Juegos mentales. Capítulo 6
Elizabeth se probará a sí misma de lo que es capaz.
Capítulo 6
Le di vueltas al asunto una y otra vez, recordaba cómo la había encontrado, las veces que lo negó, su descaro y cinismo, me enojaba también conmigo por haber confiado en ella pese a lo que me decían mis amigos, pero no, todo era su culpa, ella era la única responsable, yo sólo era víctima de sus engaños, así que el enojo terminó ganando, marqué su número.
Rebeca: -hola mi amor- dijo de manera muy entusiasta.
Elizabeth: -hola- dije tratando de sonar lo más normal y natural posible, aunque ciertamente era todo un reto, ya no sólo por engañarla, sino por sonar bien y enamorada, extrañamente eso me divertía más, me probaría a mí misma que puedo mejorar al actuar.
Rebeca: -Sigues molesta, ya te dije que no era yo, estaba en la escuela, te estaba buscando, no te lastimaría, te amo demasiado y no traicionaría todo lo que tenemos y lo que hemos construido en este medio año…
Elizabeth: -no digas más- respondí interrumpiendo de manera abrupta, sobre todo porque su cinismo me estaba haciendo perder el control en mi enojo, respiré profundamente, tan fuerte que podía asegurar que me había escuchado. -Te creo, no tienes nada que explicar así que vamos a dejarlo de lado.-
Rebeca: - mi amor, que bueno que me creas, me hace muy feliz saber que estaremos bien.-
Elizabeth: -Me imagino que sí, comparto lo que dices, supongo que no te veré en vacaciones.-
Rebeca: -Llamaremos y mensajearemos todo los días y espero encontrar algún momento para verte.-
Elizabeth: -Me parece bien, debo irme, voy a salir-
Rebeca: -si amor, Cuídate, te mando mensaje, te amo.-
Elizabeth: -igual yo-
No podía dejar de preguntarme ¿qué pasaba por su mente? ¿Cómo era capaz de hablarme y decirme todo eso sabiendo que estaba mintiendo? Pensarlo me llenaba de rabia y me daba los empujones que necesitaba para engañarla de peor manera que ella.
Esa tarde estuve inquieta, no había recibido ningún mensaje de Paola, era más por mi curiosidad que por otra razón, ya que realmente no la conocía tanto como para preocuparme. Así que me puse a tocar la guitarra para distraerme un poco, al fin tenía el tiempo que quería para poder dedicarme a mi música, tocaba canciones que me había aprendido desde hace algún tiempo, las piedras rodantes de El tri, lamento boliviano de Enanitos verdes, morí de Tranzas, de música ligera de Soda Estéreo, ya no quiero de Jesse y Joy, ésta última la canté con todas las ganas y sentimiento que podía. Una pequeña lágrima resbaló por mi mejilla, sabía que la quería y por eso me dolía, pero no merecía mis lágrimas. Tocar la guitarra no era lo ideal en el momento, no quería aceptar esa sensación de dolor, así que decidí dibujar, dibujar cualquier cosa, no era un gran talento haciéndolo, pero me gustaba dibujar rostros, bueno un rostro en particular, unos ojos que siempre llegaban a mi mente, una mirada que aparecía cuando me sentía mal y me daba tranquilidad, nunca antes los había visto en la realidad, ni el rostro completo, así que lo imaginaba, así completaba aquella figura femenina, con esos ojos grandes y marrones, con pestañas largas, con una profundidad única, una combinación impensable de tristeza y felicidad y unas cejas bien marcadas no tan pobladas, yo agregaba un cabello negro, lacio que llegaba a sus hombros, un rostro fino, delgado, nariz respingada y labios gruesos.
Al terminar el dibujo lo guardé junto con todos los demás que había hecho, era una carpeta con al menos 15 dibujos, de pronto sonó mi celular, era un mensaje de Paola, “disculpa que te haya sacado de mi casa de esa manera, no lo merecías, me siento muy avergonzada por haberte tratado así, te debo una explicación, ¿podría verte para dártela?”.
Su manera de disculparse me pareció tierna, así que decidí responder, “no te preocupes, no me debes ninguna explicación pero si darla te hace sentir mejor la acepto, tú dirás cuándo, tengo tiempo libre de sobra”. Me quedé pensando un momento y me animé a agregar una parte más al mensaje “pero me gustaría que fuera a solas y que esta vez te aseguraras de que no interrumpan”. En cuestión de minutos me estaba respondiendo, “te veo el lunes a las 3 en mi casa, estaré sola, lo prometo.”
