Juegos morbosos
Una pareja de amantes despiertan sus instintos con juegos morbosos ye excitantes
Sol de invierno
Era un jueves del mes de Enero, hacía mucho frío pero a las diez de la mañana el sol ya calentaba.
Estaba de pie en el parking donde había quedado con ella, disfrutando de ese sol mañanero que poco a poco va despertándote y haciéndote sentir vivo.
No tardó mucho en llegar.
Alicia es una mujer espectacular, y no sólo por el físico. Es una mujer risueña, agradable, una gran conversadora, escucha, comprende y sobre todo sabe lo que quiere.
Por eso entró en mi vida.
Yo tengo 37 años, soy alto y estoy bastante bien físicamente. Ella tiene 32 años, mide 1.70, tiene una preciosa melena rubia lisa, una sonrisa muy bonita y muchas curvas. Unos pechos grandes con sus pezones siempre de punta, un culito muy bonito y un coño totalmente depilado que me encanta como se moja.
Hace algunos meses nos conocimos casualmente, y desde que dimos el paso, no hemos parado de compartir experiencias muy morbosas.
Estamos geográficamente algo distanciados, por lo que solemos practicar juegos por teléfono o mail. Me encanta proponerle situaciones morbosas y a ella le excita sobremanera realizarlas.
Como ejemplo os pondré el día de nochevieja.
Los dos la pasamos con nuestras respectivas familias. Ese día hablamos por teléfono e intercambiamos algunos mails. Me dijo que mientras se comería las uvas, se iría acordando de mis manos de mi cuerpo y de mi polla.
Yo rápidamente le conteste y le propuse que se tomara las uvas recordando lo que quisiera, pero le dije que la última no se la comiera, que se la guardara en la mano, y después de felicitar el año nuevo a su familia, subiera al baño, se sentara en el inodoro, que se bajara las bragas, que pasara la uva por toda su rajita, que se masturbara un poco con ella pero sin correrse, que se la metiera dentro del coño y que luego se la comiera delante del espejo admirando la cara de zorra que se le pone cuando está excitada. Luego le dije que bajara de nuevo sin lavarse las manos, para que durante toda la noche le olieran sus dedos a su coño bien caliente.
No veáis que morbo, cuando sonaron las campanadas y en los minutos posteriores a ellas. Me la imaginaba realizando mi propuesta totalmente empapada.
Al cabo de media hora me llego un mail con tres fotos y un breve texto:
- Como me gustas, cabrón. Me encanta ser tu zorra…
Siguió todos los pasos al pié de la letra y disfruto mucho con ello, además tenía instrucciones de no dejarse follar por su marido hasta el día cuatro de enero que nos vimos de nuevo. Quería ser el primero en follarla este año, y lo conseguí.
Este fue su mail del día siguiente:
Ayer elegí las uvas con cuidado....y puse una muy grande entre las mías.
Lo pasamos bien en la cena, y luego jugamos a algunos juegos de mesa.
Diez minutos antes de las uvas ya estaba nerviosa.
En los cuartos comencé a recordar cada parte de tu cuerpo.
En la primera tus manos, en la segunda tu voz, y a partir de la tercera tenía la imagen de tu preciosa polla en la cabeza...
Me quedé la última uva en la mano disimuladamente.... y felicite el año a todos con ella en la mano. Hablé con toda mi familia con ella en la mano.
Mojaba las bragas mientras hablaba con ellos...
Como no tenía bolsillo en el vestido la dejé en un cajón y cuando tuve un ratito me subí al baño.
Ya entré súper cachonda, te puedes imaginar....
Me bajé las medias y las bragas y me senté en el inodoro. Hice un pis. Acerqué la uva al clítoris y la pasee un rato por ahí....mmmm....Ahí te hice la segunda foto.
La rodé hasta abajo y la empujé hacia dentro....entró sin problemas. Con el dedo la fui empujando hacia dentro....le daba pequeños golpecitos, cuando lo hacia subía por mi vagina, y cuando paraba bajaba....
Me lo estaba pasando muy bien...estaba muy muy mojada.
