Jugando a las cartas

Soy Leyre y me presento después de varios relatos, aquí cuento una historia real que me sucedió de joven y que despertó dentro de mi el gusto por la, desnudez

Jugando a las cartas

Hola, me presento, mi nombre en la vida real es Leyre y tengo 44 años.

He comenzado a escribir relatos sobre temas que me apasionan y que básicamente son tres: la desnudez pública y situaciones sonrojantes derivadas de ello, las relaciones entre mujeres pero vistas desde un modo normal y no un lesbianismo extremo y la transformación física de hombres en mujeres. Respecto a los hombres que visten de mujer tengo que decir que a lo largo de mi vida he convivido con varios hombres y he llegado a la conclusión que si les das la oportunidad a todos les gusta vestirse de mujer y sentirse mujer aunque luego sean heterosexuales y solo tengan relaciones con mujeres. Como digo aunque en un primer momento me lo han negado, todos los hombres con los que he convivido (he tenido tres parejas y uno de ellos actualmente sigue siendo mi pareja) he conseguido vestirles completamente de mujer y salir a la calle con ellos a pasear, comer en un restaurante e incluso con mi pareja actual pasar un fin de semana en una casa rural haciéndonos pasar por una pareja de lesbianas. Mi chico tiene asumido el uso de ropa interior femenina, hasta decir que compartimos cajón para las braguitas y que actualmente (después de casi dos años de convencerle poco a poco) en mi casa puedo aseguraros que no hay un solo slip o bóxer.

Todos los relatos que he publicado son situaciones imaginarias muchas veces llevadas a un punto de exageración.

Pero la historia que voy a describir aquí puedo deciros que es real y la puedo contar en primera persona ya que me ocurrió a mi durante mi etapa universitaria y algunos de los nombres que utilizo en mis relatos vienen de esta historia real. A partir de esta historia real fue cuando comenzó a excitarme todas las historias de desnudez y exhibición pública.

Hecha esta presentación comienzo a relatar la historia que me ocurrió hace ya 25 años.

Comencé a estudiar en la Universidad de Salamanca y para ello me fui a un piso de alquiler en el que conviviamos 4 chicas. 2 de las chicas Sandra y yo comenzabamos ese año la Universidad, mientras que Marisol y Carmen ya llevaban tres años estudiando en Salamanca. La verdad es que las cuatro congeniamos muy bien, Sandra y yo teníamos 19 añitos, Marisol 21 y Carmen 22 y las cuatro teníamos muchas ganas de pasarnoslo bien.

Los fines de semana normalmente nos quedábamos en Salamanca ya que teníamos poco dinero para volver a casa de nuestros padres y además así aprovechabamos para salir de fiesta por Salamanca.

Era Viernes, en pleno invierno y esa tarde noche comenzó a caer la mundial, por lo que decidimos no salir y quedarnos en el piso viendo una peli y después poner un poco de música y beber.

Cuando ya estabamos contentillas (yo no estaba muy acostumbrada a tomar alcohol y en cuanto tomaba una copa se me subía rápidamente), Carmen nos propuso jugar a las cartas.

  • Chicas, vamos a jugar a las cartas, si os atreveis podemos hacer como el strip poker pero jugando al muerto (el muerto era un juego de cartas muy sencillo pero que después de 25 años ya no sabría deciros como se jugaba).

Todas dado nuestro estado de alegría por el alcohol que llevábamos en nuestro cuerpo dijimos que aceptabamos jugar (yo en esa época era una chica que me daba mucha vergüenza desnudarme delante de otras personas y si no hubiera sido por el alcohol jamás hubiera aceptado participar en ese juego).

  • Además, continuó hablando Carmen la que pierda tendrá que obedecernos durante todo el fin de semana al resto.

Comenzamos a jugar al muerto y comenzó perdiendo Sandra, que se quitó los zapatos, a continuación perdí yo e hice lo mismo. Continuamos jugando y ya no recuerdo el orden pero llegó un momento que Sandra y yo estabamos ya solo con las bragas y el sujetador mientras que Marisol estaba en bragas pero con camiseta aún y Carmen (posiblemente la menos afectada por el alcohol y por eso jugando con ventaja) se mantenía con toda su ropa excepto los zapatos.

Acabo la siguiente partida y volví a perder y como me daba una vergüenza enorme enseñarles mis tetas, cogí y me quite las bragas quedándome solo con el sujetador.

Continuamos jugando y la siguiente partida volví a perder, ya no me quedaba otra opción y me tuve que quitar el sujetador quedándome totalmente desnuda delante de mis tres compañeras de piso. Afortunadamente en aquella época aún no teníamos teléfonos móviles y era más difícil que ahora el que te sacaran fotos, a pesar de ello, Sandra tenía una Cámara de fotos de las de carrete que había que llevar a revelar a las tiendas de fotografía y las 36 fotos que tenían los carretes (creo que eran 36) las gastaron esa noche en sacarme fotos en todas las posturas, con una, con otra, con todas pero yo en todo momento desnuda, lo peor de esto recuerdo que pasados unos días es que tuve que ir a la tienda de fotos a recoger las fotos y suponer que el hombre de la tienda seguramente habria podido verme desnuda en todas las posturas. Aun tengo en mi casa guardadas dos fotos de aquella noche, que ahora enseño a mi chico para mostrarle el cuerpo que tenía de jovencita.