Tener una actitud más aventada me divertía, tan contraria a mí, yo siempre he sido tímida para hablar, soñadora, perdida siempre en mi mundo, en mis ilusiones y sueños, sin mirar a nadie, era más fácil que mirara el cielo o los árboles, antes que mirar a alguna persona u objetos materiales, para mí un lugar perfecto era uno rodeado de belleza natural, no una cita en algún centro comercial, pero me gustaba que las chicas decidieran en la primera cita a dónde ir, el lugar a dónde te llevan habla mucho de alguien, un café tampoco me parecía mal, el sabor más delicioso de la vida, pero si hay algo que no me gusta es que me pregunten a dónde quiero ir, hay que ser creativa, proponer, sorprender, pero con Paola no me importó, no deseaba algo serio con ella, sólo era mi primer paso a ser todo lo contrario a quien soy.
Después de un domingo familiar había llegado el lunes, Rebeca me había mandado mensajes, le respondí un tanto indiferente. Aventé el celular a la cama, tomé mí obligado café matutino, piqué un poco de fruta para desayunar y me di una relajante ducha, me recosté un momento aún desnuda sobre mi cama, me perdí en mis pensamientos, me preguntaba si podría tener una buena relación, dónde no jugaran conmigo, quería ser todo para una chica, su pensamiento número uno, solté un suspiro enorme y comencé a arreglarme para ver a Paola, quería salirme con tiempo suficiente para llegar caminando tranquilamente a su casa.
Le avisé por mensaje que estaba afuera, me hizo pasar, apenas me di la vuelta me tomó entre sus brazos y comenzó a besarme sin parar, su lengua buscaba desesperadamente la mía, mordía mi labio inferior y lo jalaba mientras me desabrochaba el pantalón, sin pensarlo mucho lo bajó junto con mi ropa interior, me senté en el posabrazos, y abrí mis piernas para recibir su boca, su lengua era muy rápida, lamía cada parte de mí, succionaba mis labios, incluso llegó a hacerlo tan fuerte que provocaba un poco de dolor pero eso me excitaba más, me sujetó de la cadera y me hizo ponerme de pie, se acomodó aún más entre mis piernas haciendo que las abriera, me soltó dos fuertes nalgadas lo cual generó que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo, los gemidos que hice fueron la prueba que ella necesitaba para saber que lo estaba disfrutando, así que muy hábilmente me penetró con la lengua, la sentía bastante profundo, vaya que su lengua era larga.
El placer aumentaba, gemía sin pena alguna, sujetaba su cabeza con ambas manos y la acercaba lo más que podía a mí, me frotaba contra su boca y así llegué a un orgasmo, me recargué de nuevo en el sillón, ella se quedó sentada en el suelo, mirando como lentamente recuperaba el aire, se puso de pie y comenzó a besarme, frote sus pechos por encima de la ropa, le quité la blusa y el brasier, tenía pechos pequeños, lo cual no fue de mi agrado, quise acercarme a besar sus pezones pero se enderezó, me sujetó de las nalgas y me cargó, así me llevó hasta su cama, comenzó a besarme, me quitó la blusa y el brasier, lamía y succionaba mis pezones mientras se quitaba el pantalón y su ropa interior, con el brazo me levantó un poco para ponerme boca abajo, que practicara deportes y que fuera más alta que yo le permitía tomarme a su voluntad, se acostó sobre mí y comenzó a frotar su sexo contra mis glúteos, era placentero, acariciaba mis pechos, sentía su respiración en mi oído, fuera de eso no hacía ningún otro ruido, supe que llegaba al orgasmo porque aumentó la velocidad y me embestía con más fuerza.
Se levantó, me acosté boca arriba y se recostó sobre mi abdomen, había sido placentero, pero ya quería irme, ella permanecía con los ojos cerrados, así estuvimos unos minutos hasta que giró a verme.
P: -¿Te gustó? ¿no fui muy brusca?-
E: -Fuiste un poco controladora, pero me gustó-
Se recostó de nuevo en mi abdomen y pasaba sus dedos por mis pechos con sutileza.
