Juegos Morbosos 1 (Complicidad Materna)

El momento había llegado, mi hijo se giraba hacia mi lado… Lentamente me quito la sabana descubriendo que la tanga se me enterraba lujuriosamente entre las nalgas… Mi columna vertebral estaba arqueada lo mas que se podía, ofreciéndole todo mi culo en pompa

Soy Cristina, una mujer mexicana, que trabaja como recepcionista de un hospital, tengo 39 años, madre soltera, desde hace 20 años cuando mi novio, (el padre de mi hijo), se entero que seria papa, desapareció de la faz de la tierra y nunca jamás  volví a saber de el, mas sin embargo probé suerte con algunos hombres, pero nada en serio, solo lograba calmar momentáneamente mi fuerte temperamento sexual, así que después de muchas calientes aventuras, decidí dedicarme en cuerpo y alma a mi familia…

Vivo con mi madre Rosalía, una anciana de 72 años, y mi hijo Octavio, en un pequeño pero cómodo departamento de una unidad habitacional en México DF.

Mi hijo es maravilloso, tiene 20 años, Octavio, lo es todo para mi, es mi tesoro, mi alma, mi corazón, mi punto de apoyo y toda mi vida. Es guapo, alto, varonil,  atlético, educado, muy buen estudiante, apasionado amante del deporte y de la vida, a pesar que desde siempre hemos vivido en una zona donde abunda la delincuencia y el vandalismo ha sabido bien sobrevivir…

La vida de mi hijo, de mi madre, y por supuesto la mía, transcurría con total normalidad, hasta que un día, transportándome habitualmente hacia mi trabajo, coincidí, con un par de vecinas que comenzaron a platicarme…

“ya te enteraste Cristina, últimamente, se ha desatado una ola de asaltos en nuestra unidad habitacional y alrededores”…

No me sorprendía escuchar esa situación… como ya lo había dicho por la zona en la que vivía era muy común escuchar ese tipo de anécdotas…

“los ladrones ya se han metido por la madrugada a un par de casas del edificio de enfrente de donde nosotras vivimos, se han llevado todo, pero eso no les basta, han tratado de abusar sexualmente de cualquier figura femenina que se les atraviese, deberías tomar tus precauciones”…

¡Demonios!, estas mujeres habían logrado asustarme un poco, mas sin embargo…

“pero ahí no para la cosa, nos hemos enterado que estos desgraciados dejan marcas en los edificios próximos a asaltar y según “tito” el de la tienda, sigue nuestro edificio…

Por la seguridad de mi madre, de mi hijo, y por supuesto la mía, teníamos  que desalojar nuestro pequeño  departamento por algún tiempo, hasta que la ola de inseguridad se calmara un poco, o mejor aun, que las autoridades atraparan a los delincuentes que tenían atemorizadas a nuestras unidades habitacionales…

¿Pero que podía hacer?, me preguntaba a mi misma…

Y para mi suerte, la solución, me llegaba casi inmediatamente…

Tenía casi 3 años sin pedir vacaciones en mi trabajo, ahora era el momento, llevarme a mi madre y a mi hijo por unas 3 semanas a visitar a mi hermano y su familia en un  lugar llamado Cuetzalan en  Puebla, a unas 5 horas de la ciudad de México…

Conseguí las vacaciones, mi hermano me había abierto con mucho gusto las puertas de su casa…

¡Listo!, mi madre mi hijo y yo, nos alejábamos un poco de problemas, pero nada es tan fácil como lo parece, debido al tamaño de su casa y su numero de habitantes, solo había una habitación disponible para los 3 integrantes de mi familia…

Pero ese detalle no seria ningún inconveniente, 3 personas  perfectamente podríamos convivir en una habitación, mi hijo y yo, nos llevábamos excelente y mi madre, una ancianita, no seria un problema…

Llegue esa noche a casa, hable con la abuela y mi hijo consiguió un permiso para ausentarse  de sus estudios, empacamos maletas para 20 días  y listo, a la mañana siguiente, mi hermano, nos recibía con sorpresa y mucha emoción en su pequeño pero cálido hogar…


Ya en Cuetzalan, el día transcurrió rápidamente, que si el viaje, desempacar, los chismes de familia, la comida, la cena, llego la noche y con ella la hora de instalarnos y acomodarnos para dormir en la habitación que nos había asignado mi hermano…

