Juegos mentales. Capítulo 7

Una vez que su pantalón estuvo en el suelo se dirigió a la cama, terminó de quitarse la ropa interior, se recostó , estiró sus extremidades a cada esquina de la cama, así que proseguí a atar su mano derecha, trate de no apretar mucho la soga pues temía que fuera a lastimarla.

Capítulo 7

Su mensaje había sido agradable, era lindo cada detalle, me preocupaba que con el tiempo comenzara a sentir algo por mí, yo tenía claro que no quería nada serio, pero no tuve el valor para decirlo, aunque debo aceptar que la idea de tener esa facilidad para que alguien me quisiera era algo que me gustaba.

A Rebeca sólo le respondí que había estado ocupada, que fui con Sofía al cine, con Paola intercambié mensajes coquetos. Quedamos de vernos el miércoles y el tiempo se pasó demasiado rápido.

La vi a unas cuadras de su casa pero me sorprendió que estuviera con alguien más, un chico que aparentaba tener 14 años, sólo que era de tez morena. Al acercarme me lo presentó como Alexis, su hermano, a mí me presentó como su novia, lo cual me impactó de sobremanera, ni siquiera me lo había pedido. Fue lista, ella había interpretado que al acostarnos ya éramos pareja, pero ya no me importaba, era buena forma de regresarle a Rebeca todo lo que me había hecho, ya no sólo de forma sexual, sino al tener otra relación.

Estuvimos platicando un rato, su hermano se integraba a la conversación, hablamos de los deportes que practicaban, fue a petición de sus padres que probaran cada año un deporte diferente para después decidirse por uno, me sentía una enclenque a lado de ellos, pese a sus edades se les notaba en el cuerpo el fruto de tanto tiempo haciendo ejercicio, mi cuerpo no estaba nada mal, abdomen plano, más no marcado, tenía bastante tiempo ahora para poder aprovecharlo, en la secundaria me encantaba el fútbol soccer, tal vez era buen momento para regresar a ello.

Una de las cosas que más llamó mi atención fue que Alexis supiera de las preferencias sexuales de Paola, lo veía de una forma muy natural, pero lamentablemente su padre era homofóbico, por lo cual tenía sumo cuidado en que no se enterara de nada.

Con aquella plática entendí porque su reacción fue tan exagerada el día que la conocí, aunque estaba en todo su derecho, con un padre así es difícil no aterrarse. Su mamá era más tolerante pero obedecía sin oposición a su marido.

Al llegar a casa toqué un rato la guitarra, cené, tomé una ducha y comencé a leer Justina del Marqués de Sade, siempre he sido adicta a la lectura, una vez que inicio un libro no puedo parar hasta llegar a la última hoja, ansío saber cada detalle, qué sucederá, no aguanto la espera.

Sin duda alguna al terminarlo preferí mil veces más a su hermana Julieta, para mi tuvo dos mensajes, el primero es que a veces es bueno ceder ante nuestros deseos sin miedo, de cualquier forma cosas malas siempre sucederán, pero también Justina hasta el último momento siguió rigiéndose con sus valores, creencias e ideales, pese a todas las adversidades, pero para mis fines estaba aplicando más lo primero.

Los mensajes con Paola eran cada vez más constantes, la había visto dos veces afuera de su casa, en los cuales nos dedicábamos a besarnos y a contarle de mi vida, parecía tener mucho interés, pero no conseguía gustarme pese a lo atenta que era.

Un sábado me invitó a la final de baloncesto, su equipo había conseguido llegar hasta ese punto gracias a ella, debo admitir que era increíble verla jugar, su concentración, su forma de comunicarse, como burlaba a las del equipo contrario y alcanzaba a encestar desde lejos, por si fuera poco la porra del equipo era muy animada, pero como era costumbre, Rebeca marcó a mi celular.

E: -Bueno-

R: -Hola amor, ¿cómo estás?-

E: -Bien ¿y tú?-

R: -Bien, ¿dónde estás? ¿Por qué se escucha tanto ruido?-

E: -Estoy en un partido de baloncesto-

R: -¿jugando?-

E: -Viendo-

R: -¿y a quién conoces que juega?-

E: -Una amiga, se llama Paola- Dije con total cinismo y muy contenta.

