Jugando a los desconocidos (I)
Corrí hacia mi habitación aún con los vaqueros desabrochados. Cerré la puerta tras de mí y apoyando la espalda sobre ella me dejé caer flexionando mis rodillas. Podía oler el aroma que desprendía los restos de semen de mi vecino sobre mi cuerpo.
Corrí hacia mi habitación aún con los vaqueros desabrochados. Cerré la puerta tras de mí y apoyando la espalda sobre ella me dejé caer flexionando mis rodillas. Podía oler el aroma que desprendía los restos de semen de mi vecino sobre mi cuerpo. Sin pensármelo dos veces accedí a mi entrepierna con una mano, notando como mis dedos se impregnaban de ese líquido viscoso. Acto seguido me los llevé a la boca para saborearlo, mientras con la otra mano atrapaba mi clítoris entre mis dedos anular y corazón. Oía ruidos detrás de la puerta, pero el sabor del semen me pedía más. Quería masturbarme y dejé mi mente volar…
Estaba en cuarto de carrera y acababa de terminar los exámenes de junio. Llevaba casi 4 meses separada de mi novio. Él estaba trabajando fuera y mi vida sexual se limitaba a alguna conversación telefónica subida de tono (Aunque he de reconocer a él no se le daba demasiado bien eso de expresarse por teléfono y al final terminaba masturbándome sola debajo de las sabanas…). Hasta entonces nunca me había planteado ponerle los cuernos (En otra ocasión relataré mi primera y de momento única vez), pero sinceramente necesitaba sentirme deseada, tenía ganas de sexo y no sabía cuánto iba a poder aguantar así. Hasta que un día recibí la llamada de mi novio pidiéndome un favor algo especial. Según él llegaba a la ciudad su primo el “marginado”. Era el único primo que no tenía relación con los demás, además era un poco friki, algo introvertido y según sus palabras, “un auténtico gordales”. Ninguno de sus primos quería ir a recogerlo al aeropuerto y me pidió por favor que lo recogiera y lo llevara a cenar algo. Solo sería esa noche, puesto que al día siguiente según me dijo se iría de nuevo. Mis ganas no eran demasiadas, pero precisamente esa noche mis amigas no iban a salir y bueno no me importaba hacerlo por él.
Tenía ganas de arreglarme la verdad. Llevaba demasiado tiempo estudiando en casa, con todo tipo de pijamas y me apetecía ponerme guapa, así que aproveché y me puse una falda con estampado de cebras. No era demasiado corta, pero tenía una raja en medio por delante que dejaba ver lo justo del interior de mis muslos que me parecía bastante sexy. Me coloque un top negro sin sujetador y unos tacones negros y me dije “Que se muera de envidia el primo gordo de mi novio.”
Le esperé en la puerta de Salidas del aeropuerto mientras me entretenía mirando un poco el Instagram. Ya que me iba a pasar toda la tarde lidiando con el primo gordito de mi novio, que menos que alegrarme la vista un poco con el insta. Menudos cuerpos, que abdominales… En fin, cerré el móvil porque ya me estaba poniendo nerviosa cuando de repente vi a uno de esos maromos de insta dirigiéndose hacia mí. Alto, muy moreno, brazos incluso demasiados grandes para mí que me gustan los tíos bien grandotes... “Ojalá fuera este…” y de repente…
- ¿Ana...? Eres tú, ¿no?
No daba crédito, o mi novio me había mentido o tenía tan poca relación con su primo que no sabía que se había convertido en autentico pivonazo. Lo miré a los ojos con carita de cordero degollado, notaba como mis labios y mis ojos se derretían mientras me miraba...
- ¿Pablo? Que sorpresa yo...
- Ya ya, supongo que el cabrón de Carlos, como todos mis primos, aun piensan que soy el gordito de la familia…
(Le mire avergonzada mientras no podía quitarles los ojos a los brazos. Llevaba un polo que le marcaba perfectamente el bíceps y los pechos, madre mía…)
No por favor, no me malinterpretes solo que... (Mientras que a mí se me notaba nerviosa, a él se le veía bastante cómodo con aquella situación y también me miraba curioso...)