La habitación era muy linda y coqueta, no era pequeña pero tampoco grande, era un dormitorio muy ameno, tenia un buro muy alto con un televisor encima, un closet al fondo, un pequeño sofá al lado de la cama, y precisamente la cama era lo que llamo bastante mi atención, era grande, de esas llamadas King-size, parecía que era el cuarto de “juegos” de mi hermano y su mujer…

“a veces “dormimos” aquí tu cuñada y yo” me dijo mi hermano guiñándome el ojo…

Mi anciana madre ya estaba cansada, se acomodo en un extremo de la enorme cama y listo, a dormir se ha dicho...

Mi hijo y yo estábamos poniéndonos de acuerdo en como dormiríamos…

-bueno mama, tu acuéstate con la abuela en la cama y yo me duermo en el sofá…

-pero mi vida, el sofá es muy pequeño, y la cama es muy grande,  no discutas mas, yo me duermo en medio y tu en el extremo…

A mi hijo, no le había parecido buena  la idea, pero acepto amablemente…


La primer noche caímos  rendidos, el siguiente día fue fenomenal visitamos a algunos parientes que vivían cerca de mi hermano…

Rápidamente había trascurrido cuatro días…

3 personas, mi madre mi hijo y yo, compartiendo juntos una habitación y  también compartiendo una cama…

Todo marchaba sobre ruedas, todos  juntos disfrutábamos las vacaciones…


Pero al quinto día… Como siempre, obviamente, otra vez llego la noche y con ella la hora de dormir nuevamente…

Hasta aquí, quiero aclarar un par de cosas, ya que esta noche, mi vida, y la forma de tratar y de ver a mi hijo, dieron un giro de 180° con las situaciones que se desencadenaron…

Octavio es un excelente hijo, sinceramente, yo nunca había notado nada fuera de lugar en el comportamiento de el hacia mí…

Nunca me percate de alguna mirada morbosa a mi culo o mis tetas…, nunca un  gesto grosero o caricias que no fueran las de un hijo amoroso…,  nada,  mas  sin embargo, esta situación de “convivencia  extrema”, le dio un antes y un después  a nuestras cotidianas vidas…

Yo no voy a decir que fuera un mujeron pero he sido siempre guapetona, culona, cintura breve, piernas macizas y unas grandes tetas…

Mi hijo como ya lo dije es fuerte y muy atlético, por consecuencia muy vanidoso y extrovertido…

Habiendo aclarado este par de puntos, vamos a los hechos…

Aquella quinta noche después de acostarse mi madre en su extremo, por mi parte me acosté habitualmente en el centro para dormir, mi hijo estaba viendo una película, afuera  en la sala  y vino más tarde, no sé lo que me pasaba esa noche, pero no me conseguía dormir…

Octavio entró y se acostó por su lado como las otras noches  y hasta ahí todo normal…

Paso un rato yo estaba girada hacia mi anciana madre en aquel enorme colchón…

En un momento siento a Octavio  que se giró hacia mí y no le di importancia, hasta que note que se fue acercando lentamente hacia mis glúteos, es como que cada movimiento que hacía era en fracciones de segundo hasta que se me pegó totalmente al culo…

Enseguida pude notar que estaba empalmado y como lo había mencionado no sabia que me pasaba, solamente sentir el contacto de su verga contra mi culo me dio un golpe de energía que me recorrió todo el cuerpo…

¡Demonios!… Como podía suceder que mi hijo se hubiese pegado a mi culo con tan terrible erección, le podía sentir el pene en toda su longitud y grosor…

Yo dormía como siempre, con un camisón largo bastante grueso, y debajo calzones normalitos, aunque mi camisón tapaba hasta más debajo de mis nalgas, podía sentir el calor de mi hijo a través de la tela de su bóxer, se quedó quieto un momento y después se empezó a mover lentamente, con un vaivén, le sentía totalmente, al principio su pene solamente me rozaba sobre una de mis nalgas, pero después de un par de minutos, como que se fue acomodando mas cerca y su verga quedo casi incrustada justo en mi culo…

