Jugando a las Cartas
Es una modificacion de mi anterior relato titulado Partida a las Cartas Espero que os guste
Jugando a las cartas
Hola, me llamo Marco y escribo para narrar lo que me sucedió la semana pasada. Estaba aburrido en casa y se me ocurrió llamar a una amiga, Leticia.
Leti tía ¿qué haces? ¿Quedamos?
Aquí echando una partida de cartas con Vero y el novio. Sí quieres puedes venir. ¿Te esperamos?
Sí, estoy allí en cinco minutos.
Según colgué el móvil, agarré la chaqueta y salí a la calle. Era una típica tarde otoñal con niebla y frío. Mientras llegó a casa de mi amiga Leti me describiré. Ya he dicho que me llamo Marco, soy alto (uno ochenta) moreno, con el pelo muy negro y bastante corto y estoy bastante musculado. Finalmente llegué a casa de Leti. Llame al timbre e inmediatamente después me abrió mi amiga. Leti es simplemente espectacular. Pelirroja, un poco más bajita que yo pero muy voluptuosa, con unas tetas de impresión y un culo muy modelado a base de gimnasio. Y fue precisamente en el gimnasio donde intimé con ella. Antaño (cuando teníamos 15 o 16 años) habíamos ido juntos a clase y a los 18 años nos encontramos en el gimnasio y ya fuimos casi inseparables. Inseparables en el sentido de amigos, nunca la había tocado aunque no por falta de ganas. En realidad estaba totalmente enamorado de ella. Por cierto que ahora teníamos veinticinco años.
Entré en la casa y salude a Vero y a su novio Luis. Luis es una cosa fuera de lo normal. No es muy guapo precisamente ni esta mi fuerte pero es tremendamente inteligente. Es moreno, delgado y con gafitas pero aun así vuelve locas a las tías. Vero es una chica normalita, nada que ver con mi Leti. Tiene el pelo castaño, la tez muy pecosa y pálida y esta un poco gordita, eso sí tiene unas tetas muy grandes, demasiado grandes tal vez. Tanto Vero como Luis estaban sentados junto a una mesa y ambos sostenían unas cuantas cartas en las manos. Di dos besos a Leti, me senté a la mesa y me bebí un trago de la cerveza que me había traído.
¿Quieres jugar?- me preguntó Vero.
Sí, claro. ¿A qué jugamos?
Estamos jugando al Chinchón- me respondió Leti.
Os propongo una cosa- intervino Luis- Por qué no jugamos al póquer.
Los tres asentimos y comenzamos a echar unas manos de póquer. Las tías jugaban muy bien. Luis era rematadamente malo. Yo me defendía. Cuando acabamos la partida Luis propuso echar otra, pero de strip póquer. No nos lo esperábamos. Permanecimos en silencio unos segundos pero luego el alcohol nos animó y aceptamos sin reservar. Acordamos jugar veinte manos, después la partida acabaría. Para hacer la partida más igualada pusimos cuatro prendas para cada uno: las tías llevarían la ropa interior unos vaqueros y una camiseta y nosotros llevaríamos calzoncillos, pantalón, camisa y jersey. Al solo haber dieciséis prendas y tener que jugar veinte manos decidimos que una vez que alguien quedase sin prendas y perdiera tendría que hacer una prueba elegida por el vencedor de la mano. Así pues, empezamos a jugar. Y la verdad es que la cosa no podía empezar mejor.
La primera mano la gané yo y las dos tías, Vero y Leti se jugaron en un mano a mano perder la primera ronda. Gracias a los cielos perdió Leti, que se desquitó de la camiseta. Quedó a la vista de todos su sujetador rojo de encaje. Me estaba empezando a excitar y eso que sólo la había visto el sostén. La noche prometía. En las tres siguientes manos las cosas se igualaron: yo perdí la segunda, Luis la tercera y Vero la cuarta, dejando a la vista un sujetador rosa chicle que apenas si cubría sus enormes tetas. Las cosas fueron a pero para Vero en las dos siguientes manos, pues perdió primero sus pantalones y por último el sujetador.
Llevábamos sólo seis rondas y ya había que descubrir carne mayor. Nos quedamos silenciosos, sabíamos que ese era el momento en el que el strip póquer puede acabar. Lentamente se desabrochó el sujetador y lo tiró hacia el sofá. Sus tetas se bambolearon un poco y finalmente reposaron. Eran increíblemente grandes y además estaban muy tersas, algo raro dado su tamaño. Seguimos con la séptima mano, donde la suerte se volvió a aliar conmigo y Leti volvió a perder, con lo cual se quedo en ese espectacular sujetador rojo de encaje y bragas a juego. Pero la fortuna se alió conmigo muy provisionalmente. La octava y novena las perdí y tuve que quitarme la camisa y los pantalones, quedándome solo con los slips. Mi erección fue visible para todos, pero como todos estábamos bastante bebidos no le dimos importancia al bulto que se marcaba en mi entrepierna. Y llegamos al ecuador del juego y Vero volvió a perder, con lo que quedó completamente desnuda. Su culo no era tan bonito como sus tetas y su chochito estaba cubierto por una espesa capa de bello. La verdad es que su figura no era la de una supermodelo pero se dejaba follar. Pude notar además que su chochito se veía bastante abierto y lubricado, vamos que la Vero estaba con ganas de juerga.