Entonces la saqué....me subí las bragas y las medias sin limpiarme. Me puse frente al espejo, qué cara de zorra, hice mi tercera foto para ti, y me metí la uva en la boca.
Cachonda perdida la saboree...sabía a flujo amargo y a uva dulce.
Cuando bajé habían puesto una peli....aguanté un ratito y me fui a dormir antes que mi marido. Llevaba toda la tarde persiguiéndome por el vestido y no podía dejar que me follara.
Me costó no tocarme....no se sí voy a poder no tocarme antes del 4.
Me sentí de nuevo muy mala y muy zorra, y feliz de hacer lo que me pedías.
Me muero porque me folles...
No pude evitar pajearme al releerlo varias veces.
Bueno, volviendo a la historia. Ese día antes de subir al hotel donde habitualmente nos encontramos, íbamos a ir un momento a tomar un café a un bar, pero por separado.
Cuando llegó y antes de aparcar su coche, me hizo un gesto para que me acercara a besarla, abrió la ventanilla y yo metí mi cabeza para comerle tiernamente los labios y empezar a acariciar un poco su cuerpo por encima de la ropa.
Salió del coche y estaba espectacular, toda de negro. Zapatos de tacón, medias, un traje de una sola pieza sin sujetador, para que se le marcaran bien sus excitados pezones y se cubría con un abrigo también negro.
Nos volvimos a besar y le entregué una bolsita con un plug anal y lubricante. La idea era que entraríamos por separado en el bar, abarrotado de hombres en su hora del almuerzo. Tomaríamos un café, y cuando ella quisiera tenía que ir al baño, atravesando las mesas de la gente, y meterse el plug en el culito. Poco a poco tenía que salir, caminando, notando su culito lleno.
Así lo hicimos, entré y me senté en un extremo de la barra. A los pocos minutos entró ella, captando la atención de todos.
Se sentó en el extremo opuesto, apenas cruzamos mirada, estábamos los dos nerviosos y excitados.
Como el camarero tardaba en atendernos, ella se levantó, antes de lo que me esperaba, y con su bolso en la mano, se dirigió al baño.
Creo que han sido los minutos de espera más largos de mi vida. Sentí un morbo indescriptible, imaginándola sentada en el baño, con las bragas bajadas, completamente mojada, lubricándose el culito para abrírselo bien abierto con el plug.
Salió, caminando lentamente, notando a cada paso como se movía el objeto del interior de su culito. Estaba colorada por el deseo. Volvió a la barra y se mantuvo de pie, con las piernas juntas, pidió su cortado y sacó las monedas para pagar con su mano temblorosa. Entonces se sentó sobre el taburete, sin mirarme para nada, me encantó imaginar su plug metiéndose más en su precioso ano.
Pagué yo también, y salí del bar. La esperé en la esquina, admirando su lento caminar, disfrutando cada paso que daba. Al encontrarnos nos volvimos a besar, bajando mi mano a su culito le aprete levemente el plug en su interior. La volvía loca de excitación, me decía que estaba caliente como una perra.
No paramos de besarnos y tocarnos hasta que llegamos al hotel. Nada más entrar en el ascensor y se cerraron las puertas, me agache para quitarle las braguitas. Quería que notara mejor su humedad y disfrutara del riesgo de que se le pudiera caer el plug al caminar. Llegamos a la tercera planta, yo con sus bragas en la mano, se abrieron las puertas y caminamos hasta la habitación.
Entramos y empezamos a besarnos con locura, abrazándonos. Le quité el abrigo y le bajé el vestido admirando sus pechos desnudos.
A continuación, la puse de espaldas con el culito en pompa, tomé mi móvil y le hice unas fotos para inmortalizar el momento.
La puse delante del espejo que teníamos y situándome de pie detrás de ella, empecé a besarla en el cuello, mientras la rodeaba con mi brazo acariciándole los pechos, con la otra mano empecé a masturbarla.
Estaba realmente mojada, nos mirábamos con deseo a los ojos a través del espejo, entonces empecé a susurrarle al oído:
- Me encanta lo caliente que eres zorra….Esta semana cada vez que te mires al espejo, quiero que recuerdes lo que ahora estás viendo. Quiero que me recuerdes tocándote tu coñito mojado, y pellizcándote tus duros pezones.