La situación me tenia estupefacta, yo no sabía qué hacer si girarme y darle un par de bofetadas y gritarle,  o simplemente quedarme quietecita como si nada sucediera, si hacia lo primero, el relajo que se iba a armar, seria de escándalo, mi anciana madre se despertaría y sería un gran problema, peor aun, estábamos en casa ajena…

Y si no hacía nada, a lo mejor, mi hijo, se pensaba que lo podría hacer sin ningún problema, en esa disyuntiva me encontraba…

Mientras por su parte, Octavio mi adorado hijo, seguía moviéndose despacito pero con mucha intención… Pensé que por lógica, él ya estaba más que en edad de comenzar a explorar su sexualidad  y justamente para el, la situación se dio y no se aguantó, aquí el gran problema de todo esto es que, la mujer con la que mi hijo quería dar rienda suelta a sus bajos instintos, era yo, su madre.

En un momento Octavio realizo un movimiento como estirándose hacia atrás, me di cuenta de que cogió algo de la mesita de noche pues giro un poco… Pero siguió moviéndose, siempre con su verga dentro de su bóxer, ahora se  movía un poquito más deprisa, hasta que note por las pulsaciones que daba su verga,  que mi niño, mi hijo, estaba a punto de escupir su semen…

Seguramente justo antes de eyacular,  derramaría su elixir en un pedazo de papel higiénico, para no mancharnos…

No me lo podía creer, el muy sinvergüenza de mi hijo, se había masturbado con mi culo, como si nada sucediera…

Me encontraba absorta, mas sin embargo lo que mas me dejo alucinada es que al muy canalla, no perdió  su erección,  podía  sentir toda su dureza…  Inconscientemente  recordé algunas de mis más deliciosas aventuras sexuales… Pensando en eso, mi vagina se había puesto muy mojada y caliente…

Un par de minutos después, mi hijo se levantó para ir al baño y cuando lo hizo, mi mano fue en busca de mi sexo, lo tenía totalmente empapado, voltee a mirar a mi madre, por suerte dormía y roncaba ligeramente, Octavio regreso del baño, se acostó rápidamente, se giro hacia el otro lado y se durmió dándome la espalda como si no hubiese sucedido nada…

Al otro día, me levante muy  temprano… Mi madre y mi hijo aun dormían plácidamente, fui al baño y luego de ducharme y cambiarme, me di cuenta que sobre el suelo había un pedazo de papel higiénico  arrugado,  lo cogí y por el olor, me di cuenta que fue el papel donde mi hijo descargo toda su calentura…

Me sentí molesta, pero al mismo tiempo un poco excitada, tal vez me sentía morbosa...

No sabia muy bien  cómo explicar las sensaciones que me atormentaban, sentía enojo  y a la ves curiosidad…

En mi mente repetía una y otra vez,  si había sido algo aislado o si mi hijo se atrevería a repetirlo…

No sabia que hacer, no dejaba de ser mi hijo, mi cielo, mi vida…

Tal vez nunca volvería a suceder…

Decidí quedarme callada y olvidar la situación…

Un nuevo día había comenzado, en el desayuno mire discretamente a mi hijo y me di cuenta de que el actuaba como si no hubiese pasado nada…

Platicaba con su abuela, jugaba con los hijos de mi hermano, comentaba cosas de futbol con su tío, hacia las cosas de un joven de 18 años, parecía un santo…

Seguramente  para el, yo ni me había enterado de sus incursiones nocturnas, y decidí dejarlo así…

El día trascurrió como los otros, visitas aquí y allá, convivencia familiar, relajación, etc…

Pero yo, estaba nerviosa, de pronto tenia unas enormes ganas de que llegara la noche, casi sin entender, me encontraba muy ansiosa de irnos a dormir…

Quería  comprobar si lo que había pasado la noche anterior, había sido algo súper raro nada más o si la calentura y el atrevimiento de mi hijo lo obligaría a repetir la rutina…

Por fin llegaba la noche, mi anciana madre se encontraba  acostada en su extremo de la cama,  y yo hacia lo mismo en el centro,  pero esta vez esperando ansiosamente a ver qué ocurría…

Después de haber visto televisión afuera en la sala, Octavio entraba a la habitación muy silencioso…