La undécima mano fue la perdición de Leti, perdió y se tuvo que despojar de su sujetador. Fue el momento más bonito de la noche, cuando las tetas quedaron al descubierto y pude contemplarlas. Y así llegamos a la duodécima mano. Y Vero volvió a perder. Luis, confirmado como el mejor de todos jugando al póquer, fue el que ganó. Tocaba imponer prueba así que Luis era el que debía hacerlo.
Te vas a masturbar delante de todos nosotros- dijo.
Y así hizo su novia. Asintió se abrió de piernas para que lo pudiéramos ver y comenzó a acariciarse el coño. Poco a poco comenzó a mojarse y sus dedos fueron fluyendo por toda su rajita. Finalmente se metió un dedito mientras que con la otra mano se estimulaba el clítoris. Gemía de vez en cuando y pronto tuvo tres dedos perforando su coñito. Estaba llegando al clímax y yo lo estaba disfrutando. Y es que Vero, sin ser Leti, tenía un buen polvo y además se estaba masturbando de lo lindo. Estaba súper excitadísimo. Finalmente aceleró el ritmo de sus frotamientos y se corrió llenando el taburete de sus fluidos. La verdad que para ser la primera prueba no había estado mal. Las siete manos restantes prometían emoción. Y así llegamos a la decimotercera mano.
Dicen que el trece es el número de la mala suerte y esa noche vaya que lo comprobé. Perdí la mano y me quedé en cueros. Las chicas se rieron bastante al ver mi miembro viril. Era una risa nerviosa, que mi mástil no es tan ridículo como para producir la risa de las féminas. Tendrá unos dieciséis o diecisiete centímetros y es bastante grueso. Cuando me despoje de los calzoncillos estaba mi polla en su máximo esplendor, como en las grandes ocasiones vaya. Pero la racha no acabó ahí. La decimocuarta ronda también la perdí. La ganadora fue Leti, que estaba como una cuba y seguía bebiendo cerveza. Entre risitas me ordenó lo mismo que poco antes había hecho Vero. Me tenía que masturbar. Quedé un poco decepcionado porque por unos instantes soñé con la posibilidad de que Leti me pidiera sexo. Así pues procedí a machacármela.
Al principio estaba un poco cortado pero tras unos instantes el alcohol y el placer me desinhibieron por completo. Fui variando el ritmo del sube y baja. Me humedecí un poco la mano y continué con la feroz paja. Tras tres o cuatro minutos estaba al borde del abismo, a punto de caramelo. Se me arquearon las piernas y me corrí en el suelo, no sin antes echar una mirada a Leti y a sus redondas tetas. Me quede a gusto. Con los ánimos un poco más calmados continuamos la partida. Ya tocaba la decimoquinta ronda, le quedaba poca vida al juego. Esta ronda tuve algo más de suerte y el que perdió fue Luis, que llevaba sin perder un mundo por cierto. Se quitó la camisa y pudimos apreciar su torso desnudo. Llegaba la decimosexta mano y la fortuna se alió conmigo. Gracias a un full gané. Solo estaba por ver quien perdería. Luis mostró sus cartas: trío de 6. La siguiente fue Vero, que no había casado nada en absoluto. Ante la perspectiva de que Vero perdiera y yo ganara empecé ha pensar que prueba imponer.
Mi polla estaba volviendo a subir con ganas de batalla, la cosa no podía acabar en una paja tal y como se había puesto la noche. Para mi infortunio fue Leti la que perdió, pues su carta más alta era un simple 5 y la de Vero un rey. Lástima, tenía ganas de follarme a Vero. Pero en seguida me repuse cuando vi como Leti se levantaba, se daba la vuelta y se agachaba quedando su culito perfectamente a la vista. Lentamente se bajo las braguitas rojas y pudimos apreciar aquel portentoso culo, aquellas piernas y aquella concha celestial, ni la de afrodita la superaba. Se bebió un buen trago de cubata y se volvió a sentar con una sonrisita. Sonrisita que por cierto, me dedicó a mí. Al menos eso creo.
