Juegos morbosos con mi mejor amiga (4)

Episodio 4: La webcam. De cómo internet puede facilitar una perversa travesura.

Aunque nos viesemos a menudo, Nuria y yo solíamos hablar por internet, generalmente de cosas corrientes, pero de hecho, buena parte de nuestros encuentros sexuales eran a través de la red; a veces simple cibersexo, relatando y compartiendo fantasías o desatando nuestra más pura lascivia, otras, juegos con la webcam y/o el móvil (nunca olvidaré el morbo de verla penetrarse con el teléfono mientras oía al otro lado de la línea los húmedos chapoteos que producía al entrar en ella...), y en ocasiones simples charlas calientes.

Una noche, durante una de estas últimas, me comentó que estaba teniendo una conversación también subida de tono con otro tío, pero que aún no habían "pasado a mayores" y que no paraba de pedirle la webcam. Le dije que me la pusiese a mí, y ella, obediente, lo hizo. Enseguida reconocí el puntito de excitación en su cara, antes incluso de la pícara sonrisa que me dedicó.

F: "estás preciosa... tan cachonda..." Nuria: "Se me nota? ;)" F: "te gusta que te vea mientras le calientas?" Nuria: "Me pone que me veas :P" F: "eres toda una guarrilla, corazón" Nuria: "Lo sé :P" F: "dile que te estás acariciando..." Nuria: "Lo hago?" F: "No, sólo díselo"

En ocasiones, sobre todo cuando nos separaba la línea telefónica, a mi querida amiga le encantaba que mandase sobre ella, indicándole el ritmo a seguir y qué hacer.

Nuria: "Nuria: Estoy pasando los dedos por la entrada de mi coño" "Charly: me estás poniendo mucho nena" "Charly: ponme la cam anda" Nuria: "Se la pongo?" F: "No. Díle que se lo gane"

Así, mi querida amiga fue pasándome fragmentos de su conversación. El tío al parecer era bastante tosco, seguramente más acostumbrado a usar la webcam que a describir lo que quería, pero a ambos nos divertían sus esfuerzos por contentarla y las burradas que llegaba a decirle. Y la cara acalorada de Nuria me indicaba lo mucho que le excitaba aquello.

Yo en cambio, al cabo de un rato me cansé y le dije que pasase del tipo aquel y se dedicase a satisfacerme a mí, cosa que hizo. Pero antes de enredarnos en una de nuestras múltiples fantasías cibernéticas, mi amiga me comentó algo más:

Nuria: "Le he prometido que se la pondré mañana jejeje"

Una idea perversa cruzó por mi mente:

F: "mmmm... quiero estar ahí cuando le pongas la cam... te hace?" Nuria: "Muuuucho"

Dicho y hecho. A la noche siguiente estaba en su casa, esperando a que "Charly" se conectase. Mientras tanto, decidimos pasar el rato en un canal de sexo, a ver lo que surgía. Entramos como "littleprincess", y no tardaron en abrirnos privados, a cual más salido. Pero ninguno nos provocaba mucho interés, el único morbo de la situación era el propio de hacer aquello juntos.

Estábamos por ofrecerle de todas formas la webcam a uno de aquellos, cuando saltó una ventanita:

"Charly: hola, nena, q tal?"

Nuria me miró, como esperando instrucciones.

  • Espera -le dije. Cerré el chat aquel, y cogiendo la webcam enfoqué dentro de su escote. Le envíamos la invitación de ver la cámara, y no tardó ni dos segundos en aceptar.

Paseé brevemente la imagen por sus pechos, subiendo y bajando la camarita para deleitar a Charly con sus curvas, y corté la imagen. Nuria negaba con una traviesa sonrisa.

  • Escribe: "si quieres más, antes tendrás que ponerme cachonda".

Rápidamente saltó una invitación para verle.

Nuria: "No, no, aún no. Escribeme antes, dime qué me harias..."

Me incliné sobre mi amiga, y con una mano acariciando su pecho, nos morreamos largamente, con el salido aquel escribiendo a mi espalda. Su mano fue hacia mi polla, palpando, midiendo, levantando...

Cogí esa mano, levanté a Nuria de su silla de oficina y antes de que pudiese hacer nada más, se arrodilló y pasó su cara arriba y abajo por mi entrepierna, electrizándome con el contacto entre su piel y mis vaqueros.

Suspirando, vi que Charly reclamaba la atención de Nuria, y me estiré para coger el teclado y responderle que estaba haciéndome un dedo, que siguiese... Apenas le había dado al intro cuando sentí la lengüecilla traviesa de mi amiga recorrer en círculos mi falo enjaulado, estremeciéndome.

Ante mi pasividad, me abrió la bragueta con sus expertas manos, e hizo saltar fuera un palo de carne que comenzó a devorar como una niña hambrienta. Se había puesto cachondísima, más de lo que pensaba.

Mientras sentía a mi amiga paladear con ganas mi polla, transmití por escrito mis gemidos de placer como si fuesen los de ella, para que nuestro "amigo" no se sintiese abandonado, mientras leía por encima las barbaridades que nos enviaba. Me imaginé a Nuria siendo follada sin compasión por aquel bruto mientras se tragaba entero mi miembro, llevándome a las estrellas.

Nueva invitación de webcam del pesado... acepté, inconscientemente. Es díficil pensar cuando la punta de una lengua se cuela entre los pliegues de tu glande.

Y un primer plano de otro falo apareció en pantalla.