Inmediatamente note como se quitaba la ropa y se acostaba dándome la espalda, no sabia el porque, pero me desilusiono un poco el ver que no se giraba hacia mí y con esa desilusión me estaba quedando dormida, cuando noto que  sigilosamente se gira hacia mí y poco a poco vuelve a pegarse a mí culo con su verga bien erecta…

Cuando la tenía bien pegada a mi culo me dieron unas terribles ganas de echar una de mis manos hacia atrás y agarrarle a mi hijo la verga, pues se le notaba enorme y esplendorosa, el muy atrevido comenzó otra vez a moverse lentamente, pasándola por todo el canal en medio de mis grandes nalgas, eso me puso cachonda,  perdida… Demonios,  que rica sensación, hacia tanto que no me sentía tan deseada por un hombre, y para mi “mala” fortuna resulta que ese hombre, era mi hijo…

Tan perdida y caliente estaba en ese momento que…

Yo creo que si él me hubiese pedido que le abriera mis piernas,  inmediatamente me hubiese echo a un lado el pantie, hubiese parado bien rico mis nalgas y… Dale hijito de mi vida, entiérrame tu verga hasta el fondo…

Yo, ya  no estaba en mis cabales, por su parte mi hijo,  al igual que la noche anterior cogió un pedazo de papel para eyacular y para no mancharme…

Calladamente  notaba las pulsaciones que daba su verga cuando se escurría, ¡que desperdicio! pensé, repitió la misma rutina de la noche anterior…

Tarde muchísimo en dormirme esa noche, estaba pensativa, absorta, caliente y por supuesto inmóvil… Mi niño se volvió a dormir como si nada…

Mi cabeza era un mar de pensamientos, medite mucho la situación, si le decía algo o le reclamaba a mi hijo el porque de su conducta,  tal vez de la vergüenza le podía causar  algún trauma o algo mucho peor, pero sin lugar a dudas lo que sucedía por las noches, estaba muy mal, estaba siendo cómplice del  juego morboso de un muchachillo caliente…

Me sentía culpable, pero por otro lado, mi cuerpo había disfrutado el momento…

Antes de dormirme llegaba a una conclusión…

No podía negarlo, me sentía como una perra en celo, quería disfrutar de lo que sucedía entre mi hijo y mi culo, además me justificaba  a mi misma diciéndome que el no tendría por que enterarse de que yo disfrutaba de sus instintos sexuales…

Más calmada, por mi mente comenzaron a surgir ideas locas, cambiaria mi vieja pijama, por algo mas ligerito y atrevido para dormir…  mi mente se encontraba desatada solo pensaba en disfrutar y en el placer, ya que mi niño había dado el primer paso, quería jugar su propio juego y motivarlo a despertar totalmente sus ganas...

A punto estaba de ponerle punto final a mis ideas y ya por fin dormirme, cuando,  por un breve lapso la cordura me asaltaba nuevamente…

¡No se que hacer!, ¿lo dejo continuar con lo que hace cada noche?, ¿le insinuó algo para que deduzca que me di cuenta de sus travesuras?, o sencillamente… que esto llegue a donde tenga que llegar…  llegar… llegar… llegar… zzzz


Como lo supuse, Octavio  actuaba muy normal al otro día… su actitud era la de siempre, “aquí nada paso”…

No se como la hacia, pero no se le notaba ni un gramo de culpa o de arrepentimiento, mucho menos remordimiento…

Llego la noche… Al igual que las otras, mi madre dormía por su extremo, por mi parte me coloque en el centro y otra vez la misma rutina, frotamientos sobre mi culo, papel para eyacular y listo a dormir, así por un par de días mas…

No sabia el porque o  de donde sacaba tanta leche mi niño, su pene escupía mucho esperma, bendita juventud…

Rápidamente transcurrieron las 3 semanas de descanso, mi hijo frotándose contra mi culo casi todas las noches, yo su madre sin saber que hacer o decir, sin lugar a dudas era el juguete sexual de mi hijo…

Disfrute de mi días en familia, me despeje de la ciudad de México, de sus peligros, del rumor de asaltos, conviví con mi hermano, su mujer, sus hijos, mi madre, mi propio hijo, pero sinceramente ya no estaba en este mundo…

