Jugando al poker con los amigos de papa 3
Y por fin: el desenlace.
Enrique y J.L. me dejaron en el suelo y no bien lo hubieron hecho se abalanzaron sobre mis tetas. Las estrujaban sin piedad mientras lamían los pezones. J.L. lo hacía más delicadamente. Dibujaba circunferencias con la punta de la lengua alrededor de la aureola y de tanto en tanto movía la lengua frenéticamente de arriba a abajo golpeando el pezón con la puntita. Enrique sin embargo, aferrado a mi seno izquierdo, era mucho más brutal. Lo espachurraba con fuerza, a veces con ambas manos y repartía mordiscos por todas partes, ya fuera en los pezones o en cualquier otro lugar. Los dos chicos jóvenes no tardaron en acercarse. El del bulto en los pantalones se puso frente a mí. Me sujeto la barbilla con mucha fuerza y sin más me metió la lengua en la boca. Me alegré de que fuera el quién se pusiera delante. Ciertamente era un chico muy atractivo y sin duda era quien más me ponía. Le dejé con gusto que jugara con mi lengua y que se frotara contra mi coño desnudo. Tenía la polla muy dura y a veces me hacía daño con el botón del pantalón pero yo no decía nada por miedo a que parase. En seguida sentí que alguien se arrimaba por detrás y que algo duro se apretaba contra mi culito. Era el otro chico porque al viejo le podía ver un poco alejado observando cómo los cuatro hombres me tenían literalmente acorralada. Todos se frotaban en mi cuerpo dejándome comprobar lo duras que estaban sus vergas y volviéndome loca por momentos.
-es hora de que trabajes un poco cerda, dijo J.L. tan cerca de mi oído que sentí un escalofrío.
Me sujetaron de la cabeza y me empujaron al suelo mientras cerraban el círculo restregándose contra mi cara.
-¿Por quién vas a empezar?
No supe distinguir de quien era la voz pero tenía claro por quién iba a empezar. Puse mis dos manos sobre el bulto del chico que tenía delante e intenté adivinar al tacto como sería en realidad mientras los otros tres seguían sobándome las tetas y el culo. Parecía muy gorda. Desabroche el botón y baje la cremallera. Los pantalones cayeron por su peso. Ahora si podía adivinar su forma tras el calzoncillo. ¡Menuda morcilla! Intente bajar el slip pero la punta quedo enganchada al elástico. Tiré con decisión y la polla se liberó como un resorte. Me quedé un poco asustada. Nunca había visto algo tan grande. En cuanto a lo largo no estaba mal. (una "dos manos", como llama una amiga a las pollas que puede coger con ambas manos), pero lo realmente impresionante era el grosor. Estaba surcada de venas que palpitaban y tenía un aspecto de lo más agresivo. Enseguida la cogí y me la acerque a la boca. Saqué la lengua todo cuanto pude y puse el enorme champiñón sobre ella. Me sorprendió que pudiese ponerse aún más dura, pero así fue. Recorrí con la puntita de la lengua la parte inferior del glande, deteniéndome en el frenillo. Me hubiese gustado seguir disfrutándola despacito pero el dueño de semejante aparato se impacientaba. Cogiéndola el mismo con una mano y con la otra mi nuca me la metió en la boca. Tuve que abrirla tanto como pude para que entrase y aún así no entro más de la mitad. Como vio que me estaba ahogando la saco, pero sin soltar mi nuca.
-Te gusta eh, dijo.
Yo asentí con la cabeza sin dejar de mirar aquel miembro, hipnotizada.
-Venga Eva, dijo Enrique que se había puesto en cuclillas a la altura de mi cara para ver mejor el espectáculo, seguro que puedes tragártela entera.
Volvieron a empujarme la cabeza contra la polla y esta vez el chico me la clavó sin contemplaciones. Consiguió meter tres cuartas partes de una vez y cuando parecía que no iba a poder tragar más me empujaron por la nuca con más fuerza contra él y esta vez si me entro entera. Los pelos me hacían cosquillas en la nariz y me costaba respirar, pero me sentía satisfecha de haber podido tragarla cuan larga era.
