Juegos mentales
Elizabeth conoce a Rebeca, un llamativo encuentro en el baño de la preparatoria.
La época de preparatoria creo que es una oportunidad para que todos y todas experimentemos lo que somos, yo a los 17 años me iba a cuánta fiesta podía y claro, experimentaba mi sexualidad, desde que era niña supe que no me atraían los hombres, era un fastidio escuchar a mis compañeras hablar del chico guapo del salón, yo sólo miraba a aquella chica que ensayaba diario una canción para bailar en un concurso de la escuela. La secundaria no fue tan distinta, sólo observando a la chica más inteligente de la clase, sin hablarle, sólo mirándola día con día.
La primera vez que pude besar a una chica fue a los 14 años, simplemente no hay forma de describir las sensaciones que provocó en mí, sus suaves labios, su dulce movimiento, ella aceptó besarme por una apuesta y yo encantada me dejé, después me confesó que era bisexual y tuvimos una relación un tanto complicada. Luego al entrar a la preparatoria me enamoré, esa chica fue mi primer amor y una de las personas que más me han lastimado, después de ella me negué a que me volvieran a dañar y para eso no debían importarme los sentimientos de las otras mujeres, ahora que lo pienso es la típica razón por la cual algunas lesbianas son así, pero vamos a centrarnos en la historia después de Geraldine.
Le hablé al comenzar cuarto semestre de preparatoria, ya la había visto antes, en tercero, igualmente le tocó en mi salón, jamás le había prestado atención hasta que Sebastián (mi mejor amigo de la preparatoria) me dijo que era novia de la chica con la que siempre estaba. Desde ese momento les preste más atención, no dejaba de mirarlas, llamaban por completo mi atención, buscaba la forma de hablarles, de averiguar más cosas, tal vez era morbo, eran muy guapas y eran novias, llamaría la atención de cualquiera. Tal vez no podía dejar de verla por averiguar cómo era, conocer quien es con sólo mirarla, saber todo a través de esos ojos perfectamente delineados, su forma de vestir, a veces normal, tal vez un tanto afeminada, pero su forma de caminar la delataba, sin exagerar el meneo de cadera, no caminaba como cualquier chica creída, eso me gustó de ella, que no era como las demás, tenía algo que me atraía. Camila también era muy bonita, medía 1.65 metros, tenía un rostro afilado, piel blanca, ojos cafés claros y un color de cabello castaño claro que le llegaba a media espalda, abdomen plano, unas caderas muy pronunciadas y unas nalgas sumamente redondas, tristemente tenía unos pechos muy pequeños, todo en ella reflejaba lo creída que era, se notaba sin duda alguna que pensaba que nadie merecía que le hablara. A esa clase de personas con sólo verlas las aborrezco, sólo necesitaba hablarle a Rebeca, la cual también era alta, media lo mismo que Camila, ojos marrones, piel apenas si morena, cabello chino pintado de color chocolate el cual apenas si tocaba sus hombros. A diferencia de Camila, Rebeca casi no tenía nalgas, pero sus pechos eran bastantes grandes, ella aprovechando ese atributo usaba blusas escotadas.
Recuerdo un absurdo intento por hablar con ella, por escucharla, le enseñé una canción que compuse, ahora sé que nunca la leyó, sólo fingió que sí. Lo que me dijo fue algo muy cortante, pero tontamente eso me gustó más. Realmente era imposible hablar con ella, jamás se separaba de Camila, fue hasta cuarto semestre cuando Rebeca se quedó en mi salón y Camila en otro.
La primera clase no fue importante, no me detuve a ver con quien me había quedado, yo seguía mal por Geraldine, nada sacaba esa soledad de mí. Al siguiente día nos tocó una clase en laboratorio y la maestra nos indició que debíamos hacer equipo para su clase, yo ya tenía a tres amigas con las cuales hice equipo, nos quedaba un lugar, así que no dude y la invité, ella al no hablarle a nadie más, terminó aceptando. Desde ese momento comenzamos a acercarnos más, incluso me pidió mi número de celular, nos mandábamos mensajes y platicábamos de la música que le gustaba, ella escuchaba metal y yo rock, a veces sólo hablabamos de clases, de nuestras familias, cualquier cosa de la que se pudiera entablar una charla. Después de varias semanas hablando y viéndola en la escuela, llegó el momento que tanto esperaba, una tarde yo venía de regreso a mi casa después de ensayar unas coreografías, ponía bailes de XV años para sacar algo de dinero aprovechando mi habilidad para bailar, recibí su mensaje diciéndome que le gustaba, sonreí y sólo le respondí “también me gustas”, pero ese fue su único mensaje.
Al día siguiente en la escuela me encontraba muy nerviosa por verla, no sabía qué decirle o si ella me diría algo, la vi entrar a la escuela y se pasó de largo, sin saber que hacer sólo me dirigí al baño, estaba a punto de salir, abri la puerta de la cabina y la vi, mi rostro reflejó la sorpresa pero no supe cómo reaccionar, ella sólo entró a la cabina, cerró la puerta y comenzó a besarme, yo mido 1.60, en ese entonces tenía el cabello a media espalda, mi tono natural es parecido al color chocolate, piel clara, abdomen plano y cuerpo muy bien definido debido al baile y a que practicaba fútbol, pechos de tamaño mediano, cadera marcada y nalgas bien formadas. Debido a mi estatura tuvo que inclinarse para besarme y sin decir nada comenzó a tocar mis pechos por encima de la ropa, los apretada fuertemente, su respiración comenzaba a ser más rápida, por reflejo mis manos se dirigieron a su entrepierna, y comencé a frotarla por arriba del pantalón, colocó su mano izquierda por detrás de mi cuello y con su mano derecha dirigió mi mano bajo su ropa interior, acariciaba en círculos su clítoris mientras ella seguía besándome, metió su mano bajo mi blusa y acariciaba mis pechos, bajó un poco el brasier para tener contacto con mis pezones, los cuales apretaba suavemente, éstos ya estaban duros desde que había comenzado a besarme. Ante tanta excitación y al sentirla tan mojada decidí penetrarla, metí mi dedo medio en su vagina, pero me sorprendió sentirla tan expandida así que metí también mi dedo índice, con ambos dedos dentro de ella comencé a estimularla, los movía de adelante a atrás para luego meterlos y sacarlos, lanzó un gemido y tuve que apretar con fuerza mis labios contra los de ella para evitar que el ruido saliera aún más, con mi mano izquierda rodee su cintura para acelerar el movimiento, la tensión en su cuerpo y la fuerza con la que me sujetaba me indicó que estaba a punto de tener un orgasmo y así fue, bastaron unos movimientos más para que soltara un gran suspiro al haber llegado a lo que tanto deseaba. Saqué mi mano de su pantalón y sentí como mis mejillas se acaloraban, podía saber que estaba sumamente roja así que sin mirarla a los ojos me salí del baño, lavé mis manos y me encaminé a mi primera clase.
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Espero les guste esta breve historia, la idea es saber si fue de su agrado para seguir desarrollandola, tengo en mente varios capítulos más. Es la primera vez que escribo algo así, mi pasión es escribir pero no de manera erótica, éste es un nuevo reto que me puse a mi misma. Otra chica que escribe aquí me inspiró para animarme a mostrar mis escritos, espero les guste y recibo con gusto cualquier comentario, observación y crítica.