Las vacaciones obligadas que había tomado con la abuela y mi hijo llegaban a su fin, yo ya no podía con esta situación, la calentura me tenía como una zombie, mi mente era de la de una hembra en celo, solo quería que llegara la noche y mi hijo se frotara contra mis nalgas y  sentir las pulsaciones de su verga escupiendo su caliente esperma…

Casi sin darme cuenta busque entre mis maletas un par de diminutas tangas que había llevado entre mi ropa, “eran las de emergencia”  eso había pensado cuando las había empacado… justa e ingenuamente la “emergencia” que surgió fue que, eran para motivar los juegos morbosos de mi hijo…

Llego  la penúltima noche, estaba fuera de mis cabales, me depile a conciencia mi vagina, me bañe antes de irme a la cama… Me vestí con una de las diminutas tangas y arriba un camisón de encaje transparente… Literalmente me  moría  por saber que podía hacer mi niño al verme con esta nueva ropita de dormir…

Llego la hora de acostarse…

Mi anciana madre dormía profundamente en su extremo, por mi parte, sin que ella se diera cuenta como vestía para dormir, me acosté en medio de la enorme cama, ardiendo de deseo por sentir los frotamientos de Octavio…

Esta vez fue muy diferente a las otras noches…

Dándole la espalda como siempre, el camisón de encaje, mi diminuta tanga, sobrellenaron de confianza y seguramente de lujuria a mi hijo…

Al ver que obviamente después de varias noches su madre, tenía el “sueño” muy pesado, me levanto una pierna,  saco su pene por primera vez de su bóxer y  acomodo su dura verga  justo debajo de mi empapada vagina, bajo lentamente mi pierna y empezó a frotarse entre mis muslos, solamente el pedacito de tela del tanga impedía que su pene rozara directamente sobre mis ya hinchados labios vaginales… El muy descarado, se pegaba lo más que podía a mis nalgas y me tallaba toda su verga dura entre las piernas…

Me encontraba en el paraíso, estaba como loca, varias veces me aguante de bajar mi mano y echarme a un lado el hilo de la tanga y que me mi niño me la metiera hasta los huevos…

Mi calentura era mas fuerte que mi voluntad, pero no se como me aguantaba, tal vez mi hijo reaccionaria mal o se asustaría, porque seguramente el creía,  que su mamita “dormía” profundamente…

Mi niño me frotaba su delicioso pene entre las piernas descaradamente, de un momento a otro mis nalgas rebotaban delicadamente contra su pelvis…

Mi cuerpo y mi mente eran presas de una lujuria tremenda, no lo soporte, termine en un silencioso y terrible orgasmo…

Por su parte, intuí que Octavio estaba a punto de venirse, rápidamente se levanto de la cama y eyaculo como siempre en algún pedazo de papel a unos centímetros de su madre y de su abuela…

Esta situación no daba para más… Ya no lo podía soportar, quería, necesitaba, añoraba, que mi hijo me cogiera de una vez por todas…

Antes de que mi anciana madre, mi hijo y todos en la casa despertaran,  me cambie el camisón de encaje  y el tanga por una bata gruesa de algodón…

Había dormido casi nada, mi noche había sido de perros, desperté súper  mojada y caliente, era nuestro ultimo día y por ende nuestra  ultima noche en casa de mi hermano y su familia, a la mañana siguiente, mi hijo, la abuela, y yo, teníamos que regresar a nuestro departamento en la capital y continuar con nuestras vidas, que hasta antes de los mentados rumores de asaltos y el compartir cama con mi madre y con mi hijo,  habían sido muy cotidianas…

El día transcurrió agitado, compre boletos de regreso a la ciudad de México, aseguramos nuestro equipaje, partiríamos a las 10 am del siguiente día…

Mi anciana madre estaba feliz de volver al departamento, por su parte Octavio se mostraba indiferente, descarado y vanidosamente lo hacia saber…

“me da lo mismo regresar ahora, mañana o en un mes”… “lo único que extraño y deseo, es volver a dormir solito en mi cama”… “no es por ofender a mi madre y a mi abuela, pero en estas 3 semanas he dormido pésimo, jajá” “el sueño pesado de la abuela y de mi madre me han causado malas noches”…

El muy sinvergüenza de mi hijo, le comentaba a mi hermano y a su esposa, con gracia y mucho desenfado en la cena…

