Jueves universitarios

Soy Paula y os voy a explicar lo que me paso en mi primer año de carrera..

Mi nombre es Paula actualmente tengo 21 años y esta es una historia que me ocurrió el año pasado. Para poneros en situación soy estudiante de ADE, empecé la carrera con 19 años tras tomarme un año sabático después del instituto debido a que no sabía qué quería estudiar.

Tras trabajar durante un año en una tienda de ropa comprendí que lo que me gustaría era poder dirigir mi propio negocio y por eso opté por ADE. Durante el año en la tienda conocí a muchos chicos pero ninguno me convencía. Así que a parte de algún que otro rollito entré a la Universidad soltera. Fue durante una fiesta en las primeras semanas que conocí a mi novio, Carlos. Él era dos años mayor que yo y también era su primer año de Universidad aunque no estudiábamos la misma carrera.

Al principio pensé que era el típico chico que buscaba un rollo de una noche, y que solamente se fijaba en mi físico; soy rubia, con ojos color verde, delgada (me cuido bastante) con una talla 90 de pecho y según mi novio buen culo (aunque yo creo que las hay de mejores) y mido 1.71cm. Sin embargo,  poco  apoco se fue ganando mi confianza y empezamos a salir en serio.

Carlos era de otra ciudad, por lo que se alquiló una habitación con otros 3 estudiantes, dos tenían 18 años y el otro 19. Yo aún vivía con mis padres, así que pasábamos muchas tardes/noches en su piso de estudiante. Aunque por mi forma de vestir que era bastante sexy podía parecer que fuese una chica muy lanzada, la verdad es que para mí el sexo era aún un tema bastante tabú. Así que cuando teníamos sexo en su piso debíamos estar a solas o de lo contrario yo me negaba por temor a que sus compañeros de piso nos escucharan. Además los dos chicos de 18 años estaban solteros y tenían cara de adolescentes pervertidos y eso aún me daba más recelo.

Pero un día pasó lo inevitable, sus compañeros de piso llegaron y no nos dimos cuenta. Cuando salimos de la habitación empezaron con las típicas bromas de si habíamos hecho mucho ejercicio, si nos gustaba bailar en horizontal, etc..

Des de aquel día noté como uno de ellos me miraba de manera diferente, fijamente casi desafiante. Además no se cortaba un pelo, me repasaba entera sin ningún reparo. El bueno de Carlos, por supuesto, no se daba cuenta de nada. Así que le comenté a mi novio:

P: Cariño, tendremos que buscar otro sitio para hacer el amor.

C: Podríamos ir a un hotel.

P: ¿Y qué va a pensar el de la recepción si vamos varias veces por semana? Pensará que soy una pilingui y ya sabes que no lo soy.

C: Si al menos te gustara hacerlo al aire libre, podríamos buscar un descampado un parque, pero como no te gusta..

P: Ya sabes que nos podría ver cualquiera y eso no me convence.

C: Mira, mis compañeros de piso cuando están dormidos no se despiertan ni aunque cayera una bomba. Además ellos salen de fiesta 2 o 3 veces por semana, si quieres cuando estén dormidos o se vayan de fiesta te aviso y te vienes un rato.

P: Me parece mejor idea que lo del hotel. Además como vivo a dos calles puedo venir rápido.

El sistema era sencillo, cuando sus compañeros de piso dormían Carlos me enviaba un mensaje y yo iba. Me dio una copia de la llave para no tener que picar y hacer el menor ruido posible. Iba sin encender ninguna luz hasta su habitación, me quitaba la ropa, me metía en la cama y allí lo hacíamos casi sin mediar palabra. Cuando acabábamos me vestía y me volvía a ir para casa sin hacer ruido.

Era una forma poco romántica de tener sexo con mi chico pero la única manera que encontramos. Una noche en que él tenía una cena de su carrera y que no esperaba que me dijera nada, recibí un mensaje a las 3 de la madrugada.

