaba cenando en casa con María, pendiente de si me decía algo de Edu. Miedo me daba ese segundo paso que él decía que iba a dar, pero no me dijo nada.

Yo vivía en una mezcla de cabreo porque el chico era un impresentable y yo mismo me había buscado el problema, expectación, y sin duda algo de morbo. Ya en cama con María empezamos a follar, estaba yo sobre ella, llevando mi boca a su cuello y a sus labios mientras se la metía lentamente cuando, entre gemidos, le susurré si había visto a Edu. Ella me cortó tajante:

-Hoy no, Pablo...

-¿Por qué no...?

-Todavía no... por favor... vamos a hacerlo normal.

Sabía que me comportaba como un niño caprichoso, pero no lo podía evitar. El miércoles en el trabajo me subía por las paredes. Esperaba el paso de Edu pero a su vez no le respondía. Por otro lado no veía el momento de hacerlo con María fantaseando con él, pero ella no parecía dispuesta. Esa noche follamos y no me atreví a sacarle el tema. Después cogí el móvil y estuve tentado de escribirle a Edu, pero me contuve.

Llegó el jueves y todo se me vino abajo: un mal día en el trabajo, María que no me daba bola con el tema... y que fuera jueves, el día que solían ir a tomar algo los del despacho. Cuando María me escribió diciendo que iría a la cervecería ya no pude controlarme y le escribí a Edu:

-Ey... hoy vais de cervezas ¿no?

No me contestaba y yo miraba el móvil constantemente. Finalmente como a la media hora respondió:

-¡Hombre! Creí que te habías muerto.

-Ya... bueno... mucho curro...

-Ya... joder, como todos.

-¿Cómo va tu plan? ¿Hoy en la cervecería haces acercamiento?

-Jajaj, mi plan... mi plan... Cómo que en la cervecería, con todas sus amigas marujas revoloteando, ahí es imposible, vaya ideas de mierda tienes.

-¿Entonces?

-Después te cuento, ahora no puedo.

Dieron las ocho y mis compañeros de trabajo se fueron marchando, pero yo me quedé trabajando. Estaba realmente tenso y pendiente del móvil. Dudé en escribirle a María y preguntarle por Edu pero me temía que me diera otro corte. Finalmente fue Edu quién me escribió:

-Joder tío, tengo a tu novia casi en frente, hoy viene con faldita.

-Ya... ya lo sé. -Era cierto, recordaba haberla visto salir por la mañana con falda gris y camisa azul.

-Estamos en la terraza y tiene calor la chica...

-Ya... bueno. -yo no sabía que decirle.

-Se acaba de recoger el pelo en una cola y al hacerlo sacó tetas para delante que se me puso dura al momento.

Yo me imaginaba la escena... aquel cabrón sin quitarle ojo... Pensaba en María viéndole escribiendo con el móvil... si supiera que me escribía a mí...

No le respondí, pero él continuó:

-Joder cómo cruza las piernas la cabrona.... Cada vez que las cruza me la pone a reventar. Tu novia es puro morbo, tío.

-Ya... bueno... qué te voy a decir...

-Jajaja, venga, te dejo que sigas currando.

Me repugnaba como narraba lo que hacía María pero irremediablemente me daba morbo. Se me había puesto morcillona con lo que me había escrito, aunque me jodía no lo podía evitar.

Como a los veinte minutos vi que Edu me llamaba. Me sorprendí y me asusté un poco. Pero viendo que estaba prácticamente solo cogí el teléfono fingiendo tranquilidad:

-Ey, qué pasa, qué tal.

-Nada, tio -dijo- aquí... yendo a por el coche. María se iba también. Pues nada, sin rodeos, te cuento. La cosa es que tengo mano con uno de los socios y le estoy ayudando en un caso que es la hostia, es un caso que te cagas de importante. Y nada, le he dicho al jefe si me podía ayudar María y me ha dicho que sí.

-Ya veo... ¿y?

