Jugando con fuego (10)

Continúa la historia.

Me sentía un testigo de excepción de todo lo que iba pasando en aquel viaje. Sentía que en semanas a penas había pasado casi nada y en aquellos días no paraban de pasar cosas y yo no era ni capaz de digerirlas. Aquellas fotos de María, el sexo telefónico que habíamos tenido y aun encima Edu se follaba a otra en la habitación de al lado de María ¡durante tres horas! Para colmo Edu pretendía aprovechar la última noche para intentar algo. Yo me pasaba el día en el trabajo pero con la cabeza realmente en aquellas jornadas de formación. Gracias a dios eran solo cuatro días, pensaba que si hubiera sido más tiempo ni mi corazón ni mi polla podrían haberlo soportado.

Yo también estaba cansado y esa tarde de jueves volví pronto a casa. No pasaban mucho de las ocho cuando ya me estaba haciendo la cena y María me llamó. Parecía de mucho mejor humor. Había dormido bastante más aquella tarde de lo que había dormido por la noche. Para mi sorpresa me pidió perdón, me dijo que yo no tenía la culpa de la mala noche que ella había pasado, y que ella me había estado despertando. Creo que ella sabía que a mi no me molestaba mucho que me desvelase si era para decirme que estaba escuchando a Edu follar, pero me daba la sensación de que ella no sabía que no era que no me importase, si no que estaba encantado y me ponía a mil.

Me contó que estaba algo preocupada porque el jefe que iba con ellos se hubiera enterado de que ella no había ido a las charlas de aquella tarde, pero que confiaba en que siendo tan despistado no se hubiera dado cuenta. Me dijo que irían a cenar los cinco de su despacho: el jefe, la otra María, Ángel, Edu y ella. Yo no me daba cuenta de quién era el tal Ángel y me acabó diciendo que me lo había presentado y que se casaba a finales de octubre y ya me había dicho que tendríamos que ir a su boda. Pero en aquel momento lo que me importaba era lo que pasaría en las próximas horas, y me dijo que esa noche quizás tomarían una cerveza o una copa después pero que no era seguro. Le pregunté si se le había pasado el enfado con Edu y me dijo que para nada. Que poniéndose chulo para colmo por la mañana lo había acabado de rematar. Me dijo que hasta se planteaba decirle a Paula que le había puesto los cuernos a Nati.

-No te metas en eso, María...

-¿Por qué no? Que se joda.

-Primero porque no es tu vida y segundo porque es tu palabra contra la suya. No tienes nada que ganar ahí.

-No sé...

-A parte amiga de Nati no eres... va a sonar muy raro, como a venganza.

-No sé... es que qué cabrón, de verdad.

-A ver, creo que te estás emparanoiando un poco. La chica le salió gritona y ya está. Edu no se puso a follar haciendo ruido a propósito para joderte.

-Bueno, tú no escuchaste ese escándalo.

-Jaja... no... si ese escándalo me lo vas a contar con pelos y señales...

-Jaja, si bueno... no tienes remedio, de verdad. -rió María.

-¿Qué te vas a poner esta noche?

-Pues no sé... lo que me queda... tengo un vestido o una falda negra para poner con una camisa. No sé, es que el vestido es muy escotado, para una cena con jefe creo que paso.

-Oye, María, estaba pensando... y la chica de ayer... ¿sale esta noche?

-No, los de ese despacho se iban hoy. Menos mal. Otra maratón no, por favor.

-Bueno, igual te ataca a ti, hoy.

-Sí, vamos. Lo que me faltaba, me ataca y le doy una bofetada. Por cerdo. Además no lo va a hacer. Ya te lo he dicho.

-Bueno, antes me decías que no lo haría porque estaba con Nati, pero visto lo visto...

-Ya... no sé. Parece que le van las fáciles en cualquier caso.

-Bueno... tú ya sabes... lo que hemos hablado, si lo intenta déjate hasta ver a dónde quiere llegar. ¿vale?

-Eres más tonto...