No te preocupes de nada Ana. Por lo menos ya veo que Carlos no me mintió cuando me dijo que ibas a recogerme. Eres guapísima…
- Jo muchas gracias… (Me tocaba el pelo, continuamente nerviosa, no me lo podía creer, pero estaba coqueteando con el…).
- ¿Bueno, vamos a ir a cenar no? Tengo un hambre que me muero… (Juraría que mientras me lo decía me miraba el corte de la falda y por un momento sentí que me estaba gustando el intercambio de miradas).
- Claro, claro. Vamos a ir a un sitio en el centro, cerca de casa que te va a encantar.
- Eso espero Anita, porque vengo con un hambre…
Cogimos el coche y nos encaminamos hacia el centro de la ciudad. Al principio estaba nerviosa, pero él estuvo todo el tiempo mirando el móvil y solo hablaba con monosílabos. Por lo que hablamos, era un tío bastante interesante. Era ingeniero informático, de ahí que sus primos lo llamaran friki, y se encargaba de diseñar sistemas informáticos para una empresa japonesa con su sede en Madrid. Ganaba bastante dinero y además estaba como un tren… ¿Dónde estaba la novia de semejante pivon…?
Llegamos y nada más sentarnos Pablo decidió ir al baño justo en el momento en el que mi novio me llamó.
- Hombre cariño ¿Cómo estás, ya estáis cenando? Muchas gracias por ocuparte de Pablo, para el resto de primos eres nuestra heroína.
Por un momento estuve a punto de decirle que su primo el “friki” de la familia, en realidad era un pedazo de pivón, que estaba buenísimo y que se le veía bastante interesante. Pero en una décima de segundo pensé que al día siguiente se marcharía y que no había necesidad de ser sincera del todo…
- No te preocupes cari, no me supone ningún problema, ya sabes que me adapto a todo.
- Bueno Ana, si te molesta demasiado o estas muy incómoda vete a casa y lo mandas al carajo. Tú no te cortes que ese está acostumbrado a que lo dejen plantado.
- Ains cariño no seas bruto. Vamos a cenar y me iré para casa.
- ¿Está ahí contigo?
- No ha ido al baño... ¿Por?
- Porque no quiero que pongas caritas cuando te diga las ganas de follarte que tengo…
En ese momento me dio un vuelco el cuerpo, sentí como mis labios reaccionaban al estímulo inesperado y es que Carlos no me acostumbraba a decirme esas cosas tan directas y menos entre una conversación normal. Me dejé llevar.
- Espero que sigas con esas ganas cuando vengas, porque yo tengo las mismas ganas…
- ¿Ah sí?, ¿Tienes ganas de que te folle?
- Si… ¿Acaso no te lo crees?
- Si, pero quiero saber si tienes más ganas de que te folle o de follarme…
Sentía como aquella conversación me estaba poniendo especialmente cachonda cuando para mi sorpresa vi aparecer a Pablo por el pasillo de los aseos. Tenía que acabar, pero me estaba poniendo mucho…
- Cariño viene Pablo...
- Respóndeme
- Que me folles, prefiero que me folles.
- ¿Duro?
- Si…
- ¿Fuerte?
- Joder si… (Empecé a cruzar los muslos mientras notaba como la tela de mis braguitas rozaba mis labios con tanta sutileza como placer. Sin entender bien porque, mirando como Pablo se acercaba hasta mí, lo imagine desnudo. Mi novio había conseguido ponerme demasiado cachonda y ahora era la cara de Pablo la que imaginaba entre mis piernas). Pablo…
- ¿Qué dices nena?
- Pablo... que viene coño, tu primo, tengo que colgarte...
- Se buena...