-jajaja. Oía sus risas. Menuda ventosa la niña. Fóllatela Gabriel. Fóllale la boca a esta cachonda
Gabriel, que así debía llamarse, no se hizo de rogar. Me sujeto la cabeza con ambas manos y comenzó a moverse violentamente. No dejaba que su polla saliese del todo de mi boca pero apuraba casi hasta el final de la misma. Me la metía tan profundamente y con tanta fuerza que mi nariz chocaba contra su tripa. Podía escucharle rugir de placer y eso me ponía más y más cachonda. Por fin, la saco dejándome respirar de nuevo, con la boca chorreando saliva. Me sorprendió que el resto de los hombres ya se hubiesen quitado los pantalones y los calzoncillos y que me apuntasen con sus pollas tiesas. Empezaron a golpearme con ellas en la cara. Alguno, como no tenía sitio jugaba a restregármela en la oreja. No cabe duda que se estaban divirtiendo a mi costa pero en honor a la verdad, tampoco yo estaba pasándolo mal precisamente. Nerviosa ante tantos miembros desafiantemente erectos intentaba chuparlos todos, quería que todos gozasen, demostrarles que era una mujer de bandera. J.L, que de los cuatro era el que más pequeña la tenía, giró un poco mi cabeza, pero no lo suficiente para quedar de frente completamente y empezó a follarme también por la boca. Le gustaba que su prepucio chocase contra la cara interior de mi moflete, creando un bulto que iba y venía como quien come un chupachus. Su polla olía realmente mal y él, tan pronto me la metía en la boca como me la restregaba por la cara haciendo que chocase contra mi nariz.
-bueno, se acabaron los aperitivos. Dijo enrique poniendo orden en la jauría de pollas. Es hora de que esta niña sepa lo que es follar con hombres hechos y derechos.
Me levantó del suelo y entre los cuatro me llevaron a la mesa donde todavía estaban las cartas desparramadas. De un manotazo limpio la mesa y luego me subió encima de ella.
-túmbate cariño, es hora de tu medicina. Si supieras cuanto tiempo he deseado hacer esto
Me quede tumbada en la mesa boca arriba. La respiración entrecortada por la excitación. Enrique levanto mis piernas dejando mi cuerpo como una L y me atrajo hacia el dejando parte de mi culo fuera de la mesa. Puso mis piernas sobre sus hombros y, mirando hacia mi conejito escupió sobre él para lubricarlo, algo que no hacía ninguna falta. La mesa quedaba justo a la altura de su cintura. Ajusto su polla en la entrada de mi coño y la deslizó de arriba abajo sirviéndole los labios de guía. Cuando tuvo bien controlado el lugar exacto de mi orificio metió delicadamente la puntita. Pensé que iba a penetrarme con delicadeza pero no fue así. El muy hijo de puta se dio el gusto de oírme gritar clavándomela de una sola vez sin piedad. Nunca he sido muy buena haciendo abdominales pero aquella embestida hizo que arqueara la espalda y me incorporase ligeramente.
-¡Tumbadla! Ordenó Enrique, supongo que para poder percutirme con mayor comodidad.
Me empujaron de nuevo hasta que mi espalda toco de nuevo la tabla. J.L. estaba a mi derecha. A mi izquierda el otro chico (de quien nunca supe el nombre) y a la altura de mi cabeza, donde desgraciadamente no podía verle, Gabriel.
-Agárrate que viene curvas, me dijo J.L. ofreciéndome "amablemente" su pollita. Cogí su polla con mi mano derecha y con la otra la del otro chico y empecé a masturbarlos desincronizadamente, pues la postura no era precisamente muy cómoda para mí. Enrique empezó entonces a bombear furiosamente. No estaba tan lubricada como pensaba, por lo que las primeras envestidas me hicieron un poco de daño. Cuando ya me estaba acostumbrando a encajar los bandazos y empezando a coordinar las dos pajas que tenía entre manos, Gabriel se subió aparatosamente a la mesa. Se puso de rodillas, dejando mi cabeza entre medias de sus piernas y apunto con su enorme verga hacia mi boca.
-Eso, eso. Corearon todos, felices de que Gabriel se dispusiese a follarme de nuevo la boca.