-¿Cómo que y? -se rió- Lo primero es que a tu novia se le van a caer las bragas cuando se lo cuente de lo friki que es de esto. Cuando vea que trabaja en este caso va a alucinar. Igual le jode un poco porque no sabe que yo también lo llevo y llevo menos años que ella en el despacho, pero bueno... ya me entiendes. Pues eso, mañana le digo de comer juntos y se lo digo.

-Bueno... tampoco veo eso... como un acercamiento.

-Jajaja... ¿tú sabes lo que es esto? Esto son horas y horas de yo en su despacho... ella en el mío... quedamos para comer y lo vemos... cómo lo llevas, etcétera, ¿Qué creías que iba a hacer? ¿sacarme el rabo delante de ella? Jaja, estás cosas van así, Pablito, poco a poco.

A medida que hablaba lo que decía cobraba sentido. El cabrón hablaba con plena seguridad y confianza.

Nos despedimos y me fui a casa. Por el camino releía sus mensajes y me excitaba, cómo la describía, cómo hablaba de ella... Llegué prácticamente a la vez que María la cual estaba potente y sugerente... tal cual me la había descrito el cabrón de Edu. Le di un beso, olí su pelo... estaba terriblemente cachondo... Es que no lo podía evitar... Puse mis manos en su cadera... la besé en el cuello.... ¡Dios...! necesitaba follármela y que gritase como loca que quería un pollón como el de Edu. Necesitaba volver a escucharla gimiendo y gritando aquello.


Cuando mis manos y mis besos ya estaban convenciendo a María la llamaron por teléfono, le pedí que no lo cogiera, estaba muy cachondo, pero ella me dijo que tenía que cogerlo, que era una de las jefas.

Yo recogía la mesa del salón mientras miraba constantemente a María, sentada en el sofá, tocándose el pelo y hablando por teléfono. Tenía las piernas cruzadas, los tacones, la falda, la camisa, el pelo recogido en una coleta, tal cual me la había descrito Edu, aquello multiplicaba mi morbo, como si yo tuviera algo que él no pudiera tener. Tan pronto colgó la ataqué hasta el punto que ella, sorprendida se rió preguntándome que qué me pasaba. Yo no quería que ella se cambiara de ropa, cenásemos y follar. No. Quería follármela en aquel preciso momento, tal cual Edu la había visto hacía un rato.

-Lo que me pasa es que estás muy buena y me tienes muy cachondo. -respondí entre besos, acostándome poco a poco sobre ella que comenzó a responder mis besos húmedos con los suyos y a mis tocamientos con su respiración agitada. Abrí su camisa y acariciaba sus tetas sobre su sujetador mientras nos seguíamos besando. Entre los dos fuimos haciendo que mi pantalón y mis calzoncillos desaparecieran. Pronto me deleitaba acariciándole las piernas que no solía enseñar de lunes a viernes... poco a poco fui reptando hacia abajo, le quité los tacones y le subí la falda, ante mí aparecieron unas bragas negras tan sobrias como sugerentes. Me preguntaba cuantas veces Edu, y alguno más de su despacho, se habría roto el cuello intentando vérselas ante cada cruce de piernas. Comencé a besarle los muslos con delicadeza, casi haciéndole cosquillas... puse mi nariz sobre sus bragas y planté allí un beso sobre la seda negra que hizo a María suspirar. Cuando esperaba que ella cerrase los ojos y se entregase a lo que le venía susurró:

-¿Sabes que hoy tenía a Edu en la terraza en diagonal, casi en frente?

Me sorprendí sobremanera, creo que era la primera vez que ella empezaba.

-¿Sí? ¿Y eso?

-Pues coincidió así.

-¿Y qué tal? -le preguntaba excitado mientras le sacaba las bragas.

-Pues bien... creo que le pillé mirándome más de una vez...

Aquello no me lo esperaba. Con mi cabeza entre sus muslos alcé la vista. Ella miraba hacia abajo, hacia mí, con una mirada morbosísima. Saqué la lengua y la posé entre los labios de su sexo. Con la punta los separaba, poco a poco... hasta formar un carril de arriba abajo húmedo y caliente. Cruzábamos la mirada mientras lo hacía.

-Cuéntame eso... cómo te miraba.