C: Cari akbo de llegar a ksa pst x aki, mis compis están durmnd y encima borrachos. PD: No hagas ruido Jose sta n l sofá borraxisimo.

P: Ok, voy.

He de decir que yo había bebido un poco así que cuando llegué me quité los tacones antes de entrar y me concentré al máximo en no hacer ruido. Abrí y fui directa a la habitación de mi novio, cuando pasé por el salón escuche los ronquidos de alguien que supuse que serían de Jose borracho. Cuando entré a la habitación me desnudé y me metí en la cama, como siempre.

Cuando le fui a besar me puso un dedo en los labios como prohibiéndome que le besara, lo que me hizo pensar que debía estar algo achispado y que tenía ganas de jugar. Cómo no podíamos hablar para no hacer ruido decidí seguirle el juego. Así que cuando me puso boca arriba y me empezó a atar las manos no opuse resistencia.

La verdad era algo que se salía de nuestra rutina pero era algo que siempre me había dado morbo y nunca le había contado a nadie. Una vez atada bajo con su lengua recorriendo mi cuerpo hasta llegar a mi clítoris y me empezó a hacer lo que era hasta aquel momento el mejor cunnilingus que me había hecho jamás. No paró hasta hacerme correr y tuve que ladear la cabeza y morder la almohada para ahogar el gemido. Aún no me había recuperado que empecé a notar como introducía su pene en mi vagina.

De golpe un escalofrío recorrió mi cuerpo: ¡Me la estaba metiendo sin preservativo! Siempre lo hacíamos con, pero después de la comida que me acababa de hacer, dejé que siguiera, no sin antes decirle en voz muy bajita y al oído: - Vigila con la corrida.

No sé si era efecto del alcohol pero notaba su pene más ancho de lo habitual y me estaba encantando. El estar atada y sus movimientos más bruscos de lo habitual, me estaban poniendo mala. Tanto es así que terminé dos veces y el aún había acabado ni una sola vez.

Me desató las manos del cabezal y me giró poniéndome a 4 patas y volviéndome a atar las manos a la espalda. Como no podía apoyarme estaba con la cabeza aplastada  contra la cama y me empezó a bombear como si se acabara el mundo. Estaba tan sumida en el placer que ni siquiera recordaba donde me encontraba, y le dije que le iba a hacer algo que nunca le había hecho a nadie. Ni siquiera sé si se lo dije en un tono alto. Solo alcancé a escuchar de su boca un leve sonido. –Shh. Me giré como pude y le dije que mi boca remataría lo que mi vagina había empezado así que le hice una mamada. ¡Mi primera mamada!

La noté grande, al tener las manos atadas no podía calcular exactamente el tamaño pero dentro de mí pensaba que sí que la tenía más ancha que normalmente, además tenía una mezcla de fluidos, pero no me importó y lo hice lo mejor que supe. Supongo que lo hice bien porque al poco se corrió. Cuando noté que su cuerpo se tensaba me eché hacia atrás pero su corrida me salpicó un poco en la cara.

Me desató y me iba a vestir al no poder encender la luz no logré encontrar mi tanga así que me tuve que ir sin él. Cuando iba a despedirme escuché un ronquido y pensé que se habría quedado dormido por efecto del esfuerzo y el alcohol, así que me fui sin despedirme y en silencio para no despertar a Jose que seguía en el sofá.

Al día siguiente le envié un mensaje a Carlos.

P: Espero que disfrutases anoche yo lo hice.

C: Me alegro, yo la verdad es que acabé en el sofá borracho, no sé ni cómo llegué a casa.

Esa respuesta me dejó helada, sino era él, ¿con quién estuve anoche? ¿A quién le hice mi primera mamada? ¿Quién me hizo gozar tanto? Miles de preguntas venían a mi cabeza. Pero pronto empecé a encontrar respuestas…