  • Mira -le dije a mi amiga.

Se volvió y sonrió, caliente y complacida. Otro mensaje: Charly pedía de nuevo ver a Nuria.

  • Venga, pónsela, pero sin sonido.

  • ¿Y tú?

A modo de respuesta me levanté, dejé el teclado en la mesa y me coloqué a un lado, fuera del ángulo de la cámara.

  • Vamos -ordené, como si fuese el director del show.

Nuria se acomodó nuevamente en la silla, desnudándose de cintura para abajo y abriendo las piernas. Mientras lo hacía, pasé la mano repetidamente por el bulto que salía por la bragueta abierta de mi pantalón, en movimientos amplios para que mi amiga lo notase sin problemas.

Se inclinó hacia el ratón y... clic. Webcam activada. Que lo disfrutes, Charly.

Me desabroché el cinturón, dejé caer los pantalones y tiré también de mis calzoncillos hacia abajo. Nuria se relamió, recostándose en la silla. La visión de aquellas dos pollas, aunque una fuese en pantalla, debía de encantarle.

Empecé a masturbarme, viendo como ella hacía lo propio y me lanzaba miradas de soslayo, pero sin perder de vista el espectáculo del tío aquel. Y empezó a jugar con sus dedos, rodeando la entrada, presionando y colándose brevemente, para volver a salir y volver a acariciar los labios exteriores, mientras la webcam mostraba en primer plano cada movimiento.

  • Abrételo, enséñaselo bien abierto.

Una vez más, obedeció, subiendo las piernas en los reposabrazos y separando la sonrosada piel, mostrando el agujero de sus intimidades a aquel desconocido. Me miró fijamente, llena de lascivia, y por un momento deseé lanzarme sobre ella y penetrarla tal cual estaba, follármela con fuerza sentada en aquella silla, ante los sorprendidos ojos de nuestro ignorante compañero de juegos.

Imaginándome eso, aumenté el movimiento de mi mano, mientras Nuria empezaba a meterse un par de dedos bien dentro de su coño, sin dejar de acariciarse con la otra mano. Fantaseaba con embestirla, besarla mientras la silla se meciese con la intensidad de mis acometidas, cuando suspiró mi nombre entre gemidos.

No aguantando más mi papel de voyeur, le dije que apartase una mano fuera de la visión de la webcam. En cuanto lo hizo, moví la cámara simulando ser ella, enfocando sus pechos, calientes y apretados contra la camiseta, con los pezones resaltando. Le ordené que se los acariciase, y se levantó la camiseta para hacerlo. Sin esperar un momento más, me colé a gatas entre las deliciosas intimidades de mi amiga, que respondió reclinándose hacia delante, facilitándome el acceso al néctar de su cueva.

Eché una mirada hacia atrás, a la paja que se dedicaba el Charly y a las tetas de mi amiga en pantalla, antes de hundir la cabeza en tan sabroso manjar y saciar así mi apetito por ella. Al poco ya tenía sus piernas sobre mis hombros, abrazándome con ellas, atrayéndome más para que volviese a meter mi lengua en su interior, para que juguetease nuevamente en los recovecos de su sexo. Mezclé mis labios con los que tenía delante, besándola en lo más profundo, provocando deliciosos gemidos de placer que no hacían sino incitarme a seguir y llevarla a lo más alto del orgasmo.

Y tan sólo unos minutos después le llegó, inundándome la cara de su deliciosa corrida. Me cogió por la nuca, hundiendo los dedos en mi pelo, apretándome con fuerza contra ella, mientras que con la otra mano se pellizcaba un pezón. Convulsionándose alrededor de mi cabeza, apenas la oía jadear, sisear mi nombre entre exclamaciones del máximo placer.

  • ¡Jooo-der! -exclamó como colofón final, haciéndome reir contra su caliente piel.

Cuando liberó la presión sobre mí, me eché hacia atrás, relamiéndome, degustando su sabor en mis labios. Nos miramos a los ojos: ella, exhausta, satisfecha; yo, saciado, feliz. Me alcé, aún de rodillas, para abrazarla, pero a medio camino su risa me detuvo. En un primer momento no lo entendí, pero me hizo girarme hacia la pantalla.

  • Se ha soltado la polla y se ha ido en cuanto te ha visto -me explicó entre más risas. Y así era: al levantarme, con Charly muy fuera de mis pensamientos, había aparecido en la webcam, y al individuo aquel se le debía haber cortado el rollo a lo bestia y salió huyendo.

  • Jajajajaja, me hubiese gustado ver su cara.

Nuria rodeó mi cuello con su brazos, apoyando su cabeza sobre la mía y respondió tiernamente:

  • Prefiero ver la tuya.

A veces me sorprendía lo mimosos que nos poníamos tras nuestros juegos más pervertidos, casi parecíamos enamorados.

Permanecimos un par de minutos así, en cariñoso silencio. Finalmente, volví a mi silla e invité a Nuria a sentarse entre mis piernas abiertas. Una vez acomodada, empezamos a leer las burradas que Charlie quería hacerle a mi amiga, con mis manos moviéndose con calma entre sus pechos y sus piernas, y repitiendo las lascivas palabras de la pantalla en su oído, mientras mi polla palpitaba bajo su culito, que movía lentamente para mi placer. Y en ese plácido y placentero jugueteo pasamos el resto de la velada, hasta que una hora o dos después volví a hacerla correrse y nos fuimos a dormir abrazados.