-Pues... fue raro... pero hoy sí que creo que le vi mirándome.

Yo alternaba lamerle el sexo de arriba abajo con deleitarme con como se le iba abriendo el coño... y le hacía más preguntas.

-¿Qué te miraba?

-Mmm... pues no sé... entré dentro y me dio la impresión de que me seguía con la mirada.

-¿Te dio la impresión o lo viste?

-Lo vi al principio... y después sentía que me miraba.

Yo acariciaba sus muslos y llevaba mi lengua cada vez más dentro de aquel coño que empezaba a mojarse más y más. María comenzaba a suspirar de forma cada vez más acelerada, a hacer pequeños movimientos involuntarios en sus piernas, tan característicos en ella.

-¿Y qué más?

-Mmm... uuf... qué bien me lo comes... Pablo.

-¿No te miró más?

-Mmm... sí...

Yo tenía la polla que me iba a reventar. El hecho de que ella sintiera los ojos de Edu clavados en su cuerpo me excitaba como nada en el mundo. Con una mano separaba los labios de su sexo para lamerla mejor y con la otra me pajeaba lentamente.

-¿Qué más te miró?

-Mmm... joder... pues... creo que me miró el pecho alguna vez.

-¿Sí? ¿Te miraba las tetas?

-Ufff... mmm... creo... creo que si... -yo le estaba cogiendo el punto a su clítoris... ella ya cerraba los ojos y llevaba sus manos a mi cabeza.

-¿Y te gustó que te las mirase?

-Mmm... joder... no sé... siguee...

-¿Te gustó?

-Mmm... uuf... pude ser...

-¿Sí?

-Sí...

-¿Por qué te gustó?

-Mmm... así... ahí... cómeme ahí... -dijo ya retorciendo un poco su cadera. Le quedaba poco y a mí también si seguía masturbándome...

-Dime porque te gustó...

-Dios... no sé... pero me gustaba que me mirase...

-Tócatelas... tócate las tetas que te miraba...

-Mmm... dios... sigue... -empezó a gemir y sus manos abandonaron mi cabeza y fueron a sus tetas, sobre su sujetador. Yo le seguí preguntando y le pedí que se las sacara, a los pocos segundos María había liberado sus pechos del sujetador negro y reconocía que sí, que le había gustado cómo la había mirado.Yo estaba cachondísimo, no podía más...

-Tócate, tócate tú... -le dije poniéndome de pie y seguí masturbándome... ella se tocaba el clítoris con una mano y se acariciaba una de sus tetas con la otra mientras yo me pajeaba volcado sobre ella, pudiendo eyacular en cualquier momento.

-¡Te miraba las tetas, eh!

-Mmm... sí...

-¿Y te ponía cachonda que te las mirase...?

-¡¡Mmm... joder.. sí!! ¡¡Me ponía muy cachonda!!

-¡¡Te mojas porque te mire las tetas... eh...!! -yo me pajeaba rápidamente mientras ella se deshacía boca arriba en el sofá... me incliné un poco...

-¡¡Sí...!! ¡¡dios...!! ¡¡me pone cachonda...!! ¡¡me pone cachonda que me mire...!! ¡¡Joder...!!

-¿Querías que te mirara más...? ¡Qué te viera las mejor las tetas!

-¡¡Joder... sí...!!

-¿Síi?

-Mmm... ¡¡síi quiero que me las vea enteras... joder...!!

-¿Síi? ¿y se pajea pensando en tus tetas?

-¡¡Síi, dios!! ¡¡Mmm... ahora se está pajeando pensando en mis tetas!! Dios... ¡¡Me corro ya!!

-¿¡Te corres...!? ¿¡Te corres mientras el se pajea pensando en ti!? -diciendo eso ya una gota blanca comenzó a deslizarse de la punta de mi polla que tenía a reventar... ella comenzó a gritar que se corría... Se corría como loca...