R: -¿Amiga de dónde?- Preguntó un tanto seria.

E: -De la secundaria- Mentí.

R: -Bueno, espero que te estés divirtiendo-

E: -¡Sí! Está muy bueno-contesté con la voz más feliz que pude.

R: -Espero verte pronto-

E: -También yo, te mando un beso, debo irme- colgué sin siquiera darle tiempo de responder.

Esa sensación de venganza me hacía sentir tan bien, ya no me sentía una tonta humillada por la mujer a la que quería, porque ahora era yo quien se burlaba de ella.

Al final del partido la victoria fue para Paola y su equipo, era obvio, gracias a ella todo el equipo funcionaba de manera esplendida. Se felicitaban entre ellas, se abrazaban, lo habían logrado, eran las ganadoras. No estoy segura de sí Paola en algún momento me había visto, yo sólo me había dedicado a mirar pues era seguro que su familia estaría allí y no quise arriesgarme.

Sutilmente me miro, esbozó una pequeña sonrisa y apartó su mirada de mí, continuó con los abrazos hasta que se dirigió hacia un hombre alto y gordo, de tez blanca, el poco cabello que tenía ya estaba canoso, tenía rasgos muy definidos que marcaban una personalidad dura, sin duda era como su hija lo había definido, sólo de verlo daba miedo. Su mamá era sumamente delgada y pequeña, tan delgada que era difícil imaginar que se haya embarazado dos veces y que ese cuerpo escuálido haya albergado dos seres, sus arrugas en el rostro eran notables, incluso se veía más vieja que su esposo, aunque era de imaginarse, que duro aguantar a ese hombre y su mirada lo confirmaba, se notaba triste, pero a la vez tenía un extraño toque de sumisión, incluso el hecho de siempre tener los ojos fijos en el suelo lo decía, su rostro permanecía agachado como esperando a que su amo diera órdenes.

Parecía que ambos la felicitaban, me hubiera encantado felicitarla y abrazarla, había disfrutado mucho el partido pero no podía hacer más, me quedé sentada en las gradas viendo cómo se retiraban del lugar, seguro irían a algún lugar a celebrar pero yo no podía acercarme, las demás chicas seguían festejando, hablando de la fiesta que harían en la casa de una integrante del equipo, me sorprendió que Paola siendo la capitana no fuera a asistir, pero de seguro a su padre no le parecían adecuadas ese tipo de reuniones.

Me quedé unos minutos más observando todo a mi alrededor, los padres y madres felicitando a sus hijas, los gritos de felicidad, los rostros de las jugadoras reflejaban la alegría sin igual que sentían y lo unidas que eran, se reunieron en un círculo, comenzaron a golpear sus piernas con las palmas de sus manos para emitir un sonido, al menos fueron 9 golpes veloces, el último era más fuerte y al hacerlo gritaron a una voz “Panteras a su presa”, el otro equipo pese a su tristeza, muy maduramente gritaron la porra de su equipo, “Con alegría Hienas a la cima”, se abrazaron y hablaban entre ellas, fue algo tierno, dieron batalla, no se dejaron vencer tan fácil, eran unidas y se veía en el apoyo que se daban.

De pronto mi celular me sacó de mi observación, era un mensaje de Paola, “Gracias por haber ido a verme y espero me perdones por no haberme acercado a ti, no podía hacerlo, tu apoyo fue importante, me diste la motivación para ganar, para que estés orgullosa, te quiero”.

-¿Me quiere? Pero si tan sólo llevamos unas semanas de conocernos, espero que sea de las chicas que a todo el mundo le dicen te quiero, al menos no fue un te amo-dije para mí misma.