Pero que descarado y caradura, se había vuelto mi niño…

¡Que gran hijo de puta!... Se había frotado y masturbado descaradamente por casi 3 semanas contra el culo de su madre, y su actitud era de soberbia y de yo no rompo ni un plato, es mas, incluso su arrogancia me obligaba a pensar que ni siquiera había disfrutado el frotarse y masturbarse con las nalgas de su madre, para el seguramente era un caliente juego, pero para su madre era lujuria y el morbo en su máxima expresión…


Era la última noche antes de volver, quizás, ya en nuestro departamento, nunca volvería a suceder otra vez…

Estaba como loca… Me quería coger a mi hijo y que me cogiera…

Pero también quería darle una lujuriosa lección, esta noche tenia que ser inolvidable para ambos…

Quería pensar que todo era muy normal a la hora de dormir, mas sin embargo, algo raro debía de notar mi hijo, pues en las ultimas noches  en lugar de camisón grueso, usaba camisón de encaje y transparente, en lugar  de calzones de algodón, usaba diminutas tangas…

Aunque, hervía de calentura y mis atuendos de dormir se volvieron descarados…

No podía directamente agarrarle la verga  mi hijo y darle la mejor mamada de su vida, o clavarme esa incestuosa verga hasta los huevos  ahí, al lado de su abuela…


Como cada noche los tres nos encontrábamos acostados sobre el gran colchón, cada quien ocupaba su lugar,  mi anciana madre dormía profundamente en su extremo…

Por mi parte, dándole la espalda a mi hijo, lujuriosa trataba de “dormitar” sobre mi almohada cubierta solo por una delgada sabana, esperando que mi nene emprendiera sus cochinos juegos y morbosas caricias…

Debajo de la sabana había una gran sorpresa, estaba vestida con el mismo camisón de encaje transparente, mis tetas se notaban tremendamente hinchadas, mi carnoso culo debería lucir  terriblemente entangado…

Me encontraba perdida, fuera de mi, hervía de calentura,  le había dejado a mi niño todo a su disposición…

Me imaginaba la cara de bobo que pondría cuándo su vista se acostumbrara a la poca luz que se filtraba por la ventana y me mirara  “vestida”, como una putita, que quiere calentar a su macho para que este le de verga…

El momento había llegado, mi hijo se giraba hacia mi lado… Lentamente me quito la sabana descubriendo que la tanga se me enterraba lujuriosamente entre las nalgas… Mi columna vertebral estaba arqueada lo mas que se podía, ofreciéndole todo mi culote en pompa…

Para la fortuna de mi niño,  yo “dormía” pesadamente como siempre…

Pero por dentro, hervía como un caldero, estaba empapada desesperándome por saber que es lo que haría…

Un par de minutos estuvo seguramente contemplándome, después  se acercó como cada noche  y ya traía su verga fuera de sus calzoncillos…

Cuando Octavio acoplo su pene a mi culo, lógicamente se dio cuenta de que su mamita estaba en una posición por demás  caliente y morbosa, se quedó un momento quieto, pensando seguramente el porque de tal postura de mi cuerpo, mi nene, no se lo esperaba, ¡Bingo, punto para mi en mi lujuriosa venganza!…

Creo que por un instante pensó en detenerse,  seguro se imaginó que así, de esa forma en la que estaba entregándole mis nalgas yo podía llegar a sentir su verga  y “despertarme”….

Sentí que  dudo un par de segundos…

Mas sin embargo, sus dudas se fueron al carajo cuando en un movimiento brusco, yo misma me incruste su delicioso pene en el canalillo que hacía mi carnoso par de nalgas…

Esta acción lo animó y mi niño  empezó a embestirme  muy despacito con su verga,  estaba como loca, sentía a ese pene riquísimo deslizándose sobre mi culo…

Madre e hijo gemíamos calladamente, estábamos disfrutando de lo lindo, porque siendo la ultima noche compartiendo cama, teníamos que arriesgarnos en el todo por el todo…

Antes de que mi calenturiento niño parase y eyaculara en su pedazo papel y se acabase todo sin llegar a cogerme, realice mi última jugada…

Lentamente con una de mis manos jale lo mas que pude el hilo de mi tanga por la parte de enfrente, y con una pequeñísima navaja de rasurar que había escondido previamente bajo mi almohada, corte la tirita de tela del tanga y listo…