-Jaja, ¿Por qué?

-Pues porque no tienes remedio, Pablo. Que no lo va a intentar, pero sí, no empieces otra vez, si intenta algo me dejo un poco a ver qué hace. -El tono de María era amable, hasta cariñoso.

-Te quiero mucho, María.

-Ya... y yo.

-Pues eso, que te quiero y que... joder... que estás muy buena y... me pone que te tiren la caña, y si es un flipado como Edu que se cree que puede tener a todas pues me pone aún más.

-Ya, ya... jaja. En fin. ¿Lo dejamos? Igual me han llamado, y aun me tengo que duchar, vestir, y demás.

-Vale, ¿Me mandas una foto cuando estés vestida?

-Valeee. Besitos.

-Besitos. Te quiero.

Tenía un nudo en el estómago. Una mezcla de amor, totalmente puro, morbo por todo aquello y un poco de enfado conmigo mismo; el hecho de yo estar jugando a aquel juego a dos bandas no me parecía justo del todo.

Estuve viendo algo de tele y María me mandó una foto que había sacado de cuerpo entero contra un espejo en su habitación de hotel. Con una falda de cuero negra hasta un poco por encima de las rodillas y una camisa rosa de seda que le quedaba impresionante, además en taconazos... estaba brutal. Un poco pintada y con el pelazo que le caía hasta la parte baja de la espalda... las piernas que le hacían los tacones eran... para dejar sin respiración.

-Estás brutal, María.

-¿Sí? Pues no es mi intención.

-Joder, estás buenísima. Creo que me voy a hacer una paja con esta foto...

-¿Sí?

-Pues sí. Pásalo bien. Oye, desabróchate un botón de la camisa si eso ¿no?.

-Jaja, que noooooooo. Venga, un besazo. Descansa.

-Te quiero, besazo.

Me acabé quedando dormido en el sofá. Estaba tenso y expectante, pero ciertamente destrozado. Pasaban un poco de la media noche cuando estaba lavándome los dientes y María me escribió:

-Estoy tomando una copa con Edu.

Me subió un no sé qué por el cuerpo, como solo aquella historia podía producir en mi.

-¿Sí? ¿Y eso? ¿Los dos solos?

-Sí, bueno, estamos en la barra. Está Ángel por ahí y alguna gente de otros despachos al final también.

-¿Y él? ¿Escribes delante de él?

-No, hombre, se acaba de ir al baño. Me está pidiendo perdón. Ya te contaré.

Si pensaba que aquella noche quizás pudiera dormir del tirón aquella conversación dejó claro que no. Me tumbé en la cama e intenté dormir, pero de nuevo, como la noche anterior, miraba el móvil cada menos de diez minutos. Me la imaginaba con aquella falda y aquella camisa... en la barra con él... ufff... me ponía cachondísimo. Miraba la foto que me había mandado y se me ponía durísima. Pensé en hacerme una paja para caer rendido pero me gustaba, estaba enganchado, a aquella sensación de no saber qué estarían haciendo a la vez de estar súper excitado.

Dudé en escribirle a Edu pero conseguí contenerme. No tenía ni idea de cómo iba a intentarlo con ella. Finalmente casi a las dos de la mañana le escribí a María:

-¿Le has perdonado entonces?

Me quedé mirando la pantalla. Ella no lo recibía. Al minuto le volví a escribir:

-Escríbeme cuando llegues al hotel, ¿vale? Te quiero mucho.

Estaba hecho un manojo de nervios y ella no recibía lo que le mandaba. Intenté tranquilizarme. Decirme a mi mismo que al fin y al cabo era lo que quería, que se quedasen solos a ver qué pasaba. Finalmente conseguí dormirme.

Sonó mi despertador para ir al trabajo aquel viernes e inmediatamente cogí mi móvil. No solo María no había escrito si no que quién lo había hecho había sido Edu, pasadas las tres de la madrugada. Terriblemente nervioso leí:

-¡¡Jooder!! Me encanta tu zorrita con unas copas... lo que te estás perdiendo. Por cierto... qué gusto sobarle esos muslos suaves... y calentitos. ¡Joder qué buena está!!

