Jugando al Despiste 2

"Ella me mira y su mirada choca con mis gafas, yo la puedo ver perfectamente a través de mis lentes, veo sus pupilas dilatadas, su boca entreabierta, su respiración agitada... "

Abro los ojos. Mi dolor de cabeza es notorio e intento ubicarme pésimamente. Por lo primero que veo, esta no es mi habitación, claramente, porque ese maldito perro que no para de ladrar no lo había escuchado en mi vida. Empiezo a recordar y con esto lo único que hago es asustarme.

Me levanto bruscamente y cuando estoy apunto de incorporarme sobre la cama, un dedo índice choca contra mi frente y me impulsa hacia atrás, tumbándome otra vez.

-Pero qué...-Digo elevando la vista. Me coloco rápidamente las gafas polarizadas y oscuras que están en la mesita que tengo al lado de la cama en la que estoy. Y veo a un hombre, de mi edad, con el pelo castaño y corto, ojos almendrados y una ropa un tanto extraña... ajustada a su cuerpo, parecía preparado para luchar.-¿Se puede saber qué coj...?-

-Vale, vale, no te alteres y no te levantes, sino tu cuerpo te lo hará pagar-Me interrumpe mientras busca algo en el cajón de la estantería de mi derecha. Parece que lo encuentra y girándose en mi dirección, esboza una cálida sonrisa y continúa:-Bueno, es normal que estés alterada, te hemos secuestrado... literalmente-Suelta una carcajada-Pero no te preocupes, nosotros somos los buenos. ¿No has notado que te vigilaban? Llevan observándote y vigilando todos tus movimientos desde el fallecimiento de tu madre, pequeña. Nosotros eramos la familia, aunque no de sangre, de tu madre. Es decir, mis padres, y así pasa con mis compañeros. Y quita esa cara ya, poco a poco verás las cosas más claras. Anda, tómate esto, te quitará el dolor de cabeza.-Termina ofreciéndome la pastilla y un vaso de agua.

Acepto la pastilla porque mi cabeza me está volviendo loca. Noto un zumbido y me está matando. Tras habérmela tomado y haber reflexionado un poco sobre el asunto le digo:

-Bueno... Así que entráis a mi casa sutilmente y me dormís con cloroformo también sutilmente, ¿y me estás diciendo que sois los buenos? Permíteme el beneficio de la duda-Le comento incorporándome a pesar de sus advertencias. Y  no debería haberlo hecho, porque casi caigo al suelo mareada de no ser por que me ha ayudado.-Mierda... ¿cuándo se supone que se me va a pasar esto? ¿y cuándo podré volver a mi casa, que es lo más importante? ¡Ah! ¿no tendréis una taza de café por ahí.... verdad?- Si cuela, cuela.

El desconocido solo tiene a reírse y salir de la habitación diciendo:-Sí, estás de suerte, ahora te la traigo y seguimos hablando. No hagas nada raro, anda.-Termina mientras cierra la puerta.

Ahora me dedico a observar la habitación en la que estoy. No es nada fuera de lo normal, rectangular, con una mesa y una silla de estudio, una estantería a mi derecha, una ventana a mi izquierda con la cortina pasada y la cama en la que estoy yo tirada. Estupendo. Genial Kat, siempre te tiene que pasar a ti.

Pasados unos minutos entra otra persona, y si no estaba ya suficientemente sorprendida y asustada por el secuestro, no es otra vez el chico, sino que esta vez es una mujer rubia que me resulta familiar... Ay dios... Genial, Victoria.

-Vale, sé que me querrás matar y no te esperabas que yo estuviera metida en esto. Y no, el accidente que tuvimos ayer no fue parte del plan. Y si, teníamos un plan. Y por Dios, deja de mirarme así-Dice rápidamente todo mientras me entrega una taza de café con leche.- Antes de que me interrogues o algo peor, dime, ¿cómo estás?-Me pregunta con notoria preocupación en su voz. Cosa que me sorprende.

-¿Qué... qué como estoy? Vamos a ver... creo que me voy a tirar por esa ventana de ahí con semejante lío que me estáis armando.-Le contesto cerrando los ojos y aspirando el aroma del café, intentando tranquilizarme.-Mira, no entiendo por qué me seguían, ni por qué me habéis secuestrado pudiendo haber hablado conmigo tranquilamente y de paso me lo explicabais todo.-Termino dándole un sorbo.

-No teníamos tiempo Kat... ¿puedo llamarte así?-Me pregunta mientras se sienta en el borde de la cama en la que estoy situada. Le asiento mientras sigo dándole pequeños sorbos al café. Está hirviendo...- Esta noche irían a por ti. Teníamos un soplo de un topo que habíamos metido allí. Así que no nos quedó otra. Porque supongo que si hubiéramos tocado a tu timbre y te hubiésemos explicado la situación a las dos y media de la madrugada, no nos habrías acompañado.