La diminuta tanga quedo dividida en dos pedazos, el triangulito de enfrente que cubría mi conejito, quedo como un simple taparrabos volando, el hilo que dividía mis nalgas salió brutalmente  jalado por la fuerza del resorte hacia atrás golpeando levemente mi espalda baja…

Ahora con la tanga como un simple cinturón  rodeando mi cintura y hecha pedazos, mi encharcada vagina y  el ojito de mi ano estaban totalmente descubiertos y expuestos a la disposición de mi hijo…

Estaba calientísima, como nunca lo había estado con algún hombre, mas sin embrago, sentí que mi niño se asustó, paro de golpe sus delicadas pero firmes embestidas…

Sentía su miedo, seguramente mi hijo había pensado que con el movimiento de su durísima verga,  me había roto el  tanga, y yo podía “despertarme”…

Casi podía escuchar  el fuerte y rápido latido de su corazón…

El cuerpo de mi hijo estaba inerte, no movía un musculo, ¿Como un chico  podía estarle haciendo esto a su madre?… Ahora mi hijo había caído en las redes de mi juego morboso…

Loca de lujuria, me reía maliciosamente para mis adentros…

“no había marcha atrás, hace un par de semanas mi hijo había comenzado todo esto, y yo su mamita me había calentado como una colegiala y tan fuera de mis cabales, moría  por sentir su verga penetrándome aunque sea un poco”…

“me conformo solo con la puntita de su verga en mi vagina, ya con eso me bastaría para acabar como una loca”…. Pensé…

Transcurrieron  unos minutos, tantos, que se me hicieron eternos…

Creí que había sido demasiado para mi nene, seguramente Octavio no se animaría a llegar a tanto, pero afortunadamente me equivoque…

Cuando, mi hijo  comprobó que yo ni siquiera me inmute que el tanga se me hubiera roto, se lleno  de una exagerada confianza…

Lentamente, se pego lo más que pudo hacia mi carnoso par de nalgas, estando mi conejito y mi ojete expuestos, sin protección alguna…

Con mucha convicción mi hijo se ayudó con una de sus manos, guio su erecta  verga y la puso entre mis piernas, justamente rozándome los labios vaginales, se apretó un poquito y mis hinchados labios abrazaron el lomo de su pene…

Apretaba los dientes para no gemir y despertar a mi anciana madre…

Me encontraba súper empapada y cachondisima…

Octavio me tallaba su verga deliciosamente, un par de frotadas y el muy cabron de mi hijo, me llevaba al mas brutal, delicioso y silencioso orgasmo… me corría como una loca…

Seguramente, ni nene notaba como su madre se orinaba literalmente sobre su verga, pero yo no  podía demostrarle que era una hembra totalmente entregada a sus instintos carnales…

Instantes después  de mi brutal orgasmo…

Ocurrió lo inesperado…

Mientras yo me estaba recuperando de mi silenciosa corrida,  mi nene hizo un  movimiento pélvico hacia el frente, por mi parte en un instante  tuve un espasmo de placer en mi columna vertebral que hizo que levantara exageradamente mis carnosas nalgas e hice un movimiento de cintura hacia atrás…

En ese movimiento  mi vagina quedo totalmente expuesta y simplemente sin querer queriendo,  la cabezota de su enorme  zanahoria se metió en mi conejito...

Todo fue tan mágico, tan rico, delicioso…

Ahora  ya no había vuelta atrás...

Madre e hijo, ¡No!… Macho y Hembra…

Mi nene estaba en otro mundo, seguramente nunca se imagino que podría llegar a penetrarme, se quedó totalmente inmóvil, como pensando que hacer…

Mí empapada vagina, ahora con medio tronco de su verga dentro, y  hambrienta  de mucho mas…

Por unos instantes, permanecimos  así, pegados, como dos animales en celo…

Poco después de unos segundos, al ver que nada sucedía y su mamita seguía “durmiendo”,  mi caliente hijo, siguió empujando suavemente enterrándome  su  deliciosa y tremenda verga…

Sentir ese grandioso pene me tenia fuera de este mundo, me mordía los labios, apretaba los dientes  aguantándome el no gemir y gritar como una puta… Me sobrevino otro delicioso orgasmo…