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Tuve que releerlo varias veces. No me lo podía creer. Imposible describir con palabras lo que sentía. Estaba infartado. Llamé a María pero su móvil estaba apagado. Le escribí a Edu pero el mensaje no le llegaba. Finalmente me tuve que ir al trabajo sin saber qué había pasado ni qué pensar. Intentaba no darle vueltas, pero pasaban las horas y María seguía con el móvil apagado.

Me acabé tranquilizando un poco, pensaba que sería alguna fanfarronada de Edu y finalmente María me acabó llamando pasado el mediodía. Tenía prisa porque según decía estaba haciendo la maleta para coger el tren. Me decía que estaba sorprendida por ver nueve llamadas perdidas mías, le dije que era porque no me había escrito al llegar y me dijo que se había quedado sin batería y no lo había puesto a cargar un poco hasta aquella misma mañana.

Su tono era normal, parecía estar claro que lo que me había escrito Edu podría haber tenido mucho de farol o fanfarronada... Finalmente me dijo:

-Ahora tengo muchísima prisa pero al llegar a casa te tengo que contar de Edu.

-¿Por? ¿Qué ha pasado?

-Nada... pero sí que es lanzado sí...

-¿Sí? ¿Pero por qué?

-Naaaada... ya te contaré. Seguro que hasta te gusta lo que te voy a contar. ¿Me vienes a recoger a la estación? Llego a las seis.

-Pff no puedo, hasta las siete imposible salir hoy, ¿pero en serio no me vas a contar nada ahora?

-Después en casa, con calma, en serio, Pablo. Un beso, nos vemos de noche entonces.

-Ok... Un beso.

Me quedé sorprendido de que me colgara así, pero aun estando inquieto estaba ya mucho más tranquilo. Estaba deseando encontrarme con María y que me contara todo. El cabrón de Edu había visto mis mensajes pero no me respondía. Afortunadamente me metieron en un buen lío en el trabajo que me tuvo entretenido hasta la hora de salida, pues si no habría estado dándole vueltas al tema todo el día.

Cuando conducía de vuelta a casa me llamó Edu pero no le cogí. Parecía que todo tenía que ser cuando él quisiera, por muchas ganas que tuviera de que me contara, el cabrón había tenido todo el día para responderme y había pasado completamente.

Llegué a casa y María estaba hablando por teléfono con su madre. Nos dimos un pequeño pico... Dioss... sería que llevaba cuatro días sin verla y seis sin follar pero estaba que me mataba. Llevaba solo un camisón marrón que era casi como ir desnuda... me encantaba cuando ya hacía calor e iba por la casa con uno de esos dos o tres camisones que tenía. Llevaba el pelo un poco recogido, de una forma algo caótica y desenfadada... que le daba una imagen de una belleza natural tremenda. Ella se paseaba de la cocina al salón y del salón a la cocina mientras hablaba con su madre y yo no le quitaba ojo... ¡no podía estar más buena! Por pajas que me hubiera hecho aquello no me había calmado lo más mínimo sino todo lo contrario.

Edu me volvió a llamar y yo lo puse en silencio y le di la vuelta al móvil. Fui al dormitorio y me quedé solo en calzoncillos y camiseta y volví al salón y finalmente María colgó el teléfono y nos dimos un beso bastante menos casto. Me preguntó por mi semana, decía que solo habíamos hablado de ella con tanta tontería. En aquel momento me di cuenta de que tan absorto había estado con todo aquello que ni le había dicho que trabajaría al día siguiente, aun siendo sábado. Se quedó bastante sorprendida, lógicamente, pero le dije que muchos trabajaban un sábado al mes y que estábamos acabando un proyecto y que lo mejor era ese sábado. Me dijo si no podía trabajar desde casa pero era imposible. Todo aquello se lo contaba mientras cenábamos y ni que decir tiene que yo no tenía muchas ganas de contarle nada, y menos eso, que bastante me jodía, si no de que me contara ella.