-Ya, de hecho, raro hubiese sido que os abriera-Le comento esbozando una sonrisa de medio lado. La veo sonreír a ella también. Joder, cómo me gusta su sonrisa. Me pongo seria derrepente por lo que acabo de pensar y sacudo la cabeza casi imperceptiblemente negandolo.-Entonces... ¿quiénes sois tú y yo amigo? ¿qué hago y qué pinto yo aquí?-

-Verás... es complicado.-Dice incorporándose y yendo hacia la ventana. Se sitúa delante de esta y comienza a explicarme-Tu madre siempre ha pertenecido a nuestra orden, de forma secreta, por que no nos hemos dado a conocer en la vida social que tú conoces. Somos personas como tú y como el resto de la humanidad, a excepción de que en nuestro ADN hay combinaciones distintas que nos hacen únicos y especiales. Tú lo habrás notado, ¿verdad? Desde siempre, constantemente tapada y muriéndote a veces de calor por no saber dominar tu “problema” así como tú lo llamas. Para nosotros no es un problema, porque también hemos nacido así, y somos el siguiente paso de la evolución. Kat, los humanos cambian, evolucionan, no nos anclamos en una misma época y cambiamos, tanto física como psicológicamente para poder mejorar. Aunque eso es algo que ellos no entienden... nosotros los llamamos los inertes, porque no cambian. Y a nosotros mismos podemos definirnos pero no nos gusta cómo suena, mutantes, porque es lo que tenemos, una mutación de un gen específico en nuestra sangre. Pero nos llamamos los cambia-formas. Mejor que mutantes... ¿eh?- Termina dándose la vuelta en mi dirección y sonriendo.

-Si, entiendo... Ahora sí que voy a tirarme por esa ventana.-Le contesto incorporándome y comenzando a ponerme mi chaqueta y mis botas. Madre mía, ¿inertes, cambia-formas o mutantes? Con lo bien que estaba yo sola, en mi casa, con Pistacho y la universid.... ¡Ostias Pistacho!-¿Qué habéis hecho con mi gato?- Le pregunto al acordarme derrepente de él.

-No te vas a tirar por ningún sitio. Y lo hemos traído, está con John, el chico que ha venido antes, en el salón.-Dice mientras avanza en mi dirección, mientras yo intento evitarla y me voy dirección a la puerta para salir corriendo a por Pistacho y largarme de esta casa de locos-No te vas a ningún sitio, Kat.- Y cuando estoy abriendo la puerta, veo su mano cerrarla, quedando ella detrás de mi con el brazo derecho extendido y yo entre la puerta y ella.

Mierda, ahora sí que me está poniendo nerviosa. Su olor... ¿usará perfume o es natural? Huele tan bien.... Estupendo, intentando huir y pensando en su olor. GENIAL. Pero también noto su calidez, está tan cerca de mi, casi noto sus pechos rozando mi espalda. De pronto, noto como inclina la cabeza y la acerca a mi nuca. Siento como aspira y... ¿gruñe? Pero qué... reconozco que eso me ha disparado el libido

-¿Se puede saber qué...?- Me giro rápidamente en su dirección quedando ahora a muy pocos centímetros nuestras caras y cuerpos. Ella me mira y su mirada choca con mis gafas, yo la puedo ver perfectamente a través de mis lentes, veo sus pupilas dilatadas, su boca entreabierta, su respiración agitada... Y sin pedir permiso me quita las gafas rápidamente, a lo que cierro los ojos enseguida. -Devuélvemelas. Victoria, devuélvemelas, no puedo ver bien sin ellas, por favor.-Hay un deje de súplica en mi voz, y noto como eso le turba los sentidos y flaquea.

-Abre los ojos. He pasado la cortina, aquí lo hay luz artificial. Puedes abrirlos. Ábrelos. Por favor, ábrelos.-Me susurra aun muy cerca de mi, se aleja unos centímetros y tímidamente los abro. ¿La última vez que iba por ahí sin mis gafas? Creo recordar que fue hace unos cuatro años cuando se me cayeron al suelo y casi me da algo, aunque estaba en casa y Pistacho me miraba como si fuera loca.

Y al abrirlos veo la sorpresa escrita en su cara. Por lo que miro hacia otro lado y le digo: -¿Ves? Te dije que me dieras las gafas...- Ella sigue sin hacerme caso, y dirige las manos a mis mejillas para que la vuelva a mirar y me mira tan fijamente que noto como si me estuviera leyendo el pensamiento.

