Jugamos?

Sexo, trabajo y duchas...combinación irresistible.

-Lauraaa!! O bajas la música o lanzo la minicadena por la ventana, lo juro!!

-Buenoooo, alguien se ha despertado con mal humor…lo mismo necesitas un buen…

-Un buen nada, necesito una compañera de piso normal, seguro!

-No te cabrees, anda- dijo Laura cruzando la habitación- Te traigo café recién hecho de ayer a la cama. Dónde ibas a encontrar una compañera más maja??

-Ummm-dije dando un sorbo a mi taza de super-poderes mañaneros- en cualquier universo paralelo donde no exista Madonna ni su Like a Virgin un sábado por la mañana.

-Por cierto, hoy no trabajas?

-Sí, claro, por?

-Porque son las 10,30…y normalmente entras a las 10,30, no?

-LAS 10,30???Me cagüentooo…Me he dormido! Gracias por avisar, eh??- dije, intentando darle una entonación irónica mientras me ponía los pantalones e intentaba acabarme el café.

Salí corriendo como pude de casa, vistiéndome por los descansillos mientras esquivaba a los vecinos, sobre todo a la vieja del visillo de debajo…qué personaja. Otra vez llegaría tarde….menos mal que no estaba mi jefe.

Llegué pasadas las 11, y empecé a rebuscar en los bolsillas la tarjeta de acceso al gimnasio. Con esto no penséis que soy una monitora buenorra de estas que pueden dar cuatro clases sin que se les mueva un mechón  y de las que comparte vestuario con monitores con todos y cada uno de los músculos que conocemos (y de los que no) marcados…No. Yo soy del montoncito de debajo de todo de en las rebajas que no mira nadie, y comparto un maravilloso vestidor VIP (léase con sorna) con las escobas, fregonas, algún cubo y el impertinente y absurdo y contestón e insoportable segurata, o como a él le gusta autodenominarse ‘responsable de seguridad en instalaciones deportivas’. Uff ..no hay nada peor que ese ser…menos mal que tenía fiesta, porque sólo me faltaba encontrarlo

-Hombre Sarita, no me digas que vuelves a llegar tarde…

-Joder Raúl, no librabas hoy?

-Sí, pero vi que hoy trabajabas y cambié el turno para verte. Has visto qué detallista soy?

-Ya, claro. No será porque estás más solo que la una y Juanma te ha cambiado el turno porque él sí tiene vida?

-Uy, qué borde estás hoy, no? Qué pasa? Estás en esos días tontos?

-AAAAAAAAHHHHHH! Ábreme ya que llego súper tarde, y luego te cuento la vida en morse, si quieres.

Mientras se reía debajo de su perilla moviendo la cabeza haciendo una negación me dice.

-Con todos mis respetos, tengo que dar parte de que no has traído la tarjeta de seguridad, rellenar los formularios…puede llevar un rato

-AAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGHHHH (y aquí es cuando me puse en modo niña del exorcista) QUE ME ABRAS DE UNA PUTA VEZ, JODER!

-Jajajaja…no te cabrees, anda. Te abro para que luego me invites a un café –dijo mientras pulsaba el botón para abrirme la puerta.

Se puede ser más insufrible?? Yo creo que no. Iba refunfuñando para lo que yo pensaba que eran mis adentros mientras iba al ‘vestidor’ cuando levanté los ojos y recordé porqué no podía quejarme. Allí estaban los cuerpazos del gimnasio, esperando ser admirados por mis ojitos, levantando pesas, soltando pesas, sudando…ufff…no sé qué me pasaba, que últimamente estaba muy necesitada. Y con estas vistas, más!

Sí señor, me encanta mi trabajo!

Os explicaré un poco para que os hagáis una idea. El gimnasio era un exclusivo en el centro de la capital. Mixto, cuatro plantas, vestidores de lujo con todos los caprichos imaginables y los que no, también. Perfumes, toallas nuevas semanales, zapatillas, vino (vino!!)…en fin, lo que pidieran todos los clientes más IN.