Se puso a hablar de cosas de aquellas jornadas, retrasando lo inevitable hasta que ya los dos en el sofá le dije:

-Bueno, qué, ¿me cuentas lo de Edu ya o qué?

-Jaja.. ¿ya? Bueno... a ver... Ayer cenamos los cinco, bien, normal, la cosa muy tranquila. Es que cuando está el jefe es todo otro rollo más aburrido, y nada, al final fuimos a un bar Ángel, Edu y yo. Uno que estaba al lado del hotel. Una vez allí Ángel se puso a hablar con unos que eran también de las jornadas que llevaban un plan parecido al nuestro y Edu me dijo que tenía que hablar conmigo. Y nada, fuimos a la barra, nos sentamos en unos taburetes y pedimos una copa.

-¿Edu y tú solos?

-Sí. Y entonces él empezó a pedirme perdón. Perdón por lo de esta mañana... perdón por lo de ayer de noche... y tal y cual.

-Qué tío... ¿Y tú aceptabas las disculpas?

-Bueno, yo estaba callada, es que no me fiaba mucho de que fuera cierto. Y nada, que no había sido profesional por su parte... que las jornadas no eran para andar ligando por ahí... que por cierto, de Nati no dijo nada, como si estuviera libre, ¿sabes? Me hablaba como si no tuviera novia. Y bueno, en esto que llegó Ángel y nos interrumpió con los chicos esos y ya empezó con la historia de que no se nos podía dejar solos, que ayer nos habíamos quedado solos y a saber a qué hora habíamos llegado... que si uyyy... qué casualidad que se quedaran dormidos hoy los dos... como haciendo la broma de que nos gustábamos o yo qué sé. Y yo, bueno, a parte de pensar que era idiota, pues estaba bastante violenta porque uno de los chicos... bueno con uno de aquellos chicos había hablado el día anterior y sabe que tengo novio.

-¿Y cómo sabe eso?

-Pues por nada. Hablando de no se qué, de que ciudad vivía y que si el alquiler o no se qué y con quién compartía piso le había dicho que con mi novio. Una chorrada. Pero claro, imagina mi cara con Ángel diciendo eso y yo habiéndole dicho el día anterior al chico que vivía con mi novio. Pero el caso es que para colmo Edu se puso en plan... calla Ángel... ya me gustaría... Es el pibón del despacho... a qué sí... estamos todos... locos por ella... o enamorados de ella o algo así.

-Jaja, qué tío -yo no la quería interrumpir mucho.

-Bueno y nos tomamos otra copa con ellos, o dos, no sé. Todos en la barra. Hasta que los chicos se fueron a una mesa y Ángel creo que se fue al hotel. Y nada, otra vez Edu y yo solos me pidió perdón también por lo que había pasado en su casa. Y claro, yo me quedé blanca. Que si no eran formas de recibir a una colega del despacho... que si se había dado cuenta cuando me había ido...

-A ver, a ver, o sea, él insinuando que tú le habías visto el paquete entonces.

-Bueno, insinuando no, es que me llegó a decir algo como "no puedo recibir a una compañera en pantalón corto y marcando".

-¿Dijo marcando?

-Sí, sí. Y yo le iba a responder o a hacerme la loca y dijo: porque sé que te diste cuenta. Y para colmo va y me saca el maldito tema de cuando yo... estaba sin sujetador en mi despacho... en fin. Me dijo algo como que aun encima que me había metido un corte por aquella vez iba él y me recibía haciendo prácticamente lo mismo pero en versión hombre.

-Qué personaje...

-Ya. A ver... es que te lo estoy resumiendo, pero bueno las cosas iban surgiendo. No sé. Yo estaba algo incómoda pero a la vez bien.

-¿Cómo bien?

