Jugando a Polis y Cacos

...oí la ebilla del cinturón, la cremallera y...

JUGANDO A POLIS Y CACOS

Hola, lo primero me voy a presentar, me llamo Gabriel y tengo 21 años recién cumplidos, mido 1.75cm, 63kg, atlético, ojos color miel, pecoso...

Os cuento que trabajo en una tienda de música al sur de la ciudad, por lo que todos los días he de cogerme el suburbano para atravesarme la ciudad. El otro día, había llegado a mi parada y me bajé del tren. Subí las escaleras centrales mientras la gente se apelotonaba por subir por las escaleras mecánicas. Yo iba divisando el mercado que subía hacia la superficie y la que bajaba para tomar su tren.

Una vez en el vestíbulo me dispuse a salir, cuando pasé las barreras, me di de bruces con un guardia jurado que estaba vigilando la estación. Yo, como a todo el mundo le mire de arriba abajo pero me paré a mirar durante unos cuantos segundos en una parte de su cuerpo... su paquete.

Yo seguí de frente cuando de repente oigo "he tu, chaval" así que miré para atrás, –era el madero el que me hablaba- le miré, y le dije que qué quería con la cabeza. Él se acercó y dijo...

¿Te estas poniendo chulo?

A lo que contesté que para nada pero que tenía prisa y que me estaba retrasando.

Así que tienes prisa, ¿eh listillo?, venga, me vas a acompañar ahora mismo.

Yo me quedé pasmado y le dije que yo no iría a ningún sitio más que a la calle, a lo que me dijo que eso ni soñarlo, que le iba a acompañar al calabozo ahora mismo en donde me iba a interrogar... Intenté escaparme esquivando y corriendo entre la gente pero el agente me detuvo antes de que llegase a la puerta de salida, me agarro muy fuerte del brazo y me arrastró contra la pared, me puso las manos sobre ella y las piernas abiertas, me empezó a registrar, desde la cabeza, pasando por espalda, cintura, culo, piernas y pies. Me cogió, me dio media vuelta, me esposó y me llevó por todo el suburbano hasta llegar bajo los andenes en donde están los calabozos.

El lugar frío, húmedo y apenas tres bombillas lo iluminaban. El policía cerró la pesada puerta de un portazo y cerró con llave. Me forzó a sentarme sobre una silla que había frente a una mesa. Él se fue al fondo del habitáculo y trajo consigo un cajón de madera en donde se sentó al otro lado de la mesa.

Y bueno... dime ahora... ¿qué cojones mirabas antes niñato de mierda?

¿Yo?, nada, ¿porqué? –dije-

No me jodas y dime de una puta vez que es lo que mirabas.

El poli se puso de pie y se sentó en el pico de la mesa, dejando ver perfectamente su paquete, bien grande, bajo los pantalones marrones ajustados del uniforme.

Yo le mire rápidamente de nuevo, pues me daba un morbo que no lo podía aguantar pero ésta vez no me pude quedar tanto tiempo mirándole pues me cogió y me estrelló contra la mohosa pared, me empezó a registrar de nuevo... me abrió el peto de mi chándal y me sacó la camiseta por fuera, al llegar a las caderas, me cogió de la goma del pantalón y tiró para abajo dejándome toda mi ropa en el suelo y con mis boxer color crema a medio bajar y la camiseta del Real Madrid.

El policía no dejaba de toquetear mis piernas y arrimarme su paquete a mi culo mientras me decía

Mirabas esto, ¿no?

Ya me estaba aburriendo de tanta tontería, así que le dije que si, y que me dejara ir.

Eso esperaba oír yo, pero no, no te voy a dejar ir, ya que la miras tanto la vas a catar ahora mismo

Pero es que tengo q entr...

No tienes que hacer nada más que rezar para que no te raje este culo que tienes ahora mismo de una embestida.

Dicho y hecho, oí como se quitaba el cinturón, se bajaba la cremallera y de repente... aaaaaaaahhh, note un dolor profundísimo dentro de mi, empecé a gritar de dolor, suplicaba que parase y cuanto más gritaba, mas fuerte me la metía mientras me agarraba mis huevos y me los estiraba brutalmente hacia el suelo.

Mis gritos retumbaban en toda la habitación. Cállate de una puta vez, estas a 35 metros bajo tierra, bajo 4 metros por debajo del túnel del suburbano... nadie, absolutamente te va a oír, así que déjame follarte a gusto –me dijo entre gemido y gemido-

Al cabo de una eternidad de dolor y en el fondo, de placer, el guardia jurado me empezó a meter con muchísima más fuerza pudiendo notar sus testículos golpearme en cada embestida. Ésta vez sus gemidos superaban los míos. Aunque se había corrido ya dentro de mi, siguió fallándome mientras me masajeaba mi polla, subiéndome y bajándome la piel como buena paja se hace uno.

Casi casi empezamos los dos a gemir, él subió el ritmo de las penetraciones y en poco rato, nos empezamos a correr los dos, el de nuevo dentro de mí, y yo sobre la húmeda pared.

El segurata me cogió por mis pectorales, apoyó su sudada cabeza en mi hombro y suspiró.

Me ha gustado mucho follarte niñato, ahora he de mear y limpiarme un poco, ni te muevas hasta que yo te diga...

Yo no sabía a que estaba haciendo pero de repente empecé a notar una sensación muy rara dentro de mí. El policía se había corrido dos veces dentro de mi, y ahora, sin sacármela un solo segundo, estaba orinando dentro de mi. Cuando termino, me cogió de la nalgas con ambas manos y sacó su polla.

Me subió los boxer y me sentó en la silla dejándome a la altura de su todavía hinchada polla. Ahí fue cuando realmente pude ver porque me dolió tanto. Sus huevos parecían dos pelotas de tenis, bien morenitos, grandes y llenos de pelos, subiendo estaba su pollazo, era grande todavía, a medio empalmar debería de medir unos 17cm y de grosor unos 4cm, era venosa y al revés de su capullo, era también de color oscuro.

Miré para arriba y el guardia jurado me agarró la cabeza forzándome a comerme su polla.

Ahora me la vas a comer como buen perrito pues todavía me quedan buenas horas de servicio y no voy a tener mi rabo manchado, así que empieza a lamer muy bien –dijo-

Yo cerré los ojos y abrí la boca, empecé a chupar y a tragar sus restos de orina, lefa e incluso sangre que me había hecho. El madero me agarra bien de la cabeza y hacía movimientos como si de una mamada se tratase... cosa que pocos minutos pude comprobar que se trataba de ello pues empezó a moverse de nuevo, follándome ésta vez mi boca... hasta que me la metió bruscamente de una atacada hasta la garganta y una vez allí pude notar como me ahogaba, su lefa volvía a brotar de su glande para ésta vez horadar mi estómago.

Luego me dejó vestirme, mi culo quería chorrear la meada de aquel tipo pero yo apretaba con todas mis fuerzas pues al menos tendría que llegar a un servicio en donde poder limpiarme un poco.

El poli abrió la pesada puerta y me condujo a la calle en donde me despidió con un apretón de manos dejando su número de teléfono apuntado en un papelucho.