Ella no paraba de gemir, movía sus caderas acompasando mi masturbación. Le estaba tocando suavemente el clítoris con mi dedo corazón, apenas lo rozaba. De vez en cuando lo bajaba para atrapar los flujos que llenaban su rajita, para volver a tocarla un poco más fuerte. Mi dulce tortura, duró varios minutos hasta que aumenté el ritmo sujetándola con fuerza y logré arrancarle su primer orgasmo.
A continuación nos desnudamos y me sentó en un sillón que tenía la habitación, se arrodilló frente a mi y empezó a hacerme una mamada espectacular, apretaba sus labios contra mi glande, pasaba la punta de su lengua por mi agujerito, luchaba por entrar.
Yo la agarraba del pelo con fuerza, obligándole a meterse todo lo que pudiera, le pegaba palmaditas en la cara:
- Eso es zorra, cómetela entera, muy bien ahora los huevos, chúpalos perra, ufffff…
- Sube las piernas cabrón, que te voy a comer el culito…
Subí las piernas, y empezó a pasar su lengua por mi ano, sabe que me encanta y desde que lo descubrió lo hace muy a menudo.
No aguantaba más, quería follarla. La cogí y me la senté encima, sentado en el sillón como estaba. Yo con una mano me sujetaba mi polla, ella colocó su abierto coño sobre ella, y lentamente se fue penetrando. Cuando apenas había entrado, noté como se le salía el plug del culito. Casi se corre de nuevo, notando su culo liberado y su coño casi penetrado.
Empezó a cabalgarme mientras yo le apretaba sus duros pezones, se los pellizcaba, los subía hacia arriba y le dejaba caer sus pechos mientras ella no paraba de gemir y de saltar follándose fuerte, muy fuerte con mi dura polla.
La cogí en volandas y aterrizamos sobre la cama, volví a penetrarla con fuerza. Ella estaba acostada boca arriba, con sus piernas flexionadas, apoyando sus pies contra mi pecho.
Se la metía con un ritmo constante, aprovechando el movimiento del colchón para aumentar la fuerza de las embestidas. De vez en cuando paraba, y se la sacaba, empezando a restregársela bien dura por todo su mojado coñito, para de repente, volver a penetrarla de nuevo. Se que le gusta notarla así, acariciando su clítoris y su mojada vulva, y a mi me encanta hacerlo hasta que de nuevo llegó al orgasmo.
Paramos y había llegado el momento de comprobar el trabajo del plug en su culito. La puse boca bajo en la cama, cogí dos cuerdas y le ate cada muñeca a su tobillo, de manera que quedó totalmente a mi merced. Me puse delante de ella y le metí mi polla en la boca:
- Te voy a follar todos los agujeritos zorra, te los voy a llenar todos con mi leche…
Mientras me la chupaba a duras penas por su posición, aproveche para empezar a meterle dos deditos en su culo, lo tenía muy dilatado y preparado para recibir mi polla.
Me coloque encima de ella, y apretando mi glande contra su culito, la fui penetrando poco a poco, cuando sólo había entrado la mitad, le dolía, paré y mirándola a los ojos en el espejo, dejé caer un poco de saliva sobre su culito, le saque la polla y con la saliva se la metí de nuevo de golpe, hasta el fondo y me dejé caer sobre ella.
Ella estaba totalmente expuesta a mis embestidas, sus ataduras le impedían moverse apenas, tan solo abría las piernas al máximo para que mi polla llegara a llenarla por completo:
- Te gusta tener el culito lleno, verdad zorra?
- Si cabrón, párteme, lléname de leche…
Mientras le susurraba guarradas a la oreja, metí mi mano entre el colchón y su coñito. Estaba empapada como una perra, muy mojada, yo mientras no paraba de romperle el culito, empecé a follarla con los dedos por el coño, de vez en cuando me detenía y me dedicaba a su clítoris. Estábamos los dos a mil, cuando yo noté que me corría, empecé a masturbarla con mas fuerza llegando los dos al mismo tiempo a un orgasmo brutal.