-Dios mio..-La escucho susurrar. Acaricia con sus pulgares mis mejillas suavemente y dejando un mechón rebelde tras mi oreja continúa:-Deberían prohibirte usar esas gafas.- Solo me puedo reír ante ese comentario que no me esperaba. Y de pronto escuchamos como alguien se dirige hacia esta habitación. Por lo que ante su desconcierto, consigo escabullirme y recoger mis gafas, voy hacia la ventana y la abro. Miro hacia atrás y veo como era John la persona que ahora asoma la cabeza por la puerta y Victoria avanzando hacia mi con cara de “ni se te ocurra” Cojo algo de carrerilla y cuando estoy apunto de lanzarme noto como me sujetan de la cintura y me impulsan hacia dentro. Caigo de espaldas sobre Victoria y escuchamos la risa de John mientras dice: -Bien, os dejo solas, no tardéis en bajar, que la comida está lista- Y se aleja por el pasillo aún riéndose.

-¡¿Se puede saber qué te pasa?!¡Ni se te ocurra volver a hacer eso!-Me dice abrazándome por la espalda. Yo aun sigo atónita por las muestras de cariño que parece darme.

-¿Y por qué no? ¡Si quiero tirarme, me tiro!¡Sois vosotros mis secuestradores, y me hablas de ser razonable!- Le digo alertándome yo también. Intento salir de la trampa de su abrazo, pero me resulta imposible. Tiene una fuerza increíble.

-Lo siento, lo siento...-Dice mientras se incorpora conmigo-Pero necesito que te tranquilices y... mira, ¿qué te parece si bajamos, comemos y entonces preguntas y haces todo lo que tengas que hacer?- Me pregunta tratando de calmar el panorama.

Me suelta por fin, y suspirando salgo por la puerta y ella me sigue. Veo que la cocina está bastante cerca, y veo a John con un delantal de flores y jugando con Pistacho. Genial, ahora mi propio gato me traiciona. Él se percata de nuestra presencia y sonriéndonos nos dice:

-Bien señoritas, pasen ustedes al salón, para degustar unas estupendas latas de conserva y arroz blanco- Ante ese comentario no puedo evitar soltar una risa- ¿Qué? Es lo que hay- Me dice también riéndose.

Vamos al salón y allí estaba la mesa puesta. Tras comer esas “delicias” que sospecho que pasarán factura a mi estomago, Victoria recibe una llamada y se va al balcón para contestar. En eso que John y yo estamos en el sofá, y aprovechando que está conmigo a solas dice:

-¿Qué? ¿A que mola que te secuestren así?- Pregunta mientras se dedica a jugar con Pistacho.

-¿Mola? Oh si, es la caña, colega.-Le contesto riéndome por la expresión que ha utilizado.

-¡Eh! No te metas con mi preciado léxico.- A lo que levanto las manos indicándole que “de acuerdo, de acuerdo”- Por cierto, ¿te ha contado ya Victoria lo de nuestra orden y eso?-

-Sí... bueno, esto tengo que asimilarlo.- Le contesto recordando la conversación. Y me estremezco al recordar también el momento de la puerta, su cuerpo y el mio tan juntos... En eso que veo que John está hablando y no le estoy escuchando que digamos.

-... lo de las parejas- Termina mientras aparta la mano ya que ha hecho enfadar a Pistacho-

-¿Qué?-Le pregunto, por una parte porque no he escuchado lo que ha dicho y por otra porque me ha llamado la atención “lo de las parejas”.

-Oh... vale, eso no te lo ha contado.- Me contesta y su cara muestra una desaprobación por haber dicho algo que no debería haber dicho.- Pues bueno... tampoco es nada importante...-

-Dímelo- Le digo viendo su sonrisa nerviosa, más bien se lo exijo- Me habéis secuestrado, puede que por mi bien, deberías contarme lo que no sé- Intento razonar con él.

-Bueno... es que, la gente como nosotros, los cambia-formas, tenemos una curiosidad en el amor... por supuesto que podemos enamorarnos y se parece al amor de los inertes, pero lo nuestro es más... ¿cómo decirlo? Diferente. -Termina adivinando la palabra.

-¿Diferente?¿ A caso os desnudáis y bailáis desnudos alrededor de una hoguera o algo semejante?- Le pregunto y empieza a reírse a carcajadas lo que provoca que yo también me ría, ya sea por el comentario o la situación tan increíble en la que me encuentro.