Gritó fuera de sí a la vez que yo me empezaba a derramar gimiendo desvergonzado... la escuchaba gemir y jadear... estuvimos unos segundos en los que ambos explotábamos de placer y yo tuve un orgasmo brutal, en el que al principio había cerrado los ojos y al final veía como me corría sobre ella, por su torso, de forma aleatoria, salpicándola en las tetas, en su sujetador, en su camisa, y en aquella mano suya que no dejaba de acariciarse una de sus tetas. A María no le importaba sentir como la manchaba pues con los ojos cerrados se fundía en un orgasmo tan brutal como el mío.

Sin duda había sido un acto sexual bastante guarro y además ella había sido la que había sacado el tema Edu por primera vez. Quizás no habíamos llegado mucho más lejos que cuando semanas atrás habíamos follado y en pleno orgasmo ella había gritado cosas como que quería un pollón como el de Edu, pero teniendo en cuenta que habíamos estado un mes con un ambiente horrible por aquel día en el que le había recibido sin sujetador, aquello me parecía renacer completamente.

Tras asearnos ella se puso el pijama y se acercó mimosa y adiviné que algo ruborizada. Supe que no debía incidir en el tema. Cenamos y nos fuimos a la cama y yo repasaba mentalmente la comida de coño y las cosas que María había dicho, casi siempre con esa duda de cuánto lo decía como fantasía y cuánto como realidad.


Al día siguiente, sobre las tres de la tarde, María me escribió:

-¡Pablo! ¡Te tengo que dar un notición increíble!

Yo sabía perfectamente a qué se refería.

-¿Ah, sí? Cuéntame.

-No, no. En persona, ¿vale?

Finalmente quedamos para cenar esa noche de viernes, pero antes, a media tarde, Edu me escribió:

-Cómo andas Pablito. Siempre tengo que tirar yo de esto.

-Bien, bueno... yo poco puedo hacer.

-Habíamos dicho que esto tenía que ser de los dos.

-Ya... no se me ocurre mucha cosa...

-Ya le he dicho a María lo del caso. Se puso como una moto.

-¿Ah si?

-Sí... joder... pero esperaba que se levantase... un abrazo... dos besos...

-Y nada.

-No tío. Oye... no sé si estás muy a tope con esto.

-Sí, sí. -yo me sorprendí ni dudando.

-Lo digo porque el tío salido que quiere que lo corneen, que me vino de noche a pedirme esto, no sé donde está.

Yo no estaba muy de acuerdo en su descripción pero respondí:

-Sí, sí, tranquilo. Estoy pensando cosas.

-Vale, vale. Oye... potente tu novia hoy... dios... qué polvazo tiene. No me hice una paja después de comer porque estoy a tope de curro.

Recordaba que aquella mañana María había salido con una falda de cuero y una camisa blanca, sí que estaba potente. Edu dijo algo más de ella, en aquel tono soez; lo cierto era que me sentía culpable, pero cuánto más ordinario y grosero fuera hablando de María más morbo me daba.

Yo no sabía hasta donde quería llegar Edu. Suponía que con ese ego desbordado pensaría que se iba a hacer a María y que yo era lo que quería, cuando yo lo único que quería era que él lo intentase, bueno, realmente yo seguía sin saber qué quería.

Cené con María y estaba radiante de felicidad. Me contó que Edu le había dicho de comer, que era algo importante, y que no tenía ni idea para qué sería pero que finamente había accedido. Se refirió a él como si fuera uno más, sin darle importancia por ser él. Después me explicó un poco el caso y yo hacía como que entendía todo mientras me imaginaba esa comida con Edu... y aquel crío poniéndose las botas mirándola de arriba abajo.

Pasaron dos semanas en las que María y yo estábamos de muy buen humor. Yo ya estaba más centrado e integrado en la nueva empresa y mi novia estaba encantada con aquel caso que no paraba de repetir que era el caso del año. Fueron dos semanas en las que yo de nuevo intentaba no atosigarla fantaseando en la cama con su compañero de despacho, pero que quizás de cada tres polvos en uno le sacaba el tema y ella seguía la fantasía. Además estaba el morbo añadido de que pasaba muchas horas en el trabajo con Edu. En algunos de aquellos polvos volvimos a usar el consolador, yo me imaginaba que era la polla de Edu pero no llegaba a decirle nada. Lo que sí hacíamos era hablar mucho mientras follábamos, era común que ella confesase antes del orgasmo que le había pillado mirándole el culo o las tetas alguna vez o que le ponía que Edu tuviera una buena polla. Parecía no querer reconocerlo del todo, pero aquellos polvos eran realmente polvazos comparados con cuando follábamos sin meter a Edu como fantasía.

