Jugando al póker con mi hermano. La revancha.
Volvemos a jugar al póker, pero esta vez debo ganar yo.
Pasaron algunas semanas después de aquella partida de poker. La relación con mi hermano no cambió, ambos hacíamos como si nada hubiera pasado por lo que a mí me daba corte pedirle la revancha.
Fue otra noche en la que nos quedamos solos cuando me armé de valor y se lo dije.
-Quiero la revancha de aquella noche ¿te acuerdas?
-¿Como no acordarme? -bromeó -vale, preparo todo y te veo en el salón, de todos modos vas a volver a perder.
-Eso ya lo veremos -respondí -he estado practicando.
-Mira como tiemblo -me respondió bromeando.
Para estar los dos cómodos y como ya era tarde y la partida podría alargarse nos pusimos el pijama.
Una vez en el salón sentados en la mesa y con unas copas de wisky, repartimos las cartas, no dijimos nada pero ambos sabíamos cual era la apuesta: el que perdiera sería el esclavo del otro.
-Jugamos dos manos y la tercera desempata ¿vale? Así será mas emocionante -yo asentí ante la propuesta.
Mi primera mano no fue muy buena Manuel me gano con un trío de ases, yo no tenía nada.
Repartimos la segunda mano, aquello era muy excitante, tanto que mi pene estaba duro al imaginar lo que podría ocurrir.
Mi cabeza empezó a imaginar qué me haría mi hermano si volvía a perder.
Tal vez ahora no se conformaría con una mamada, tal vez querría follarme, aquello me excito y asustó al mismo tiempo. Me sentí desfallecer al imaginar aquello, si hubiera estado de pie me tendría que haber sentado.
Esta vez gane yo. Poker de reinas y mi hermano tenía una pareja.
La siguiente mano era la importante.
Repartí las cartas, el corazón me iba a mil y la manos me temblaban. Empezamos a jugar, las cartas desfilaban delante de mi cara y yo intentaba calmar mi excitación para concentrarme en la mejor mano para ganar.
Finalmente mi hermano mostró sus cartas.
-Escalera -exclamó victorioso.
-No tan rápido -dije mostrando las mías -full.
Había ganado, no lo podía creer.
-Bueno -dije intentando disimular mi excitación -ya sabes...
-¿Que quieres que haga? -pregunto Manuel con una media sonrisa en los labios.
Me levanté y agarré la mesa.
-Ayudame a moverla.
La dejamos en un rincón y le dije que se sentara sobre el suelo.
Yo me senté frente a él y lo miré con deseo. Mi hermano sonreía tímidamente sin saber que le esperaba.
Me levanté y me quité el pijama quedándome desnudo, mientras Manuel observaba la escena. Me acerqué a él y colocando mi polla a la altura de su cara le ordené: -Chupa.
-Sabía que me ibas a pedir esto -respondió sonriendo.
Estaba claro que la situación le gustaba. Acerco su mano y con decisión agarro mi pene y lo masturbó mientras los miraba como inspeccionando la tranca que se iba a comer.
Mi polla alcanzo su dureza en seguida y entonces se lo metió en la boca.
-Hooo -gemí.
Lo dejó ahí dentro unos segundos como familiarizándose con su sabor y tras emitir un sonido de placer empezó a mamarlo.
Fue increíble, su lengua recorría mi tallo de arriba a abajo mientras sus labios aprisionaban todo mi miembro. Mis manos acariciaban su cabeza y su cara.
Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo y tuve que sentarme.
Manuel se detuvo unos minutos para desvestirse. Yo admire su cuerpo y su pene duro apuntando al frente.
-¿Te gusta lo que ves? -pregunto.
-Si -repondí sin tapujos -sobre todo tu polla.
-Pues no te cortes -dijo mientras se sentaba frente a mi.
-Vale, ven aquí.
Nos colocamos de forma que pudiéramos comernos mutuamente las pollas, o sea, haciendo un 69.
Yo no podía creerlo, estábamos los dos tumbados en el suelo dándonos placer. De nuevo saboreaba la polla de mi hermano, ese sabor con el que había soñado desde la última vez.
Ya daba igual quien había ganado o perdido, estábamos entregados al placer como dos animales.
Yo decidí chuparla como la última vez, sólo que ahora la sacaba de mi boca y me golpeaba con ella la cara. Mis manos acariciaban todo lo que podían, el culo, la espalda, el pecho... Al meterme la polla hasta lo mas hondo de mi boca sentía sus huevos tocándome la frente, esos huevos llenos de caliente y pastosa leche que deseaba tragar como loco.
Manuel empezó a temblar y adiviné que se acercaba la inminente corrida.
Esta vez se corrió bastante, tanto que el semen se me escapó mojando mi cara. Parecía como si hubiera estado reservándose para aquella ocasión. Lo sentí dentro de mi boca sabroso y pastoso.
Y al sentirlo dentro me excité y eyaculé.
-MMMMMM -gemimos casi al mismo tiempo.
Ni que decir tiene que Manuel también se trago todo mi esperma.
Nos quedamos los dos tumbados, uno al lado del otro, jadeando y satisfechos. Yo con restos de su semen en mi cara que cogí con mi mano y deposité sobre mi lengua.
-Ha estado bien -dije.
Él asintió con la cabeza y me sonrió, se levanto para ponerse el pijama e irse a la cama.
Yo me quedé un rato mas en el salón asimilando todo.
Al irme a la cama, pensando que ya no me vería en otra situación parecida, pues ya me había tomado la revancha pasé por el dormitorio de mi hermano.
Me detuve al escuchar sus gemidos. Abrí la puerta despacio y lo vi tumbado sobre la cama, desnudo y con la polla en la mano masturbándose.
Exclamaba mi nombre gimiendo y no pude sino volver a excitarme.
-Hace nada que se ha corrido y todavía tiene ganas de mas -pensé.
Empece a masturbarme yo también ante aquel espectáculo hasta que escuche a mi hermano exclamar: -¡Follame joder! ¡Follame hermano!
No sé si lo dijo sabiendo que yo estaba ahí mirando o tal vez sólo fue fruto de su excitación, pero sin poder contenerme entré dispuesto a cumplir su deseo.
¿Continuara?