Y ahí en la casa de mi hermano, esposa e hijos, en esa cama, al lado de mi anciana madre y respectiva abuela de Octavio, mi hijo me estaba volviendo literalmente loca de placer,  metiéndome su dura y deliciosa verga…

Tan concentrada estaba en las sensaciones que me provocaba la filial verga, que hasta pude sentir cada una de sus venas…

Después de tantas noches de haberme dejado hirviendo de calentura, decidí darle un regalo a mi niño por tanta perseverancia y  esfuerzo, teniendo media verga dentro y un poquito mas, en un instante, discretamente abrí mis piernas, recule con fuerza mis carnosas  nalgas, para que mi niño, me clavase ahora si, toda su juvenil hombría con fuerza y con ganas…

Dale bomba mi amorcito, cógete a tu mamita papito, dame mucha verga, cógeme con ganas, pensé… No muy lejos de la realidad…

No se por cuanto tiempo me estuvo cogiendo mi hijo…

Todo en silencio, pero rico, mis redondas nalgas contra su pelvis emitían un delicado aplauso… plaff, plaff, plaff…

El momento de su clímax  había llegado, note que mi hijo no tardaría en eyacular… Pero esta vez seria diferente… Necesitaba sentir su esperma en mis entrañas… No lo deje salirse, contraje los músculos de mi vagina lo más que puede, ordeñándole deliciosamente su jugoso pene…

Su verga se hincho instantáneamente y me inyecto unos buenos chorros de su leche en mi encharcada vagina…

Volví a estallar en un orgasmo, nuevamente en silencio, casi a punto de desmayarme, aguantándome el no moverme y gritarle a mi hijo que me estaba viniendo…

Termino de eyacular, su pene incrustado hasta el fondo de mi cueva,  se quedó quieto al igual que su mamita…


¿Pero que había sucedido?...

Un repentino sentimiento de culpa me invadió, me remordía la conciencia, me sentía basura, una buena madre no hace estas barbaridades… pensé…

Meditando mis remordimientos,  la calentura  de mi hijo me traía de regreso a la realidad,  comenzó nuevamente a menearse dentro de mi concha con su verga otra vez bien dura, (bendita juventud) y en un instante, ya me estaba volviendo a coger…

Esta vez los movimientos de mi nene, no eran suaves, todo sentimiento de culpa se me fue al carajo…

Mis nalgas rebotaban enérgicamente contra su pelvis… que cogida me estaba pegando mi hijo…

Me acorde en donde estábamos, con la vista acostumbrada también a la obscuridad, con mucha atención observé  y escuche a la abuela, me dio pena y mucho morbo, nunca iba a enterarse de lo que sucedía tras ella… Mi anciana madre roncaba pesadamente… Mientras su nieto, mi hijo, me cogía con muchas ganas…

En silencio, como si nada sucediera, colabore nuevamente en una cogida fantástica que me estaba dando mi hijo…

Octavio volvió a eyacular dentro de mí…

Un par de minutos después me cubrió hasta el cuello con la sabana, se levanto, se dirigió al baño, regreso a acostarse, giro hacia su costado dándome la espalda…

En cuanto a mí, mi entrepierna escurría de leche,  sin que el se diera cuenta, tome una almohada, la coloque entre mis muslos para que absorbiera toda la humedad de nuestros jugos….

Me tenía que levantar temprano, tenia que eliminar toda evidencia, metí a la lavadora sabanas, cobijas, almohadas, etc…

Deje todo bien limpio, además, había llegado el día de volver a casa en la ciudad de México y continuar con nuestras cotidianas vidas, abuela, madre e hijo…

Sin embargo, ya nada volvería a ser igual…

Me sentía morbosamente atraída por la vanidad, el descaro y la desfachatez de mi caliente nene…

Me ponía loquita, deliraba de lujuria, el placer me invadía, era morbosamente alucinante la idea que nublaba mis pensamientos…

“Coger con mi hijo, sin mirarnos, sin supuestamente saberlo… Coger como si nada sucediera entre nosotros, moría por saber hasta donde llegarían estos JUEGOS MORBOSOS”…

¡Había probado a mi hijo y me encanto!...

Ahora era una madre que deliraba de lujuria por el juego morboso que tenia con mi hijo…

Continuara…