-Que el tema era raro pero tampoco lo veía tan grave. Y nada, seguimos hablando y tal y me dijo después algo como que era su punto débil o que le había dado en su punto débil... cómo que aquel día en el despacho... que se me transparentase el pecho... que claro, como que era la zona más tal de la mujer o algo así, como la zona erógena por excelencia, yo que sé, algo así. Y me dice porque del hombre claro... hay menos zonas de esas. Bueno pues no sé cómo me acabó preguntando y yo le dije que de un hombre pues no sé... la espalda... o... el torso si está bien marcado... los ojos... que yo tampoco tengo una lista con las zonas que me atraen de un hombre, ¿sabes? Y va y me dice algo así como, "bueno, obviando lo obvio, ¿no" como refiriéndose a... ya sabes...

-Ya, él en plan que la espalda y los ojos y lo que quieras pero que la polla primero.

-Pues sí, algo así.

-Joder, María, vaya conversaciones... hablando de las zonas erógenas con Edu a las tantas, con unas copas...

-Sí, pero no sé, no me parecía forzado.

Yo estaba ya que no podía disimular la erección. María se tenía que estar dando cuenta. Estábamos los dos en el sofá recostados en los extremos, frente a frente. Al estar boca arriba mi polla palpitaba sola y se me estaba montando una pequeña tienda de campaña...

-Y nada... cuando sí que se le fue la olla fue con lo que dijo después... Y es que... cómo fue... como que dijo, pues yo de una chica, a parte de lo obvio, las tetas o el culo... me gustan las rodillas. Y yo debí poner cara de este tío está loco. Pues no se corta y me pone la mano en la rodilla. La verdad es que los taburetes estaban muy pegados y casi teníamos las piernas tocándonos al estar girados para hablar de frente. Y nada, espera que ahora viene lo mejor, le digo que cómo que las rodillas, y es que a mi casi me estaba dando la risa, y me dice algo como: bueno, más que las rodillas... aquí. cuando ya empieza a ser muslo... y mueve la mano y me la pone en el muslo, a ver, casi en la rodilla pero ya era muslo, vamos.

-No me jodas...

-Claro... yo me quedé muerta, como quieta. Me puso la mano justo por encima, entre la rodilla y la falda. Me quedé bastante sorprendida, aquello si que no venía a cuento y se quedó con la mano ahí y yo automáticamente pensé... primero pensé "quita esa mano de una vez" pero también pensé "cuando se lo cuente a Pablo se muere". Pero él no la quitaba y me dice: "¿Están mirando esos?" refiriéndose a los del otro despacho que estaban en la mesa, y si que el que había conocido estaba mirando, hacía como que disimulaba pero estaba mirando, de hecho ya le había pillado mirándome antes. Y no sé... tampoco era nada, estaba en el muslo sí pero casi en la rodilla y entre que quería contártelo y el chico aquel mirando... pues no se la aparté. Y él dijo algo como: "son unos cotillas salidos, como nos enrollemos se mueren de envidia".

-¿Dijo eso?

-Sí, además lo dijo como... no sé... en plan "si ahora me lío contigo que se jodan", como si yo quisiera, vamos. Ahí ya pensé: "este aun se va a llevar una bofetada". Pero no contento con eso, no sé si al ver que yo no protestaba, pues se puso de pie y ahí si que ya metió un poco más la mano.

-¿¿En serio?? ¿¿Cuanto?? -mi polla dio un respingo... no podía disimular más.

-No sé, un poco, pero debajo de la falda ya.

-¿Y que hiciste? ¿Hasta donde?

-Pues no sé, hasta la mitad a lo mejor y claro, le dije "para".

-Uff. Qué tío... -yo me llevé la mano a la polla... quizás fueran alucinaciones mías... pero veía los pezones de María transparentando el camisón de una forma exagerada... no me daba la impresión de que los hubiera tenido tan duros antes.

-¿Y qué hizo? -yo ya no me cortaba y me hacía una pequeña paja debajo del calzoncillo.