Pero lo que realmente despertó en mi es pasión por la desnudez forzada fue lo que me hicieron hacer durante el fin de semana, como os decia la perdedora tendría que obedecer a las otras tres durante el fin de semana y me dijeron que iba a pasar todo el fin de semana desnuda.

Nos acostamos casi a las 5 de la mañana y estaba yo tan dormida cuando de repente subieron la persiana de mi habitación y entró la luz despertandome. Allí estaban Sandra, Marisol y Carmen, eran las 11 de la mañana y no me podía creer que las tres se hubieran levantado pronto para despertarme.

  • Vamos levanta, dijo Marisol que tenemos que salir a dar un paseo y se nos va a hacer tarde, que hemos invitado a comer a Fran y tenemos que volver pronto. En ese momento me empezaron a entrar unos sudores y comencé a llorar y pedirlas por favor que no lo hicieran, me aterraba tener que salir a la calle desnuda y ellas lo sabían pero es que encima habían invitado a casa a comer a Fran que era el chico que me gustaba de mi clase. A pesar de lo mucho que lloré no tuvieron compasión de mi, tiraron de las sabanas y me sacaron de la cama.

  • Venga, que no tenemos todo el día, si quieres date una ducha que nos vamos a pasear ya mismo.

Me metí al baño y comencé a llorar debajo del agua, no sabía que hacer y tenía un estado de taquicardia que si me hubiera visto un médico seguro que se habría asustado al verme en esas condiciones. Como tardaba en salir porque seguía llorando debajo de la ducha, Carmen término entrando y sacandome de la ducha.

Y con toda la resaca de la noche anterior, abrieron la puerta de la calle me sacaron desnuda y después salieron ellas tres. Bajamos en el ascensor y el pánico que tenía a que cuando se abriera la puerta hubiera alguien no os lo podéis ni imaginar. Salimos del ascensor y abrieron la puerta del portal y me sacaron a la calle yo me agache y me puse las manos intentando tapar mis pechos y mi coño.

  • Vamos estirate y paseemos.

La verdad es que tenía tal estado de nervios que ni siquiera era consciente de si había alguien en la calle observándome.

Me hicieron comenzar a andar y al menos pude ponerme entre ellas para taparme un poco pero cada vez que nos cruzabamos con alguien aunque intentaba taparme la sensación de humillación era muy grande. Me tuvieron alrededor de media hora paseando por la calle pero para mí me parecieron varias horas y nos cruzamos con un montón de gente.

Después volvimos al piso, mientras Sandra preparaba la comida ya que era la que más le gustaba la cocina, Carmen y Marisol sacaron un pene de silicona y me penetraron con el tanto por delante como por detrás, fue una experiencia muy dolorosa nunca me habían penetrado por el culo hasta ese momento y si el paseo había sido humillante, recordar a Carmen y Marisol sujetandome y metiéndole ese pene de gran tamaño también quedó grabado en mi memoria y hoy en día aún lo recuerdo.

Después de esto recuerdo que sonó el telefonillo. Carmen me dijo que contestara yo porque sería el chico que me gustaba y ese día iba a tener la ocasión de decírselo.

Fui al telefonillo: ¿Si, quien es?

  • Hola Leyre, soy Fran.

Abri y me fui a buscar a Carmen y Marisol: dejadme vestirme por favor, no me hagáis estar desnuda delante de Fran. Pero no me dejaron vestirme y enseguida sonó el timbre.

  • Ves a abrir dijo Marisol, creo que es alguien que viene a comer contigo Leyre, y se echaron a reír.

Tuve que ir a la puerta y abrí, en cuanto Fran me vio desnuda se puso algo colorado pero yo me moría de la vergüenza.

Pasa Fran, le dije.

Si te he pillado en mal momento vuelvo en 10 minutos, Leyre, dijo Fran

No, tranquilo es que a Leyre le gusta estar desnuda por casa, dijo Sandra desde la cocina, nosotras ya nos hemos acostumbrado a verla así, no te preocupes Fran.

Comenzaba otro momento humillante para mi. La situación era algo tensa, Fran estaba un poco cortado por como se estaba desarrollando aquello y entonces Sandra le dijo

Fran, si hoy te hemos invitado a comer es por Leyre, ¿A que si Leyre? ¿A que tienes que decirle algo a Fran?

Yo en esos momento no supe que decir, estaba muerta de vergüenza allí en el salon desnuda delante de Fran.

Bueno pues como a Leyre parece que le ha comido la lengua el gato, te lo voy a decir yo Fran, dijo Carmen. A Leyre le gustas un montón Fran y le gustaría salir contigo y para demostrartelo ha hecho la promesa de salir a dar un paseo contigo de esta guisa y comer también sin ropa.