Llegamos así a la decimoséptima ronda yo, Vero y Leti desnudos. Con toda probabilidad habría prueba tras esa mano. Y así fue de hecho. El ganador, para variar, fue Luis. El muy canalla había enlazado otro trío, esta vez de 9 que invalidaba mis dobles parejas A8. Por tanto la cosa volvía a estar entre las tías y de nuevo perdió Leti.
Bueno, bueno- dijo Luis- creo que las masturbaciones están ya muy vistas y que vamos a cambiar de prueba. Tendrás que comerle el coño a Vero.
Nos quedamos de piedra. Lentamente Leti se levantó, se acercó a Vero y se arrodilló. Instantáneamente Vero se abrió de piernas y Leti comenzó a masturbarla, con los dedos no con la boca. Pude ver lo empapada que estaba Vero. Al parecer yo no era el único que iba pidiendo caña.
Te he dicho que le comas el coño, no que le metas los dedos
Leti dudo unos instantes, se quedó quieta por completo. "Vamos" dijo Luis y Leti abrió la boca y comenzó a chuparle la raja a Vero. Unos minutos después Vero gemía como una autentica zorra. La Leti sabía estimularla. Mi polla estaba a punto de estallar. La postura de Leti, arrodillada y ligeramente reclinada delante de mí me permitía apreciar su coño que estaba tan mojado como el que Vero. Tuve unas ganas irresistibles de levantarme y tocar ese coño, y así hice. Lentamente me levanté, me arrodille al lado de Leti, la cual detuvo sus movimientos y me miró. Acaricié su coño, le pase la mano por toda la raja y finalmente la empecé a estimular el clítoris.
Basta ya- dijo Luis- Tú tendrías que haberte estado quieto. Continuemos la partida.
La partida tenía que continuar. Tocaba ya la decimoctava ronda. Luis fue barajando las cartas. No podía dejar de mirar a Leti, estaba como hipnotizado. A ella le sucedía algo parecido, pues me echaba miradas. Jugamos. Estaba muy desconcentrado y perdí la mano. Para sorpresa de todos Vero fue la vencedora. Hacía siglos que no ganaba una mano. Quedé esperando mi siguiente prueba, pero al parecer a Vero no se le ocurría nada.
No se me ocurre nada- decía mientras me miraba
Vamos di lo primero que se te ocurra, es igual haré lo que sea porque ya puestos- la respondí. Luis se acercó a su novia y la susurró algo al oído. Vero soltó una risita.
Ya está. Tendrás que hacerle una mamada a Luis.
QUEEEE- dije a la par que me levantaba- Es coña ¿no? ¿crees que soy maricón? No lo haré.
Vamos tío no seas infantil- me dijo Leti, con una sonrisilla en los labios- Yo no soy boyera y le acabo de comer todo el coño a Vero. Sólo es un juego. Ni que te la fuera a meter. Chúpasela y sigamos con el juego, que tengo ganas de llegar al final.
Capté la indirecta. Leti tenía tantas ganas como yo de echar un buen polvo. Con toda la repulsa que mi cerebro podía imponer, me acerqué a Luis, me agaché le bajé el pantalón y comencé a chupársela. La verdad es que puesto en situación no era tan malo. Cierto es que no sabía del todo bien pero poco a poco me acostumbre y acabó gustándome, para que engañaros. Continué con la mamada unos minutos y luego, al estar cansándome empecé a pajearle mientras le chupaba el glande. Noté una gotita de líquido y me quité como alma que lleva el diablo. Por los pelos. Luis se corrió en el suelo pero unas gotitas me alcanzaron el pecho. Me las quité. Tocaba la penúltima ronda, la decimonovena.
Tras hacerle una mamada a Luis quería mi premio. Quería follarme a Leti. Empezó la decimonovena ronda. Y la suerte, la siempre caprichosa suerte, quiso que fuese Luis quien perdiera la partida. El cabrón apenas había perdido y ahora, en el momento de la verdad, va y pierde. Notaba como me había quitado mi premio. Reconozco que ahí fue donde empecé a odiar a Luis. Creía que lo estaba haciendo a posta. Bueno, fuera cual fuese, Luis perdió y se despojó del pantalón quedando en calzoncillos. Y así llegamos a la última ronda. Estaba difícil que me follase a Leti, al menos aquella noche. Repartí las cartas y procedimos a jugar. Me tocó una jugada mala, una pareja de 4, difícil de ganar y de perder. Bueno. Los descartes me dieron algo más de moral. Otro cuatro por lo que tenía un Trío. Enseñe mis cartas. Vero, apesadumbrada, tiró las suyas: un rey como carta más alta. No había casado nada. Por lo tanto ya no sería el perdedor. Después Leti, que sólo cuajó una pareja de damas. La cosa estaba entre yo y Luis. Podía ganar. Podría follarme a Leti. La primera carta: un cuatro, la siguiente un 9, la siguiente un dos, la siguiente un 5 y la última un rey. HABÍA GANADO. Me levanté y di un salto de alegría. Bueno, estaba nervioso y no vi mis dos fallos. El primero es que la que había perdido era Vero, a si que me podría follar a Vero pero no a Leti. Y el segundo fallo es que no había ganado. El cabrón de Luis tenía color, increíblemente había perdido. Quedamos callados durante unos segundos. Al fin Luis habló.