-Pues el cabrón no quitó la mano y me preguntó "¿Paro?", como en plan: ¿Estás segura de que quieres que pare?" Es que hay que ser flipado... de verdad, qué asco... Y le dije: "Aparta la mano ya". Y el muy idiota me dice: vale, y me aprieta un poco el muslo y quita la mano. Dioos... ese apretón me jodió que ni te imaginas.

-¿Por?

-¿Cómo que por? No me jodas...

-¿Pero cuanto tiempo te estuvo tocando la pierna?

-¿En total?

-Sí.

-Pues poco, muy poco, no sé. Un minuto o ni un minuto.

-Joder, María... -le dije resoplando... y sin dejar de masturbarme.

-Ya te veo... ya.

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-¿Y qué más?

-Poco más. Se quedó de pie a mi lado hablando como si no hubiera pasado nada.

-¿Y nada más?

-Bueno... al rato como que me preguntó si seguían mirándonos y le dije algo como "mira, ya vale, me aburre el tema". Y nada, no había vuelta atrás, estaba tontísimo, me dijo que si me aburría que me fuera, que nadie me obligaba o no se qué. Nada, muy chulito, ya sabes. Lo mismo te habla normal o hasta majo que se pone de un gilipollas...

-Ya... ¿pero cómo hasta qué hora, y te fuiste u os fuisteis...?

-Pues creo que me fui al baño y al volver estaba él con los otros chicos y nada, pagamos y nos fuimos todos al hotel, creo que llegamos a las tres y algo... no sé, a las cuatro en punto estaba en la cama seguro.

A mi no se me iba de la cabeza aquella frase de María: "ahí si que ya metió un poco más la mano". Dioos... me lagrimeaba la polla bajo el calzoncillo sin parar. Me imaginaba a Edu de pie, al lado de María metiéndole mano bajo aquella falda de cuero... qué cabrón... y ¡¡dioos!!, ¡¡cómo me ponía...!! Creo que nada me había puesto más cachondo en mi vida que imaginarme aquello.

-Bueno, está claro que te tiene ganas, tenía yo razón -le dije.

-Hombre... creo que le valen todas.

-¿No crees que te tiene ganas a ti especialmente?

-Pues no, este le va a todo lo que se mueve.

Yo seguía tocándome debajo del calzconcillo y miraba las tetas y los pezonazos de María bajo el camisón, se le transparentaban hasta las areolas... y los pezones como dos pitones que aquello no era normal.

-¿Y no te puso? -le pregunté.

-Claro que no.

-¿Te toca así la pierna y no te puso ni un poco cachonda?

-No, me pones tú...

En ese momento cogí uno de los pies de María y lo puse sobre mi miembro. Ella no se rió ni se sorprendió. Estaba ya con las mejillas sonrojadas. Estuvimos un rato en silencio en el que ella tenía su pie allí y yo intentaba asimilar todo lo que me había contado, finalmente ella me acabó proponiendo ir al dormitorio, pero estaba tan buena allí recostada y yo estaba tan cachondo que no podía más, me acabé tumbando sobre ella, nos besamos y nos magreamos como si estuviéramos en celo... mis manos le tiraban un poco del pelo hacia atrás al besarla, le sobaba las tetas sobre el camisón y nos dábamos unos besos tremendamente guarros, yo frotaba mi pelvis con la suya y ella ya gemía por el roce, estaba cachondísima. Llevé una de mis manos a sus muslos y le susurré: "¿Te tocó aquí o más arriba" y ella me respondía que no lo sabía. Después le pregunté si le había gustado cómo la había tocado y me respondió: "me gusta que me toques tú..." Insistí y me acabó pidiendo que dejara el tema, que estaba harta de hablar de él.

Me arrodillé en el suelo y tiré de su cadera para acercarla... le subí un poco el camisón y aparecieron ante mi unas bragas negras que quité inmediatamente. Dioos... cuando le vi el coño casi me muero, ya tenía los labios hinchados y un poco hacia afuera... podría metérsela sin más preámbulo, era increíble lo cachonda que estaba.