P: -Es lindo estar contigo, tienes unos pechos muy lindos-
E: -Gracias, es agradable estar aquí- dije mientras acariciaba su cabello.
De pronto mi celular comenzó a sonar, se había quedado en la sala.
P: -¿Quieres que te lo traiga?-
E: -No, no te preocupes, no debe ser nada importante- pero sabía exactamente de quien era la llamada. No había pasado ni un minuto cuando de nuevo comenzó a sonar, marcó al menos 3 veces más.
P: -¿Segura que no quieres responder?-
E: -Deben ser mis padres, debo irme, lo siento- me puse de pie y comencé a vestirme, revise rápidamente mi celular y efectivamente era Rebeca.
P: -Me llamarás ¿verdad?-
E: -Por supuesto, no te preocupes, te ves linda en tu cama así, ya conozco el camino- le di un pequeño beso en los labios y me retiré.
Apenas salí de la casa le marqué a Rebeca.
E: -¿Qué necesitas?- dije sumamente tranquila
R: -¿Dónde estás? ¿Por qué no respondes?- se notaba molesta.
E: -En un curso de guitarra-
R: -Pero si tú sabes tocar guitarra-
E: -¿cómo puedes estar segura? Nunca me has visto tocar...sé lo básico, quise aprender más- mentí con total seguridad.
R: -Sólo respóndeme cuando te llame- su tono de voz no cambió.
E: -Estaba ocupada, no podía-
R: -Nada debe ser más importante que yo- casi gritó al decir esto.
E: -¿De verdad? ¿Qué te sucede? Mira, déjalo así, yo no voy a estar aguantando esto- colgué sin pensarlo, esta vez no me tembló ni la voz ni la mano al hacerlo.
En cuestión de minutos de nuevo estaba marcando, así que apagué mi celular, estaba viendo a una Rebeca que no conocía, pero su forma de hablarme me daba coraje y me hacía sentir aún más satisfecha por lo que acababa de hacer.
Caminé tranquilamente, había un suave viento que movía sutilmente mi cabello, se había nublado, lo cual me hizo disfrutar más de cada paso que daba. Al llegar a casa me bañé, como no haría otra cosa me puse la pijama, preparé palomitas y comencé a buscar una película, amaba ver películas y series, así que tardaba al menos media hora decidiéndome por una, quería ver todas, un título en específico me llamó la atención “La mujer de mis pesadillas” con Ben Stiller, reí bastante.
Justo cuando estaban los créditos llegaron mis padres, compraron pizza de pepperoni para cenar, mi favorita, comimos y platicamos de sus trabajos. Al terminar ambos me desearon buenas noches y se fueron a dormir, yo limpié el comedor para después ya poder acostarme. Apagué la luz de mi habitación, me acomodé en la cama y recordé que había dejado mi celular apagado, lo saqué del bolsillo de mi pantalón, lo prendí y en ese momento llegaron 4 mensajes. “Me la pasé increíble contigo, no te pierdas, quiero seguir viéndote y conocerte más, me gustas mucho”. Para ser honesta no esperaba ese mensaje, pensé que sería de las chicas que sólo buscan algo casual, preferí no responder, ya que no sabía qué decir.
Los otros tres mensajes eran de Rebeca, “Mi amor, te amo, perdona si me molesté un poco, es sólo que apenas resolvimos ese malentendido y me preocupó que no respondieras, sabes que te amo demasiado y es por eso que me pongo así”. Al no tener respuesta alguna me mandó mensaje una hora después, “vamos Elizabeth, responde, ¿otra vez dónde estás? Y no me salgas con la tontería de la clase, tienes apagado el teléfono, ya intenté marcarte”.
Solté un suspiro, me molestaba todo de ella, el último mensaje decía “Perdona, ya te dije que es porque te amo que me pongo así, no quiero perderte, eres todo para mí, descansa, te marco mañana”.
Dejé el celular en el tocador y me dispuse a dormir, sólo quería descansar de todo por unas horas.
A la mañana siguiente la luz por la ventana me despertó, odiaba que la luz atravesara las cortinas, porque eso sólo significaba que haría bastante calor, si algo odiaba era el calor. Me estiré aún sobre la cama, tomé mi celular y vi un mensaje, “Buenos días hermosa, espero que hayas dormido delicioso, soñé contigo, ha sido el sueño más lindo que he tenido.”