He ganado- dijo- esta es la última prueba de la noche. Vero, quiero que te folles a Marco, parece que el chaval quería echar un polvete esta noche y no quiero estropearle el plan.
Vaya con Luis. No me esperaba esto de él. Lentamente se me acercó Vero y comenzó a besarme. Inmediatamente la agarré las tetas, aquellas enormes tetas que había deseado coger desde que empezase el juego.
Nos recostamos en el sofá. La seguía teniendo agarrada por las tetas y ella había comenzado a pajearme. Tras unas caricias la chupe las tetas, la mordí los pezones y la metí algún dedo en el coñito. Me respondía con algún que otro gemido. Pude contemplar a Leti y a Luis mirándonos, ambos sentados en las sillas. Dejé de mirarla y me imagine que estaba con ella. Se que es algo que no se debe hacer, pensar en otra cuando te estas follando a una tía tan rica como Vero. Pero así hice. Cada célula de mi cuerpo pensó que eran las pequeñas tetas de Leti, su esbelta figura la que estaba en mis manos. Que aquella melena era pelirroja y su coñito estaba totalmente depilado, no como el de Vero que vaya mata que tenía. Aquellas tetitas estaban bien, pero no servían para colmar mis pasiones. Poco a poco acerqué la polla a su coñito. Casi me dolió cuando comencé a pasarle la punta por su rajita. Estaba muy mojada. Entre susurros me pedía que se la clavara hasta el fondo. "Hazlo ya, vamos métemela jodido cabrón" Nada me gustaba más que tenerla en vilo. Por fin la metí, pero muy poquito. Se retorció de impaciencia "¿A que esperas? Vamos hasta el fondo. Soy tu puta métela" La hice caso. Vaya sí se lo hice. Hasta el fondo, cuando mis huevos tocaron su culo la pellizque el pezón. Vibraba. Empecé el mete-saca lentamente, saboreando de nuevo sus grandes tetas. Ella movía sus caderas para acoplarse a mí y yo comencé a darle velocidad. Estaba en el paraíso, sólo había un pero: no era Leti. Seguía penetrándola y ya iba a una velocidad de vértigo. Estaba a punto de caramelo. A punto de correrme. Vero comenzó a arquear la espalda y a tener convulsiones, imaginó que estaba teniendo un buen orgasmo. Para darle más placer aun comencé a frotar su clítoris. Ahora si que estaba a punto de acabar. Sólo podía pensar en Leti, en su busto, sus caderas y aquel sensual culito. Leti, Leti Miré para ver que hacían. Se me corto la respiración, la sangre dejo de fluir y, sin querer, saqué la polla del interior de Vero.
Leti cabalgaba sobre Luis, que estaba tirado en el suelo. Se la estaba follando el muy cabrón. No se que me pasó pero ver a Leti follándose a ese canalla me volvió loco. Me levanté y me acerqué a la parejita. Empujé a Leti, la cual cayó por los suelos y acto seguido me encarame a Luis. "Canalla, que te quieres follar a mi chica" le dije mientras le daba la vuelta y le penetraba el culo. AAAAAAH. Chilló Luis mientras le sodomizaba. Tras unos minutos de salvaje copula acabe con el. Quedo acurrucado en un rincón. Por fin era el turno de Leti. Me acerque a ella, que me miraba con incredulidad. Lentamente la acaricié los pechos y la besé en la boca. Sentí como Vero se acercaba a mi por detrás y me abrazaban aquellas dos hembras. Enloquecí de placer. Tumbe a Leti en el suelo y comencé a follármela a una velocidad descomunal. Mientras tanto podía saborear el coño de Vero, que apretaba mi cabeza contra su conejo. Tras unos cinco minutos de intenso coito me corrí. Leti me empujó y comenzó entonces un tremendo 69 entre las dos mujeres: Leti en el suelo y Vero sobre ella. Ante ese espectáculo tarde muy poco en tener otra erección. Me acerque a Vero y se la metí por el culo. Tras otra galopada volví a correrme, esta vez en el recto de Vero. Las dos pararon chicas también tuvieron sus respectivos orgasmos. Nos abrazamos lo tres en el suelo, mientras Luis miraba desde un rincón.