-Joder María... cómo lo tienes... está ya para que te la meta.

-Llevamos casi una semana...

-Ya... pero aun así...

Acerqué mi boca allí, besé sus muslos primero y después besé con cuidado la entrada de su coño... saqué la lengua y me empapé de todo aquel jugo que estaba soltando. Era increíble lo bien que sabía. Ella se recostó un poco más y soltó un "uuff" morbosísimo. Lo que vino después fue una comida de coño brutal. Le besaba el clítoris y con mi lengua separaba sus labios hasta hacerla retorcerse del gusto; ella soltaba tanto flujo que yo no me lo podía creer. María no paraba de resoplar y yo seguía comiéndoselo, abriéndoselo más. Cuando notaba que estaba cerca de correrse yo paraba y me quitaba la camiseta y el calzoncillo y volvía a comérselo, y cuando veía otra vez que podría correrse paraba para besarle los muslos, a la tercera vez que notaba que estaba a punto paré y le bajé los tirantes del camisón liberando sus tetazas...

-Joder.... -me estás matando... -susurró a la tercera vez que la había dejado al borde del orgasmo.

Llevaba comiéndole el coño como quince minutos. Miraba hacia arriba y la veía completamente sonrojada, con las tetas hinchadísimas... ella llevaba su mano a mi cabeza o a sus tetas... cuando estaba a punto de correrse sus piernas le temblaban y yo paraba y le besaba otra vez con cuidado los muslos.

-Vas a manchar el sofá... -le dije con malicia.

-Joder... haz que me corra... dios...

Miré su coño... la imagen era tremenda... estaba tan abierto y los labios tan salidos que no me lo podía creer. Me puse en pie e inmediatamente María incorporó el torso y se metió mi polla en la boca. Nunca se había lanzado así a mi polla. Era increíble. Llevé mis manos a su pelo, le solté el moño y disfrutaba de una mamada brutal, tanto que casi me hacía daño, se la metía hasta los huevos... me la chupaba ayudándose de una mano y la otra la bajó a su clítoris para acabar lo que yo había empezado.

-Dime que te puso, María. Dime que te puso que te tocara.

Ella no respondía, su boca no soltaba mi polla.

-Joder, María... dime que te puso cachonda...

Ella retiró su boca, pero no su mano y sin dejar de masturbarme y mirándome me dijo:

-¿Sabes que me puso?

-¿Qué?

-Que el otro chico viera como Edu me metía mano.

Aquel "Edu me metía mano" casi hace que me corra... dicho así sonaba tan morboso que me temblaban las piernas.

-¿Sí? ¿Por qué? -pregunté.

María sentada y yo de pie frente a ella. Se había dejado de tocar y con sus dos manos jugueteaba con mi polla y mis huevos. Yo miraba para abajo y veía su cara acalorada, sus tetazas enormes, su camisón enredado en su cintura y hasta los labios de su coño hacia fuera.

-Me puso... no sé...

-Pero ¿por qué?

-No sé... seguro que le parecí una guarra... con novio y dejándome... hacer... así...

-Seguro que pensó que eras un poco puta...

-No sé... igual sí...

-Joder y te pone eso...

-No sé... en aquel momento... un poco, no sé.

María dejó de juguetear con mi polla para masturbarme rápido con una mano y tocarse ella con la otra. En seguida noté que no podía más.

-Joder María... si sigues me corro ya...