Le respondí que me había encantado ir y que estaba muy feliz por ella, guardé mi celular en mi bolsillo y caminé tranquilamente por el parque, el lago era de mis partes favoritas, no había acceso, pero verlo de lejos era hipnotizante, claro que era artificial, lo que daría por vivir en una casa junto a un lago aún más hermoso, tener un bote y remar al centro, sentir esa refrescante frialdad del agua en mis manos, no sabía nadar y aun así no me aterraba la idea de permanecer horas de esa forma, quizá con una mujer, una que me ame como yo a ella. Salí de mi trance y aceleré mis pasos a casa.

De pronto su recuerdo llegó a mi mente, extrañaba sus ojos, sus besos, su voz, me sentía nostálgica, aquel sentimiento de cariño que trataba de hundir en el fondo de mi ser de la nada se hacía presente, el odio se vio nublado por un instante, por ese camino.

Al llegar a casa lo primero que hice fue tomar mi guitarra y dejarme llevar, después de escribir unas cuantas cosas, tener una melodía y acordes, toqué completa la canción que había compuesto.

EN LA PIEL

No te quiero ver por aquí otra vez,

no quiero que rondes los escombros de mi ayer.

Entiendo esta vez nada resolveré,

pero no vuelvas a confundirme y romperme otra vez.

No lo volveré a permitir,

no dejaré que me destruyas al fin.

Tus palabras ya no funcionarán,

ni tu mirada me hipnotizará.

Mis ojos sanarán,

han dejado de llorar,

han dejado de extrañarte y lamentar.

Me cansé de esperar,

falsas promesas que jamás llegarán.

Te deje de perdonar,

hay heridas que no pueden sanar.

No tengo que escuchar

lo que tú me dirás

ve y grita a otra parte espérame un poco más.

No te quiero ver,

por aquí otra vez, su aroma lo llevas en la piel.

Al cantar esa última frase de nuevo el coraje vino a mí, me sentía tan humillada y peor aún, me sentía tonta por haberle escrito algo, colgué la guitarra en la pared, la canción la puse en un folder junto a las demás, saqué la botella de vodka, después de aquella tarde con mis amigos, había quedado casi llena, no sé si de verdad fue antojo o fue el momento, baje al refrigerador por jugo de arándano y me preparé una bebida, estuve tomando mientras leía un libro que me había regalado mi tío, “Flores en el ático” de Virginia C. Andrews, así pasé unas horas hasta que me quedé dormida.

Me despertó el tono de mi celular, alguien llamaba, como pude tomé el celular y respondí, aún me sentía adormilada.

E: -Diga-

P: -Hola amor, lindo día, que dormilona eres, ya es tarde-

Aparté el celular de mi oído y pude ver que era la 1 de la tarde.

E: -Sí que es tarde, ¿cómo te fue ayer?

P: -Bastante bien, fuimos a comer y mi padre está muy contento conmigo, incluso me dejó faltar a la reunión familiar de hoy, se irá a Cuernavaca con mi mamá, así que tenemos casa sola, ¿quieres venir?-

E: -¿Y tu hermano?-

P: -Salió con sus amigos a una plaza-

E: -Pues entonces voy, llego en una hora-

P: -Perfecto, no desayunes, te preparo algo, ¿de qué tienes ganas?-

E: -Unos hot cakes, aunque ya es tarde, esos son para desayunar, lo nuestro ya será comida-

P: -Por ti se pueden romper las reglas, te haré hot cakes, te quiero-

E: -Gracias, te veo en un rato-

Me levanté, me estiré para activarme un poco y vi la botella en el suelo y el vaso a la mitad, guardé la botella en el cajón de siempre y bajé a lavar el vaso, por un momento me asustó pensar que mi padre lo había visto, pero el hecho de que no me hubiera despertado significaba que había tenido suerte. Al bajar me encontré en la cocina con mi madre.

C: -Elizabeth, ¿por qué estuviste tomando? Tu padre pudo verte, por fortuna fui yo quien entró a tu cuarto para ver que estuvieras en casa.- Dijo enojada.

E: -No pensé que fueran a llegar temprano o que fuera a quedarme dormida-

C: -No llegamos temprano, llegamos a la 1, por suerte tu padre llegó cansado de la fiesta y prefirió dormir-

E: -Como siempre, ni se preocupó por si había llegado- Dije con un tono de melancolía.

