Juegos para la soledad
Siempre me han considerado un chico correcto y de exquisita etiqueta pero la verdad es que de puertas para adentro tengo que confesaros algo, soy un completo adicto al sexo.
Hola a todos los lectores, esta es la primera vez que escribo algo de cara a la galería y la verdad es que me siento entre excitado y nervioso, siempre me han considerado un chico correcto y de exquisita etiqueta pero la verdad es que de puertas para adentro tengo que confesaros algo, soy un completo adicto al sexo. Me encantan las mujeres. Bajitas, traviesas, inocentes, guarras, altas, de poco pecho, con sus curvas... podría clasificaros en cientos de grupos y me sería imposible definir mi modelo ideal, pero mis preferencias no ha sido lo que quería contaros en este primer (y espero que no único) manuscrito.
Soy joven, y con un cuerpo sano y lleno de vitalidad; con una edad más que estupenda para gozar de una vida sexual más que activa, pero por desgracia mis travesuras últimamente se miden con cuentagotas, así que me tengo que conformar con masturbarme de vez en cuando para matar, o dormir, mi apetito sexual. Normalmente me deleito con algún relato de los que hay aquí escritos, pero hay otras veces que en mi mente se despierta una idea que me hace estremecerme de placer siempre que recurro a ella, de hecho, ahora mismo estoy escribiendo siguiendo las normas de este pequeño juego sexual en el que solo participa uno. “¿Y en qué consiste?” Os preguntaréis, pues bien, es algo completamente fácil y a la vez difícil de llevar a cabo, tan solo hay que establecer un número de horas, yo en concreto empecé a jugar a eso de las cuatro de la tarde, y decidí darme once horas de juego, pronto terminará mi
partida
. “Buah, pero eso es demasiado, no tengo tanto tiempo libre”, quizá esa habrá sido vuestro siguiente pensamiento, no os preocupéis, es un juego de paciencia que se puede ir intercalando con vuestros quehaceres diarios. Vale, vale, lo reconozco, me gusta irme por las ramas, iré ya al grano.
Cojamos mi caso por ejemplo, con once horas de juego, desde las seis de la tarde hasta las cuatro de la madrugada, la única regla consiste en masturbarte sin poder llegar a correrte, debes de conocerte lo suficiente como para llegar al límite, rozando la crueldad cuando debas de parar y respirar para relajarte en vez de entregarte al placer del orgasmo. Y una vez que te relajes y recuperes el control sobre tu cuerpo debes volver a intentarlo, volver a excitar tu cuerpo poco a poco, notando como vuelves a dejarte llevar por el placer en busca de ese orgasmo prohibido que deseas con todas tus fuerzas, pero que otra vez en el último momento debes rechazar, parando en seco. Muchas veces tengo que recurrir a la fuerza, apretando con mi mano mi polla para evitar que la corrida salga de mis huevos y romper las reglas. No se trata de una paja sin fin, se trata de cargarte de deseo y desesperación, luchando contra ti mismo. Si has notado que estabas demasiado cerca de correrte, puedes volver a tu rutina y quizá en un rato o un par de horas empieces de nuevo esa excitante y abrasadora tortura, rogando para que transcurran las horas lo más rápido posible. En el trabajo, quizá cada dos o tres horas te apetezca ir cinco minutos al baño para darte un poco de placer y avivar las llamas del orgasmo inalcanzable. La ducha, una vez llegados a casa es otro momento ideal en el que adentrarnos en nuestras travesuras aunque debo advertir que de los más peligrosos pues después de horas de excitación nuestra piel estará sumamente sensible y las caricias que el gel nos dará hará que nos olvidemos de todo con tal de explotar allí mismo sin remedio ni control alguno. Luego podemos aprovechar la cena para relajarnos un poco y olvidarnos de nuestras fantasías... si es que podemos.
Llegado el desenlace de nuestro retorcido juego, recomiendo la quietud de la noche y el confort de una cama, aunque otros quizá prefieran el riesgo de algún sitio más desvergonzado. Los resultados de la espera los notareis en cada milímetro de vuestra piel cuando después de tan larga y dolorosa espera os dejéis llevar por un orgasmo frenético, sumidos en el deseo más salvaje y bestial, notando como las piernas se contraen en un espasmo, notando como ríos de placer escapan de vuestro cuerpo durante unos gloriosos segundos que os dejarán sin aliento, postrados intentando recuperar la cordura y el aliento.
Yo, estoy deseando poder terminar de escribir esto para vosotros, para poder entregarme a mi mismo. Después de tantas horas ya mi polla está tiesa, estática entre mis piernas. Mis huevos me duelen, están prietos después de horas en las que deberían haber descargado ya mi corrida demasiadas veces como para estar todavía en mi cuerpo. Me hayo desnudo escribiendo estas últimas lineas, relamiéndome para cuando mi polla explote y me llene con la corrida todo mi cuerpo, llegando a mojarme mi cara y mi pecho con ríos de abundante leche que no dudaré en limpiar luego con mis dedos y mi lengua. No es que sea egoísta, si tú estuvieses ahí delante no dudaría en entregarte toda mi leche para que la disfrutases, pero sería un desperdicio en otro caso ¿no? Y es que tengo que reconocerlo, soy un completo adicto al sexo.
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Espero que os haya gustado esta pequeña confesión de una de mis tantas travesuras y disfrutéis de ella, agradezco toda crítica y comentario que podáis hacer y me empujen a contaros más cosillas sobre mi, y por supuesto a compartir mis fantasías con vosotros. Para los/as que queráis conocerme un poquito más: alexey.16@hotmai.com