Sin embargo, cuando quise volver a aquello de que ella tontease con él en el trabajo en seguida me paró los pies, recordándome el trato que teníamos de solo fantasear de puertas para dentro. De alguna manera ella aun tenía dentro aquel fatídico día en el que Edu le había pegado el corte por no llevar sujetador, aunque habían pasado ya prácticamente dos meses y su relación con Edu no es que se hubiera normalizado, es que era más fluida que nunca.

Mi relación con Edu fue haciéndose más estrecha. Nos escribíamos o nos llamábamos cuando ya había poca gente en mi oficina. Él era cada vez más grosero al hablar de ella, se quejaba de que iba mucho en pantalón, me pedía que "se la mandase de faldita"; contaba como iba vestida... como cruzaba las piernas, como se le marcaban las tetas, como movía el pelo, como mordía el boli... Un día me dijo que estando ella sentada y él de pie detrás de ella, le había visto las tetas prácticamente enteras por el escote de la camisa... me puso tanto escuchar aquello que me dieron ganas de hacerme una paja en los baños del trabajo...

Fuimos poco a poco ganando complicidad, sin que eso me llevase a dejar de pensar que era un buen cretino.

Un viernes por la noche yo estaba cachondísimo por una descripción especialmente guarra que Edu había hecho de María. Fuimos a cenar fuera y fue de las pocas veces que le pregunté por Edu fuera de nuestro dormitorio. Al principio fue algo reacia pero acabamos hablando de él. De lo que María decía de él se desprendía que era un chico educado y hasta caballeroso, yo no paraba de pensar el papelón que hacía el chico, pues cuando hablaba conmigo soltaba auténticas burradas y barbaridades. Ante más preguntas mías acabó diciendo que no le caía bien, pero que tampoco le caía mal.

-¿No decías que era un imbécil?

-Sí... a ver... sí que lo es. Pero en el trato de trabajo, los dos solos, es un chico agradable.

-¿Agradable?

-Sí... es majo, no sé.

-Seguro que ya no te parece feo.

-Hombre... yo nunca dije que fuera feo.

-Es guapo, no sé porque al principio lo negabas.

-A ver... a mí no me gusta, pero es verdad que puedo entender que guste.

Aquello me sorprendió muchísimo. No sabría explicarlo. Igual no era para tanto aquello de "puedo entender que guste", pero me sorprendió, me sorprendió y me excitó.

A la mañana siguiente parecía que salía a la luz el tercer paso en el plan de Edu. María y yo estábamos acaramelados, tirados en el sofá cuando ella recibió un mensaje que leyó y me dijo:

-Me ha escrito Edu. Ya sabes que el lunes tenemos reunión con uno de los socios. Me ha dicho Edu de preparar algunas cosas mañana por la tarde en su casa.

-¿Mañana por la tarde tú en casa de Edu?

-Sí, ¿te parece bien o mal? Te juro que a veces me siento tan perdida como el primer día con esto.

-¿Por? ¿No está claro? -lo cierto era que ni yo sabía si lo de que María fuera a su casa me daba más morbo o miedo. No miedo porque fuera a pasar nada si no porque Edu se fuera de la lengua o hiciera alguna tontería.

-Pues para mí no está nada claro. ¿Te has hecho alguna paja más pensando en él y yo?

-Pues... pues sí.

-No entiendo nada, pero qué quieres que pase.

-Si te digo la verdad estoy como al principio, quiero que... él crea que tú le vas detrás y él entonces intente cosas, tú le cortes y nos pongamos cachondos mientras me lo cuentas. Ya, ya sé que haciendo eso la hemos cagado hace unas semanas, pero tiene que haber una forma de hacerlo mejor.