Colgué cerrando los ojos mientras sentía como mi respiración se hacía cada vez más acelerada. Cuando los abrí Pablo estaba ya sentándose en la mesa mientras me miraba entre divertido y extrañado. Empezamos la cena y poco a poco me fui tranquilizando, aunque mi novio había conseguido sembrar en mi la semilla del sexo y cuando eso pasaba, no me quedaba tranquila hasta conseguir los orgasmos que fueran necesarios. Por un lado, me sentía mal al estar en ese estado cenando con el primo de mi novio, podía notar como mi mirada transmitía lascivia y deseo a lo que el en ningún momento rehuía mi mirada, incluso habiendo momentos en los que ambos parecía que sabíamos lo que pensaba el otro. Por otra parte, pensaba que él, mi novio, había sido el culpable porque me había llevado a ese estado sabiendo que estaba acompañada. Pero claro, él pensaba que mi acompañante era un “gordo” sin atractivo y entonces me volvía a embargar la culpa. Había tenido la oportunidad de ser sincera y decirle que su primo habría cambiado. Ya no era gordo, era un pivón, ya no era un friki, era un tio interesante y si… Me lo habría follado sin ningún problema… A Pablo lo notaba suelto, divertido con la situación y poco a poco la conversación cogió el rumbo a la cual estaba destinado, el sexo… Todo después de preguntarle si tenía novia, a lo cual me respondió que no, que no quería tener pareja estable en ese momento a lo cual con una sonrisa de lo más persuasiva le dije que lo que le gustaba era ir de flor de flor.
- Pues sí, ahora estoy disfrutando de tener sexo con diferentes chicas, y me encanta. (mi cara tuvo que ser tal que acto seguido me dijo…)
- Pero no pongas esa cara mujer. Tu seguro que estas bien satisfecha con mi primo. Carlos de pequeño se las llevaba a todas de calle…
- A ver, no me quejo, sexualmente estoy satisfecha, si, aunque lo de probar otra pareja también tiene su encanto.
- Pues sí, sobre todo por ver más gustos sexuales, hay chicas que jamás pensaba que tendrían ciertos gustos o aficiones. No siempre tiene que coincidir con mis gustos, pero bueno, por experimentar.
- Ya claro, hay que experimentar. Cuando tienes pareja, al contrario de lo que pueda parecer, experimentar se vuelve incluso más complicado, por falta de comunicación ya sabes…
- Exacto, sin embargo, cuando conoces por primera vez a alguien es como… “A ver que me encuentro” y te puedo garantizar que me he encontrado de todo…
- ¿Ah sí? (En condiciones normales la conversación solo hubiera ido en el sentido estrictamente teórico, pero en ese estado quería saber para imaginar...) ¿Cómo cuáles? (Intenté que pareciera una pregunta rutinaria, aunque en mi voz se pudo notar cierta impaciencia. Siempre he tenido el deseo o las ganas de experimentar ciertas prácticas poco habituales y pensaba que ese podía ser el momento de saber si ese deseo estaba fuera de lugar o por el contrario era algo no demasiado mal visto en la sociedad)
- ¿Segura que quieres saberlo? Mira que Carlos me puede echar la bronca por perturbarte...
- Nadie ha dicho que tengamos que contarle a Carlos toda nuestra conversación ¿No?... (Su mirada decía todo lo que yo estaba insinuando. En una décima de segundo vi como su mirada me atravesaba el top. No me había dado cuenta hasta entonces, pero fui consciente de que a esas alturas mis pezones ya estaban intentado rasgar la tela del top pudiendo notarse perfectamente a través de él. Aguanté su mirada y sentí como mi excitación iba de nuevo en aumento sin poder controlarlo)
- Solo te digo que no quiero ser el culpable de ningún malentendido con mi primo…
- A ver Pablo, que soy mayorcita, puedo tener una conversación de índole sexual con quien yo quiera… (Le cambió la cara al notar que endurecía mi mirada y de repente me soltó…)
- ¿Has visto “Kiki, el amor se hace”?
(Como podía ser que fueran por ahí los tiros… Claro que la había visto. Más veces de las que me gustaría reconocerlo. Y no precisamente acompañada, más de una vez me la había puesto sola en casa solo para masturbarme…)
- Si, alguna vez, si… (Mi mente recordaba escenas, momentos, diálogos, era un torbellino y sentía mis pezones cada vez más duros entre la fila tela del top).