Pese a que su situación era muy forzada Gabriel consiguió encajármela en la boca haciendo un gran esfuerzo por apuntar hacia abajo una polla totalmente tiesa y comenzó a bombear a gran velocidad. Afortunadamente su postura no era cómoda y no conseguía metérmela hasta el fondo, aunque ciertamente era lo que intentaba. ¡Dios mío! Ahí estaba yo. En la mesa del comedor de mi casa con sendas pollas en las manos, un enorme mástil en la boca y con la polla de Enrique taladrándome el coño cada vez con más ímpetu. Me olvide de que era allí donde desayunaba desde que era una niña. Donde había estado estudiando apenas un día antes y me concentre en hacer lo que estaba haciendo lo mejor que podía. Sentía las pollas hincharse en mi mano, en mi boca y en mi coño. Oía los jadeos de los cuatro hombres que me disfrutaban, me chupaban, me apretaban las tetas y J.L. de cuando en cuando abofeteaba la que tenía a su lado haciéndola temblar como gelatina. Algo que no me habían hecho nunca pero que me excito sobremanera. El ritmo de Enrique era cada vez más arrítmico. Notaba que se iba a correr y quería decirle que por favor no lo hiciese dentro de mí, pero Gabriel no me daba tregua y es imposible decir nada con una polla de ese calibre golpeándote la campanilla salvajemente. Finalmente Enrique se corrió dentro. Le oí gritar y retorcerse de placer y sentí aquella leche correr libre y cálida en mi interior. Su polla se fue haciendo cada vez más flácida hasta que se decidió a sacarla. Entonces el chico que tenía a mi izquierda hizo que le soltase la polla y corrió a ocupar el lugar de Enrique chocando antes los "cinco" con él, como dos viejos camaradas. Tenía la polla más grande y yo me había encargado de dejársela apunto. Enseguida recupero el ritmo de su predecesor. Yo estaba muy mojada, podía sentirlo. Conseguí zafarme un momento de la polla de Gabriel que seguía taladrando mi boca mecánicamente.
-No No ahh os corráis den ahahh tro por favor
Gabriel se había venido hasta donde estaba mi cabeza. Me dio un par de pollazos en la frente con su polla ya morcillona y me dijo.
-¿Qué crees Eva, que no sabemos qué tomas la píldora? Si cielo. Tu papa es un bocazas.
El chico me estaba dando mucha caña. Tenía un ritmo el doble de intenso que Enrique, no en balde debía de tener la mitad de años. Yo notaba el sudor correr por mi cara y por el cuerpo entero. Ahora Gabriel y Enrique rebozaban sus pollas a dúo por mi cara, riendo cuando chocaban con algún obstáculo tal como mi nariz, mis orejas, mi barbilla o mis ojos. Yo sacaba la lengua e intentaba desesperadamente chupárselas pero ellos jugaban a dejarme y no dejarme mientras imitaban el sonido de una tren chu chuuuu y se partían de risa. Estaba a cien. J.L. se había encargado de mis tetas y seguía apretándolas y abofeteándolas mientras yo de mala manera seguía masturbándole. Noté que el chico se venía. Dio una última embestida clavándomela hasta las entrañas. Su polla se hincho en mi interior y ¡Bang! Ni puto caso, otro que se me venía dentro. Enrique se dio cuenta de que el chaval había terminado y advirtió a Gabriel de que era su turno. Antes de bajar de la mesa Gabriel se agachó y me susurro al oído
-Ahora vas a saber lo que es bueno nena. A mí no me gusta comer del plato donde otros han comido antes así que ya sabes
-¿qué? Dije confundida, pues no había entendido a que se refería
Levantándose de un brinco me grito
-Que te des la vuelta joder. Te voy a poner el culo como un abrevadero de patos.
Aunque parezca increíble yo no había contemplado esa posibilidad. Hacía más o menos un año, un chico con el que salía insistía mucho en darme por el culo. A mí la cosa me asustaba un poco, pero tanto insistía que un día decidí permitírselo. El pobre estuvo intentándolo durante un buen rato pero al final desistió porque según decía yo era muy estrecha y estaba harto de oírme decir que me dolía cuando ni siquiera había conseguido meterme la puntita. Si ese chico no había podido meterme una mini-polla por el culo ¿Cómo pensaba Gabriel que iba a encajar aquella monstruosidad? Intenté ponerme seria y le dije que no, que por el culo no quería. Los cuatro hombres se quedaron en silencio. Parece que mi negativa les había impresionado. Que equivocada estaba. Acto seguido comenzaron a descojonarse. Enrique me cogió la cabeza y de nuevo me susurro al oído
-No has entendido nada verdad Eva. Aquí importa una mierda lo que tú quieras. Será mejor que hagas lo que se te dice o será peor para ti. Hazle caso al tío Enrique anda, se buena.