Permanecí unos minutos encima de ella, sin sacar mi polla de su culito, jadeando los dos por el placer experimentado.
La desaté, descansamos un poco, tomamos una ducha y nos fuimos a comer.
Me encanta el rato de la comida porque parece que seamos amigos de toda la vida. Podemos hablar de cualquier tema, aunque de vez en cuando a los dos se nos escapa una sonrisa pícara que sólo nosotros entendemos.
Al cabo de una hora más o menos estábamos de vuelta a nuestra habitación, con muchas ganas de continuar disfrutando de nuestros cuerpos.
Ella permaneció vestida, junto a la ventana soleada, mirándome como yo me iba desnudando. Me acerque a ella y vestida como estaba, la puse a cuatro patas sobre el sillón, le subí el vestido, le bajé las medias y apartándole la tira del tanga, se la metí de golpe por su coño chorreando. Empecé a penetrarla con fuerza mientras ella no paraba de gemir, fue un rato genial, permanecimos así durante varios minutos, entonces acabé de desnudarla por completo.
Le mandé que se pusiera arrodillada en la cama, con sus rodillas separadas y con su culo apoyado sobre sus piernas.
Estaba realmente preciosa, sus pechos duros, su melena sobre su hombro, y su coñito rosado, abierto y mojado totalmente expuesto para mi.
Le cogí las manos y se las até a la espalda y puse mis rodillas en la parte interna de sus muslos, de manera que los dos estábamos arrodillados, uno enfrente del otro, ella no podía apenas juntar las piernas, estaba totalmente abierta.
Entonces mientras mi lengua acariciaba el contorno de sus pezones, mi dedito empezó a acariciar levemente su clítoris.
Me encanta masturbarla así, muy lento, apenas rozándola, evitando que pueda moverse, controlando su cuerpo y decidiendo yo, cuando obtiene más placer.
Cuando la toco así se derrite, le encanta. Yo intento alargar mucho el momento de hacerla correr, incluso cuando noto que se acelera, me gusta parar y ver la expresión de su cara pidiendo más y más.
Finalmente le di su orgasmo, acelerando mi presión sobre su inflamado clítoris, al mismo tiempo que la abrazaba fuertemente.
Me gusta sentir como se corre estando abrazado a ella, noto como tiembla, se contrae y finalmente se relaja, aunque muchas veces sigo tocándola al mismo ritmo consiguiendo un fulminante segundo orgasmo.
Después llegó mi turno, había estado mucho rato empalmado y necesitaba correrme.
Ella me tumbo en la cama, cogió una de las cuerdas y la empezó a pasar por toda mi polla.
Le dio varias vueltas de cuerda sobre la base y empezó a tirar de ella, estrangulándola levemente. Eso provocó en mi una de las mayores erecciones que recuerdo. Entonces se agachaba y me la chupaba un rato, escupiendo sobre ella y pegándole pequeñas bofetadas, alternaba los tirones de cuerda con las mamadas.
A continuación liberó mi polla de sus ataduras, y empezó a pajearme lentamente.
Abarcaba con su mano todo el tronco, apretaba con fuerza y dejaba al descubierto mi capullo en cada bajada. Lo hacía muy lento pero apretando. Me encanta que me pajeen así.
Cuando bajaba la piel, permanecía unos segundos admirando mi glande amoratado, de vez en cuando pasaba su lengua por el y a continuación continuaba pajeandome duro.
Notaba que no tardaría en correrme, pero no le dije nada, quise que siguiera pajeandome a su ritmo, sin prisa, disfrutando. Cuando de repente apareció la corrida, fue muy abundante, ella siguió moviendo su mano con maestría y lentitud hasta obtener la última gota que luego se dedicó a chupar de mi ingle con verdadera devoción.
Nos quedamos los dos muy relajados, abrazados durante unos minutos disfrutando del placer experimentado.
Nos arreglamos y nos despedimos, ya quedaba menos para nuestro próximo encuentro.
Espero que os haya gustado. Espero vuestros votos y comentarios, si queréis escribirme mi skype es guillemon35