- Pues yo la primera vez que la vi pensé: “Bah, esas cosas no pasan en la vida real...” Pues Ana, eso… y más. Está claro que la gente no va contando ese tipo de gustos por la calle, pero a poco que tienes don de gentes, vas hurgando, sabiendo como llevar el tema de conversación… Mis primos siempre me han visto como un “bicho-raro” porque de pequeña era introvertido, pero uno aprende… A ver la mirada de deseo, los anhelos…
- Bueno, vamos a cambiar de tema Pablo…
- ¿Eso quieres?
- Si…
- Yo creo que no…
- ¿Qué dices? Por favor…
(Mi respiración se agitaba, mi pecho se notaba elevándose un exceso, claro que no quería cambiar de tema, pero el morbo que se estaba generando era equiparable con la humedad entre mis piernas y aquello no podía terminar bien…)
- ¿Te has tocado en algún sitio público alguna vez?
- No te voy a responder Pablo…
(Claro que sí, desde que lo descubrí en los baños de la facultad un día en el que los tocamientos con mi novio llegaron a un punto de no retorno lo había probado en muchos sitios, en el cine, en el agua de la playa, en probadores... era por puro morbo y disfrutaba como una zorra de hacerlo)
- Eso es que sí, ¿Carlos lo sabe?
- Si, claro que si
- ¿Quieres ahora?
- Pablo para ya joder.
- Hazlo, he visto la falda que llevas una falda con una buena raja delantera, si abres un poco los muslos no será difícil que se suba…
- Me voy a ir Pablo, no quiero seguir con esto, no pienso ponerle los cuernos a tu primo.
- Pero Ana, ¿Quién habla aquí de cuernos? Lo siento, pero no pienso tocarte ni un pelo…
- ¿Ah no? (No me podía creer la desilusión que por un segundo me había invadido. Sus palabas me dejaron muda, desorientada y anhelando una reacción por su parte)
- Claro que no, ¿Por quién me tomas? No le pienso hacer eso a mi primo, solo te digo que lo hagas tu… No son cuernos, ni siquiera lo voy a ver… Pero veo tu mirada, y lo deseas.
Después del bajón mi cuerpo quería recuperar la excitación y por puro instinto, mis piernas se abrieron, mi falda iba cediendo, subiendo, sintiendo como el interior de mis muslos iban quedando al desnudo.
- ¿Ves? No es tan difícil… No queremos que nadie sospeche Ana, así que pon una mano sobre la mesa. Acaríciate por encima de las bragas, quiero que solo vayas asintiendo… ¿Húmeda? (Asentí) Vale, yo solo te voy a ayudar un poco, luego tu sola seguirás o no, según quieras y donde quieras… ¿Entendido? (Asiento) Aquí nadie sospecha que tienes uno de tus dedos sobre tus bragas, ¿Eso te excita? (Asiento casi cerrando los ojos). Sh-sh-sh… Mírame Ana, no te dejes llevar tanto, intenta controlarte. Ahora estíralas hacia arriba, juega con ella contra tu vagina.
Estaba tensa, cachonda, ardiendo. Mis pies estaban de puntilla aguantando la tensión de mis piernas y notaba como temblaba mientras jugaba con mis bragas por debajo de la mesa. Quería cerrar los ojos, apretarme fuerte el clítoris y dejar que mi cuerpo alcanzase el clímax. Pablo me estaba llevando por lugares que nadie antes había conseguido. Notaba mis labios presionados por la tela des bragas saliéndose por los lados. Estaban hinchándose demasiado y la braguita ya no conseguía abarcarlos.
- Cuéntame Ana. ¿Qué experiencia de la película te excita más?