-Vale. Entiendo. Pero habíamos quedado en que este juego, o como lo quieras llamar, no saldría de esta casa y ya te veo pidiéndome que me insinúe o alguna cosa rara mañana en su casa.

-Pues no sé María... tú sabes lo que me pone... sabes los polvazos que echamos con esto... pero no me siento con derecho a pedirte más cosas teniendo en cuenta que pasamos un mes fatal por esto mismo. Me siento como que es cosa tuya, que tiene que salir de ti.

-¿Salir de mí? Bueno eso es un poco... echarle cara por tu parte... roza el chantaje emocional.

-No, María, de verdad... tú sabes qué es lo que me pone y a partir de ahí tú verás... es que si fuera por mí te pediría que fueras en una falda cortísima y poco menos que le enseñaras las bragas mañana.

-Qué bruto eres.

-¿Ves? Es que es eso. Si yo te pido algo no lo vas a hacer, y lo entiendo además, así que igual lo mejor es que tú veas a que estás dispuesta y si es que nada pues nada.

-Pero es que ya no es eso Pablo, es que él está con Nati, que es una chica guapísima, si me insinúo no me va a seguir el rollo, me va a meter otro corte que me voy a quedar blanca.

Yo sabía que no era así, pero obviamente no podía decirle que no era así y por qué lo sabía. La conversación estaba en punto muerto, así como la cooperación de María en la fantasía. Nos quedamos callados, viendo la tele, acaramelados en el sofá. Al poco rato nos dábamos besos cariñosos.

-Te quiero mucho, aunque estés como una cabra -dijo ella.

-Yo también te quiero mucho y me siento algo culpable por marearte con esto.

-No digas tonterías, las fantasías están bien, siempre que estén controladas... la faena es que te diera con Edu que es compañero de trabajo... y me pueda complicar las cosas.

-Ya... ya me lo habías dicho.

-Mira, si el lunes sale bien la reunión, el caso ya quedará mucho más en manos de los jefes que en las nuestras... te juro que si Edu me invitara a su casa para ver otro caso... quizás sí que me insinuaría algo aunque me pudiera dar otro corte.

-¿Seguro?

-Pues sí. Ahora está todo el trabajo muy repartido pero ya sabes que en dos semanas tengo curso de formación otra vez, a la vuelta me darán otro caso que podría llevar con Edu, y sería un caso más relajado.

-¿Y lo del miedo a que te pegue otro corte?

-Mira... pensar que por él estuvimos una semanas mal... Eso no me lo perdono. Si me diera otro corte le diría que se lo tiene muy creído, dándole el corte yo, y cerraríamos el tema del todo.

María parecía tener las respuestas sabidas, todo bastante claro, como si le hubiera estado dando vueltas al tema.Le dije que me parecía bien y nos seguimos besando de forma dócil y melosa. Aquello eran buenas noticias. Quizás le podría decir a Edu que la invitase a casa otro día... por otro caso menos importante...

Fueron pasando las horas de ese fin de semana y me extrañaba que Edu no me escribiese con alguna de sus frases, pidiéndome que se la mandara guapa o fantaseando con lo que podría mirarle o incluso intentar con María.

A media tarde del domingo mi novia ya estaba lista para ir a su casa. Iba con la ropa con la que llevaba todo el día, algo normal, unos vaqueros y una camisa a rayas, era cierto que los vaqueros eran ajustados, pero algo normal. Nos despedimos con un beso que se fue calentando, más bien habría que decir que yo lo fui calentando... hasta que ella se apartó sonriendo y me dijo:

-Venga... que ya está esa cabeza dando vueltas...

-Jaja... venga, ánimo, mañana lo vais a hacer muy bien.

Me quedé aburrido en casa. Puse un poco la tele... pero estaba bastante tenso. Me tenía muy intranquilo la desaparición de Edu, tanto que a los diez minutos de salir María por la puerta le escribí a él:

-Ahí te va...

Él lo leyó en seguida, pero no respondía.

Fueron pasando los minutos y hasta las horas. Eran las once de la noche y aun no había vuelto. Edu no respondía y yo no le escribía a María. No sabía qué pensar pero la idea era que ella cenaría en casa... Eran casi las doce de la noche cuando llegó.