Ella en ese momento se adelantó... pues empezó a gemir ella... a convulsionar... era increíble la velocidad con la que se tocaba el clítoris con la otra mano... sus tetas bailaban al mover así el brazo que era un puto espectáculo... después soltó mi polla y comenzó a gemir... cerró los ojos y se tocaba con las dos manos... al juntar las manos sus tetas se juntaban también... la imagen era para morirse... pero la que parecía morirse del gusto era ella que explotaba en un orgasmo increíble, sus gemidos y suspiros eran morbosísimos. Yo me cogí la polla y comencé a masturbarme frente a su cara. Ella seguía gimiendo... ella casi gritando del gusto y la piel de mi polla adelante y atrás a centímetros de su cara... estuvimos así unos segundos hasta que le dije que no podía más... que me corría... ella acababa su orgasmo y abrió los ojos y me dijo "No, no, ¡para!" pero un chorro inesperado salió de mi polla y fue directamente a su cara, ella cerró los ojos y giró la cara y se levantó un poco para que no la salpicara más en el rostro, el segundo chorro fue a su cuello y los siguientes a su escote y a sus tetas mientras ella decía que parase y a mi me temblaban las piernas que creía que me desmayaba mientras no paraba de correrme sobre ella como nunca había hecho. Eché por lo menos seis o siete chorros sobre sus tetas, calándolas enteras... yo no entendía cómo me corría de una forma tan brutal. Acabé exhausto y me senté en la mesa de centro frente a ella que se recostó hacia atrás... con una salpicadura de semen que iba de su mejilla hasta el mentón, no le había dado en el ojo de milagro y con todas las tetas manchadas de mi leche.

-Joder, eres un cabrón, tío... -dijo inmediatamente antes de irse al cuarto de baño.

Creo que tardé casi un minuto en levantarme de la mesa. Cuando llegué al baño María se había quitado el camisón y ya se había lavado la cara. Entró en la ducha sin decirme nada y yo me limpié la polla. Al salir de la ducha me dijo:

-¿No puedes avisar?

-Joder María, no pude parar.

-Joder, Pablo... vete a la mierda. ¿te parece normal?

-Bueno, no es para tanto.

-Cómo que no es para tanto, la próxima vez me avisas y me aparto...

-¿Y lo echo todo en el sofá?

-No sé tio... en las tetas si quieres, ¿pero en la cara? Estás de coña... crees que soy una fulana o qué.

-Bueno, María... no te enfades.

Mi novia se fue al dormitorio. Me di una ducha rápida, haciendo también algo de tiempo para que se le pasara el enfado. Finalmente fui junto a ella, no podía negar que nunca o casi nunca nos habíamos puesto tan cachondos, y se lo dije así.

-Vale, Pablo, pero no por eso me vas a... no sé... a tratar así.

-No te traté de ninguna manera.

-Hombre... correrte en mi cara... eso con una puta si quieres.

-Venga, María ya está. Te aviso la próxima vez, ya está. Me dirás que no estuvo bien.

-Ya te he dicho que sí, menos eso el resto claro que sí.

Nos pusimos el pijama, nos lavamos los dientes y ya en la cama los dos me acerqué a ella por detrás.

-Uyy... ya estás... mañana madrugas... -dijo en un tono que ya era diferente.

-Ya... no me lo recuerdes...pero al final no hemos follado.

-Ya... me he dado cuenta -rió.

-¿Sabes que podríamos hacer mañana?

-¿Qué?

-Podríamos salir a tomar una copa... tu llevas la ropa de ayer de noche... y representamos un poco como fue lo de Edu...

-Jajaja... ¿En serio? -María se giró hacia mí, ya totalmente de buen rollo.

-Sí... ¿Por qué no?

-Esa camisa la he colgado al llegar, no sé si no estará arrugada.

-Pues... se plancha... o te pones otra.

-Bueno... pero tampoco hay mucho que representar... si fue un minuto.

-Estaría bien... y así me explicas eso de que te puso que el otro os viera como te tocaba.

-Jajaja, no se te pasa una... tan pronto lo dije pensé "uy, a ver si no se queda con esto".

-Jajaja, yo me quedo con todo.

-Bueno, buenas noches. Te quiero muchísimo... aunque no sepas controlar tus disparos -me dijo casi riéndose.

-Yo también te quiero muchísimo.

Me quedé dormido, tremendamente enamorado, y pensando si la versión de Edu coincidiría con la suya. Confiaba en ella, pero no podía estar cien por cien seguro de que María no hubiera querido suavizármelo o vete a saber. De todas formas no tardaría en descubrirlo.