Mierda, aquello me asustaba de veras. Estos cuatro hijos de perra estaban dispuestos a utilizarme a su antojo. Me levantaron y me bajaron de la mesa. Una vez frente a ella me hicieron agacharme, pegar las tetas a la mesa y dejar el culo en pompa. Oí la voz de Gabriel tras de mí.
-Abre las piernas princesa créeme, esto te va a doler a ti más que a mí.
De nuevo todos rieron la nueva ocurrencia. Hice lo que me decía y separé un poco las piernas. J.L y el otro chico separaron mis nalgas dejando mi ano bien expuesto mientras Enrique me sujetaba firmemente aplastando mi cuerpo contra la mesa para que no me moviera.
Gabriel se puso en cuclillas y comenzó a chupar mi culo. Me metía la lengua un poco, y eso me hacía cosquillas. Cuando consideró que aquello ya estaba suficientemente lubricado se puso de nuevo en pié.
-La tenéis bien sujeta, preguntó a sus compañeros.
Todos me sujetaron con más fuerza entonces
-Prepárate muñeca, dijo Gabriel
Coloco su enorme prepucio en la entrada de mi ano. Notaba su verga dura como un leño y estaba asustada, muy asustada. Empezó a hacer fuerza mientras el resto de hombres le vitoreaban
-¡Gabriel! ¡Gabriel! ¡Gabriel! ¡Gabriel!
Empujo con fuerza, pero ni modo. Aquello era demasiado gordo para mi culito
-Que pasa Gabriel, ¿no sabes cómo hacerlo? Dijo J.L. riendo
Aquello molestó a Gabriel. Parece que no llevaba bien que nadie pusiese en duda su pericia
-Cállate joder. Esta niña es muy estrecha, no es tan fácil.
Con el orgullo herido se escupió en una mano y me paso la palma por el ojete. Volvió a colocar la verga en su sitio y cogiéndome fuerte de la cintura arremetió contra mi culito. Dios, se le debía de estar doblando la polla y nada, pero no se rindió y dio una nueva envestida mas brutal. No sabría describir lo que sentí. Un calor como una bola de fuego recorrió mi cuerpo desde mi culo hasta mi garganta. Di un grito de dolor mientras sentía cómo me desgarraba el culito. Seguí gritando por un buen rato entre las risas y el júbilo de los presentes.
-Aaahh, Aaaaahhh, Aaaaaaaaahhh! Ya ya me la has metido entera
Enrique me miro sonriendo mientras despejaba de mi cara mi flequillo sudoroso.