Yo me encargaba de que la sala de máquinas de la tercera planta y la cafetería estuvieran siempre perfectas, incluso a veces tenía que hacer de camarera (según quien me lo pidiera).

Y aunque la gran mayoría de la gente que se movía por allí era bastante insoportable, pagaban su imbecilidad en carnes. Literalmente.

Fui a dejar las cosas corriendo y a cambiarme cuando me encontré con Ali, ese ángel de la guarda con patas.

-Tranquila Sara, que un día te va a dar un chungo, tanto correr para arriba y para abajo. Ya he fichado por ti. Cambiate tranquila y nos tomamos un café, que esto está parado hoy.

-Uf…si es que te tengo que querer! Vale, ves pidiendo un solo largo que ahora voy. En cuanto mi cuerpo quiera volver a la vida. Qué corrida, por dios.. Y no de las buenas!

-Jajajaja..qué borrica eres hija…

Así que llegué por fin al cuartito y cuando estaba abrochándome el pantalón y sin camiseta, entró Raúl a dejar algo en su taquilla. Me miró de arriba a  abajo y con un tono de voz mucho más grave me dijo

-Esto sí que es compensarme por la bordería de esta mañana y lo demás son tonterías…

-Supongo que en la cuadra de donde sales no enseñan a llamar a las puertas antes de entrar en una habitación, pero la gente civilizada lo tiene por costumbre. Intenta imitarnos, campeón.

-Mmmm- me dijo mientras se acercaba- me acabas de llamar cerdo incivilizado?

-Muy bien! Gallifante para mi cerdito!

Y con una mirada que me hizo temblar las canillas, me dijo

-Cuando quieras te demuestro cuánto puedo llegar  a serlo- mientras bajaba su dedo por mi brazo desnudo.

Brazo, que sin contar conmigo, transfirió un escalofrío que llegó a mis pezones y a otras zonas de mi anatomía que hacía tiempo no eran recordadas.

-Vete con tu porrita a jugar a policías y ladrones, anda- dije intentando recomponerme, arrepintiéndome al segundo de haber hecho ese comentario.

-Me suplicarás jugar conmigo- me dijo a modo de despedida, dejándome trastocada perdida.

Hacía tiempo que no tenía ni pensaba tener sexo con ningún hombre, ni a decir verdad, conmigo misma, y ni lo echaba de menos, pero este coqueteo absurdo había hecho revivir sensaciones…qué, quizás…si entrara en el baño…pero NO! No, no no no…en el trabajo, no.

Salí corriendo y me fui a la cafetería

-Has venido corriendo? Mira que te dije que fueras tranquila, que esto está calmado

-No, no he corrido

-Entonces? Vienes respirando fuerte, agitada, con coloretes…no estarás mala?

-Nooo, deja de ser cotillas y dame el café..y por dios, dime que hay chocolate para comer.

-Qué rara estás hija.

-Sí, lo sé- dije mientras pensaba en chocolate, y en Raúl,…y Dios! No, no no…sólo chocolate y esto pasaría.

Acabé como pude ese día, entre cuerpazos, sudores, calores, necesidad de sexo…en fin. Por fin echamos el cierre, y Ali salió antes, me pidió el favor, así que acabé su zona  y la mía y me fui a dar una ducha en los baños de las clientas. Me lo merecí, había sobrevivido.

Entré en los vestuarios desiertos, me quité la ropa sucia y cogí una de las toallas mullidas, y me encaminé hacia las duchas. Abrí el grifo, esperando que cogiera la temperatura adecuada, y me metí debajo, dejando que el agua recorriera mi cuerpo, notando como me iba relajando.

-Sara?? Sara??- Dios!! Ni ducharme me dejan?? Raúl me sacó de golpe de mi estado zen para alterarme más de lo debido

-Qué? Estoy duchándome, un minuto!