C: -No digas eso, ¿piensas salir hoy?- cambió su tono de voz a uno sumamente tranquilo.

E: -Si, veré a una amiga-

En ese momento alzó la ceja y me sonrió, en el fondo ella sabía que esa chica no sería una amiga, pero no dijo nada más. Subí a mi habitación, me di una ducha, me puse una blusa blanca de manga corta y cuello en V, pantalón de mezclilla y tenis blancos, así salí de mi casa.

Al llegar, Paola se portó muy linda, me senté en la mesa y ella se encargó de atenderme en todo momento, los hot cakes habían estado deliciosos. La besé a manera de agradecimiento y seguimos así por unos minutos.

P: -Oye, hay algo que quiero pedirte- dijo suavemente mientras se separó por breves segundos de mis labios.

E: -Pide lo que quieras-

P: -Es que no sé cómo decirlo-

Me distancié de ella, la mire de forma comprensiva para generarle confianza.

E: -Dilo como es, no te preocupes, si lo piensas menos lo dirás- Cerró los ojos, tomó aire y soltó un suspiro muy largo y sonoro.

P: -¡Quiero que me amarres!- Respondió casi gritando.

E: -¿Perdón?- Pregunté dudosa.

P: -Ve tu cara, por eso no quería decirte-

E: -No es eso, lo siento, me tomaste por sorpresa, ¿te amarro a la cama?-

P: -Lo he estado imaginando, me gustaría hacerlo así- se sonrojó al decirlo y miro tímidamente hacia el suelo.

E: -Pues será tu premio por haber ganado ayer-

Comencé besar sus labios y su cuello, cuando su respiración aumentó la llevé a su cuarto, me sorprendió entrar y ver unas sogas en la cama, no sé de qué material eran, pero no estaban gruesas, seguí besándola mientras le quitaba la blusa, desabroche su pantalón, bajé el cierre y mordió mi labio inferior, emití un suave quejido, aquel movimiento me había dolido y había sido sorpresivo.

Una vez que su pantalón estuvo en el suelo se dirigió a la cama, terminó de quitarse la ropa interior, se recostó , estiró sus extremidades a cada esquina de la cama, así que proseguí a atar su mano derecha, trate de no apretar mucho la soga pues temía que fuera a lastimarla, pero me pidió que lo hiciera más fuerte, así que obedecí, por las almohadas debajo de ella quedó un poco levantada, casi sentada, me pidió que abriera un cajón y encontré un antifaz como los que se usan para dormir y que la luz no moleste. Se lo coloqué y quise besar su cuerpo, pero me pidió que la mordiera.

Su petición me había tomado por sorpresa, agradecí que no pudiera ver mi rostro lleno de confusión, de pronto un trueno me sacó de ese breve trance, me asomé a la ventana y pude ver el cielo casi negro, se avecinaba una tormenta. Inhale profundamente, di un gran suspiro y me preparé para disfrutar de la experiencia, era obvio que quería algo salvaje y rudo, así que pensé en hacerlo, no podía ser tan difícil.

Me acerqué a ella y sin pensarlo le solté una bofetada, por un breve segundo lo disfruté pero luego el pánico se apoderó de mí, “¿la lastimé?” me pregunté en mi mente, su rostro se inclinó sutilmente a la derecha, su primer reacción fue de sorpresa, emitió un leve quejido para después sonreír, “eso me gusta mi amor” fue lo único que me dijo, de nuevo traté de quitarme el miedo y darle lo que esperaba.

Comencé a morder sus piernas, apretarlas, ansiosa de tenerla, las mordidas eran fuertes, dejaban pequeñas marcas en la piel que pasados unos minutos desaparecían, tracé un camino de mordidas hasta llegar a su entrepierna, pero me detuve y fui a su cuello, me senté sobre ella, mordía su cuello más suave para no dejar marcas, movía lentamente mi cadera para frotar mis glúteos con su sexo, la besé y jalé su labio inferior, me dejé llevar por la sensación, por el placer y ya no pensé más.