No quise que se me notara el mosqueo porque llegara tan tarde y no avisara de que no cenaría en casa así que se lo pregunté sutilmente. Me dijo que Edu había pedido comida china y la habían cenado mientras revisaban cosas y que se le había pasado completamente escribirme. Estaba muy rara, quizás era que estaba concentrada en aquella reunión tan importante, pero no sabía... a mí me parecía algo raro. Dijo que estaba muy cansada y que al día siguiente tenía que estar despejada, se fue a la ducha e inmediatamente después se fue a la cama, dispuesta a dormir. Yo miraba mi móvil y el cabrón de Edu seguía sin dar señales.

Fui al cuarto de baño a lavarme los dientes cuando, de casualidad, vi sobre el cesto de la ropa sucia la ropa que había llevado María puesta todo el día, básicamente la camisa y las bragas. No le di ninguna importancia hasta acabar de lavarme los dientes, y entonces metí bien la camisa en el cesto y cogí sus bragas, unas bragas granates de seda, normales. Algo que a veces habíamos hecho era que, durante el sexo, yo oliera sus bragas; pues aquella fue la primera vez que me llevaba aquella prenda a la nariz... sin estar en pleno acto sexual con María.

Me las llevé al rostro y recogí todo aquel olor que me envolvió por todo el cuerpo... ¡Dios...! ¡olían a coño que era para morirse...! En tres segundos oliendo aquel aroma, la polla se me había puesto dura, y de nuevo un montón de preguntas me asaltaban, sobre todo si aquel olor era normal o era sospechosamente fuerte... Era cierto que había pasado todo el día con aquellas bragas puestas... pero es que... joder... olían muchísimo... No sabía si realmente creía que María se había puesto cachonda con Edu hasta el punto de mojarse un poco y posar allí todo su olor de mujer... o lo que pasaba simplemente era que quería creerlo... pero el caso es que tenía la polla a punto de explotar y no podía dejar de olerlas.

Me sentí raro, era algo extraño hacer eso con las bragas de María sin ella delante... pero la excitación me envolvía. Embriagado por aquel olor comencé a tocarme... pensando, imaginando a ellos dos en su casa... en María poniéndose cachonda por tener a Edu cerca... en él mirándole las tetas por el escote de la camisa o el culo embutido en sus vaqueros... Pronto imaginaba que Edu se abría el pantalón, le ordenaba que le chupase la polla y ella obedecía, y al hacerlo era cuando María se mojaba de verdad... Mis tocamientos se tradujeron en una paja en toda regla, dispuesto a correrme sobre el lavabo mientras María dormía... oliendo las bragas de mi novia, su olor a coño... mientras imaginaba que ella le chupaba la polla a Edu, polla que apenas le cabía en la boca... Me acabé pegando una corrida bestial... y mientras eyaculaba no dudaba que sí, que aquel olor a coño no era normal, que aquellas bragas apestaban a esencia de lo más profundo de María porque se había puesto cachonda al estar a solas con Edu...

Extasiado y vaciado sobre el lavabo me recompuse para limpiarlo todo, volver las bragas a su sitio y recapacitar un poco en el sofá. Tan pronto me parecía que se me había ido la olla oliendo sus bragas e imaginando todo aquello como, inmediatamente después, volvía a estar obsesionado con aquel tema, tanto que no tardé ni cinco minutos en escribirle a Edu:

-Bueno, ¿qué tal os fue?

Esperaba que no me respondiera hasta el día siguiente, pero cuando vi que escribía me puse terriblemente nervioso.

-Bien... bien...

-¿Sí?

-Sí, tío... no vino muy sugerente pero así pijita me puso bastante...

-¿Y nada interesante? ¿No pasó nada?

-¿No te lo ha dicho?

-¿Qué? ¿El qué? -a mi me iba a dar un infarto.

-Que se estuvo alegrando la vista todo el rato, jajaja.

-No sé de qué hablas.

-¿No? Bueno, mañana te lo cuento, que tengo que sobar.

Le pregunté varias veces a qué se refería, pero no respondió más.