-No, no, pero estaría bien- Contesta secándose las lagrimas- Verás, es algo mucho más fuerte. Cuando nos enamoramos todo nos atrae de esa persona y lo sentimos enseguida. Lo primero suele ser el olor, tenemos el olfato más desarrollado y por eso, digamos que nos obsesiona.- “No me digas eso...” lo único que podía pensar en ese momento- Y después, uno de los dos, se marca con una señal que es el símbolo celta de su pareja.

-Entiendo... Pero ¿lo hace por voluntad propia?-

-Sí, sí, y normalmente lo hace aun no sabiendo si la otra persona le quiere. Es como una ofrenda, llamémoslo así, aunque queda muy medieval.- Acaba riéndose otra vez. Este chico es la felicidad personificada...

-Así que, si alguien se tatúa el nombre de otra persona y esta no le quiere ¿qué ocurre?-

-Pues, que irá toda su vida con el nombre de alguien que no le quiere. Pero nuestro amor, a diferencia del de los inertes, es único. Es decir, sólo tenemos un amor a lo largo de toda nuestra existencia. Lo que es peor, porque si alguien no te corresponde, pasarás toda tu vida enamorada de alguien que no siente lo mismo por ti.- Finaliza con una mirada triste.

-Vaya... no parece un buen plan, pero...-

-¿Qué no es un buen plan?- Entra Victoria interrumpiendo la conversación y mi reflexión, tanto verbal como mental. Esta mujer me altera los sentidos. Pero de forma inerte ¿eh? No, no, no tiene nada que ver con lo que acaba de decir John. Imposible.

-¿Eh? Nada, nada, no sé, nada- Empieza a tartamudear John y se levanta- Voy, voy a la cocina.- Mientras sale corriendo prácticamente del salón dejándonos a las dos con cara de “¿y a este qué le pasa?”

-¿Algo importante?-Le pregunto a Victoria para cambiar de tema, refiriéndome a su reciente llamada telefónica.

-Oh, pues... me temo que mañana tendremos que irnos ya.- Me contesta mirándome con ¿culpa?- ¡John, prepara las cosas, mañana nos vamos!- Grita para que le escuche.

-¡Ooooido coina!- Responde John mientras escuchamos cosas caerse, lo que me produce una sonrisa.

-Este hombre... ¿estás mejor?- Me vuelve a preguntar esta vez dirigiéndose a mi. Otra vez con la preocupación dibujada en sus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué se preocupa por mi? Aunque... todo sea dicho, me encanta. No puedo evitarlo.

-Sí, ya me ha hecho efecto la pastilla y ya estoy mejor, gracias.- Le contesto restándole importancia, aunque parece que no le he convencido mucho. -¿Os vais?- Le pregunto intentando volver al tema.

-Nos vamos-Me corrige mirándome- Me ha llamado uno de nuestros superiores por así decirlo, es quién nos ha ayudado a rescatarte, cuando estemos allí todas las dudas que te puedan quedar serán contestadas, no te preocupes. Mientras tanto... ¿podrías quitarte las gafas? Más tarde te lo explico.- Que obsesión con mis ojos, Dios mio... si por mi fuera... en fin, me quito las gafas y las dejo encima de la mesa del salón mientras ella llama a John otra vez.

-¿Qué, qué ocurr...?- Empieza preguntando y cuando gira la vista hacia mi se calla y deja la frase flotando en el aire.- Son... son...-Dice señalándome mientras mira a Victoria que lo único que hace es asentirle.- ¡JODER!- Grita por último mientras viene a hacia mi prácticamente corriendo, por lo que me alejo un poco de él y noto de pronto la mano de Victoria en mi hombro intentando relajarme cuando lo único que hace es ponerme más nerviosa...- Es ella...- Acaba de susurrar John mientras me mira con los ojos llenos de admiración. ¿Alguien me puede explicar lo que está pasando aquí?- Nos largamos de aquí, tienen que verla. ¡Es ella, es ella!-Dice emocionado mientras se va a preparar las maletas.

-Perdónale, es muy efusivo. Verás Kat... tus ojos, el color de tus ojos son de tu padre, ¿verdad?- Me pregunta Victoria ante mi cara de no entender absolutamente nada. Solo tiendo a asentirle con la cabeza-Verás... teníamos una sospecha de por qué te estaban vigilando, pero en fin, no creíamos que sería porque eras la última heredera de la única familia ya fallecida que tenía sangre directa con el primer cambia-formas.

-Ah, estupendo, magnifico, marvill...- Casi caigo al suelo, aunque Victoria me sujetó o eso creo, porque eso ya era la gota que colma el vaso en este dichoso día.

-¡¡Kat!!- Fue de las últimas cosas que oí- No te preocupes, preciosa... no permitiré que te hagan nada.- Eso me pareció soñar... Creo.