Sus pequeños pechos estaban duros, lamí su pezón izquierdo, lo succioné y solté una mordida fuerte, su quejido de dolor no me regresó a la realidad, inicié otro camino de besos y mordidas hasta su monte de venus, posé mi boca sobre esta montaña y solté una pequeña mordida, sus piernas se apretaron lo más que pudieron, aunque al estar atada no fue mucho, hundí mi boca en su sexo y con ayuda de mi lengua separé sus labios para encontrar su clítoris, al posarme sobre él su cuerpo se estremeció, no emitió ningún ruido, pero no fue necesario, sabía exactamente que sentía.

Comencé a pasar la punta de lengua, lo frotaba, lo rodeada, ella alzaba su cintura esperando poder acercarse más a mi boca, de arriba a abajo mi lengua exploró cada parte, sus labios, su entrada que me incitaba a penetrarla, se humedecía cada vez más, coloqué mi dedo índice y medio en aquel pequeño orificio y los introduje sin aviso y a un solo movimiento, su cuerpo se retrajo por la sorpresa de aquel movimiento, comencé a penetrarla velozmente, cada embestida en su interior era dura, sin contemplaciones, no supe si le dolía o si lo disfrutaba, yo sólo me dediqué a no perder el ritmo y a morder fuertemente su abdomen.

Después de algunos minutos su voz por fin se escuchó, “¡para!, lo he tenido” sin detenerme a razonar las cosas, de nuevo sonó en la habitación el golpe de mi mano en su mejilla, esta vez no dijo nada, pero esa sonrisa seguía presente en su rostro, me acosté sobre ella entre sus piernas, mi sexo sintió la humedad del suyo, comencé un duro movimiento con la cadera, mi monte de venus la frotaba.

P: -¡Para! ¡Por favor! ¡Déjame!- Gritó.

E: -Perdóname, ¿estás bien? ¿Te lastimé?- Dije al momento que me detenía, mi rostro reflejaba el temor de haberle hecho daño.

P: -No amor, mientras más te ruegue que pares tú sigue-

Esta vez no pude evitar razonar las cosas, le excitaba que la sometieran, sentir que la violaban, que era algo en contra de su voluntad. Tragué saliva y continué el vaivén de mi cuerpo, no entendía que pasaba o por qué pasaba, dejé de disfrutar y sólo proseguí mecánicamente hasta que de nuevo me dijo que había tenido un orgasmo.

Traté de controlar mi respiración, esbocé la mejor sonrisa que pude y le quité el antifaz, una por una desaté sus extremidades en completo silencio.

P: -Fue delicioso, pero ya escuchaste, se cae el cielo-

E: -Es verdad, no me había dado cuenta, ¿Te lastimé en algún momento?-

P: -No para nada, al contrario, lo disfruté demasiado, ¿tú lo disfrutaste?- Preguntó tímidamente.

E: -Fue algo nuevo y sorpresivo, pero me gustó- Mentí mientras me vestía.

P: -¿Ya te vas?-

E: -Podría llegar tu hermano, además me encantaría mojarme bajo la lluvia, sé que estoy loca pero lo disfruto-

P: -No me parece que lo estés, entonces hay que cambiarnos y salir-

E: -¿De verdad saldrás conmigo?-

P: -Claro que sí, veamos por qué te gusta tanto- Dijo con una sonrisa.

Terminamos de colocarnos la ropa, tomé mi mochila que al ser imitación de cuero no se mojaba nada que estuviera adentro, era una de las razones por las que me gustaban esas mochilas, ella decidió no llevar nada más que sus llaves, afortunadamente ya no llovía tanto como antes, así que nos dispusimos a salir.

Bajamos las escaleras, ella iba delante de mí, atravesamos el patio y al abrir la puerta alguien nos tomó por sorpresa.

NOTA:

Una disculpa por la tardanza para sacar éste capítulo, estoy explorando una nueva plataforma.

Saben que pueden enviarme correo para comentarios y/o dudas, si están disfrutando la historia haganmelo saber, puesto que tengo pensada una precuela.