_No Eva. Solo te ha metido el capullo pero si ha entrado eso entrara el resto descuida
No podía creerlo. Hubiera jurado que ya me la había metido entera porque me dolía un montón ¿y todavía quedaba más? Gabriel empezó a gruñir. Se ve que a él también debía de dolerle un poco. Movió la polla en círculos dentro de mi culo y sentí como un par de centímetros más invadían mi agujerito. Yo no paraba de gritar, nunca había sentido un dolor así. Ahora si notaba claramente su polla destrozarme y, viéndose con un poquito de la polla enfilada Gabriel tomo aire y, sin previo aviso, envistió con todas sus fuerzas. Sentí entrar cada uno de los centímetros de su polla. Aullé mientras ese hijo de puta me partía el alma en dos y los otros cabrones aplaudían entusiasmados. Gabriel no tuvo piedad de mi. Supongo que, estimulado por los gritos de sus amigos y por mis aullidos de dolor debía de sentirse un campeón, así es que empezó a bombear con energía. Yo pensaba que debía de estar sangrando a raudales. El dolor era tal que no podía localizarlo en un sitió en concreto y aquel bastardo seguía embistiéndome sin compasión, gruñendo como un cerdo en el matadero. Tenía los ojos llenos de lagrimas y me sentía exhausta así es que me abandone y le deje hacer cuanto quisiese, mientras yo seguía llorando y aullando. Debió de estar 5 minutos a toda caña, hasta que se le ocurrió la brillante idea de seguir bombeando con más fuerza, pero esta vez sacando su polla entera y volviéndola a meterla entera en cada bombeo. Creí perder el conocimiento, pero no tuve tanta suerte. Sentí cada una de las brutales penetraciones como si fuera la primera. 15 minutos más tarde el ritmo del chico empezó a ser más arrítmico por lo que deduje que debía de estar a punto de correrse y recé para que lo hiciera cuanto antes. Por fin le oí gruñir, se dejo caer sobre mi espalda y me mordió muy fuerte. No puedo decir que sentí su semen en mi culo porque a esas alturas yo no sentía otra cosa que un ardor insoportable en todo el cuerpo, pero efectivamente ya se había corrido. La sacó de una vez y enseño mi culo a sus colegas. Según pude adivinar por los comentarios, mi ano parecía el interior de un vaso de tubo. Todos gritaban y silbaban felicitando a Gabriel mientras yo seguía tirada en la mesa entre llantos y convulsiones. De repente vi aparecer al viejo. Me había olvidado por completo de él. Llegó hasta mí y me acarició paternalmente la cabeza bañada de sudor. Se llego hasta mi culito y observo con detenimiento y con su ya habitual expresión de concentración dijo.
-Bueno bonita. Esto está cerca de terminar.
Le indicó al chaval sin nombre que fuese a por lo suyo mientras seguía mirando mi ojete y asintiendo con la cabeza mecánicamente. ¿Qué cojones era lo suyo? El chico fue hasta la cocina, abrió la nevera y volvió con algo entre las manos que no conseguí identificar. Yo estaba jadeando como una loca, el sudor me caía por la cara y me entraba en los ojos provocándome un considerable escozor. Pero aquellos hombres seguían sujetándome como si aquello no hubiera terminado aun. El chico le dio al anciano lo que traía y este se acerco hasta mí. Por fin pude ver lo que traía entre las manos. ¡Era un puto pepino! ¡Un pepino enorme! ¿Estaba de coña?
-Veras, me dijo exhibiendo por primera vez su desdentada sonrisa. Yo ya no puedo satisfacerte como estos. Si me hubieras cogido unos años antes te habría dado lo tuyo créeme, pero hoy en día estoy muerto de cintura para abajo así que ¿te parece justo que yo no participe en la diversión de una reunión de amigos?
-Nooooo! Gritaron todos contestando por mi
-No es lícito que, no pudiendo utilizar la polla, utilice cualquier otra cosa que tenga a mano
-Siiiiiiii! Gritaron todos riendo y al unísono
¿Qué coño era eso? Pareciera que todos supieran de antemano lo que el viejo se disponía a hacer. Como si ya lo hubieran hecho más veces antes.
-y pudiendo elegir el objeto continuó el viejo. No es un pepino como este, dijo mostrándome el enorme vegetal, un digno sustituto de la polla de un viejo
- Siiiiii! Corearon todos de nuevo riendo con carcajadas nerviosas. ¡Pepino! ¡Pepino! ¡Pepino! ¡Pepino! ¡Pepino!
-Pe.. Pero mi padre
-Tranquila tesoro, dijo Enrique acariciando de nuevo mi cabeza para tranquilizarme mientras el viejo se dirigía pepino en mano hacia mi culito. Cuando terminemos te daré el teléfono de mi hija, o de la Rebeca, la hija de J.L. ellas podrán hablarte de tu padre jajaja podrán hablarte largo y tendido y quién sabe, probablemente dentro de se interrumpió y preguntó a Gabriel que limpiaba de su polla los restos de sangre ¿cuántos años tiene tu hija Gabriel?
-cinco, respondió este con una estúpida sonrisa de orgullo paternal
-Probablemente después de catorce años, continuó Enrique, tengamos que darle tu teléfono a la hija de Gabriel.
Cerré los ojos anticipándome a lo que venía
-hijos de putaaaaaaaaaahh