Jueves universitarios (2)

Soy Paula y ésta es la continuación de cosas que me ocurrieron en mi primer año de carrera..

Quedé con Carlos esa misma tarde y decidí no contarle nada para no herir sus sentimientos. Total, tampoco era culpa mía, pensé.

Fuimos a su piso, al ser viernes sus compañeros de piso se habían ido a pasar el fin de semana a sus pueblos, por lo que estábamos solos. Decidimos poner una película y estirarnos en el sofá, mientras mirábamos la película Carlos empezó a besarme el cuello. Él sabe que eso me pone muchísimo, y siempre que quiere sexo me empieza a besar el cuello.

Me cogió de la mano para llevarme a su habitación pero le dije, que no.

P: Quiero hacerlo en el salón

C: Pero cariño, ¿y si viene alguien?

P: Me has dicho que se han ido al pueblo, no creo que venga nadie.

Me pone mucho el riesgo a que me pillen mientras lo hago, supongo que como a mucha gente, pero nunca se lo había dicho a Carlos. Además, aunque parezca extraño en esa época con 20 años no lo había hecho nunca en un salón y era una cosa que me daba mucho morbo.

Así que Carlos me quitó los leggins negros que llevaba, la sudadera Roxy y la camiseta, dejándome solo en ropa interior. Allí estaba yo en medio del salón de un piso de chicos en tanga y sujetador mientras mi novio empezaba a besarme. Ya sé que estábamos solos pero el simple hecho de estar en el sofá del piso de unos chicos, aunque uno fuera mi novio, me ponía en celo.

Me quitó el sujetador mientras me besaba y lo lanzó hacia detrás del sofà, empezó a masajearme los pechos, yo tenía los pezones durísimos, nunca me había puesto tantísimo Carlos. Así que decidí regalarle eso que el día antes le había hecho a mi amante anónimo. Lo separé de mí, lo tiré al sofá y le empecé a bajar los pantalones.

Se notaba que él estaba a cien por el bulto de sus boxers, así que no le hice esperar más y se los bajé. No creo que Carlos se esperará que le hiciera una mamada, porque en cuanto notó mi boca en su pene tensó todo su cuerpo, como si se hubiera asustado. En cuanto rodee su pene con mis labios supe que no era el mismo que tuve la noche anterior en mi boca. Su tamaño era inferior. Ojalá la tuviera más grande, pensé.

No llevaba ni dos minutos cuando Carlos me pidió que parara que se iba a correr, pero me apetecía compensarle por lo de la noche anterior, aunque él no lo supiera. Así qué  seguí sin hacerle caso, hasta que me llenó la boca de esperma. Tenía un sabor raro pero la verdad es que estaba tan cachonda por todo lo que estaba pensando que decidí tragármelo todo.

Cogí a Carlos, después de dejarlo seco, y le dije que ahora le tocaba a él.

P: Te toca a ti cariño, mientras tu palito se recupera, quiero que me hagas disfrutar.

C: Eso está hecho cari.

Me iba a tumbar en el sofá, pero lo cogí de la mano y lo llevé hasta la mesa del salón, que estaba justo detrás del sofá, me bajé el tanga, me tumbé boca arriba y me puse en el borde de la mesa con las piernas abiertas.

Carlos no perdió el tiempo, se situó entre mis piernas y empezó a besarme por mis labios vaginales. No era la primera vez que me lo hacía y se le daba muy bien. Estaba muy mojada, llevaba 5 minutos jugando con su lengua en mi vagina.

P: No puedo más, ¡quiero que me folles!.

Carlos no tardó en reaccionar, levantó su cara y puso su pene, ya erecto, en la entrada de mi vagina. Y me empezó a bombear con todas sus ganas. Por fin Carlos me estaba dando una follada salvaje. Era lo que necesitaba en ese momento.

Estaba pegándome la mejor follada des de que estábamos juntos. Y de repente se escuchó el timbre del piso. Carlos paró en seco. Y de mi boca salieron las siguientes palabras.

P: Ni se te ocurra parar cabrón.

C: Pero y si es alguno de mis compañeros.

P: Ya hubiera abierto. No jodas y sigue.

Carlos siguió y el timbre volvió a sonar pero esta vez ni siquiera se inmutó. ¡Joder! me estaba matando de placer. Estaba a punto de correrme.

P: No pares, me corro.

C: Y yo nena…

No acabó la frase cuando escuchamos la cerradura de la puerta abrirse, justo cuando Carlos se empezaba a correr. Con el movimiento justo de tirarse hacia atrás del susto, el pene de Carlos salió de mi vagina y su leche empezó a salir disparada hacia mi cuerpo.

Allí estaba yo, desnuda encima de la mesa del salón, manchada de semen, con las piernas abiertas y a la vista de aquél hombre que acaba de entrar. Tan sólo fueron unos segundos hasta que pude salir corriendo hacia el baño.

Des del baño escuché a Carlos hablar con ese hombre, estaban hablando del alquiler del piso, por lo que deduje que era su casero. Entre abrí la puerta y pude verlo, era un hombre delgado de 1,80 metros con cara desaliñada, sin afeitar y de unos 50 años.

No me lo podía creer, un hombre de unos 50 años me acaba de ver desnuda y llena de semen. Suerte que sólo fueron unos segundos. Pensé que seguramente no le habría dado tiempo ni a ver nada. Pero cambié de opinión cuando escuché cuando se despedía de mi novio.

Casero : Dile, a Alberto que cuando vuelva del pueblo se pase por mi piso a pagarme este mes, que ya lleva una semana de retraso.

C: Ok, se lo diré.

Casero : Bueno, Carlos sigue disfrutando de tu novia, porque menudo cuerpecito tiene. Si algún día me la prestas te perdono el alquiler de un año.

C : No creo, cuídate.

Casero : Adiós.

Joder, que vergüenza, se había fijado en mi cuerpo un señor de 50 años y encima le había gustado. Nunca había notado esa sensación entre morbo y asco.

Habían sido dos días en que había descubierto muchas sensaciones que antes nunca había sentido o hecho. Pero aún no sabía quién me había follado la noche anterior.

Mi objetivo ese fin de semana seria descubrir alguna pista en el piso que me lleve a descubrir quien fue mi desconocido amante de la noche anterior.