Fran estaba un poco como yo sin palabras y aunque intentaba no dirigirme la mirada directamente, observaba cómo miraba mis pechos y mi coño.

  • Venga, no perdais el tiempo, salid a dar un paseo antes de comer mientras Sandra acaba de preparar la comida, tenéis que ir bien cogiditos que se note que soy un par de tortolitos enamorados.

Como habeis podido observar Carmen era la que ejercía de líder dentro de la casa, siempre llevaba la iniciativa.

Nos empujaron hacia la puerta y nos echaron.

Agarrala bien de la cintura Fran y tu Leyre igual que no puedes taparte con las manos, si lo haces pasarás más momentos humillantes. Cerraron la puerta y Fran y yo bajamos en el ascensor.

En el momento de salir a la calle volvía a tener una taquicardia impresionante pero también sentía algo dentro de mi distinto a la vergüenza y que me empezaba a gustar. Para mala suerte, encima nos cruzamos a Lola, Lola era nuestra entrañable vecina, una señora mayor de casi 80 años, viuda que siempre estaba ahí cuando necesitábamos algo. Cuando me vio desnuda me dijo: Pero Leyre, que haces así desnuda y además con el frío que hace sube a casa y te dejo algo de ropa.

La verdad que en ese momento no me habría importado tener que ponerme ropa de abuela con tal de no ir desnuda, pero no podía hacerlo porque sabía que sino el castigo sería peor.

Tranquila señora Lola le dije, el médico me ha dicho que para los problemas de piel que tengo necesito más vitamina D y que tome todo el sol que pueda y voy a ver si soy capaz sin morirme de vergüenza de dar un paseo así.

Y así salimos de casa, le dije a Fran vayamos a un parque donde no nos pueda ver la gente, esto es humillante para mi.

  • ¿Pero por que lo haces Leyre? ¿En serio esto lo haces por mi?

  • Anoche después de tomar más alcohol del que debía hicimos una apuesta y perdí y este fin de semana tengo que hacer todo lo que me manden Sandra, Marisol y Carmen.

  • No te preocupes, dijo Fran nos sentaremos en un banco escondido en el parque y cuando haya pasado media hora volveremos del paseo.

Una vez en el banco empecé a juguetear con Fran iba subiendo mi mano por su pierna desde la rodilla hasta que llegué a su paquete y ahí pude notar que estaba bastante palote. Me gire y le bese, al principio reaccionó asustado pero luego se dejó, pude ver que no tenía mucha soltura.

  • Nunca te has besado con ninguna chica ¿verdad?

  • No, es la primera vez Leyre.

Ese momento nunca lo olvidaré, yo hasta entonces había tonteado con muchos chicos pero ninguno que pudiera decir este va a ser mi chico para toda la vida y de Fran si pensaba eso.

Nos volvimos al piso, ya eran cerca de las dos y había mucha más gente por la calle, pase momentos muy malos por la vergüenza de verme desnuda pero cuando no pensaba en ello me encontraba muy a gusto.

Cuando llegamos a casa ya estaba la comida preparada, comimos (tuve que aguantar todo tipo de comentarios de mis compañeras) y después me llevaron a mi habitación y le dijeron a Fran que hiciera lo que más le apeteciera conmigo. Creo que Fran un poco porque nunca había estado con una chica y otro poco por respeto a mi dijo que no que no era momento de hacer nada y entonces Carmen le dijo si Sandra y Marisol, sujetador de pies y manos. Marisol me agarro los brazos y Sandra me abrió las piernas sujetandome de los tobillos entonces vino Carmen con el pene de silicona y estuvo metiendomelo y sacandomelo hasta que tuve un orgasmo allí delante de Fran y de ellas tres.

Fran se marchó a su casa y entonces me dijeron que el resto de fin de semana me encargaría de todas las tareas del hogar. Tuve que recoger la comida, limpiar la mesa, después limpiar y colocarles las habitaciones a las tres y lo que más me humilló fue que me hicieron lavarles a mano la ropa interior de las tres, tangas, bragas, culottes mientras tenía que aguantar oirlas lo que te gustaría poder usar una de esas braguitas, pero hasta el lunes nada.

El sábado finalizó así. El domingo me volvieron a despertar sobre las once la mañana, rápido sal de la cama que vamos a hacer un poco de running y tuve que salir a hacer running con ellas sin que ni siquiera me dejaran ponerme unas zapatillas. Aun no se me han borrado de mi memoria la cara de muchos de los corredores que nos cruzamos durante el tiempo que estuvimos corriendo.

La tarde del domingo la pasamos en casa y me pusieron durante toda la tarde un consolador. Hasta ese momento nunca había usado uno y la verdad aunque al principio me dolió cuando lo metieron luego la sensación fue muy placentera y llegue a correrme con él.

Poco más que contar del fin de semana, se acabó el domingo y cuando llegó el lunes pude volver a vestirme. La verdad que pasé mucha vergüenza todo el fin de semana pero habían despertado en mi interior el instinto por la desnudez y desde entonces no puedo negar que he buscado situaciones más o menos propicias para exhibirme sin ropa