-Es que han cortado las duchas de los tíos, me tengo que duchar aquí, así que no te duermas que me dejas sin agua.

-Ya…han cortado el agua…lo que no sabes es como  hacer para verme desnuda! –le dije, en modo broma, lo juro.

Y de repente noté unos dedos e mi vientre, mientras Raúl me susurraba al oído

-Si quiero verte desnuda, sólo tengo que entrar y mirar, no crees?

Por un momento me quedé sin aire, me giré para pegarle un bofetón, pero al girarme  encontrarme tan cerca de él, su olor me confundió. Su pelo se mojaba  y se desordenaba al ritmo que marcaba el agua. Nos quedamos mirando  se acercó, se acercó mucho con su media sonrisa y me besó. Dónde cojones había aprendido a besar así?? Al principio el beso fue sensual, nuestras lenguas tímidamente se fueron abrazando hasta que se convirtió en un beso rudo, fuerte, desesperado.

Raúl en ese momento me separó de él, cogiéndome del pelo, mientras se recreaba mirándome. Cuando pensó que era suficiente, se acercó a mi cuello y empezó a saborearme, mientras que con su mano izquierda subía de mi vientre a mi pecho. Fue tocándolo lentamente, como si se resistiera a tocar el pezón, torturándome, hasta que después de lo que me pareció una eternidad, pellizcó el pezón de tal forma que me arrancó un gemido.

Miré hacia su notable erección, y cuando fui a acariciarla, me giró de forma brusca ,adentrándose en mí con sus dedos, buscando mi humedad mientras me asaltaba el pezón y saboreaba mi piel.

Tenía tantos frentes abiertos y mi cuerpo estaba tan receptivo que me sentía sumisa, no sabía ni qué hacer. Raúl se dio cuenta y siguió tocándome mientras gemía al notar mi excitación.

Guió mis manos hacia la pared para que me apoyara, mientras me rozaba con el pene  y yo tenía la sensación que me iba a correr sólo con su roce.

-Shhhh, todavía no nena, te correrás cuando yo quiera.

Dios, estaba cardíaca

Me volvió a girar, de cara a él. Me lancé a besarle con furia, como si llevara todo el día esperando el momento. Me siguió masajeando el clítoris con más ritmo. Yo ya no podía controlar mis jadeos.

-Me voy a correr-le dije en apenas un susurro

-No sin mí- me dijo en el mismo momento que me agarró fuerte del culo, me subió y me empotró contra la pared, mientras me penetraba con fuerza.

Creía que me iba a dar algo.

-No sabes las ganas que te tenía, nena- decía mientras aumentaba el ritmo de las embestidas.

Noté como su pene se tensaba para correrse, pero en ese momento salió de mí y me dijo que me agachara, dándole la espalda.

Obedecí, necesitaba desesperadamente correrme con su pene dentro de mí.

Me penetró por detrás, de una embestida, mientras me tocaba el clítoris, volviéndome loca. Una y otra vez, hasta que no pudimos más. Se corrió él primero, apretando la mandíbula, soltando tacos, llenándome por completo con su semen, y mientras todavía estaba con las sacudidas del orgasmo, me llegó el turno. La piel se me erizó, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo, me sacudí y grité de placer mientras mi vagina se contraía con su pene en el interior.

Cuando me giré, intentado evitar que se me doblaran las rodillas, me encontré con Raúl sonriendo y mirándome.

-Te dije que me pedirías jugar-me dijo socarronamente.

-Vete a la mierda. No sé qué coño te has creído, pero si te vuelves a acercar te pego una paliza- dije suplicando al cielo que volviera a tocarme como lo había hecho.

-Lo que tú digas rubia. Sueña conmigo esta noche- dijo. Me dio un beso de los que te hacen cenizas las braguitas, y se fue, dejándome con cara de idiota y con su semen resbalando por mis muslos.