- Pablo eso no…
- No te voy a juzgar, solo quiero que te sinceres, ahora solo estas tú, yo y el placer… A ver déjame imaginar: ¿Te pone la fruta Ana? Podemos pedir el postre jaja
- Jajaja idiota sí, me pone la fruta
- Desliza tus bragas Ana. No es eso lo que mas te pone, no me mientas…
- No voy a hacer eso
- ¿Ah no? No quieres pasarte un dedo libremente por tu sexo, sentir como te abres mientras todos los presenten ignoran lo que corre por tus venas en estos momentos…
Metí dos dedos dentro de mis bragas y separé mis labios. Esta vez cerré los ojos, me abandoné, mientras la mano encima de la mesa agarraba el mantel hasta estrujarlo entre mis dedos. La yema de los dos dedos que separaban mi coño eran pura electricidad. Mis ingles eran ya un riachuelo por el que manaba mi flujo interno. No, no podía más. Tenía que salir de allí. Cerré mis muslos y por un segundo casi jadeo al llegar a un orgasmo incontrolable. Pero me levanté, aun con la falda a medio muslo, me la acomodé y me dispuse a salir a la calle, el frío del ambiente me ayudó a serenarme. Salí sin mirar a Pablo, avergonzada, pero con la certeza de que nada más llegar a la soledad de mi casa me iba a masturbar imaginando como me follaba a aquel desconocido que casi me hace llegar a un orgasmo en mitad de un restaurante… Y eso que no abrí la boca acerca de la película… Ya nunca lo sabría, y mejor así. Llegué al portal deseando subir, a la carrera, casi temblando con las llaves en la mano… Abrí…
- Ni te muevas zorra. Si te portas bien solo me voy a llevar tu dinero.
Una venda anudada a mi nuca tapaba mis ojos. Un objeto punzante estaba clavado en mi cintura presionando mi hígado. El cuerpo de mi agresor pegado al mío, era alto, fuerte, una mano sostenía el objeto contra mi mientras la otra mano me agarraba la nuca contra la pared Mi mente era presa del… ¿Pánico? No, ojalá hubiera sido eso. No podía ser. No podía estar sintiendo pánico. Recordé la escena de la película, un robo, un forcejeo… Eso, ese era mi secreto. No podía pensar, solo quería que se fuera y no se diera cuenta de que presa tenía entre sus manos aquel hijo de puta.
- ¿Dónde tienes el dinero “pija” de mierda? (Joder, no llevo dinero nunca)
- No llevo, llévate mi móvil, mi reloj…
- ¿Qué te crees que soy tonto zorra? Si me llevo tu móvil la policía me encuentra en 10 minutos ¿Cómo no llevas dinero una “pija” como tú?
Apretó tu objeto contra mi cintura, su mano superior palpaba mi espalda y manoseaba todo lo que encontraba a su paso. Me rodeó posando el extremo de la yema de sus dedos sobre mis pechos pequeños. No había sentido tal mezcla de sentimientos jamás en mi vida. Solo quería que se fuera y que se llevara lo que quisiera de mi…
- Pues si no tienes dinero, algo tendrás que darme, ¿no pequeña?
Apretó su cuerpo al mío, era grande, se notaba que estaba en forma. No podía articular palabra. Se guardó el arma, su mano se poso sobre mi cintura y empezó a palpar mi cadera, bajó hasta una de mis nalgas y la subió apretándola contra su mano, mi cuerpo se tensó aún más. Mi cuerpo se apretó a la pared, pero solo conseguí que me siguiera apretándome aún más contra él. Su manaza se abrió y estrujó la zona superior de mi culo. Gemí, error. Su otra mano apretó una de ms tetas, pequeña, fue completamente enterrada en su pedazo de mano, la apretó a buen seguro notando como mis pezones estaban duros como témpanos. Al sentir mi pecho apretado un rayo de placer corrió por mi nuca y volví a gemir, error…
- Pero que pasa zorra, ¿Te pone esto o qué? La verdad es que estas muy buena zorrita, como se nota que las “pijitas” como tu se cuidan como deben…
- Por favor, déjame…
- Solo voy a comprobar una cosa, y si me equivoco… me iré.
La mano que agarraba mi culo pasó hacia delante, levantó mi falda sin ningún preámbulo y palpó mi entrepierna por encima de las bragas apretándomelas tanto que sentí como casi me las bajaba. Sus dedos se colaron por la tela y abrieron mi coño con rudeza. Jadeé, era imposible que no lo sintiera. Pringué sus dedos de flujo. Su mano izquierda agarró mi pelo. Y de un tirón metió dos dedos en mi coño. Los metió de forma experta. El hijo de puta sabía lo que hacía Lo arqueó dentro de mí dándome un placer indescriptible. Gemí. Me frotaba las paredes vaginales. Yo gemía, no quería, pero gemía. Otro dedo, me abría, cada vez más. Era una puta locura. Sus dedos clavados en mi coño, que no aguantó más. Mi cuerpo estalló. Las palabras de mi novio, los mandos de su primo y ahora aquel forcejeo era demasiado para mí. Me corrí en su mano. Mi flujo empapó mis bragas, mis muslos, el suelo… Mi cuerpo quedó tenso, entregado y no caí en la cuenta de lo que iba a pasar a continuación. Aquel desalmado subió mi falda hasta la cintura, sacó lo que era una polla de tamaño estándar y grosor nada despreciable y la colocó a a entrada de mi culo.
- Si me dices que no quieres que te la meta, me voy.
No lo hagas Ana. Ya has disfrutado Ana, has tenido la experiencia que querías, no te denigres más por favor. Pero ese pedazo de carne me daba con sus venas entre mis muslos, estaba caliente, ardiendo y suave y… Abrí los muslos.
No lo hagas Ana. Pensé en mi novio. No podía hacerle esto, el no me lo perdonaría, si lo hacía iba a quedar como una puta. Pero aquel hijo de puta me estaba dando el placer que mi novio no me había dado nunca. Sus dedos expertos me habían hecho correrme como eso, como una puta y quería más. Arqueé la espalda.
No lo hagas Ana. Esto puede ser el inicio de algo incontrolable, algo que se me puede escapar de las manos. ZAS. Un azote duro, repentino, seco… “Métemela”
- ¿Qué dices?
- Que me la metas joder
- Dilo más alto…
- Fóllame, por favor, fóllame.
Sentí como se agarraba la polla y la insertaba entre mis nalgas. Como se apretaba contra mi. Su polla desgarrando mi esfínter. Me manoseaba las tetas con una mano mientras la otra apretaba mi cadera contra él. Aquel animal gruñía mientras su polla entraba dentro de mí. Tenía su glande completamente dentro cuando una mano bajo para palparme el coño, esta vez con delicadeza que me sorprendió.
- ¿Te gusta tener mi polla en el culo, señorita?
- Si...
- ¿Y esto te gusta?
Palmeó mi clítoris, una vez, dos, tres. Mis gemidos se podían escuchar en todo el bloque. Alternaba frotarme el clítoris con esas palmadas sin dejar de apretar. Gruñía detrás de mi cada vez que me empalaba con su polla que ya estaba dentro completamente. No era un “mete-saca”. Solo me embestía, como si quisiera meterme su polla cada vez más adentro. Me ardía el culo, pero a la vez cada dilatación que me daba y sus juegos manuales con mi coño hacían que sintiera que iba a llegar de nuevo al orgasmo. Mi coño se deshacía. Su cuerpo ya me elevaba de puntilla con cada empotramiento. Mi culo pegado a su cuerpo. No podía más.
- Me corro…
- Eso es zorra, te voy a llenar el culo de pija deportista este que tienes de leche. ¿Eso es lo que quieres no?
- Si…
- Joder zorra lo tienes apretadísimo.
- Me corro…
ZAS, con el siguiente palmeo mis piernas se quebraron y un espasmo llegó a mi vientre. Mi boca abierta gimió mientras me dejaba caer sobre la polla de mi asaltante que me agarró como si fuera un muñeco en sus manos y ahora así empezó un “mete-saca” con su polla en mi culo hasta que me hizo sentir como sus huevos rebotaban contra mis muslos. No se cuanto duro pues yo estaba abandonada al placer. Solo recuerdo como cada vez me apretaba con mas fuerza hasta que un chorro de fluido espeso y caliente rellenó mis entrañas. Uno y luego otro, y otro, y otro, mas de 5 o 6 chorros de aquel semen llenaron mi culo mientras su fuerza se iba desinflando y me soltaba en el suelo., arrodillada.
No pude abrir los ojos hasta que oí la puerta del portal cerrarse y aquel tipo abandonando el lugar de los hechos dejándome colmada de placer y resentimiento…